𝐈𝐗 ; silence is the best accomplice
CAPÍTULO NUEVE
· • ❝〔 el silencio es el mejor cómplice 〕❞ • ·
una decisión sin remordimientos ; parte IX
Tropa de reclutamiento de la región sur. Año 836.
LA INFANCIA DE PHOEBE BARBROW SE resumía principalmente en escuchar exhaustivamente los relatos de su padre cuando estuvo a nada de casarse con Izadora Xion, tía de Izaro, quien falleció a causa de un intento de suicidio que salió exitoso. Siempre supo que su padre tenía verdaderos sentimientos por la mujer fallecida, incluso la declaraba como el amor de su vida aún frente a su esposa, la madre de su primogénita y única hija, mientras que el hombre decía sin temblar su lengua que ella nunca reemplazaría el amor que alguna vez sintió por Izadora.
Sabía que igual había amor en el matrimonio de sus padres, pero el constante recordatorio de que su madre era similar a una segunda opción y ella, en otra vida, pudo ser una Xion hizo que su corazón se envenenara en odio puro y celos a la familia de ojos únicos. Su madre al saberlo plantó más y más rabia en Phoebe, su padre ignoró los sentimientos que atravesaba su hija y siguió concentrado en su trabajo como capitán de la Policía Militar.
Entrar al reclutamiento fue como un escape de ese sentimiento que acumuló por años, pensando incluso que hasta desaparecería cuando las personas ahí la admiraran por su privilegio de ser la hija de un capitán además de amarla, pero todo se derrumbó cuando vio frente a sus ojos la figura de Izaro Xion salir y llamar la atención de todos los presentes.
Desde ese segundo, sintió fuertes celos hacía la joven y solamente decidió ser su amiga para disimular esos celos..., aunque, a veces, parecía evidente que la pelinegra no era de su agrado.
—Podemos poner la montura para ti, Izaro —decía uno de sus compañeros a la chica de ojos exóticos. Phoebe no pudo evitar mirar con reojo la escena mientras ella preparaba su propio caballo, eran tres chicos, los más atractivos de la tropa, rodeando a su amiga con miradas de súplicas mientras la azabache se limitaba a sonreír.
—Es mejor que lo haga sola, muchachos, pero les agradezco el gesto —respondió Izaro y la rubia no disimuló a la hora que puso sus ojos en blanco.
—Por favor, Izaro, deja que lo hagamos por ti.
Su poca paciencia se acabó.
—Xion tiene que hacerlo sola, es importante que lo sepa para cuando se vaya a matar bestias —dijo dando media vuelta con tanta seriedad que incómodo a los chicos—. Déjenla antes de que perjudiquen su nota.
El trío, incómodo por eso, se alejaron de las dos chicas sin decir absolutamente nada. Le dedicaron una sonrisa a Izaro antes de irse, mientras que a Phoebe la miraron con ojos poco agradables desde su punto de vista. Aquello encendió un poco su enojo, sus pensamientos sobre cómo sería tratada en su etapa de recluta no era nada similar a lo que estaba experimentando.
Y tenía a una responsable de ello, la joven que estaba frente suyo.
—Gracias, no sabía cómo iba...
—No sabes decir que no, ¿verdad? —pregunto molesta—. Se nota que te gusta complacer a todos.
Izaro se incomodó un poco.
—Ni te molestes en contestar, no ando de buen humor.
—Lo siento —dijo la azabache, poniendo con cuidado la montura de su respectivo caballo en silencio mientras sentía la mirada de su amiga encima de ella. Podía sentir por las vibras que le transmitía que, efectivamente, se encontraba de muy mal humor y no quería hacer algo que la pudiera molestar y, como reacción, se desquitara con ella.
—Oi —Irina las llamó a lo lejos, ya montada en su caballo mientras movía su brazo de un lado a otro para que la captarán—, par de enanas, ¿necesitan ayudar para subir a los caballos o qué?
Su voz la hizo sonreír con una pequeña risa de por medio, Phoebe por su parte simplemente bufó molesta antes de subirse a su caballo con una mirada irritante que le transmitía un mensaje a su otra amiga de que podía sola. Izaro copió su misma acción sin las expresiones.
