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Capítulo 3

Un olor a panqueques y leche de plátano fue lo que despertó al joven y adormilado humano. Abrió los ojos pestañeando un par de veces para acostumbrarse a la luz que sobresalían de sus cortinas blancas, y observó la habitación un momento. ¿De dónde venía el olor?

Se levantó de entre las sábanas que anteriormente tapaban su semidesnudo cuerpo. Se colocó de pie y acomodó su bóxer y entró a su baño a seguir con su rutina de aseo mañanero.

Cuando terminó de lavarse la cara y cepillarse los dientes se dirigió en dirección a la cocina, tenía mucha hambre, y aquél delicioso aroma a comida dulce le provocaba aún más apetito.

Cuando llegó a la cocina vió a un atractivo chico con pijama puesta, tez morena y unas... ¿Antenas?

Automáticamente agarró lo primero que vió para defenderse. Con lámpara en mano se acercó a la cocina sujetándola fuertemente.

Pero hubo un desperfecto para su defensa. Aquella lámpara no la desconectó, por los que ha cierta distancia, en un tirón se soltó del enchufe y terminó tirando varias cosas consigo ocasionando un fuerte estruendo que asustó al joven híbrido.

El chico saltó en su lugar y al momento de caer se convirtió en una cucaracha dejando caer todas sus prendas para acto seguido esconderse bajo la estufa.

El joven humano al ver al híbrido transformarse en su mayor miedo gritó con todas sus fuerzas y su cuerpo comenzó a temblar, sus ojos se aguaron y sus manos y dedos comenzaron a temblar sin control. El aire se le comenzó a ir y su tez palideció.

La cucaracha salió poquito asomándose de debajo de aquel aparato eléctrico y al momento de ver al chico entrado en pánico salió por completo de su escondite y se convirtió de nuevo a su forma híbrida.

No le importó estar desnudo ya que su preocupación por el chico tan amable que le dió alojo estaba teniendo un ataque por su culpa. Corrió hacia el chico y empezó a acercarse a el, sujetando primero sus brazos

Hizo un poco de esfuerzo tratando de calmar al chico pelirrojo, al final lo terminó sujetando tipo abrazo de koala hasta que su respiración fue más acompañada y sus movimientos menos bruscos.

—Tranquilo... Aquí estoy. Respira. Lento. ¿Puedes hacerlo?

—Si... —dijo inhalando y exhalando de una manera calma— si puedo.

—Eso es, lo estás haciendo bien —el híbrido comenzó a acariciar la espalda para terminar de calmar al humano y besó la frente de éste último—, no te preocupes —dijo con una sonrisa débil mirándolo a los ojos y limpiando las lágrimas con sus manos—, eres muy fuerte al vencer tu miedo de esta manera, fue mi culpa, me dijiste que no me convirtiera pero fue por instinto, no volverá a suceder, lo prometo.

Cuando terminó de hablar le mostró una sonrisa preciosa en forma cuadrada, y volvió a decir.

—Bueno, Hoseok —ríe un poco—, la comida está lista, hice panqueques y leche de plátano, levanta tu trasero y ven a comer.

El híbrido al decir esto se levantó entre pequeñas risas, un poco sonrojado porque se percató que su piel se encontraba desnuda, se adentró rápido a la cocina y se colocó el bóxer y la pijama que se encontraba tirada frente a la estufa, afortunadamente ya había apagado la línea de gas, si no el pobre desayuno se hubiera quemado sin piedad.

El chico se quedó unos minutos más sentado en el mismo lugar, apenas salió del trance y su rostro se pintó de rojo, haciendo un lindo y curioso contraste con su cabello. Una imágen fugaz del perfecto y redondeado trasero moreno del híbrido llegó a su mente, sacudió su cabeza y se dió un par de palmadas en las mejillas.

Se levantó dispuesto a ir detrás del híbrido, pero recordó lo de la noche anterior, y el hecho de que ahora tenía compañía. No podía quedarse frente al híbrido en bóxer, ¿o si? Salió corriendo a su habitación para ponerse un short y una camisa sin mangas, alta vergüenza le iba a dar.

Entró a la cocina y observó los platos ya servidos, los panqueques estaban apilados y bañados en miel, con unas cuantas vayas encima como decoración dándole una vista aún más apetitosa.

Se sentó en una de las sillas del comedor y a un lado de él se sentó el híbrido.

—Sé que seguramente tú no recuerdas mucho, igual te agarré de forma inesperada durante la noche, perdón por eso. Me presentaré de nuevo, soy Je-... Kim Taehyung, un gusto.

El humano lo miró un poco extrañado, porque el chico se retractó del comienzo de su nombre.

—Soy Jung Hoseok, el gusto es mío.

Mostró una sonrisa de corazón.

El desayuno fue tranquilo, y duraron comiendo con un ambiente de comodidad.

—Dios, ésto estuvo delicioso —dijo el chico de piel acanelada—, ¿dónde aprendiste a cocinar así?

El híbrido bajó la mirada.

—En mi antigüo hogar solía preparar de todo tipo de comidas para mí pareja... De todas formas no solía salir mucho, duraba buen tiempo encerrado en casa.

—¿Cómo puede ser eso?

—No tenía permiso...

—¿De tu pareja?

Dijo confundido el chico de cabellos rojizos. Y su confusión aumentó al ver al chico castaño asentir agitando suavemente sus antenas.

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