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𝐕 ; two boys, two objectives


CAPÍTULO CINCO
· • ❝〔 dos chicos, dos objetivos 〕❞ • ·
una decisión sin remordimientos ; parte V

Tropa de reclutamiento de la región sur. Año 836.

EL SOL SE ENCONTRABA EN SU punto más alto del día que era casi que insoportable para Izaro soportar las altas temperaturas que había en el lugar, incluso consideraba quitarse la chaqueta para sentir un poco menos de calor, pero por protocolo de horario, debía aguantar un poco más.

Era el tercer día como recluta y ya habían iniciado el entrenamiento con la prueba de aptitud donde, si no querían ser enviados a las áreas de desarrollo, debían pasar con calificación de cien. Pero aprender a usar su equilibrio como principal arma en el manejo de equipos tridimensionales era más fácil decirlo que hacerlo. Era extremadamente difícil el proceso, y si no lograban obtener una gran resistencia física y mental, fracasarían al instante. Izaro lo consiguió a la tercera vez de intentarlo en el primer día, gracias al consejo de Irina de relajar su cuerpo y mantener el control a través de la calma, volviéndola buena en la práctica al punto en que muchos pedían su ayuda para mejorar.

—¿Cómo vamos, Xion? —preguntaba su instructor acercándose a la joven mientras seguía mirando tu tableta de madera con algunos papeles que eran todos los apuntes de sus alumnos.

—Ya finalice mi práctica, Señor, salí bien de nuevo. —respondió con una sonrisa en su rostro, veía que el instructor apuntó sobre ello mencionando que recibiría una buena calificación al finalizar la semana.

—Mantente así, Xion, no esperaba menos de ti. —dijo su superior siguiendo con su camino antes de detenerse y mirarla—. Aprovechando que ya finalizaste, ¿me puedes ayudar con el recluta de allá? —señaló con su pluma a un joven rubio que trataba de ajustarse su respectivo equipo—. Todavía no consigue tener un buen control sobre su equipo y está bajando puntos en eso.

Izaro asintió—. Por supuesto.

Sin decir nada más, se encaminó hacía su compañero que requería ayuda, viendo como él notó rápidamente que ella se estaba acercando y parecía que se sentía confundido por la escena, probablemente se preguntaba qué hacía Izaro Xion acercándose a él. La joven debía admitir que la cara de asombro del chico le ocasionó ternura.

Era un chico de cabellos rubios, ojos marrón y piel pálida; su cuerpo era de una contextura delgada y era un poco más alto que ella. Izaro internamente se mordió el labio mientras caminaba hacía él, era el chico que no la dejaba de mirar el primer día y, ahora que lo podía ver más cerca, se le hacía guapo.

—Hola. —lo saludó juntando sus manos detrás de su espalda. Él la seguía mirando confundido y anonadado al mismo tiempo— ¿Necesitas ayuda?

No se sorprendió que el chico quedara unos segundos en silencio, mirándola fijamente con la boca levemente abierta, apostaba que si se mantenía unos minutos más en esa expresión, comenzaría a babear. Izaro soltó una suave risa, ocultando la comisura de los labios con la palma de su labio mientras veía la reacción del chico.
Sabía que esa reacción se debía a ella y la fama que tenía ahí en poco tiempo. Le gustaba que fuera el chico que le sonrió quién tuviera esa reacción sobre su persona.

—S-Sí, por favor, me vendría bien algo de ayuda. —finalmente reaccionó—. Disculpa por la cara que probablemente puse, es sólo que no esperaba que alguien como tú me hablara.

Izaro era muy consciente de la imagen pública de su familia y claro, de las reacciones que venía por parte de las demás personas. Su primer día fue así con la iniciación, y los siguientes cuatro días era de jóvenes cadetes asombrados por su presencia junto con un gran deseo de que ella les dirigiera la palabra o bien se juntaran seguido hasta comenzar a formar una amistad, como era el caso de Irina Zimmer y Phoebe Barbrow, sus compañeros ya las consideraban afortunadas que alguien como Izaro fuera su amiga, aunque ellas también tenían algo de popularidad por tener familiares de alto rango en la milicia.