Ese día comenzaban sus lecciones del manejo de los caballos como transporte dentro de la milicia, para ellas ya era algo sencillo usarlos por sus estilos de vida como descendientes de personas que han pertenecido al ejército, pero la lección iba más allá a solamente aprender cómo manejarlos. Debían aprender a manejar un equilibrio al usar los equipos de maniobras cuando el caballo estaba en movimiento, evitar que los ganchos lleguen a lastimar las pieles de aquellos animales y las posiciones paradas que debían adoptar para también evitar que el caballo se lastimara la espalda. Su instructor tenía planeado enseñarlo todo en una semana, ya que lo consideraba una lección corta y sencilla que los reclutas podían aprender al instante.
—Escuche a tu enamorado decirle a sus mejores amigos que quería ofrecerte ayudarte con la montura de tu caballo como agradecimiento, pero que vio a otros chicos ofreciendo lo mismo y se fue —murmuró Irina mirando a Izaro con gracia, alzando una ceja enfatizando la palabra "enamorado"—. Se nota que le gustas.
—¿Qué enamorado? —preguntó Izaro con inocencia.
—Erick Mitchell.
Sus mejillas se pusieron rojas cuando escucho el nombre e inmediatamente buscó con la mirada la figura del chico. Estaba a unos metros de distancia, delante de ella dándole la espalda, riendo por los comentarios que Ruby decía sobre algo que no lograba a escuchar por lo lejos que estaba.
—É-Él es sólo un amigo, nada más.
—Ajá, claro y yo tengo ojos morados —burló la castaña antes de oír un bufido por parte de Phoebe.
—Pensé que escuchaste mínimo una palabra de lo que te dije la otra vez, Izaro —dijo Phoebe enojada—, ya me doy cuenta que tus oídos no sirven cuando te hablo.
Izaro sintió aquellas palabras como pequeños golpes contra ella, haciendo una mueca de inmediato mirando a la rubia—. No entiendo por qué me hablas así, Phoebe, él es amable conmigo y ya.
—No te conviene porqué son de clases distintas, no te vas a juntar con alguien como él, ten respeto por la imagen de tu familia.
—Ay, ya, Phoebe. ¿Realmente piensas en la imagen de los Xion o sólo estás celosa? —preguntó Irina burlonamente, aunque en defensa de Izaro al sentir una extraña vibra salir expulsada de la joven rubia de ojos azules.
Pero lo que Irina e Izaro desconocían era que la pregunta no estaba muy lejana a la realidad. A Phoebe no le interesaba la imagen de las personas que más repudio tenía, estaba celosa por la atención que Erick comenzaba a mostrar en Izaro Xion. Porqué aunque la pelinegra no lo quería aceptar, comenzaba a tener un pequeño flechazo por el chico, un sentimiento similar al que Phoebe estaba teniendo por él y que había nacido casi que al mismo tiempo de el de la otra.
Todo había iniciado en las clases de Historia donde los dos se sentaban juntos, charlando tranquilamente sobre la materia y conectando casi que al instante. Phoebe quedó encantada de conocerlo, se podría decir que tuvo se enamoró a primera vista y su corazón se emocionaba al saber que, si ambos conseguían graduarse entre los primeros diez, los dos irían a la Policía Militar.
Sin embargo sus emociones bajaron de golpe cuando vio las miradas entre Erick e Izaro, sus celos nuevamente despertaron y le enojaba profundamente que, una vez más, el apellido Xion se entrometía en algo de su vida.
—No estoy celosa.
—¿Segura? —preguntó Irina con una media sonrisa.
—Estaría celosa que un príncipe estuviera entre los reclutas, no por un tipo que no comparte mi misma clase social —respondió con agresividad—. Soy la hija de Thomas Barbrow, capitán de la Policía Militar de Stohess; mis expectativas de un hombre son bastante claras y altas. Si Izaro quiere estar con un tipo como ese, que lo haga, no es mi maldito problema.
El enojo se empezó a apoderar de su cuerpo, por lo que prefirió dar unos leves golpes a su caballo para que este avanzara y dejara atrás a sus dos amigas extrañadas de su actitud, aunque ya comenzaban en acostumbrarse a la personalidad tosca que en varias ocasiones les mostró.
—Deberíamos hablar con ella cuando esté más tranquila —comentó Izaro preocupada por su amiga mientras la veía alejarse.
—Déjala, Phoebe es una amargada nada más... y algo clasista, los lujos de Stohess fijo le comieron el cerebro —soltó Irina alzando los hombros, restando importancia al asunto—. Se le pasará y estará con nosotras en el almuerzo. Rápido, apresurémonos antes de que el instructor nos regañe.
