𝐕𝐈𝐈 ; pact of silence
CAPÍTULO SIETE
· • ❝〔 pacto de silencio 〕❞ • ·
una decisión sin remordimientos ; parte VII
Tropa de reclutamiento de la región sur. Año 836.
IZARO MIRABA DISIMULADAMENTE ATRÁS PARA APRECIAR al chico que tenía a sus espaldas y no notaba que la joven lo veía; Irina y Phoebe no entendían qué le sucedía, se llevaban preguntando eso desde hace unos días, específicamente desde el día en que Izaro ayudó a ese chico con su prueba de equilibrio.
La noche ya había caído después de una larga clase sobre la historia de las murallas y un poco de física para entender mejor las técnicas de usar los equipos de maniobras. Toda la tropa se encontraba en el comedor degustando sopa de papa y zanahoria con un trozo de pan como acompañante, pronto la campana de que la hora de la cena finalizó sonaría e Izaro apenas había tocado su plato dejando la mitad ahí presente. Le daba igual aquello, aunque ella pensaba que no se podía desperdiciar la comida, pero la cantidad que había ingerido era de lo que su madre en vida le indicaba que debía de comer si quería mantener su figura delgada.
—Se te va a enfriar la comida, Xion. —señaló Irina conteniendo las ganas de reír antes la mirada pérdida de la nombrada cuando le hablaron—. Como veo que te estás comiendo con la mirada a ese chico, voy a terminar tu sopa. Con permiso.
Era cierto que desde días atrás no paraba de mirarlo, pero era algo que no podía evitar. Era muy amable las veces que cruzaron palabras y no podía negar que se le hacía muy guapo aquel joven, era cierto que había conocido otros varones que físicamente eran más atractivos, pero ese rubio de nombre Erick Mitchell acaparó completamente su atención. Y no todos tenían el privilegio de decir que habían llamado la atención de un Xion.
—¿Te gusta el chico? —preguntó Irina con curiosidad, notando que las mejillas de Izaro se enrojecieron ante la pregunta—. Bueno, es guapo hasta cierto punto, no te lo negaré. Eso si, no es mi tipo de hombre; me gustan los de metro ochenta o noventa y soy más alta que tu conquista.
—Yo creo que no está a la talla de Izaro. —comentó Phoebe abruptamente, mirando su vaso en lugar de las dos chicas—. Ella es alguien de la alta sociedad y él no.
—¿Y qué tiene? —cuestionó Irina arqueando una ceja.
La rubia torció levemente sus ojos para evitar ser vista por el par.
—Qué los Xion buscan personas con buenas habilidades o de su misma clase social. —respondió Phoebe mirándola con obviedad—. Ese chico no lo es y, sinceramente, dudo mucho que logré entrar en la promoción de los diez mejores calificados.
Cada palabra que la joven aspirante a la Policía Militar pronunciaba era cierta e Izaro no tenía más opción que darle la razón en ello. Además, no estaba en sus planes enamorarse mientras estaba en el reclutamiento y no pensaba que un chico al que conocía desde hace unos días la había flechado en tan poco tiempo. Era imposible. Estaba segura que solamente le parecía un chico bueno y agradable.
—Igual, sólo es un buen chico, tengo que pensar en mi futuro primero y después en mi futura relación amorosa. —respondió con tanta seguridad que hasta ella misma se convenció de que no se trataba de algo más. Sin embargo, volvió a mirar atrás y se volvió a sonrojar cuando notó que Erick la estaba mirando también; él la saludó levemente con una sonrisa en su rostro y sintió que los nervios se apoderaban de ella mientras le devolvía el saludo.
¿Era posible sentirse de esa manera por una persona que conocía desde hace unos días?
—Como sea, me voy a adelantar para irme a dormir temprano. No me esperen. —dijo Phoebe despreocupada mientras se levantaba de su asiento y tomando su propio plato ya vacío—. Irina, no la alientes a salir con personas de esa clase; Izaro, recuerda que tienes una prestigiosa imagen que cuidar. Si estás interesada en salir con alguien piensen en hijos de militares que están aquí, nobles, incluso comerciantes de la alta calidad que hay en Mitras. Eres una Xion, no te debes juntar de clases bajas.