Pero aquel chico cautivó su persona, verlo tan tranquilo a la hora de reaccionar junto con esa simpatía con la que se mostraba lo hacía diferente al resto. Otros se alterarían hasta gritar de emoción, algunos incluso alzarían la voz para presumir que ella se acercó a hablarles. Él no hizo ninguna de las dos. Se emocionó como cualquier persona, pero ese momento parecía quererlo para él mismo.

Le gustaba eso.

—Los cables de tu cinturón están mal enrollados —mencionó señalando aquel detalle que notó—, permítame, te ayudaré a acomodarlos.

El rubio río con lentitud, a la azabache de ojos rojos le pareció tierno— Debo ser el cadete más inútil de la tropa.

—No digas eso. —soltó ella—. Mira, es fácil. Deja de tensar tu cuerpo, relajarse es el primer paso para controlarlo. Respira hondo, ven.

Se enderezó acercándose un poco más a él, dejando su mano con delicadeza sobre el vientre del chico, poniéndolos nerviosos a los dos mientras apartaban las miradas tan pronto sintiendo sus rostros sonrojándose. El joven se rió ligeramente, provocando que Izaro se sonrojara el doble por la tierna risa que sus oídos captaron.

Recuerda que no tienes tiempo para enamorarte, Izaro, enfócate en ser la número uno.

Le indicó cómo debía inhalar el aire, viéndolo cómo le seguía su sugerencia mientras tomaba el aire necesario que sus pulmones podían alcanzar; exhalar fue el siguiente paso que debía realizar, soltando el aire en un pequeño orificio que había hecho en sus labios en forma de "o", aunque no de golpe, lo hacía de la manera más lenta y delicadamente posible para conseguir relajar su cuerpo.

Que repitiera las dos acciones fue el nuevo consejo que Izaro había hecho, no sin antes soltarlo lentamente para acercarse a donde debía tomar la palanca que lo ayudaría a levantarlo. Con un par de vueltas ya estaba el joven elevado, tambaleando en un par de ocasiones, pero mantuvo la calma que lo llevó a estar en una perfecta equilibración que lo llevó a sonreír de satisfacción, mirando con gran felicidad a Izaro mientras ella daba unos pequeños aplausos de felicitación.

—¡Te lo dije! ¡Lo conseguiste!

—No puedo creerlo... ¡Lo conseguí! —reflejó felicidad pura en su rostro, mirándola después con gratitud—. Gracias, en serio, muchas gracias.

—Entre compañeros nos debemos apoyar. —mencionó Izaro feliz—. Soy Izaro Xion, por cierto.

—Lo sé —sonrió—, soy Erick Mitchell.

Cuartel de la Legión de Reconocimiento. Muralla Rose. Año 839.

Se maldecía en voz baja por lo sucedido horas atrás, tratando de algún modo bajar la tensión que sentía en ese momento. Erick no era creyente de ningún ser omnisciente o el poder divino de las murallas que el Culto de las Murallas vendía al público, pero en esos instantes rezaba a toda deidad que la humanidad en su mundo conocía para que la suerte estuviera a su favor.

Sabía que lo que había hecho lo metería en problemas, ya se estaba arriesgando bastante con el simple hecho de que no era la primera vez; atacar a alguien tan querida y conocida como su novia, Izaro, era equivalente a buscarse una condena social, una acción suicida que tanto la milicia como las demás personas no lo dejarían salirse con la suya. En realidad, ni siquiera hacía falta que Izaro fuera de una familia importante, el hecho de que ella fuera una persona y se descubriera la agresión que le ejercía ya lo mete en varios problemas.

Demonios.

Le generaba un mal estomacal pensar que dejó sola a su novia con el chico nuevo, que apareció de la nada mientras tenía el cuello de la azabache siendo presionado por su propia mano. Él simplemente se alejó para no mostrar el terror que sentía de la gran posibilidad de que fuera visto; fue al respectivo baño de hombres –no sin antes asegurarse que estuviera solo– y dejó la llave del lavabo abierta para que corriera toda el agua fría que necesitará para humedecer su rostro y sus brazos. El frío junto con la ansiedad que sentían lo hicieron vomitar segundos después y lloraba de rabia mientras se repetía a sí mismo que su nuevo compañero no lo había visto prácticamente ahorcando a su pareja.