Izaro aceptó, aunque no muy segura de si era una buena idea o no. A pesar de apenas llevar unos dos meses en el entrenamiento, sentía que ya era suficiente tiempo para que Phoebe Barbrow se familiarizará tanto con ella como con Irina Zimmer y sentía, en pocas ocasiones, que algo tenía Phoebe contra ella. Desconocía cuáles serían los motivos si aquel pensamiento fuera real.
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Cuartel de la Legión de Reconocimiento. Muralla Rose. Año 839.
—¡Te dije que me dejarás en paz! —grito ella metiéndole una cachetada con rabia. Mala elección. La ira de él hizo que la tomara por el cuello con violencia y la encaminara hasta la pared más cercana para golpear su espalda contra esta.
—¿¡Qué te he dicho sobre ponerme una mano encima!? —gritó él con violencia, restándole importancia que sus dos mejores amigos estaban ahí suplicándole que soltara a Izaro antes de que cometiera alguna locura y ella terminara con otra herida permanente.
Ya había pasado una semana desde aquel momento que Erick explotó y dijo cosas que dejaron helada a su novia. Él le dijo que era mentira y lo decía sin pensar, ella le creyó a medias aunque ya el miedo hacía su pareja había crecido y la violencia no había parado.
Las personas comenzaban a sospechar de un cambio de humor en la joven. Decían que ella trataba de mantenerse alejada de los demás, siendo la única excepción aquellos tres nuevos reclutas, aunque encontraba diversas formas para irse pronto de ahí aún si era muy temprano para terminar las prácticas. Su rendimiento en las prácticas comenzaba a bajar debido a que se negaba a realizarlas, diciendo que ya no los ocupaba, algo raro viniendo de ella quien siempre quería sacar lo mejor de sus habilidades como buena Xion. Ya no era la Izaro que conocía, era todo diferente.
Todos la recordaban de una manera distinta, una joven que siempre estaba con sus colegas a pesar de que eso implicaba demasiadas miradas al punto de serle agobiante, que estaba dispuesta en vigilar que el entrenamiento del trío de novatos fuera al pie de la letra así que durará todo el día si fuera necesario.
Claro, a nadie se le cruzaba por la cabeza de que se trataba de las secuelas de una relación abusiva, sino que imaginaban que se trataba del susto que tenía por el ataque que había sufrido a manos de "un hombre sospechoso".
Ahora se encontraban en otra disputa donde llegó a lo físico, el miedo de que Erick fuera descubierto creció de golpe y le rogó que dijera que él no tenía nada que ver con lo qué pasó, aunque era una evidente mentira muy descarada de su parte. Izaro se negó diciéndole que nadie sospechaba de él y la pelea inició hasta llegar ahí.
—¿¡Y así quieres que diga que eres inocente!? —escupió Izaro mientras trataba de quitar con desesperación la mano de Erick que rodeaba su cuello— ¡Muérete, muérete!
—Cállate antes de que te oigan —le tapó la boca con la otra mano, volteando para mirar a sus dos amigos con lágrimas en sus ojos por la desesperación que sentía—. Oscar, Ruby. Ayúdenme, por favor.
—Te vamos a ayudar, Erick, pero debes de soltarla primero o la vas a asfixiar —dijo Oscar acercándose lentamente, tomando con delicadeza sus hombros para que sintiera paz y la soltara.
Funciono. Izaro cayó al suelo mientras tosía e inmediatamente fue revisada por Ruby quien checo las marcas rojas en el cuello de la joven, producto de la presión que Erick usó.
—Imbécil —dijo la rubia—, la dejarás con marcas otra vez.
Los últimos días, Izaro desconocía completamente quién era la persona que se había enamorado. Antes él era amable con ella y no paraba de hacerla sonreír hasta que su rostro le doliera por todas las cosas bellas que escuchara, se volvió más unida a él al punto en que a veces abandonaba a Irina y Phoebe para estar con Erick; todo había cambiado esa noche, cuando su familia lo rechazó como su pareja y a él le hizo aquello. Tal vez esa era la primera señal de advertencia respecto a donde había puesto su confianza, pero hizo caso omiso a la advertencia. Después de esa noche, Erick no volvió a ser el mismo.
