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Parte única

Un joven de tez pálida y cabello negro se encontraba saliendo de su clase de química, hace unos minutos se encontraba resolviendo un exámen, y el tiempo para resolverlo no era suficiente, así que aguantó las ganas de ir a hacer sus necesidades hasta terminar aquella hoja impresa del demonio; la química nunca fue su fuerte, pero al menos su desvelada había valido la pena, logró estudiar lo suficiente para poder recordar todo, por lo menos hasta la hora del exámen, aunque si era sincero, justo en este momento el ya había desechado de su mente todo aquello relacionado con esa materia.

Que aburrimiento, ¿no?

A pasos apresurados, agitando sus diminutas antenitas que resaltaban de entre sus oscuros cabellos, se encaminó al baño. Casi una hora aguantando las ganas de orinar, si su vejiga no explotaba, sus débiles riñones si lo iban a hacer.

Entró rápidamente a un cubículo y bajó la bragueta de sus pantalones, vaya que se
hacía.

Cuando terminó de orinar, y salió acercándose para lavarse las manos, una fuerte tormenta se desató golpeando con el sonido de los truenos afuera de la pequeña ventanilla que dirigía de los baños hacía afuera sobresaltando a Yoongi haciéndolo saltar en su lugar. A unos cuantos minutos de que aquél estruendoso sonido lo asustara, logró calmar su respiración y mojó un poco su rostro con agua fría.

Pero a un momento de eso, al par de minutos se volvió a asustar, ya que él se
encontraba sólo en aquél baño, y las luces se estaban entre apagando y prendiendo,
hasta que la oscuridad se apoderó del lugar.

Yoongi, ya sin poder controlar su instinto animal, como defensa ante un invisible
enemigo, su cuerpo comenzó a encogerse, y sus huesos se hacían delgados, si un
humano normal, o algún híbrido mamífero lo viera transformarse en su lado animal, o
mejor dicho, su forma de insecto seguro y terminaría sacando lo que comió esa
mañana.

Ugh, asquerosa vista de seguro, mejor no demos detalles de ello.

Cuando el joven pálido terminó con la transformación, ya no había siquiera una
persona, sólo se alcanzaba a ver las prendas vacías, regadas en el piso, frente a los lavabos.

Alto, ¿qué se alcanzaba a ver saliendo de entre el cuello de la camisa blanca?

Un diminuto insecto de apenas dos milímetros y unas diminutas alas que apenas y le permitían elevarse por unos cuantos segundos en el aire, iba saliendo por ese orificio. Su color negro era distinguible dándole un leve contraste, pero apenas era visible por
su diminuto tamaño.

El insecto se elevó poquito, agitando sus diminutas alas para alcanzar a trepar los
lavabos hasta subirse por completo entro pequeños voleteos y caminatas con sus
microscópicas patas hasta estar a la altura en que pueda observarse en los espejos.

La pequeña cochinilla se observó en el espejo, y justo en ese momento, el caos se
desató.

“¡Waaa! ¡Un insecto! ¡Oh, no! Necesito convertirme en mi forma híbrida… ¡Voy a morir!”

El pequeño insecto entró en pánico, y en cuanto los recuerdos de su pequeño trauma llegaron a su microscópica mente, se hizo bolita y comenzó a rodar como loco por todo el lavabo, sin poder detener su ansiedad. Entre tanto rodar, terminó cayendo de esa superficie para volver a aterrizar en el frío suelo. Siguió rodando en él, puesto que su miedo era mayor al que se le había propagado con la tormenta.

Min Yoongi, un híbrido de cochinilla, padecía de “blastofobia”. Esta fobia consistía en el miedo de transformarse en un insecto. Era común para cualquier persona, tanto humanos como híbridos, por lo general les ocurría por culpa de algún sueño raro o por alguna pesadilla, pero para Yoongi, quien es híbrido de un insecto desde su nacimiento, a cierta edad desarrolló ese miedo por culpa de un accidente en su casa, lo que le provocó el evitar verse o estar cerca de otras personas cuando esté en su forma animal.