Se alejó una vez finalizó su comentario, dejando a las dos chicas en la mesa sin mucho que decir respecto a lo que dijo su amiga. Los pocos días que habían iniciado su entrenamiento fueron suficientes para conocer la manera de actuar de cada una; Phoebe Barbrow tenía aquella típica actitud de una persona de Stohess, una joven rodeada de los lujos y la alta sociedad se veía influenciada en mantener todo y separar las clases sociales de manera estricta. Sabían que también un poco de esa actitud se debía a la presión que debía de estar sintiendo, Phoebe estaba ahí para que en el futuro pudiera sustituir a su padre del puesto de capitán en la brigada policial de Stohess y para ello debía de presentar las mejores calificaciones para entrar en los diez mejores, solo así tendría el pase de la prestigiosa división militar.
Aún con esa manera de ser, consideraban a Phoebe una buena persona. Le agradaban y estaban seguras que la amistad que estaban formando con ella duraría por varios años, aún cuando las tres fueran a caminos diferentes.
Mientras tanto, en el otro lado del comedor, Erick no pudo contener la sonrisa al saber que la mirada de Izaro caía sobre él. Debía de controlarlo, para no parecer un loco frente a sus demás compañeros, pero le era imposible. No podía. Era imposible para él ocultar la emoción que sentía ante el hecho de que se había ganado la atención de una Xion.
—Oye, ¿es idea mía o Izaro Xion no te quita el ojo de encima? —dijo Oscar mirando a su amigo, quería golpearlo al notar que contuvo una fugaz risa—. Maldito imbécil, ¿cómo lo conseguiste?
—Ni yo sé qué ocurrió. —respondió el rubio soltando la risa que tanto aguantó—. El instructor le pidió que me ayudara, lo hizo y comenzamos a hablar desde eso. No son conversaciones tan largas, pero los pocos minutos me sirvieron para que le cayera bien. ¿No es increíble?
—Oh, si. A la Xion le caíste bien, pero no te hagas ilusiones, idiota. —dijo Ruby entre risas—. Ella es alguien importante y de las mejores clases de las murallas. Tú, en cambio, estás al mismo nivel que un trozo de mierda.
Erick torció los ojos ante el comentario de su amiga.
—Eso no quiere decir que no pueda tomar ventaja en estos momentos.
—¿Qué plan desarrollo tu cerebrito, cariño? —preguntó Ruby con cinismo.
—Pensaba que a ella le vendría bien hacer más amigos. —respondió acercándose más a sus amigos que tenía frente a sus ojos, para evitar que alguien más los escuchara—. Como nuestra amiga, ella nos podrá ayudar en mejorar en las habilidades físicas y quién sabe, a lo mejor nos darán un trato especial por tener amistad con una Xion. También, si ella nos ayuda, tendremos un pase directo a la Policía Militar.
Para ser sinceros, Erick Mitchell no podía asegurar que su idea iba a ser completamente efectiva. Apenas se le había ocurrido y necesitaba desarrollarla bien antes de ejecutarla tal cual lo quería, de lo contrario, no vería ante sus ojos la llave para tener una mejor vida en el interior de las murallas y lejos del pueblo que tanto maldijo su infancia.
También quería estar lejos de su padrastro y del infierno que se vio obligado involuntariamente a pasar. También de su madre por no protegerlo de aquel infierno.
Pero si aquella idea le podría traer beneficio, ¿por qué no a sus mejores amigos? Después de todo, ellos también tuvieron que soportar sus propios infiernos y huyeron los tres juntos para cumplir el mismo sueño. Su única familia debía de aprovechar la misma oportunidad que él, era lo mínimo que les podía dar después de estar a su lado en los escasos buenos y en los siempre malos momentos.
—Disculpen, Erick. —una cuarta persona apareció en el radar del trío, mirando a la joven de cabellos rubios mientras actuaban como si su conversación no hubiera ocurrido.
—Phoebe, ¿qué tal? —sonrió el chico, encantado de ver a la chica que también le dedicaba una suave sonrisa— ¿Ya te vas?
—Fue un largo día y me iré a dormir temprano. —respondió ella—. Nada más vine para decir que me encantó hablar contigo en la clase de historia, eres muy bueno en la materia y me vendría bien tu ayuda. ¿Te parece si estudiamos juntos mañana por la tarde?
Erick simplemente estaba encantado con la suerte que estaba viviendo.
—¡Por supuesto! Te veo mañana. Descansa. —dijo él deseándole lo bueno en ella, dejándola con una sonrisa cálida antes de que se fuera, soltando una risa triunfadora en presencia de sus dos sorprendidos amigos— ¿No creen que merezco un premio por esto?