Las diferencias entre ellos se hacían más habituales, pero recompensadas por las veces en las que ella pedía perdón –porqué se sentía como la auténtica culpable– y él aceptaba dichas disculpas. Sin embargo, los insultos estaban ahí y los ataques físicos, todo se había vuelto en un círculo sin ningún agujero de escape para ella.
Izaro no sentía valor de nada que estuviera ligado a su relación y en varias ocasiones, demasiadas como para contarlas, deseaba desesperadamente que se tratara de un horrible sueño del cual todavía seguía sin despertar.
—P-Perdón, E-Erick —contenía con fuerza las ganas de llorar— Y-Yo...
—No sé trata sólo de pedir perdón, Izaro. Me estás provocando y eso ya no me gusta porqué me meterás en problemas y será por su culpa —dijo Erick—, ¿quieres que la persona que más te ama en este mundo este en un lío por tu culpa?
Ella negó con lentitud, incapaz de mirarlo a los ojos.
—Entonces cambia ahora, o me perderás y será en serio.
Con un pequeño movimiento de sus hombros, se soltó de Oscar y se fue de aquel pasillo antes de que alguien apareciera viendo la escena. Sus dos amigos se quedaron por unos segundos más mirando a Izaro con frustración y suspirando por la situación.
—Iza, me caes bien, lo digo en serio —dijo Oscar con tranquilidad, notando los temblores que ella hacía por lo sucedido—. Por eso mismo te recomiendo que no lo provoques más, por favor, no me quiero imaginar qué pasará si él reacciona mal y no estemos para protegerte.
—Oscar tiene razón, Xion —habló Ruby acariciando un poco el cabello negro de la joven—, te lo decimos por tu bien. Eres... nuestra amiga, después de todo.
La chica se levantó y se fue con el chico, dejándola finalmente sola como para soltarse en un llanto de desesperación que no deseaba y lo demostraba limpiándose con rapidez las lágrimas mientras su respiración se entrecortaba.
—No llores, no llores, no llores...
Era lo único que repetía Izaro mientras miraba el suelo y se limpiaba, notando como su vista se hacía borrosa por el líquido que buscaba escapar de sus ojos rojos, pero que ella prohibía dejar liberar.
Los Xion tenían prohibido llorar porque era un reflejo de debilidad, según ellos; pero mientras más crecía, más difícil le era contenerse por el extremo dolor que sentía en ese momento.
Deseaba gritar, mandar todo al infierno si eso le permitía de alguna manera sentirse en paz, pero no, no podía hacerlo porque le enseñaron que eso no estaba bien.
Si eres una buena chica, no necesitas hacer un escándalo. Sí, eso siempre dice el abuelo. Pensó Izaro, dejando que su sistema nervioso la controlara con temblores repentinos en todo su cuerpo, recordando involuntariamente un momento donde su abuelo decía aquellas palabras.
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Distrito Ehrmich. Muralla Sina. Año 834.
—Todos saben por qué los he reunido aquí, ¿verdad? —decía su abuelo sentado en la cabeza del comedor, siendo observado por sus hijos y nietos sin mover una articulación o decir algo al menos que él autorizará—. Tenemos un asunto que resolver en familia, un tema que no nos está dejando con buenos ojos delante de las personas.
—Ve al grano, viejo —dijo Danilo con disgusto, sin importar que su padre lo mirara con odio.
El ambiente ya era de por sí tenso entre los miembros de la familia, algunos mirándose con desprecio y otros, como Izaro, evitando el contacto visual para no sentir el pesado sentimiento que se transmitía por el comedor.
Sintió la mano de su prima Adah Ackley apretando la de ella, entrelazando sus dedos con los de Izaro junto con una delicada sonrisa que la chica captó por el rabillo de su ojo. Buscaba hacerla sentir tranquila y que supiera que no debía tener miedo ante la situación.
Amaba profundamente a sus primos paternos que venían de parte de Danilo, en especial de Pietro y Adah, quienes portaban el apellido de su madre debido a la herencia de ojos negros en lugar de rojos –una regla estricta que llevaba existiendo años atrás, establecida por Isaac Xion–; aprendieron a vivir con ello a pesar del "fracaso" que resultaron ser cuando nacieron, aunque aquello no impidió la discriminación que vivían día a día por el resto de los Xion.