Por ello, en este preciso momento, por más ridículo que suene, el híbrido insecto se
asustó de sí mismo al verse en el espejo.

Min Yoongi es un joven híbrido de cochinilla, hijo de Suran, una híbrido de la misma especie que su hijo, pero a diferencia de ellos dos, su padre, de nombre Eun-Woo, era un humano completamente normal, que cayó enamorado por completo de su madre en
sus tiempos de secundaria.

A diferencia de otras parejas, Suran era la que trabajaba para traer dinero a casa,
mientras que su padre era el encargado de cuidar la casa, hacer las labores
domésticas como lavar, limpiar, cocinar, entre otras cosas.

Cuando Min Yoongi tenía sus trece añitos de edad, no estaba tan chiquito, pero seguía siendo un mocoso curioso –aunque por lo regular se portaba bien, igual tenía sus travesuras–, sus ganas de querer ver a su padre cocinar y aprender a cocinar como lo hacía su progenitor le ganaron.

Ese día su madre había ido desde la mañana al trabajo e iba a volver en la tarde. Su padre se encontraba cocinando para la hora de la comida, frente a la estufa, tranquilo, hasta que de pronto, en la pared, frente a la estufa, alcanzó a ver un diminuto puntito de color negro, pensó que era una especie de mancha, hasta que lo vio moverse.

No lo podía distinguir, así que pensó que era una especie de mosca diminuta
queriéndose robar parte de la comida, por lo que agarró una toalla de la cocina, y con
sumo cuidado, intentó azotarla sobre el insecto, el cual aleteó lo suficiente para brincar hacia el piso. Pero el Eun-Woo no se rindió, dejó la toalla a un lado, al ver al pequeño insecto estar rodando por el piso.

“Nadie se atreve a tocar mi comida, ni siquiera un asqueroso bicho, ugh”.

Eran los pensamientos que invadían al señor Min, su cocina era sagrada, y lo que
cocinaba lo era aún más.

Lo que no sabía Eun-Woo, era que aquél pequeño insecto era la “cochinilla” de su hijo, que sólo le había ganado la curiosidad, y para poder observar bien a su padre cocinar, pensó que sería bueno transformarse en insecto, creyendo que su padre no le haría nada ni lo confundiría.

Vaya que equivocado estaba…

– ¡Aléjate de mi comida, maldito bicho!

Comenzó a gritar el señor Min al pobre insecto que rodaba lejos de él.

Eun-Woo tomó la escoba en manos, y se dispuso a perseguir aquel diminuto animalejo dispuesto a matarlo, no quería plagas en la casa. Intentó pisarlo y golpearlo con la escoba, pero siempre fallaba.

La señora Min, Suran, recién llegaba del trabajo, entrando por la puerta principal de su hogar, con una reluciente sonrisa y sus ojos achinados, soltó su maletín del trabajo a un lado de ella.

–He llegado familia, ¿cómo estuvo su día de hoy?

Preguntó sonriente, pero cuando abrió los ojos y vio la odisea en el cual se había
convertido el interior de su casa su semblante cambió.

El aspecto del lugar aparentaba como si hubiera pasado un tornado únicamente
adentro del lugar, y aún mas extrañada quedó su expresión al ver a su marido detrás del sillón como si fuese su barrera en medio de una guerra. Eun-Woo tenía colocado en su cabeza, una olla, puesta como si fuese un casco de guerra, y en sus manos, como si fuese un arma de fuego, tenía sujeta la escoba.

– ¡¿Pero qué carajos pasó aquí, Min Eun-Woo?!

Asustado, el señor Min la volteó a mirar, y aún agachado, le contestó a su pareja:

– ¡Esque apareció un insecto en la cocina! ¡Se estaba acercando a mi comida! Sabes
que mi comida es sagrada…

– ¿De qué mierda estás hablando? ¿Dónde está Yoongi?