—¿¡Qué maldita cosa hiciste para que ese par te viera, hijo de...!? —dijo Ruby de la emoción, sellando abruptamente sus labios al notar que estaba alzando la voz—. Dime que conquistarás a esa tonta.
—Todavía no lo sé, es mi plan B.
—¿Tu plan B? —preguntó Oscar indignado ante el comentario—. Estúpido, ella es hija de un capitán de la Policía Militar, ¡y de la división de Stohess! Olvida a la Xion y ve por la Barbrow.
—¿Acaso no recuerdan cómo el instructor trató a Barbrow? —dijo Erick—. Tendrá contactos con la Policía Militar, pero es un cero a la izquierda al lado de Xion. La usaremos por si el plan de ser amigo de Izaro no funciona o bien para contactos en la Policía cuando entremos los tres ahí.
De la emoción, los tres chocaron las manos como si de cómplices de un crimen se trataban. Sentían que la llave a sus problemas estaba a la vuelta de la esquina y sólo hacía falta mirar para encontrarla antes de llevarla al cerradero correcto. Nadie sabía lo que ocurriría después y como aquel "inocente" plan de una sencilla amistad se había vuelto en una relación amorosa llena de conflictos y abusos.
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Cuartel de la Legión de Reconocimiento. Muralla Rose. Año 839.
Ver al azabache moverse veloz y de manera volátil sobre los aires usando el equipo a su favor era algo que Izaro estuvo haciendo durante todo el tiempo que estuvo monitoreando su entrenamiento. De los tres chicos del Subterráneo, Levi era el más talentoso y es que hacía ver el uso de los equipos como una habilidad natural de los humanos. Ni siquiera ella en su tiempo de recluta o en la actualidad había conseguido esa habilidad tan pulida que poseía. Era como si la capacidad corriera por sus venas, lo traía dentro de la sangre y no mostraba ningún fallo.
Levi parecía ser la imagen que Isaac Xion quería que su descendencia llegará. Era la imagen que Izaro debía de alcanzar si quería dar honor al legado que traía sobre sus hombros.
—¡Iza! —llamaba Isabel con ternura. La mencionaba se sorprendió al ver la confianza con la que Isabel la llamaba así, el resto la llamaba como "señorita" o usando su apellido por lo regular. Le gustaba ver que Isabel Magnolia la llamaba por su nombre y encima usando ese diminutivo— ¿Por qué estamos aprendiendo esto si ya sabemos usarlos? Por algo intentamos huir de ustedes cuando nos conocimos.
—¡Es parte de su entrenamiento, Isabel! —dijo la pelinegra— ¡Sólo estoy cumpliendo las reglas!
En realidad, no sabía que debían de hacer ellos en ese momento. Estaba tomando a regañadientes el trabajo de Erick ese día solamente porqué él decidió no presentarse luego de una discusión que ambos tuvieron dos días atrás. Para ser más exactos, el día en que los hermanos mayores de Izaro la visitaron.
Era mentira que Erick no tenía problemas de que sus cuñados no lo querían en la cena, al contrario, sentía la rabia de ese rechazo recorrer por sus venas que no dudo en desquitarse verbalmente contra su novia. Reclamos de que seguía siendo marginado de los Xion habían acalorado el momento que, cuando Izaro finalmente tomaba el valor de defenderse, ella recibió de parte del hombre que juraba amar un fuerte golpe en su rostro. Él se fue sin pedir perdón y ella terminó con un pequeño moretón en la cobertura de su labio. Mintió diciendo que uno de sus sobrinos accidentalmente le había dado un cabezazo jugando, todos los que preguntaron por la herida se lo creyeron y, una vez más, Erick salía libre de sus acciones.
Intentó acercar su pulgar hacía la herida, pero lo alejó al instante cuando sintió un leve dolor con sólo rozar su piel en la cobertura de su labio. Dándole a entender que el golpe había sido más fuerte de lo que creyó segundos atrás.
—Esa herida se ve algo fea. —comentó Farlan bajando hasta tocar suelo luego de completar su práctica. Y no mentía para nada. Era un pequeño moretón de color morado que era evidente en la parte baja del labio de Izaro y, arriba de este, estaba la herida que reflejaba que hasta sangre le habían sacado. Los tres chicos sabían que se trataba de una herida provocada por un golpe, ya habían visto ese tipo de heridas en la Ciudad Subterránea.
