[14] NUEVAS PERSONAS
SEIS AÑOS DESPUÉS:
—¡JUDITH! —gritó Lara—. ¿JUDE?
—¿Jude? —repitió Laura.
—¿Jude? —gritó Aaron.
Estaban en el bosque cazando y se habían llevado a Judith con ellos. Eugene llevaba un ciervo muerto sobre sus hombros, mientras que Lara, Aaron, Laura y Rosita estaban atentos a la caza y a los caminantes. Judith se había escapado sin decirle a nadie a dónde iba, y ellos la persiguieron pero después de un rato la perdieron.
—¡Estoy aquí! —dijo la voz de Judith.
—¿Judith? —jadeó Lara, corriendo hacia su sobrina. Se dejó caer de rodillas cuando estuvo frente a ella y la abrazó—. ¿Estás bien? ¿Estás herida?
—Estoy bien, tía Lara —le prometió Judith.
Lara escuchó que alguien se acercaba y se puso de pie. Empujando a Judith detrás de ella, sacó su espada y la sostuvo con cautela. Odiaba encontrar nuevas personas ya que la última vez que dejaron entrar a alguien, casi había perdido a su hija y a Judith. La cicatriz en su espalda era un doloroso recordatorio de eso.
—Escuché sus gritos —dijo Judith—. Necesitaban ayuda.
—¡Tienen que huir! Esos enfermos —dijo un hombre—. Le debemos nuestra vida a la señorita Grimes.
—Todavía necesitan de nuestra ayuda —dijo Judith, tomando la botella de agua de los hombros Lara.
—No podemos —dijo Rosita—. Lo sabes.
—Pero...
—No podemos, Jude —dijo Lara.
—Oye, hace mucho tiempo incursioné en las artes culinarias —comenzó el hombre, mirando el ciervo de Eugene.
—Luke —dijo una de las mujeres.
—Y con un poco de ayuda puedo convertir ese ciervo en un buen osobuco.
—Estofado —dijo Eugene—. Nosotros hacemos estofado. Rinde más para las masas.
—¿Hay más con ustedes? —preguntó la mujer de pelo rizado.
—Mucho más, con muros y...
—Jude —interrumpió Lara—. Sabes las reglas.
Desde la desaparición de Rick, Michonne asumió el cargo de líder de Alexandria. Claro, tenían un consejo, pero Michonne siempre tenía la última palabra, por lo que el consejo era bastante inútil. Lara odiaba que Michonne se hubiera convertido en la persona que era ahora, pero la desaparición de Rick y pasar por su embarazo con RJ sola, fue suficiente para arruinarla. Luego, después de la traición de su amiga, Michonne cerró completamente Alexandria al mundo exterior. Sin personas nuevas, sin enemigos nuevos, sin nada. Apenas se relacionaban con las otras comunidades.
A pesar de las quejas de Michonne, Lara aún viajaba. Hacía el viaje a Hilltop tan a menudo como podía, visitando a Jesus y a Tara. No había visto a Maggie en mucho tiempo, porque se había ido a ayudar a otros a construir otra comunidad en otro lugar y había dejado a Jesus a cargo. Por mucho que odiara el liderazgo, Jesus asumió el papel con calma y, a menudo, confiaba en Lara para que lo ayudara.
Los caminantes que habían estado persiguiendo a Judith los alcanzaron y Lara apretó los dientes—. Yo me encargo. Ustedes vigílen a esta gente.
—¿Estás segura? —preguntó Rosita.
—Dije que yo me encargo —respondió Lara.
Lara pasó junto al nuevo grupo con la espada en alto. Desde que Rick murió había logrado cambiar su vida de acuerdo con el trauma que había experimentado. Sí, se "recuperó", pero nunca volvió a ser como antes. Ahora estaba enojada, más enojada que antes, y canalizaba esa ira en todo lo que hacía, especialmente cuando se trataba de caminantes.