Era tanto el estrés que lo único que podía hacer era desahogarse con sus dos mejores amigos, las únicas personas que tenía su completa confianza, sus hermanos del alma y también, sus cómplices. Había llegado hasta donde ellos y simplemente soltó en voz baja lo que había hecho. Ni Oscar ni Ruby se sorprendían de las actitudes violentas que su amigo tenía contra la joven de ojos rojos, tenían conocimiento de ello desde la primera vez que él se atrevió a levantarle una mano a Izaro y crearon un pacto de silencio.

—A ver si entendí, Erick. —dijo Ruby bajando la cuchara en su mano que contenía un poco de la sopa que estaba digiriendo, observando a su amigo confundida y un poco asustada de lo que había oído—. Tuviste una discusión estúpida con Izaro que terminó contigo tomándola por el cuello, ¿cierto? Y crees que ese maleante enano te vio hacerlo, ¿me salte algo?

—Mierda, Erick, en serio, ¿qué demonios te sucede? —decía Oscar mientras restregaba sus ojos con las palmas de sus manos.

Estaban molestos con el nombrado y ambos consideraban tener buenos motivos para estarlo. Cuando vieron que la joven Izaro se había enamorado de Erick, supieron que esa oportunidad no podía dejarla pasar y lo ayudaron con todo lo que necesitaba para que ambos se convirtieran en pareja. Disfrutaban de la vida popular que Izaro les concedió durante su época como cadetes, además que imaginaban que vivirían el sueño cuando ella y Erick se casaran, ya que pensaban en tener su propia residencia y pertenecías. Y sí, Erick estaba dispuesto en que el par tenga la misma vida lujosa que él pensaba que tendría, antes de que la propia familia Xion lo rechazara rotundamente.

Izaro era, para ellos, su única esperanza también. No habían entrado entre los diez mejores, por lo que un pase a la Policía Militar era prácticamente un objetivo fracasado.

—Ella me provocó, ¿de acuerdo? —se defendió agriamente—. Me quería mandar al demonio y no me controlé. —enderezó su espalda cruzando los brazos y piernas—. No me miren de esa manera, hubieran hecho lo mismo si escuchaban el mismo tono en cómo me habló.

Oscar suspiró con pesadez. Era el más sereno de los tres, o al menos trataba de serlo—. No sabría que decirte, pero estoy seguro que si fuera tú, no haría tan evidente mi desagrado por ella y que sólo me importa su apellido. Es sentido común, Erick, ya te estás sobrepasando de violento.

El rubio murmuró que Izaro no le desagradaba.

Ruby, por otro lado, era algo contraría a Oscar. Ella nunca disimuló su emoción por la popularidad y los pequeños lujos que la pelinegra de ojos escarlatas le dio, además, le gustaba provocar a la gente cuando veía la oportunidad. Sus dos mejores amigos eran sus principales víctimas. Se justificaba diciendo que lo que hacía era soltar todo lo que ella pasó en su vida en Daetar.

—¿No será que estás reviviendo tus traumas con Xion, Erickcito? —mencionó la rubia en modo de burla, exponiendo su labio inferior de abajo como si estuviera haciendo una cara de bebé.

—Ruby, no lo molestes...

—¡Oh, vamos! Es obvio de dónde sacó el golpear parejas. —señaló ella—. Podrás engañar a la idiota de Izaro, Erick, pero a nosotros dos no. Estás expulsando contra ella toda esa rabia que llevas dentro por casi catorce años. Ver a tu mami ser golpeada por tu padrastro no debía ser muy lindo, ¿verdad?

—Hey, te estás pasando.

—Mira, Ruby. —dijo Erick con sequedad en su boca—. Si vuelves a mencionar a ese malnacido de nuevo, me va a importar un carajo que haya gente presente y estrellare tu cara en la mesa para luego meterla en tu maldita sopa.