—¿Quién te la hizo? —preguntó Isabel siguiendo a su amigo con un tono preocupado, mirando atentamente la herida.
Levi fue el último en llegar y no se acercó para ver mejor aquello, desde donde se encontraba era muy visible. Y al igual que sus dos amigos, confirmaba que se trataba de algo provocado por un golpe.
—Fue mi sobrino —mintió la azabache, tratando de tapar sin mucho éxito la herida para evitar que la siguieran viendo—, pero fue un accidente. Él estaba jugando con mi otra sobrina y me acerqué más de lo que debía, me golpeó con su cabeza, pero no es nada.
Odiaba usar al pequeño Daniel en la mentira, porque sabía que si eso realmente hubiera pasado, el niño lloraría pidiendo perdón por haber lastimado a alguien que amaba con toda su alma y no lo que hizo Erick, irse como si nada hubiera pasado y sin pedir perdón.
Asumiendo que la única culpable de aquella situación era ella. Como siempre.
—Eso no parece un golpe que un niño de menos de cinco años haría, más bien parece provocado por un adulto. —comentó Levi de repente, encendiendo toda alarma que hubiera en Izaro.
—Pues estaba jugando, tal vez por la adrenalina del momento...
—Ya he visto ese tipo de heridas, créeme, no estás hablando con un novato. —interrumpió el azabache, con su usual mirada que parecía intimidar a la joven por lo penetrante que era.
Por primera vez, sentía que su talento natural de mentir era destrozado por alguien que no era Erwin Smith. Pero el hombre de cabellos rubios era alguien que la hacía hasta dudar si lo hacía bien o no, más no le dejaba una respuesta directa; Levi si, básicamente le expresaba indirectamente que no le creía su mentira sobre el origen de herida y que si no confesaba, la iba a sacar a relucir como la mentirosa que era.
Y luego estaba el tema de su familia, su doble vida en la Ciudad Subterránea. Si el pelinegro no se mostraba convencido con el testimonio para cubrir la agresión de Erick, estaba segura que tampoco le creería si ella negara las constantes visitas de los Xion en su ciudad natal. Debía de callarlo de algún modo.
—El entrenamiento con los equipos ya terminó, tienen la tarde libre. —mencionó ella en un tono tranquilo—. Mañana los ayudaré a usar las espadas y donde deben de atacar.
Quedaban pocas semanas para la expedición. Su primera expedición en donde tenía muchas expectativas sobre su futuro como soldado ejemplar de su familia. Practicar con el trío le ayudaba mucho para recordar lo que debería hacer ese día y la tranquilizaba. Un poco.
—¡Al fin! —gritaba de emoción Isabel, que no dudó en correr hacia los dormitorios para cambiarse de ropa porque ya se estaba cansando de usar el uniforme.
—No corras, te vas a caer. —ordenó Levi a la chica.
—¡Bueno, hermanito!
La pelirroja de igual manera no hizo caso y se fue a un paso veloz dejando a sus dos amigos parados mirando a la chica correr más rápido que alguno de los caballos que habían ahí. Farlan se dispuso a seguirla prometiendo que se aseguraría que nada malo le pasaría y Levi caminaba detrás de él, pero se detuvo una vez sintió la suave mano de Izaro tocar la de él. Su tacto era delicado, como si le estuviera diciendo que se quedara porque debía hablar con él de algo importante.
—¿Ocurre algo? —preguntó apartando su mano sin brusquedad.
—Sí, yo... —notaba como la joven no hallaba las palabras para formular su respuesta—, necesito hablar contigo, en privado. Buscame más tarde en el tejado del cuartel, nadie nos molestara ahí. Ve solo.
¿Qué carajos?
—¿Por qué solo?
—Nada malo pasará, te lo prometo. Confía en mí.
༉
La terraza del cuartel no parecía un lugar secreto, pero tampoco un lugar que fuera muy visitado por los soldados. Había cajas de madera que guardaban artículos no muy requeridos por ellos, y el espacio era muy abierto acompañado de una gran vista al cielo. Era de noche, por lo que la luna en la fase de cuarto creciente rodeado de estrellas era el principal espectáculo que Izaro estaba presenciando en silencio.
Conoció aquel sitio el mismo día que llegó al cuartel y les enseñaron el lugar; la primera noche, antes de dormir, apreció una impresionante luna llena que iluminaba cada rincón de aquel sitio e hizo sentir a la joven segura de la decisión que había tomado sobre su reclutamiento a la Legión. Pensaba incluso que aquella luz tibia y agradable era su padre diciéndole por primera vez en su vida, aún cuando él ya no estaba físicamente, que estaba orgulloso de ella.