El nuevo grupo vio a Lara enfrentarse a los caminantes, y fue como si fuera invencible. No estaban al tanto de las lágrimas en sus ojos mientras blandía su espada, o los flashbacks que estaba experimentando al ver a los caminantes. Ella estaba en su propio mundo, matando a los muertos para tratar de ganar alguna forma venganza por su hermano.
Cortó y cortó hasta que todos los caminantes estaban muertos. Cuando el último cuerpo cayó al suelo, se giró para ver al nuevo grupo mirándola con sorpresa, y mientras Lara sacudía la sangre de su espada, regresó a su grupo, limpiándose la cara con la manga para limpiar un poco de la sangre de los caminantes.
—Hay más en camino —dijo Lara sin emoción en su tono—. Tenemos que salir de aquí.
—Necesitan comida, agua y medicamentos —dijo Judith—. Si ellos no van, yo tampoco.
—Judith, ¿hablas en serio? —preguntó Lara, volviéndose hacia su sobrina.
—Sí —dijo Judith—. Es lo que haría mi papá.
Aunque Judith no lo sabía, el camino al corazón de Lara era su hermano. Mencionarlo siempre lograba influir en la opinión de Lara, y aunque sabía que iba en contra de las reglas de Michonne, quería mantener viva la memoria de su hermano, y eso incluía hacer lo que él haría.
Lara frunció el ceño mientras colocaba una mano sobre la cabeza de Judith, bajando ligeramente su sombrero—. Sí, es verdad —luego miró a Aaron—. Si hacen algo, los mataré yo misma, pero si Jude quiere ayudarlos, los ayudaremos.
Aaron parecía reacio, pero finalmente dijo—: Vamos.
—¿Sí? —jadeó Luke con una sonrisa en su rostro.
—Sí —dijo Lara, levantando su espada para señalar al nuevo grupo—. Pero primero quiero sus nombres. El de todos.
—Bueno, yo soy Luke —dijo Luke—. Y estas son Magna y Yumiko, y ahí está Kelly y su hermana Connie.
—Hola —dijo Kelly.
—Hola —respondió Lara—. Muy bien, vamos.
Mientras caminaban, Lara se colocó al lado de Judith, quien la miró de reojo—. Mamá no va a estar feliz, ¿verdad?
—No lo sé —respondió Lara—. Pero si crees que es lo correcto, ¿quién soy yo para oponerme?
—Gracias, tía Lara —sonrió Judith, tomando la mano de su tía.
—Es lo que haría tu papá —dijo Lara—. Así que es lo que voy a hacer.
—Bien —dijo Judith.
Cuando regresaron a su carreta, Lara se volvió hacia los recién llegados—. Odio tener que hacer esto, pero espero que entiendan que actualmente tenemos una política estricta de no permitir nuevas personas, por lo que, debido a la seguridad, tendré que pedirles que tengan los ojos vendados hasta que lleguemos a nuestra comunidad.
Magna abrió la boca, presumiblemente para discutir, pero Luke dio un paso adelante—. Está bien. Lo haremos.
—Lo que sea para salir de aquí —dijo Kelly, antes de señalarle a su hermana lo que iba a pasar.
Lara le sonrió a Connie, señalando—: Hola, soy Lara.
Había tomado un curso de lenguaje de señas cuando se convirtió en maestra porque tenía un estudiante sordo en su clase. El niño absolutamente feliz cuando Lara comenzó a usar señas durante sus lecciones, hablándoles a los otros niños mientras le hacía señas al niño sordo. Lo había hecho sentir incluido, y a Lara le encantaba ver la sonrisa en su rostro.
Connie sonrió.
Rosita ayudó a los recién llegados a subir a la parte trasera de la carreta y les cubrió la cabeza con sacos, antes de que ella y el resto del grupo subieran. Eugene tomó las riendas con Rosita a su lado, mientras Lara se montaba en su propio caballo. Cuando salían ella era responsable de explorar la ruta en caso de que hubiera caminantes, por lo que fue a cabalgar delante de ellos, pero Judith la detuvo.
—¿Puedo ir contigo? —preguntó Judith.