Charles Mitchell era el nombre del padrastro de Erick, mejor dicho, era su padre adoptivo debido a que le dio su apellido. Sin embargo, odiaba a ese hombre con todo su corazón por lo violento que era con su madre. Él era una de las principales razones por las que Erick se fue de su pueblo y deseaba, desde lo más profundo de su ser, que aquel hombre muriera de las peores formas posibles.

Nunca le contó a Izaro sobre él, a decir verdad, lo único que Izaro Xion conocía de la familia de su novio era que su padre biológico falleció antes que naciera y su madre se casó con alguien con quien simplemente no logró conectar. Todo era una mentira que Erick se inventó. Su padre biológico los abandonó a él y a su madre cuando apenas era un recién nacido.

—Bueno, ya estuvo con ustedes dos. —soltó el castaño mirando a sus dos amigos, Ruby que estaba a su lado y Erick de frente—. No importa de dónde Erick aprendió ni nada, aquí lo que importa es saber si el novato lo vio y también saber en cómo te disculparás con Izaro.

El rubio bufó—. Haré lo de siempre. La trataré bonito, ella me pide perdón y todo vuelve a la normalidad. No sé, tal vez tenga sexo con ella para que se siente más real la reconciliación.

—¿En serio haces eso cuando se pelea? —rió su amiga, él rodó los ojos—. Que patético eres y que estúpida es ella, en serio.

—No, no harás eso. —dijo Oscar con un leve suspiro en medio, miró a todo lado para confirmar que sus demás compañeros estaban enfocados en otros asuntos y acercó su cabeza para que solamente sus amigos lo escucharan—. Si dices que siempre haces la misma rutina significa que Izaro asume la responsabilidad constantemente, ¿cierto? Pues no lo hagas tan seguido o al menos no está vez. Mira, asume tú la responsabilidad, dile que no debías hablarle de ese modo ni mucho menos debiste haberla ahorcado; eso ayudará a que se sienta en confianza contigo y posiblemente segura también.

—Pero ella me provocó.

—No importa, Erick, es eso o nuestra oportunidad se va.

El rubio rodó sus ojos mientras bufaba, no aceptaba esa idea por nada del mundo y no deseaba decirle eso a la pelinegra. Era un poco orgulloso y además, se había acostumbrado a que Izaro aceptara la responsabilidad de esos momentos que ya ni se molestaba en arreglar las cosas a través del diálogo, sólo debía aparecer un tiempo después de lo sucedido y ella ya se encontraba pidiendo perdón.

La primera vez que la agredió, estuvo donde esa semana muerto de terror y hasta vomitaba con regularidad de sólo pensar en lo ocurrido. Verla huir de él le desesperaba al máximo y Erick no era ignorante en lo que creía que se avecinaba, sabía que sus días ya estaban contados en el momento en que Izaro se acercara donde el instructor y explicara por qué tenía un labio roto, sí, todos en la tropa notaron que la Xion tenía una clara herida en su boca y apuntaban que él lo había hecho. En silencio lloraba de rabia todas las noches mientras pensaba que al día siguiente sería expulsado por agresión, junto con una imagen manchada que socialmente lo perjudicaría para toda la vida.

Sintió un vacío en su interior cuando escuchó al instructor decirle que Izaro "comentó" lo que provocó su herida, había dicho que su herida era por una caída que ella tuvo y que los rumores de que él la había golpeado eran falsos. La joven de ojos rojos había mentido para protegerlo y él no dudó en confirmar la versión que ella misma dio.

Igual fue a pedirle perdón, fue la primera y única vez que lo hizo, aunque no requería de hacerlo ya que la azabache asumía la culpa y ella terminó por pedir perdón. Ahí supo también en qué contexto familiar se había criado su novia, vio frente a sus ojos una gran fortuna que estaba de su lado.

Por eso mismo maldecía lo que le estaban aconsejando, no quería, simplemente ya había quedado tranquilo que su novia se quedaba callada y mentía para protegerlo. No quería salirse de la rutina a la que ambos ya se encontraban.

—Salimos del pueblo con la promesa de que tendríamos una vida mejor, no importa cuál fuera el costo. Lo recuerdas, ¿verdad, Erick? —preguntaba su amigo arqueando una ceja.

Mierda. Claro que lo recordaba.