Los Xion despreciaban aquellos miembros de la familia que no nacían con los ojos rojos, negándoles incluso a heredar el apellido justificando la intolerancia que poseían por "manchar un título importante por no cumplir algo tan sencillo como el característico color de ojos que los Xion debían portar". Daba igual si, para ese momento de la historia, ya se habían retirado y con suerte mantenían su estatus social gracias a la reputación junto con el gran impacto histórico que generaron para la historia de las murallas, si un Xion no nacía con los ojos rojos, poco derecho tenían para ser considerados de la familia. Si fuera por los demás miembros, hubieran olvidado la existencia de los hijos de Danilo Xion, hermano de Zachary, padre de Izaro, pero a duras penas los toleraban para evitar ser mal vistos por la sociedad.
Frente al mundo, la familia los aceptaba por igual. Dentro del hogar, el rechazo era evidente.
—Una de las empleadas comenzó a esparcir rumores sobre nosotros; maltratos, insultos y constantes peleas fueron algunas cosas que dijo acerca de nosotros a los periódicos... —comenzó a relatar Byrion luego de tomar un poco de vino.
—¿Rumores o verdades, padre? —se burló Amelia—. Nuestra familia es tan amorosa que exponemos ese amor incluso frente a la servidumbre.
El hombre de la tercera edad ignoró su comentario sarcástico.
—Xaiden, Mason —llamó a los dos hermanos mayores de Izaro, ambos se estremecieron cuando escucharon sus nombres—. Traigan a Diya.
Obedecieron inmediatamente, corriendo hasta la entrada del comedor para que Mason abriera las puertas y Xaiden tomará a la mujer con fuerza del brazo. Era una señora robusta, de cabello castaño con canas y ojos negros. La hicieron sentarse al otro extremo de la mesa antes de regresar a sus respectivos asientos, vista por cada miembro de los Xion y sintiendo la presión de la situación mientras lloraba de miedo.
—S-Señor, p-por favor...
—Diya, te abrí las puertas de mi hogar y te di la oportunidad de trabajar aquí. Conociste a mi familia y te dimos una mano cuando más no necesitabas —decía el hombre con firmeza, moviendo sus dedos en cada palabra que su boca expulsaba— ¿Y así nos agradeces? ¿Exponiendo falsamente a mí y a mi familia?
—Y-Yo lo puedo explicar...
Melania le levantó y empujó un periódico que se desplazó hacia la mujer con la primera plana expuesta para todos. Salía un retrato de toda la familia, con la leyenda de título "La familia Xion: ¿Un sueño o un infierno?".
—Tan sólo ahí relatan situaciones dentro de nuestros hogares que solamente tú conocías por ser testigo y revelaste información que, supuestamente, te dijimos confidencialmente —decía con serenidad, tratando de mantener la calma ante la mirada juzgadora de su abuelo—. Ahí dice, por ejemplo, que Sofía te confesó que no quería casarse con un hombre porque sólo siente atracción por las mujeres y...
Byrion interrumpió a su nieta— ¿Eso es cierto, Sofía? ¿A ti te gustan las mujeres?
La nombrada tragó saliva y negó con la cabeza.
—No, abuelo, no sé de dónde sacaron eso de mí.
Izaro no pudo evitar sentirse mal por su hermana, no era capaz de imaginar el dolor que Sofía sentía al negar una parte de ella que, por muchos años, le costó aceptar por sí misma.
—No sólo eso, también dijo que Izaro, Adah y Pietro confirmaron abusos que habían dentro de la familia —dijo Melania y la sangre de Izaro se congeló ante el terror que comenzaba a sentir cuando las miradas de todos los presentes apuntaban a las tres personas que portaban esos nombres.
Y es que no era ninguna mentira lo que decían, sus primos se habían desahogado con la empleada mientras Izaro estaba presente y simplemente escuchaba nerviosa como soltaban aquello sin pensar en las consecuencias. Izaro, en un intento de desesperación, le dijo que aunque los Xion podían tener sus conflictos, se querían de esa manera y era normal en una dinámica familiar, ¿verdad?... Pietro simplemente la señaló como ejemplo de lo dañados que estaban los Xion en conceptos de familia.