Lara sonrió—. Claro. ¿Crees que puedes levantarte por tu cuenta?
La parte superior de la cabeza de Judith apenas tocaba el vientre del caballo, por lo que sacudió la cabeza. Lara sonrió y se deslizó del caballo antes de subir a Judith a la silla y volver a subir detrás de ella. Envolviendo ambos brazos alrededor de su sobrina, Lara tomó las riendas mientras Judith se aferraba a la silla.
—No te caigas, porque si lo haces, yo seré la siguiente —le advirtió Lara.
—Lo intentaré —respondió Judith con una sonrisa.
Lara empujó al caballo para que se pusiera en movimiento, trotando por el camino justo delante de la carreta. Por lo general estaba despejado, pero a menudo encontraban a un caminante extraviado deambulando en el camino. Cuando Lara le entregó las riendas a Judith cuando aminoraron la marcha, miró a su alrededor.
—¿Ves algo? —preguntó Lara.
—No —respondió Judith—. ¿Debería?
—No —respondió Lara—. Solo me quería asegurar. Es bueno tener un segundo par de ojos.
Judith sonrió—. Sí.
—Yo era el de tu papá —dijo Lara—. También era su voz de la razón, porque a veces era muy tonto. Una vez, cuando era adolescente, decidió que quería bajar las escaleras en patineta, pero le dije que no fuera idiota.
—¿Lo hizo? —preguntó Judith.
—Oh, claro que sí —respondió Lara—. Sus dos dientes delanteros se cayeron en el proceso porque se golpeó la cara contra la pared. A tu abuelo le pareció gracioso.
Judith se rió—. Eso suena como algo que tú harías.
—No soy tan torpe —dijo Lara.
—Ayer tropezaste con tus pies —respondió Judith—. Y regresaste de tu visita con el tío Daryl cubierta de rasguños porque te caíste en una zanja.
—Entonces eso es lo que te dijo —dijo Lara—. Traidor.
—¿Qué pasó realmente? —preguntó Judith.
Lara se encogió de hombros—. Tropecé... y luego caí en una zanja.
Judith se rió—. ¿Ves? Eres torpe.
—Pero puedo pelear, así que sigo siendo la tía más genial del mundo —dijo Lara, mientras tomaba el sombrero de la cabeza de Judith y lo colocaba en su cabeza—. Hay una nueva sheriff en la ciudad y su nombre es Lara Dixon-Grimes.
Judith se rió—. Es agradable verte sonreír.
La sonrisa de Lara se desvaneció levemente—. Sí, supongo que lo es.
No se había dado cuenta de cuánto habían afectado sus propios problemas al resto de su familia. Judith, Rosie y RJ siempre hacían todo lo posible para que Lara sonriera, porque no sucedía muy a menudo. Cada destello de la rara emoción le daba a los niños una felicidad abrumadora, porque habían escuchado las historias.
Lara Dixon-Grimes, la voz de la razón, la que se aferró a la esperanza y tuvo fe en la humanidad desde el principio. Aquella que, a pesar de todo, nunca se desmoronó ante la adversidad, sino que se levantó para enfrentar lo que viniera con la frente en alto. Habían escuchado las historias, pero la mujer de esas historias no era la misma mujer que veían todos los días.
Esta nueva mujer estaba rota, aún curándose de heridas que los niños no podían ver. Aunque sabían que no podían arreglarla por completo, hicieron todo lo posible para hacerla sonreír y devolverle algo de la esperanza que alguna vez tuvo. La primera vez que Lara se rió después de la desaparición de Rick, una risa sincera y apropiada, fue porque Judith había volcado sus espaguetis en su regazo y RJ decidió poner los suyos en su pelo. A Lara le había dado un ataque de risa, y los niños supieron desde entonces que tenían que intentarlo.
Judith se recostó contra el pecho de Lara y dijo—: Deberías sonreír más, tía Lara. Tienes una sonrisa bonita.
Lara apoyó la barbilla en la parte superior de la cabeza de Judith y sonrió.
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