Muchas personas concuerdan que al caer la noche, una paz en cada uno de ellos despierta. La poca cantidad de gente y los pocos sonidos que son orquestados por las pequeñas criaturas de la oscuridad provocan tranquilidad de ellos, perfecto momento para reflexionar sobre sus acciones del día y comenzar a planificar las actividades que se harían a la mañana siguiente. Sin embargo, existe este segundo grupo que en vez de eso, sienten miedo de la noche. La poca actividad humana también implicaba poca seguridad, una oportunidad servida en bandeja de oro para las personas de los bajos mundos.

A Levi le dio igual la primera vez que vio la noche, a pesar de que también sintió la curiosidad de conocer tanto el día como la noche cuando era niño y la oportunidad de salir de la Ciudad Subterránea parecía como un sueño que casi nadie de ahí cumpliría. No sintió ninguna diferencia cuando vio la puesta de sol y la entrada de la luna. Para el azabache, la noche no le generó ningún impacto porque ya se había acostumbrado a estar en un lugar sin la presencia del sol.

Se encontraba mirando la luna desde la ventana de la habitación que le asignaron a él y a Farlan, a Isabel la mandaron a dormir en una habitación que debía compartir con otras chicas. Sabían que era la hora de cenar, pero prefirieron saltarse la hora para analizar los nuevos detalles que tenían bajo su poder en su plan.

—Oye, Levi, ¿por qué lo hiciste? —comentó Farlan a lo que el azabache lo miró confuso—. Me refiero a lo que hoy, me sorprende que hayas aceptado lo que ese chico Erick te propuso.

—Es molesto ese inútil, tenía que sacarlo de encima mío antes de que lo degollara y nos descubrieran. —dijo Levi seriamente—. Parece que no le gusto que venciera a su novia niña bonita, los oí discutir.

Isabel puso una sonrisa coqueta—. Niña bonita, ¿eh? A mi hermanito le pareció linda la chica.

El azabache rodó los ojos, aunque no podía negar que la joven sí era hermosa ante sus ojos. Tampoco podían negar que ya la había visto antes.

—Bueno, era un poco evidente que buscaba hacerte quedar mal. —comentó Farlan cruzando los brazos y apoyando su espalda en la pared—. Aunque también fue un poco bajo que usará a su novia y de paso que discutieran por eso.

Pero algo generaba confusión en Levi, una espina que perforaba su mente cada vez que pensaba en ello y en tratar de descifrar qué había ocurrido. Solamente se había acercado al lugar en busca de la joven para saber si su entrenamiento ya había concluido, pero el ruido de un golpe, similar a un choque de algún objeto contra una pared, llamó su atención haciéndolo dirigirse al sitio donde se originó el golpe oyendo, de paso, al chico decirle algo a la joven en un tono enojado.

Aunque intentaron hacer el esfuerzo, Levi había visto a ambos jóvenes recomponer sus composturas inmediatamente y tratar de disimular que se encontraban en un momento amoroso entre pareja; el pelinegro fingió creerles, así como fingió que solamente había visto las manos temblorosas de la joven de ojos inusuales. Había visto más de ella, como tensar su rostro, presionar sus labios, toda su mirada reflejando un diminuto hilo de sentimiento de temor...

¿Acaso ese chico, de nombre Erick, había hecho algo contra Izaro? No podía confirmarlo del todo, sólo oyó el ruido de un golpe y noto las expresiones corporales de la mujer. Sin embargo, no descartaba esa posibilidad.

—Como sea, enfoquémonos en la razón por la que estamos aquí. Debemos conseguir esos documentos antes de la fecha programada para la expedición. —mencionó Levi a los dos chicos—. Ya tenemos una desventaja de que no nos encontramos en el escuadrón del rubio, el plan igual continuará, pero para eso hay que tomar en cuenta varios puntos que pueden generar más desventajas. Esa chica, ojos raros, puede ser uno de ellos.

Tanto Farlan como Isabel miraron algo extrañados cuando menciono aquello. Era cierto que un poco de problema podría generar la presencia de ella, aunque fuera en las horas de entrenamiento, cada minuto era crucial para el plan.