Preocupada preguntó por su único hijo, adentrándose unos cuantos pasos, hasta que un olor a quemado llegó a las fosas nasales de ambos, y a los segundos comenzó a sonar la alarma contra incendios.

El hombre de la casa, preocupado ni más ni menos que por su comida, se levantó
rápidamente de su lugar, pero justo en ese momento, el insecto que había huido de él
minutos antes, se transformó con una ligereza repentina, cayendo desnudo sobre su padre, mostrando su cuerpo viril, haciendo que este vuelva a caer en su lugar entre quejidos.

En cambio, en lo que estos dos hombres que perdían el tiempo, la única mujer en el
lugar salió disparada a la cocina, y entre tosidos y tosidos, agarró el extintor que se
encontraba a un lado del teléfono de pared que se encontraba en la cocina, para
apagar el fuego hecho por la comida quemada.

Ese día, un par de horas más tarde, el señor y el niño del mismo apellido, Min, se
encontraban limpiando la cocina entre pequeñas discusiones infantiles y siendo
vigilados constantemente por la cochinilla hembra, cuidando que estos dos chicos
inmaduros destruyeran aún más la cocina.

Pero lastimosamente, cuando los dejó solos para ir al baño ocurrió otro problema.

Durante el tiempo que Eun-Woo perseguía a Yoongi con la escoba, pensando que era
una plaga, golpeó el grifo dejándolo flojo, por lo que, cuando la presión de agua fue
mayor en las tuberías, este explotó.

Vaya día más cansado para la joven Suran, que llegó a su hogar para observar cómo
se incendiaba para luego inundarse.

Desde ese día, Yoongi aprendió dos cosas:

• No entrar a la cocina si está su padre.
• No transformarse en insecto porque lo pueden matar.

Por culpa de ese hecho, en el cual casi muere por una pequeña confusión, aunque fue un poco tonto, aún así se asustó, se dio cuenta, que a diferencia de otros híbridos, los demás híbridos y humanos, por ser tan pequeño no podían distinguirlo.

Volviendo al tiempo original, Yoongi se encontraba aún rodando de un lado a otro por el pánico, que no se percató cuando, un atractivo chico, híbrido de hormiga, entró al baño, viéndolo actuar de esa manera.

Park Jimin, un joven de labios abultados, buen cuerpo, distinguible trasero, cabello
rojizo, ojos penetrantes y un cuerpo como para morirse, y unas antenas de hormiga
que resaltaban combinando con su rojo natural, un hermoso contraste al verlo con
aquellos pantalones negros, una corbata del mismo color y su camisa abotonada de
color blanco; resumiendo todo esto, como “el crush de Min Yoongi”, era quien había
cruzado aquella puerta.

Jimin pensó que una buena idea de calmar al hermoso chico de tez pálida era, en
primera instancia, transformarse para estar a su altura y poder detenerlo.

Jimin se comenzó a transformar en su forma de hormiga, haciéndose diminuto. Por su tamaño logró detener a la cochinilla haciendo que esta dejara de rodar, y se deshiciera de su bolita. Quedó en estado de “shock” al ver al chico que le gusta frente a él transformado en insecto. Pero a pesar de eso aún no se calmaba, y trataba de volver a hacerse bolita, pero la hormiga se lo impedía. Entre minúsculos forcejeos, la hormiga se desesperó y con una de sus seis patitas le dio una cachetada a la cochinilla, la cual era sostenida con otras otra de las patitas de la hormiga, su fuerza para cualquier humano sería nada en ese estado, pero para la cochinilla, era muy fuerte, por lo que pudo reaccionar y salir de su trance de pánico.

Por fin pudo reaccionar, su crush estaba ahí, frente a él, haciéndolo reaccionar.

“¡Oh, por Dios! Park Jimin está aquí, y me calmó... Oh, por favor que alguien me
agarre, y… un momento… ¡He hecho el ridículo!”.

Se dijo en su mente.