—Bueno, sabía que ese par de malnacidos ya daban de por sí vergüenza, pero jamás pensé que mancharían la imagen de esta familia con sus bocas sueltas —escupió con desagrado refiriéndose a Adah y Pietro, antes de mirar a su único hijo varón con vida—. Felicidades, Danilo, aparte de que no supiste darme nietos bien formados a diferencia de Zachary, tengo que arreglar las mierdas que provocan.
El nombrado miró a sus hijos con desprecio, recordando el profundo odio que sintió contra su hermano cuando este seguía con vida y se mostraba orgulloso por conseguir que sus hijos nacieran con el característico color de ojos de los Xion.
—Si me permite hablar, abuelo, lo que dice el periódico es una completa mentira al igual que las palabras de Diya —Adah se paró de su asiento, soltando la mano de Izaro en el proceso mientras mantenía su relajada y tranquila mirada para tratar de convencer a su abuelo, aunque se tratara de una mentira para salvarse ella, su hermano y su prima—. Además, ¿por qué queríamos manchar la reputación de ustedes después de todo lo que nos han dado?
—Aunque tampoco es mentira lo que dice el periódico —contestó Pietro de golpe.
—Cállate —ordenó su hermana.
—Tampoco somos un modelo a seguir cuando se trata de dinámicas familiares —replicó el pelinegro—. Sino era Diya, iba a ser cualquiera que conviva con nosotros la mayor parte del tiempo. Esta relación que tenemos entre todos es tóxica y enfermiza, pero ya se volvió normal en nuestras vidas porqué a ustedes, los que nacieron con sus ojos de color rojo, les beneficia que tengamos esta relación así de disfuncional..., aunque también les perjudica por eso que no podemos hablar frente a ella.
Se refería a Diya, quien miró aterrada y confundida sobre a qué se refería con eso último. no tuvo respuestas porqué las palabras de Pietro no tensaron a la familia por completo, solamente a Izaro que ya de por sí temblaba ligeramente por la ansiedad que la situación le causaba. Byrion no se inmuto por un segundo, simplemente suspiró y miró a sus nietos de ojos negros.
—Pietro, Adah. —los dos nombrados levantaron la mirada cuando su abuelo los llamó—. Ustedes al igual que sus hermanos mellizos deben estar agradecidos de que los Xion les sigan abriendo las puertas a nuestros hogares, pero para que eso continúe deben tener la boca cerrada. Mal nacidos, bastardos.
Adah sintió una fuerte presión en su pecho, pero continuó con su sonrisa—. Igual Izaro debe de hablar, Diya también la involucro. Estoy segura que su testimonio es valioso considerando cómo nació y lo que eso implica, abuelo.
La recién nombrada se estremeció internamente, anonadada por cómo su propia prima la entregaba como la única persona de ese problema con la absoluta y genuina verdad. No quería decir nada, solamente quería terminar con eso e irse a casa, sin embargo, si no decía nada, su abuelo le gritaría más de un insulto y en frente de todos, lo que provocaría alguna crisis nerviosa peor de la que ya estaba experimentando.
—Izaro —llamó su tía felizmente, sedienta de la información que su sobrina podría brindar— ¿Nos puedes explicar tu versión de los hechos?
La joven de quince años sintió cómo su corazón palpitaba con fuerza, igual a como si deseara estallar en ese instante; miró a un lado, Pietro y Adah le exigían que ella aportará también a la mentira; miró al otro lado, el resto de su familia deseaba escuchar lo que para ellos sería la única verdad. Estaba acorralada y simplemente tomó un profundo suspiro mientras sentía que Sofía se levantaba para ir a sobarle la espalda como mensaje de que hablara sin ningún tipo de presión.
O bueno, "confesara".
—La señora Diya miente, abuelo, ni mis primos ni yo le confirmamos esos atroces relatos sobre supuestos abusos entre los Xion —mintió, viendo por el rabillo de su ojo que la expresión de horror de la mujer crecía—. Hablamos de la familia, sí, pero nunca con intenciones de dañar la reputación nuestra. Diya, probablemente, busca sus minutos de fama a través de nosotros y a costa de perjudicar la imagen nuestra.
Perdón. Fue lo único que pensó ella mirando a la mujer que comenzaba a llorar de rabia y miedo. Pero dejó satisfecho los oídos del resto de su familia, obteniendo incluso una risa agradable de su abuelo, poco usual de él desde su perspectiva.