—Necesito información de ella.

—De eso ya me encargué. —Levi no pudo evitar mirar con extrañez a Farlan luego de decir aquello—. Cuando hiciste esa práctica, uno de los soldados me habló sobre ella. Recién se graduó el año pasado de su tropa, quedó en el primer puesto de los mejores soldados de su generación y sus instructores la incluyen en la lista de los mejores reclutas de la historia del ejército. Un excelente mérito que ella misma se ganó con esfuerzo, pero no se puede llevar todo el crédito, una parte de ese logró es gracias a su herencia.

» Su familia es importante dentro de la milicia. Hace como unos sesenta años, un soldado de ojos naturalmente rojos se unió a la misma Legión de Reconocimiento y mostró unas habilidades que ni el soldado más experimentado ha conseguido superar. Se llamaba Isaac Xion, pero lo apodaban como el milagro de la humanidad. Sus descendientes han sido una sorpresa para todos, muchos heredaron el mismo color de ojos que él además de que sobrepasan también a los soldados promedios; los llaman como la esperanza de la humanidad ya que siempre se dedicaron a la Legión, hasta hace un par de años.

» Al parecer, ellos son muy exigentes con ser casi que indestructibles y cuando un miembro falla, puede dejar una mancha en su imagen. Hace un par de años, Zachary Xion y su esposa, Theodore, murieron en una expedición por el ataque de un titán excéntrico y eso nunca había pasado en la historia de ellos al parecer. Esto hizo que la cabeza de la familia, Byrion, sacará a toda la familia de la Legión y por varios años estuvieron alejados de aquí. Zachary y Theodore Xion eran los padres de Izaro, es huérfana desde los ocho años y fue criada por sus hermanos mayores.

Isabel, sentada en la cama con las piernas cruzadas, cambió su expresión de curiosidad a una de pena por aquello último que escuchó salir de la boca del castaño claro, Levi se mantuvo igual, aunque aquello lo dejó algo pensativo.

—Son una familia con poder, al parecer y son los únicos que tienen esos ojos extraños. Eso explica muchas cosas.

—¿Qué cosas, hermanito? —preguntó Isabel levantando una ceja.

—¿En serio viviste en el Subterráneo? —preguntó Farlan retóricamente a la pelirroja, tratando de no creer que ella tuviera ignorancia en el tema—. Los Xion son esas personas que la gente de ahí habla.

Debajo de la Mitras, en las calles de la Ciudad Subterránea, las voces corrían y la leyenda de extrañas personas de ojos rojos que transitaban de vez en cuando en ese sitio no se hizo a esperar. Contaban que eran seres completamente fríos, hambrientos de los vicios más comunes en aquellas calles de mala fe y sus ojos, poseedoras del rojo más puro que pudieron conocer, los hacían lucir cómo auténticos demonios.

Los llamaban los demonios de la noche, muy pocos conocían sus verdaderas identidades y guardaban el secreto a cambio de una buena fortuna.

—Siempre aparecen en busca de drogas y prostitutas. —mencionó Farlan—. La gran mayoría del tiempo sacan a los vendedores y a las mujeres a la superficie, probablemente los llevan a sus hogares para realizar la venta de droga y tener relaciones. No me sorprendería si ellos fueran, es decir, su familia tiene el dinero y el poder para hacerlo. La gente con poder son los que cometen más vicios.

Y tal vez no ocultan esta vida secreta de sus hijos, tal vez incluso los llevan ahí. Pensaba Levi, recordando el día que vio a esa pequeña niña de ojos rojos cuando le arrebató sus pertenencias.

—Como sea, parece que los de la superficie no lo saben, la persona que me explicó sobre ella estaba confundido cuando mencioné si ellos visitan seguido la ciudad. —dijo el castaño claro—. Eso ya confirma que es un secreto entre ellos.

—Igual lo de su familia es tema aparte, quiero saber que tanto nos puede perjudicar su presencia. —afirmó Levi mirando a cada uno—. Farlan, sigue buscando pistas de dónde pueden encontrarse esos documentos; Isabel, tú y yo nos encargaremos de ojos raros, la mantendremos vigilaba para saber que tanto nos puede perjudicar.