Y ahí estaba ella, mirando nuevamente la vista mientras volvía a pensar en su progenitor, preguntándose si él estaba orgulloso de ella desde el más allá o no. También pensó en su madre y la ganas que tenía de abrazarla aún si ella le hubiera dicho que no estaba para esas cosas.
—Si la otra vida existe, ¿ustedes me están viendo?
—¿Con quién demonios hablas, ojos raros? —la voz de Levi la sacó de golpe de sus pensamientos, haciéndola voltear y verlo en una ropa más casual con los brazos cruzados mientras tenía su espalda apoyada en la entrada del lugar.
—Mierda, me asustaste. —dijo ella con una mano en su pecho—. La próxima avisa que llegaste.
¡Tch!
—Ve al grano, ¿de qué quieres hablar?
El semblante de la chica tomó una expresión más seria, invitándolo a sentarse al borde de la terraza donde habían unos concretos que usaba cuando iba a ese lugar. Él, con algo de dudas, aceptó la oferta y se sentó a su lado, aunque con cierta distancia.
—Se supone que esto debía decírtelo por si me amenazas con hablar, pero prefiero asegurarme de tu silencio y no hablar de ello con nadie, ni siquiera Farlan e Isabel pueden hablar de ello. —comentó ella sin mirarlo a los ojos—. Es sobre mi familia. No es secreto de ahí que ustedes, las personas del subterráneo, saben que visitamos de vez en cuando el sitio para... comprar droga y solicitar servicios de prostitutas. Mi familia tiene... pasatiempos no muy bien vistos por las personas y si esto es expuesto podemos meternos en muchos problemas, que van hasta lo legal. Mi abuelo les manda como pacto de silencio una buena suma de dinero, la cifra que ustedes deseen, pero a cambio deben estar callados.
Levi no podía creer ninguna de las palabras que la azabache decía, pensaba que incluso se trataba de una mala broma. ¿Qué le hizo creer que a él le importaba lo que hacían esas personas? Él solamente estaba ahí para robar los documentos de Lobov y asesinar con sus propias manos a Erwin Smith.
Pero, podía sacar provecho de aquello, ¿no? Podía usar aquello que mencionaba, decirle que no quería dinero sino los documentos a cambio de mantenerse callado. No. No podía hacer eso; no la consideraba una tonta y estaba seguro que ella no traicionaría a su capitán aún si la llegara a amenazar con exponer a su familia. Si analizaba la idea que recién había nacido en su cabeza, se encontraría en mucha desventaja si ella hablara por ser alguien importante y él un joven de los barrios marginados. Carajo.
—Pueden estar tranquilos que no hablaremos, no estamos interesados en soltar cosas de su vida extraña. —Aunque hubiera sido una gran oportunidad para nosotros el conseguir ya esos malditos documentos. Dudo incluso que la ojos raros sepan de su existencia—. Si eso es todo lo que querías decirme...
Ella lo interrumpió—. Hay otra cosa, pero es más un asunto mío que de mi familia. —Levi estaba a nada de levantarse del concreto cuando escuchó aquello, solamente se volvió a sentar para escuchar lo que ella tenía que decir y largarse finalmente—. Necesito que te mantengas en silencio sobre lo de esta herida.
El azabache arqueó una ceja y ella comenzó a explicar lo sucedido.
Escucharla hablar de lo que verdaderamente sucedió, con una tonalidad de voz tranquila y evitando sonar que se quebrara, como si fuera algo normal lo dejó con una mala sensación en su boca. Levi había visto de todo, la ciudad debajo de la capital era el sitio perfecto para ver todo tipo de cosas, pero aquello que estaba presenciando, una joven relatar una agresión como si fuera el pan de cada día de ella, era algo que de paso nunca había visto y no podía ver con buenos ojos.
—¿Tu novio es una mierda de persona contigo y pides que me calle?
—Levi, fue un accidente...
—Accidente hubiera sido que te cayeras del caballo por un mal movimiento, aquí, literalmente, el bastardo de tu novio te golpeó para callarte y mira el regalito que te dejó. —dijo él tocando levemente la herida en el labio de Izaro, notando cómo dio un ligero brinco ante el dolor que le produjo el contacto— ¿Por qué piensas que esa mierda es normal?