Ante tal vergüenza, de que el chico del cual estaba enamorado lo haya visto en ese
estado inundado por el pánico, su lado animal se ocultó, transformándolo forzosamente en su estado híbrido, dejándolo desnudo frente a la hormiga, mostrando su palidez corporal y el visible sonrojo que contrastaba con su blanca piel.

Mientras que la hormiga se echaba su taquito de ojo por la vista que el joven Min le daba, Yoongi se encontraba aún avergonzado y estático observando a la hormiga que se encontraba a sus pies.

“Vaya… Min sí que tiene buen cuerpo… Definitivamente me encanta, me alegro que me haya enterado de que le gusto a este precioso chico… Ese trasero… Dios,
perdóname, pero si le doy”.

Pero a los segundo se escucharon unos pasos cerca de la puerta del baño por fuera, por lo que Park reaccionó con prontitud transformándose en su forma híbrida, cogió las prendas de ambos, y con cuidado de no lastimar las delicadas alas de Yoongi, lo entró en un cubículo de los baños, cerrando la puerta de éste y poniéndole pestillo.

Se escuchó cómo se abría la puerta del baño, y pasos ya dentro.

Yoongi estaba más avergonzado, su respiración era agitada, y trataba de mantener su mirada observando hacia otro lado, tratando de no voltear a ver hacia abajo. Mientras tanto, Jimin aprovechó y comenzó a dejar pequeños besos en el cuello descubierto del azabache chico.

–Me gustas Yoon –susurró en su oreja–, y espero que me aceptes.

El rostro de Yoongi se coloró un poco más, mientras que Jimin seguía besando y
mordiendo su oreja. Comenzó a acariciar con ambas manos, la delgada cintura del
pálido, y apegó su cuerpo con el de él. A Jimin le gustaba mucho esa cochinilla frente a él, desde hace unos años atrás.

Yoongi se mordía el labio, pero accidentalmente, cuando sus miembros se rozaron se le salió un corto pero sonoro gemido.

Más vergüenza no le podía dar.

El maestro Kim Namjoon, junto con ayuda del conserje, Jung Hoseok, abrieron la
puerta del cubículo donde provenían sonidos raros, según como había mencionado el educado maestro. Namjoon se encontraba mirándolos despectivo y con una ceja alzada, mientras que el conserje se tapaba la vista, no quería traumarse.

–A la oficina del director –dijo con voz gruesa.

–Mierda…

Los dos chicos fueron suspendidos, Yoongi tuvo la mala suerte de que sus padres
supieran de la situación con lujo de detalles de parte del maestro de química.

Una plática sobre el condón por parte de su padre, ¿acaso lo veía de pasivo? Yoongi
no era pasivo… ¿verdad?

Y su madre… Su madre solo se puso a investigar a Park y a hacerle preguntas
incómodas, a las cuales, él solo se limitó a responder sin problema cada una de ellas.
Yoongi trataba de no morir en ese momento.

– ¿Qué es lo que más te gusta de Yoon?

–Emocionalmente, su forma de ser. Físicamente, su trasero… su blanco trasero.

– ¿Usarán condón?

–Claro.

– ¿Cuántos hijos planeas tener?

–Al menos dos, preferiblemente un niño y una niña.

– ¿Y cómo planeas mantenerlos?

–Trabajo, y pronto heredaré la empresa de mi padre, las hormigas somos muy
trabajadoras, y tenemos mucha resistencia.

–Bueno, y más te vale tener cuidado con mi hijo, el es vir-.

– ¡Mamá! ¡Ya basta!

Y a pesar de que cada una de las preguntas le hayan causado un gran bochorno, se
sintió feliz porque Jimin fue aceptado en su familia como su pareja, pero aún así no le
permitían estar tanto tiempo solo con él, puesto que era primero la escuela y luego el romance.

Aunque su madre siempre le echaba condones diciendo que no estaba demás estar preparado por si acaso.

–Y recuerda usar protección cuando…

– ¡Mamá, basta!

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