—Pan comido. —sonrió Isabel, su mente ya formulaba ideas que le permitirían acercarse a la joven azabache.

—Pero no llames tanto la atención, su cercanía con Erwin Smith nos puede servir de igual manera. —miró a la pelirroja con seriedad y golpeó levemente los nudillos de su mano contra la pared—. No olviden que estamos aquí por los documentos de ese viejo y para asesinar a Erwin Smith, pero de eso último me encargo yo.

Ah, los documentos de Nicholas Lobov. El nombre del noble que les avisó con antelación que Erwin los capturaría, el que lo contrató para realizar el trabajo sucio de robar unos documentos que eran de completa importancia y que se deshicieran del rubio. El noble que les prometió una digna vida en la superficie a cambio de lo que pedía.

Levi esperaba que cumpliera su palabra una vez terminara su parte, de lo contrario, Lobov se estaría ganando un nuevo enemigo. Uno el cual sería difícil de deshacerse.

Izaro tenía su propia habitación, su apellido le brindó la oportunidad de tener uno exclusivo para ella y apreciaba mucho aquello. Cuando era una recluta, debía de compartir dormitorio con otras chicas y no se había acostumbrado a dormir con varias personas durante sus tres años de entrenamiento; ahora tenía de vuelta su privacidad, donde podía descansar de la manera en que se sintiera más cómoda. También tenía su propio baño, lo cual la dejaba tranquila ya que no debía de levantarse a horas tan tempranas para evitar ser objeto de las miradas acosadoras de sus compañeras como sucedía en su reclutamiento; podía asearse sin sentir presión o dejar que su cuerpo se relajara mientras le caía el agua de la ducha sobre ella y lo que la tranquilizaba más, podía mirarse al espejo y analizar las marcas de su cuello sin que nadie la descubriera.

Sus dedos recorrían con delicadeza su cuello, revisando con mucho cuidado en busca de marcas rojizas que la presión que ejerció Erick le haya dejado. Afortunadamente, su piel estaba intacta y permitió que ella suspirara serenamente, aunque no podía ocultar que le disgustaba hacer ese procedimiento cuando tenía la sensación que Erick le había provocado algún moretón.

Su cabello era largo por ello, porque así podía ocultar los rastros morados que las manos de su novio le dejaba. También era cuidadosa con la ropa de civil que utilizaba en sus horas libres, llevaba un buen tiempo que había dejado las blusas de mangas cortas.

Odio esto.

Ligeros golpes en la madera de su puerta llamaron su atención. Sopló la vela que ilumina el baño para apagarlo, todavía tenía una más grande que daba luz al resto de la habitación que decidió no apagar. Se encaminó hasta la entrada, abriendo la puerta a través de la manecilla para controlarlo y suspiro cuando vio que se trataba de él al otro lado de la puerta.

—Me preocupé cuando no te vi en la cena, pensé que estabas ayudando al capitán Erwin, pero me dijo que estabas aquí.

—Quería descansar un poco. —le respondió con la mirada baja— ¿Quieres pasar?

Erick accedió entrando a la habitación, envidiaba que ella tuviera la oportunidad de dormir en una habitación propia y no compartida. Todavía tenía la fe de que algún día tendría su propia habitación. Ambos se sentaron al borde de la cama, uno al lado del otro sin mirarse a los ojos, con Izaro teniendo fuertes deseos de tomarlo de la mano mientras Erick simplemente juntaba sus propias manos y las acariciaba entre ellas.

—¿Qué nos está pasando, Erick? —preguntó la azabache como para dar iniciativa a la conversación—. Antes no éramos así, sino otro tipo de personas. Nunca discutíamos ni te ponías de ese modo; nunca tuvimos problemas. Erick, dime algo.

El nombrado suspiró—. No lo sé, sinceramente no sé qué ocurre.
Se quedaron callados un par de segundos, Izaro se sentía ansiosa ante ese silencio de ambos.

—Erick, yo te amo demasiado. Lo sabes. —soltó cerrando sus ojos con fuerza—. Me atrevo a decir que eres el amor de mi vida.

—Lo sé —Maldita sea, lo diré ahora—, por eso quiero...