La azabache bajo la mirada. No sabía qué decir en ese momento.
—¿Y bien?
—Todas las relaciones son diferentes, ¿de acuerdo? —ella soltó defensivamente—. M-Mi relación con Erick no es la excepción; a veces peleamos y puede que a veces se ponga algo violento, pero él... me ama...
—Ojos raros, si él de verdad te ama, se cortaría el brazo entero antes de agredirte.
Mierda.
Sentimientos de impotencia comenzaron a apoderarse de su cuerpo mientras ella inhalaba profundamente y fingía restregar un poco sus ojos para evitar las ganas de llorar que estaban nuevamente brotando. No se sentía así por la situación ni por el estrés, sino porque sabía en lo más profundo de su ser que aquellas palabras que Levi soltó eran ciertas.
Recordó que cuando era niña deseaba tanto conocer algún día lo que se sentía estar en pareja. Veía a través de la ventana jóvenes adultos de la misma edad que ella poseía en la actualidad agarrados de la mano, abrazados, presumiendo a toda persona que caminaba por las calles el amor que sentían el uno por el otro; Izaro era en ese entonces una espectadora, pero se enamoró de la idea de algún día sentir aquello. Cuando estaba abandonando la niñez y entrado en la preadolescencia, sentía mariposas en el estómago cuando imaginaba escenarios falsos sobre ella con su futuro novio en la cama abrazados, jugando con el cabello de aquel hombre afortunado que conquistara su corazón mientras este le impregnaba sus labios en su rostro diciendo lo mucho que la amaba.
Había dejado a un lado aquellos deseos y fantasías cuando entró como recluta, porqué quería enfocarse en la promesa que le hizo a la tumba de su bisabuelo y convertirse en el orgullo de su legado, pero la aparición de Erick Mitchell se lo impedía. Pensaba que sólo le parecía atractivo, pero luego supo que se había enamorado de él e inconscientemente, supo que el cuento de fantasía que su imaginación tanto escribió no era más que eso, un cuento que ella misma escribió en su cabeza. Erick no era y jamás sería aquel caballero de armadura dorada que tanto había deseado, y el romance que tanto deseo jamás formaría parte de su vida.
—Pero bueno, ya es decisión tuya si seguir ahí o no, ojos raros. Yo solamente soy un tipo malo de la Ciudad Subterránea, que está aquí obligado para evitar ser arrestado. —comentó Levi levantándose del concreto y caminando hacía la entrada mientras le daba la espalda a su compañera—. Pero creo que deberías de pensar en lo que te dije.
Pronto se detuvo cuando escuchó a la chica levantarse y acercarse hacía él hasta escuchar su voz detrás.
—Permíteme no estar de acuerdo, no creo que seas una mala persona. —comentó Izaro con seguridad, sorprendiendo al azabache que volteó para mirarla a los ojos para confirmar que ella lo decía de verdad y no para quedar bien.
Su mirada se lo confirmó. También se confirmó a sí mismo sobre lo hermosa que era ella al ver como la luz de la luna se reflejaba a través de sus ojos carmesí, otorgándole un brillo tan único que probablemente solo vería un brillo en los rubies.
Y sus palabras comenzaron a rebotar en su cabeza. Si tan sólo supieras el motivo por el cual los chicos y yo estamos aquí...
—Aunque sí creo que eres muy grosero poniendo apodos sólo por el aspecto físico de uno —comentó ella con un poco de rencor, pero nunca borrando la ligera sonrisa que había formado tras su primer comentario—, ¿podrías dejar de llamarme "ojos raros"?
Si tan sólo supieras que estoy aquí para robar unos estúpidos papeles y matar a tu capitán...
—No es mi culpa que no tengas un color de ojos natural como el resto de las personas. —respondió él con sequedad, esperando que ella lo mirara con mala expresión o algo similar, pero sólo escuchó su delicada risa y la vio forjar una sonrisa que, en el poco tiempo de conocerse, jamás le había visto. Realmente era imposible negar lo preciosa que era aún si no estaba interesado en ella—. Como sea, cuando tengas ojos normales te dejaré de llamar así...
Ella negó con la cabeza con gracia—. De acuerdo, tendré que acostumbrarme a que me llames así.
Y así, tras una conversación donde el secreto de su familia y la relación que tenía con Erick, ella sintió un poco de paz.