Su abuelo se le acercó, apartando a la hermana mayor de la muchacha para levantarla de su asiento, únicamente para apreciar el color de ojos de la hija menor de su fallecido hijo y sonreírle. Izaro sabía que solamente sonreía cuando el cinismo del hombre se manifestaba.
—Señor Byrion, el papá de mis hijos no me ayuda en cuidarlos, sólo se la pasa con prostitutas y alcohol, tengo que velar por ellos —la mujer juntó sus manos, entrelazando los dedos en el proceso—. Yo no hice nada malo, señor, lo juró...
—¿Insinúa que mi nieta miente, Diya? Una jovencita perfecta, educada y leal como ella es incapaz de mentir, en especial a mí —decía mientras miraba orgulloso a su nieta, antes de voltear para mirar con desagrado la empleada—. Ya te estás convirtiendo en una enemiga de mi familia, mujer, decir que nuestra hermosa y perfecta Izaro es una mentirosa sólo te traerá más problemas con nosotros.
Maldita mentirosa, di la verdad. Pensaba la mujer mirando a la joven, tratando de meterle presión para que se retractara.
—Izaro, quiero que le des el castigo ideal a nuestra querida Diya, para que vea que toda acción tiene una consecuencia —solicitó Byron antes de jalar a su nieta con un toque agresivo, pero perfectamente disimulado para que nadie presente en la habitación se percatara de lo sucedido y de lo que iba a susurrarle en el oído—. Al menos que desees que todos se enteren de tu estúpida mentira y te hagan desear que te trague la maldita tierra.
Cualquier sensor de nerviosismo que Izaro poseía en ese instante se activó, sintiendo un completo terror al ver que su abuelo cambió su mirada a una seria y, a su manera, la castigaría de una manera: decidir el destino de la mujer que hablo, pero únicamente de la manera en cómo su abuelo adoraba condenar.
Lo siento tanto—. Espero que tengas ahorrado lo suficiente para la comida de tus hijos, Diya, por qué a partir de ahora estás despedida —la mujer comenzó a llorar gritando por piedad, pero Izaro la ignoró—. Debiste pensarlo antes de dar esa información falsa a los periódicos. Y no te preocupes, nos encargaremos que nadie te dé trabajo hasta que aprendas a mantenerte callada de temas ajenos.
Lo siento, lo siento, lo siento... Estaba segura de que había una pequeña lágrima cayendo por su mejilla.
Su abuelo le sonrió, encantado de la decisión que su nieta tomó mientras la pobre mujer ya estaba en un episodio pánico, llorando ansiosamente y con indicios de que se desmayaría.
—Ya escuchaste a mi nieta. Largo. —ordenó Byrion, admirando como la mujer comenzaba a rogarle hasta que su hijo Danilo se levantó de su silla, la tomó del cuello de su blusa y la arrastró a la salida del comedor, sacándola con tanta violencia sin importar que pudiera lastimarla físicamente—. Y que quedé claro para todos ustedes, imbéciles de mierda —se refirió a cada miembro de su familia—. Lo que pasa en nuestra familia, se queda ahí. Nadie habla y nadie saldrá perjudicado. Así que o lo entienden a la buena o lo entenderán a la mala.
—Sí, señor —dijeron todos al mismo tiempo, decidiendo que ya era hora de la cena después de aquel incidente.
Danilo volvió al lugar donde estaba reunida toda su familia, mirando con gran desprecio a su mujer e hijos—. Y yo espero que esté asunto se olvide, lo cual pasará. Tenemos la ventaja de que la gente nos adora y probablemente no crean lo que un periódico diga —agarró su vaso con vino y le dio un sorbo—. Aún así, me haré cargo de que desconfirmen eso y digan que Diya es una oportunista buscafama.
Byrion lo miró con frialdad—. Eso espero, Danilo, la reputación de los Xion es lo más apreciado que tenemos y no podemos permitir el más mínimo rumor que nos difame.
—Aún así, deseaba que Izaro le diera un castigo peor y que hiciera que la maldita hasta se matara —comentó Amelia a Mason, en un tono burlesco y lleno de sadismo—. Ay, mi linda sobrina, tiene un corazón de melocotón tan grande que no es capaz de hacer algo en contra de una persona.
—Igual Izaro lo hizo bien, Amelia, actuó como una verdadera Xion y eso me llena de orgullo —habló Byrion, antes de limpiarle la lágrima que había en la mejilla de la joven y la mirara a los ojos—. Los Xion no lloramos, Izaro, eso nos hace ver débiles y tú no lo eres, ¿o sí?