Izaro lo interrumpió abruptamente—. Yo soy la responsable de todos estas, soy consciente de ello. Esto comenzó desde que mi familia te rechazó y, no lo sé, a veces pienso que debí defenderte de ese momento y no irnos mientras lamentaba que no superarás las expectativas de ellos. —sus manos se posicionaron en el rostro del joven, acariciando sus mejillas mientras dejaba que la luz iluminara sus ojos humedecidos—. Mereces mucho y debo valorarte. Si la estoy cagando, dime, por favor, n-no nos quedemos callados que luego terminamos peleando y también, provocando que te enojes conmigo.

La primera vez que la oyó pedirle perdón porqué él la golpeó aquella noche, fue una sensación de confusión inmensa. No era algo nuevo para él esas reacciones, se había acostumbrado a ver a su madre rogar el perdón de su padrastro; sin embargo, hizo que descubriera este pequeño lado oscuro de los Xion.

Esas personas fingían ser una familia unida y perfecta, pero era mentira, la disfuncionalidad que mostraban a puerta cerrada era demasiada que no se comparaba en nada a lo que él vivió e Izaro era el paciente detectado de dicha familia. Supo ahí que había mucha ventaja de su lado.

Al carajo lo que dijo Oscar, debo hacerlo.

—Iza, estás aprendiendo a reconocer tus errores y yo estoy dispuesto a seguir contigo. —dijo—. Parte de ser pareja es crecer juntos, cometeremos errores y tal vez sintamos que estar juntos no es lo nuestro, pero si luchamos por nuestro amor, no solamente conseguiremos que tu familia me apruebe, sino también seremos la pareja perfecta.

Sus ojos color carmesí brillaron al escuchar ello.

—Iza, te amo con todo mi corazón.

Y se besaron con pasión, cayendo sobre las suaves sábanas de la cama que ya se estaban desordenando por los movimientos que los dos jóvenes poseían. Suspiros era lo que ella soltaba a cada beso que él le daba acompañado de caricias en todo su cuerpo mientras comenzaba a quitarle su blusa poco a poco.

Le gustaba tenerlo de esa forma, sólo así podía ver ese lado atento y cariñoso de Erick. Deseaba que fuera así todo el tiempo y no solamente en el sexo.

—Erick...

—Te amo, mierda, estoy jodidamente enamorado de ti. —decía entre besos, quitándole todo lo que tenía en su lado superior hasta dejarla únicamente con su pecho al descubierto. Sonrió mientras él también se quitaba la camisa—. Prometo que tu familia me aceptara, nos casaremos y seremos marido y mujer. Soy feliz contigo a mi lado, quiero eso para siempre.

Esa noche, en aquella habitación, las respiraciones agitadas y el calor estuvieron presentes en todo el momento hasta que la pareja cayó rendido e Izaro durmiera profundamente. Sin darle un beso ni una mirada de despedida, Erick se fue de la habitación con su ropa nuevamente puesta y una mirada fría, odiaba caminar a plenas altas horas de la noche para escabullirse hasta la habitación que compartía con otros soldados.

Las cosas que hago para que siga a mi lado. Pensó.

INFORMACIÓN ACTUALMENTE DISPONIBLE PARA EL PÚBLICO

El mismo Isaac reconoció que no tenía ningún conocimiento del origen sobre su poder interno, de hecho, lo único que sabía era que sólo los miembros de su familia que nacían con los ojos rojos heredaban la habilidad.




to be continued...

N/A:

tenía que aprovechar el momento para hacer el meme JAJAJAJAJAJAJJAJAA

¿cómo están? ¿cada día odiando más a erick? yo sí🤩, esta vez, conociendo un poco más sobre sus verdaderas intenciones y cómo conoció a izaro. mucho ojo a lo que mencionó sobre el antes y el después de la relación, hay más cosas por saber. 👀

also, levi, we tqm so much. farlan e isabel son unos reyes, merecen el cielo. ❤️‍🔥

atentos al siguiente capítulo quiero hacerlo bien intenso. 🌚

no olviden votar y comentar que me motiva bastante !

con cariño, nicky🌙

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