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Se despidieron a la entrada de la azotea, con la promesa de verse mañana para el entrenamiento porque la fecha de la expedición cada vez estaba más cerca y aún había cosas por enseñarles a ellos. Levi fue el primero en irse e Izaro siguió el mismo camino pero un par de minutos después de que él se fuera, pensando en lo que habían hablado y en especial lo que le mencionó sobre su noviazgo con Erick.
Erick...
—Erick... —su cuerpo se congeló cuando vio al rubio frente a ella, con una expresión seria y tensando su mandíbula hasta el punto en que ella podía visualizar la tensión— ¿Q-Qué estás...?
—¿Qué hacías con él allá? —preguntó él, Izaro no sabía si su voz estaba sonando quebrada o llena de ira—. Responda, ¿qué hacías ahí?
Sintió la presencia de otras dos personas. Ruby y Oscar estaban también presentes en el lugar, estaban un poco sorprendidos por la escena, aunque estaban alejándose un poco al notar a Erick enojado y miraban a la chica como forma de presionarla a que respondiera.
—N-No es-estaba haciendo nada malo, Erick, solamente... —la presencia de los dos amigos de él le impedía contestar de manera tranquila—. Chicos, por favor, ¿nos pueden dejar solos?
—¡Ellos se van a quedar si lo desean! —dijo Erick alzando la voz y llenó de ira, tomando abruptamente el cuello de la chica mientras la llevaba a la pared con la única finalidad de que estuviera acorralada. No le importaba ni un poco que el miedo y la desesperación por la situación estaban reflejados en ella—. Maldita zorra, maldita hija de puta. ¿Me estás engañando o qué demonios?
Mierda, mierda, mierda. Oscar se acercó hacía su amigo, sin tocarlo para intentar separarlo en caso de que presionara su mano con más fuerza—. Erick, sueltala. La estás lastimando, sueltala.
Ruby fue la siguiente en acercarse, aunque mantuvo su distancia.
—Erick, ella no es tu padre, ¿de acuerdo? —dijo ella con tranquilidad, pero lo que había dicho dejó un poco desconcertada a Izaro, ¿su padre? Entre la desesperación por soltarse se preguntaba a la vez que tenía que ver el padre de su novio si, a lo que ella sabía, el hombre había fallecido hace años—. Si sigues así la vas a terminar matando. No estoy bromeando, Erick, o la sueltas ya o nos vamos a ir a la mierda.
Si bien la rabia lo tenía consumido, Erick miró a sus dos mejores amigos, las dos únicas personas en el mundo que realmente lo conocían y no juzgaban sus acciones por más horribles que fueran. Solamente por ellos fue que decidió soltar a la azabache, quien cayó al suelo mientras tosía con agresividad por la falta de aire que tenía; su rostro había adoptado un tono rosado y sus ojos se habían nublado por las lágrimas que comenzaban a caer en sus mejillas.
—¡Maldito idiota! ¡Imbécil! ¡Estúpido!
—¡Cállate, pedazo de mierda! ¡Tú eres la única responsable de que me ponga así! —gritaba Erick consumido por el enojo—. Mierda, Izaro, yo te amo con toda mi alma, ¿y esa es mi recompensa por todo lo que te he dado?
—Yo no te fui infiel.
—¿Ah, no? Entonces, ¿qué hacías allá con él, imbécil? —preguntó él tratando de aguantar su risa irónica, Izaro sólo podía pensar que Erick se estaba volviendo loco.
—Eso a ti no te importa. —respondió agresivamente.
—Si me importa porqué eres mi jodida novia y futura esposa, corazón. ¿O es que ya se te olvidó nuestra promesa para el futuro cuando lograra un poco de aprobación de tu familia? De seguro ya ni lo recuerdas después de andar como pros...
Se calló inmediatamente cuando la sensación de una mano impactando en su rostro se produjo, causándole asombro y a la vez cierto dolor por la fuerza que se utilizó, fue tanta que su piel sentía ardor ante el contacto inmediato que hubo y este comenzaba a relucir una tonalidad roja. Estaba seguro que dentro de poco se formaría un poco la marca de la mano con la que fue cacheteado.
—Me estaba asegurando que nadie sospechara de ti, idiota. —se defendió, omitiendo el tema de los Xion y su doble vida—. Pero tú, bastardo de mierda, sólo provocas que me sea más difícil. Y ya me estoy hartando. Así que o me ayudas o te vas directo al infier...