Ella negó—. No, abuelo, no lo soy.
༉
Cuartel de la Legión de Reconocimiento. Muralla Rose. Año 839.
—Oye, ojos raros.
Llevaba un buen rato en la posición en la que estaba, de rodillas, con la mirada pérdida y su mano casi rozando la parte de su cuello donde Erick la había tomado con violencia. Alzó la mirada y lo primero que vio fue la mirada fría de Levi, quien se encontraba frente a ella con una mano en su hombro derecho, como si trato de sacudirla para hacerla volver a la realidad.
No estaba solo, Isabel y Farlan también se encontraban ahí, aunque detrás del azabache, mirando confundidos por la extraña actitud de su compañera. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí pérdida en sus pensamientos? A juzgar por la voz de Levi, que ya se estaba cansando de tanto llamarla, no habían llegado recién para encontrarla en ese estado, pero afortunadamente eran los únicos presentes en ese lugar.
—L-Levi —tartamudeo su nombre, dándose cuenta de golpe cuál era la situación que vivió minutos atrás y tratando de levantarse, pero falló en el intento—. Es-Estoy bien, no tienes que...
Levi la interrumpió—. Ojos raros, se te ven las marcas en el cuello.
Y efectivamente, no había tapado con su cabello la marca que Erickle había dejado, además de la clara señal de que había llorado hace un rato y la mirada nerviosa que presentaba.
—Iza, ¿qué te pasó? —preguntó Isabel, acercándose hacia Levi para mirarla mejor y analizar lo que sucedía.
Farla repitió la misma acción, aunque hincando una sola rodilla y apoyando su brazo en la otra pierna— ¿Necesitas ayuda?
¿A-Ayuda?
—Tu novio hizo eso en tu cuello, ¿verdad? —preguntó Levi a la pelinegra.
—¿Erick? —dijeron Isabel y Farlan al mismo tiempo.
Izaro abrió un poco los ojos, tensando cada extremidad de su cuerpo, tratando de negar dicha pregunta, pero no soltaba ninguna palabra que pudiera usar a su favor. Fue suficiente para Levi esa respuesta de ella para tomarla como un respectivo sí, pero tratando de cubrirlo.
—Farlan, ayúdame a levantarla —ordenó Levi al rubio, quien no dudó en aceptar y con delicadeza, ambos la levantaron asegurándose que no se mareara o perdiera el equilibrio, tomándola cada uno por los brazos mientras revisaban que no la estuvieran lastimando—. De acuerdo, andando.
—¿A dónde vamos? —preguntó Izaro confundida.
—No creo que quieras que todos te vean en el estado en el que estás, ¿verdad? —ella negó—. Entonces vamos, necesitas ayuda.
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INFORMACIÓN ACTUALMENTE NO DISPONIBLE PARA EL PÚBLICO
Las personas que han intentado denunciar la disfuncionalidad que los Xion viven día a día, por lo general, son vistas como malas personas y mentirosas gracias a la influencia que tiene la familia con la sociedad. También llegan a ser silenciadas y sus vidas son perjudicadas.
to be continued...
N/A:
por si me preguntan si erick como dword:
hoLAAAAAA, capítulo publicado a una semana antes del cumpleaños de izaro porque si mis nenes, el cumpleaños de izaro es el 2 de noviembre así que preparen regalitos que la nena los amara por eso.
bueno, ya vimos que phoebe tiene complejo jealousy, jealousy... ay con lo que se viene para ella. estuve escribiendo todo el capítulo diciendo fvck erick y fvck xion pq me caen mal xd
puEDEN CREER QUE ESTE CAPÍTULO LO ESCRIBÍ EN UN DÍA ENTERO, SOY FELIZ OJALÁ ESTE GOLPE DE INSPIRACIÓN PASARA TODOS LOS DÍAS.
recuerden que ya falta poco para la expedición y a su vez, terminar este acto, veré si me cuadro a terminarlo todo en diciembre y enero para iniciar 2023 con segundo acto wuuuu.
cada voto y comentario es una ayuda para esta persona a motivarse y seguir escribiendo esta belleza de fic, en serio, apoyando con votos y comentarios nos ayuda ❤️ nos vemos en el siguiente capítulo y los quiero mucho ✨
con cariño, nicky🌙
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