Sus palabras se congelaron cuando sintió el impacto de un puño contra su rostro, específicamente en la zona de la nariz que rápidamente comenzó a humedecerse de un líquido rojo que brotaba desde ahí mismo. El dolor comenzó a manifestarse con intensidad e Izaro, como única forma de aliviar aquello, cubrió su nariz en una de sus manos que se manchó a los segundos de la sangre que salía de ahí.
—Mierda... —Erick miraba con asco su mano que también se había manchado de la sangre de su novia— ¿Ya viste lo que provocas?
—Demonios, Erick, ¿te volviste loco o qué? —soltó Oscar acercándose a Izaro para ver su estado.
—Le rompiste toda la maldita nariz. —dijo Ruby mirando con asco a la pelinegra, a quien también se acercó para mirarla.
—Ustedes dos no se pongan de moralistas ahora, ¿de acuerdo?
—No, pero al menos no le dejaríamos con marcas evidentes de violencia. —contestó la rubia a su amigo, antes de levantarse y tomar a los dos chicos para alejarlos del lugar—. Lo mejor es que nos alejemos de aquí y actuemos como si nada paso, si el comandante Shadis o el capitán Erwin nos ven...
—No podemos dejar a Izaro aquí. —dijo Oscar señalando a la chica que dejaban atrás.
—Podemos inventar que fueron las ratas del subterráneo o algo. —respondió Ruby—. La cosa es que no sepan que fue Erick y nosotros fuimos testigos, nos meteremos en problemas que hasta nos pueden enviar a la cárcel y adiós a nuestros sueños.
Dieron unos pasos más, pero Erick consiguió zafarse del agarre de su amiga y devolverse a donde estaba Izaro, quien todavía yacía en el suelo en la misma posición de cuando comenzaron a irse. Ruby y Oscar podían tenerle aprecio a su amigo al punto de defenderlo de lo que fuera a pasar, pero en esos instantes, temían de lo que podía hacerle a Izaro.
La tomó por el cuello, con el único propósito de que lo mirara a los ojos; el cuerpo de la chica comenzó a temblar y sus ojos de color carmesí soltaban lágrimas del miedo que estaba sintiendo sobre cuál sería el nuevo movimiento del chico.
—La próxima no juegues de lista conmigo, Xion. —amenazó—. Y más te vale que te quedes callada si no deseas algo peor.
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INFORMACIÓN ACTUALMENTE DISPONIBLE PARA EL PÚBLICO
Las personas dentro de las murallas poseen tanta admiración por los Xion que desean formar parte de la familia, sin embargo, pocos son los afortunados de entrar en los intereses de la familia de ojos rojizos. Si la persona posee un estatus social alto o posee habilidades militares superiores al promedio, tendrá oportunidad de formar parte de los Xion a través del matrimonio. Theodore, madre de Izaro, tuvo la oportunidad por ser una soldado ingresada entre los diez mejores y poseer habilidades estratégicas que aportaron mucho a la Legión en vida.
to be continued...
N/A:
siempre es bueno hacer el recordatorio sobre las relaciones tóxicas: si te hace daño y sufres, ahí no es. el amor no tiene que doler ni sufrir. sé que es más fácil decir "sal de ahí" que estar en la situación y ejercer la acción, por eso pienso que es importante que se hablen de estos temas para que las personas, tanto hombres como mujeres, sepan para identificar los patrones de una relación tóxica y salir antes de que se comience a ejercer la violencia ya sea de manera física o psicológica.
de igual manera, también es necesario aprender a no señalar a la víctima ni juzgar el porqué todavía se mantiene en la relación. no conocemos las razones detrás de ello; a veces se quedan por estar bajo amenaza o incluso por dependencia emocional. independientemente de los motivos no podemos juzgarlas ni tampoco reclamarles con insultos porqué sepan que eso en vez de ayudar a que salgan a denunciar, lo único que hacen es perjudicarlos al punto en que la víctima siente que la culpa de lo que vivió es de él o ella y no van a denunciar, porqué sienten que ahí también serán señaladas por estar ahí.
pero bueno, ya más adelante veremos y hablaremos de eso.
en otras noticias, subí un capítulo muy rápido ehhhh ahora mis objetivos son el fic de jean y de armin ajuaaa
también, ¿vieron la figurita de levi y erwin?👀 eruri canon 😌
eso era todo jajabajaj espero sus votos y comentarios que ayuda mucho a los escritores porque nos motivan a continuar nuestros trabajos !
nos vemos en el próximo capítulo !
con cariño, nicky🌙
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