Adelyne
Nos reunimos una segunda vez en el mismo parque para terminar de organizar todo lo referente a nuestro trabajo. Pero mientras buscábamos algunas fotos de estos en internet Sophie me observa por unos minutos hasta que decide hablarme.
—¿Las gafas no te molestan? —estaba claramente curiosa.
—No —dije cortante.
—¿Por qué las usas hasta dentro del aula? —siguió preguntando.
—La claridad me molesta en los ojos —resumí.
—Pero en clase estamos bajo techo —refutó insistentemente.
No vi necesario responderle nada más, así que cambié rápidamente la mirada hacia mi teléfono donde tenía la foto del animal del cual hablaría en clase.
—Parece que tenemos dos chicos amantes al color negro dentro del mismo equipo —habló el chico de cabello rubio y ojos claros.
Alcé la vista al escuchar el comentario del chico. Vi a Sophie observarnos a Bastian y a mí sin decir una palabra. Noté en sus ojos algún dejo de incomodidad.
—¿Cómo es que te llamas chica nueva? —me preguntó el rubio.
—Adelyne.
—Un gusto, yo soy Ricardo González, aunque me gusta que me digan Ricky. Es nuestro segundo encuentro pero se me había pasado presentarme —dijo sonriendo. —A Sophie ya la conoces, y tú Bastian, ¿no te vas a presentar?
—¿Para que tanta formalidad?, apuesto a que ella sabe que me llamo Bastian —dijo y levantó un poco las comisuras, sin enseñar los dientes.
Desde mi lugar solo miré a cada uno en este momento un poco tenso ante la respuesta de Bastian, pero afortunadamente Ricardo, quien se ve que tiene tres dedos de frente, saltó hablando sobre el trabajo, cambiando así, el ambiente.
Después de concluír, cada cual fue por su camino y Bastian me indicó por donde tenía que ir para regresar a casa.
[...]
(En la escuela. Día de la exposición)
Estaba algo nerviosa cuando llegó la hora del almuerzo. Es mi primer trabajo en esta escuela y la verdad, no recuerdo haber disfrutado una exposición. Por eso, antes de ir a la cafetería me quedé repasando para no hacer el ridículo frente a todos, como siempre hago. Por ende, me cogió un poco tarde para almorzar así que cuando llegué solo quedaba una mesa vacía y fui hasta allí para sentarme.
Al pasar unos minutos se sienta Bastian en frente de mí. Al parecer no soy la única a la que le coje tarde.
Fue un momento tenso, pues no me gusta que me vean comer. Tuve que bajarme el nasobuco y dejar descubierta la zona de mi nariz y labios, porque todavía llevaba mis gafas.
—Bajo techo deberías quitarte las gafas y el nasobuco. Después te tildarán de rara, creéme, en esta escuela hasta la más pequeña diferencia es motivo de burla —me dijo inclinándose un poco hacia el frente y moduló su voz, a una más baja y suave.
—Gracias por el consejo, después decido si lo tomo o lo dejo —le respondí llevándome una cucharada a la boca y él solo rió.
—No era un consejo, pero después no digas que nadie te avisó. —Su mirada era intensa.
Como no le hablé más, él tampoco lo hizo. Al parecer es de pocas palabras al igual que yo. Terminamos de almorzar en silencio.
Me levanté, acomodé la silla. Al dar dos pasos tropecé con mis propios pies. Terminé recostada a la mesa con la cara en la bandeja que tenía sobras de comida y algunas de estas habían saltado al abrigo de Bastian que estaba justo al frente.
—Deberías tener más cuidado por donde andas —me gritó y todos los que estaban allí nos miraron y empezaron a murmurar.
—Lo-lo siento —dije a penas con un hilo de voz mientras sentía cómo se deslizaba por mi pelo un poco de comida.
—Si lo sientes haz algo. —Se quitó el abrigo y me lo dio. —¡Lávalo!
—Pero, ni siquiera fue tanto. Además, no soy tu criada —me defendí.
—¿Pero qué te crees? —preguntó indignado.
Se atrevió a alzar mis gafas y a colocarlas en mi cabeza, dejando al descubierto mis ojos azules. Me miró unos pequeños segundos. Fue una mirada diferente, no sabría cómo describirla. Parecía asombrado y hasta vi como su mirada se perdía en la mía.
¿Cómo se atreve a quitarme las gafas? No Adelyne, no entres en pánico, siempre que no vean lo demás, todo está bien. ¿Pero quién se cree para hablarme así? Pensé que era un buen chico. Ahí está siempre mi error.
—Bastian Muller no le hables así a Ade. Es una chica nueva y no la conoces, no sabes nada de ella, no merece que la trates así. —Me defendió Sophie que, salió de la nada. Es la primera vez que la oigo decir el nombre de Bastian completo.
—¿La defiendes? —se rió.
—¡Déjala en paz! —alzó la voz encarando a Bastian, aunque a él pareció importarle poco y sólo giró dándonos la espalda. —¿Estás bien? —Sophie se dirigió a mí.
—Sí tranquila, no pasa nada. Gracias —contesté.
Tampoco soy tan mala, al menos soy agradecida.
Espero no querer a Sophie como amiga. Aunque para mí, el hecho de que me defienda así, me ha conmovido el corazón. Nunca nadie ha hecho eso por mí, lo único que he recibido es burla.
Después de salir de la cafetería pasé por los baños a lavarme la cara y el pelo lleno de comida. Por suerte, el tinte no se quita tan fácilmente con agua; a pesar de no ser permanente, es un spray duradero.
Me miré al espejo con la cara empapada por el agua, y entoces recordé las veces que tuve que hacer esto en mi escuela anterior.
En plena cafetería estaba sentada sola en una esquina almorzando. Entonces viene una chica rubia y derrama a propósito el plato de espaguetis encima de mí.
—¡Ups! No sabía que estabas allí, eres tan blanca que no te había visto —dijo con voz chillona y jocosa.
Alcé la vista y la vi al lado de dos chicas más, la trigueña de piel oscura y la otra de pelo castaño claro. A esta última me dolió verla, en vez de estar sentada junto a mí está allí parada burlándose de mí. No tuve otra opción que pararme del asiento e ir al baño a llorar.
Me estaba quitando los restos de espaguetis de la cara. Mis lágrimas corrían por todo mi rostro mientras me miraba al espejo. Llegué a odiar haber nacido albina. No entiendo por qué me torturan física y emocionalmente cada día. Sobre todo esa chica de pelo castaño a la que llamaba "mejor amiga".
No pude evitar que saliera de mí una lágrima al recordar aquellos momentos. Pero me limpié la cara y pensé que no debía preocuparme. Ya no soy igual que antes, no tiene por qué ocurrirme lo mismo.
Salí del baño y volví al aula. Era el momento de la exposición. Me sentía un poco incómoda con Bastian después de haberme tratado así en la cafetería, la verdad no lo entiendo.
También le volví a agradecer a Sophie por haber sacado la cara por mí. Y su respuesta fue:
—Para eso están las amigas.
Eso me impresionó, pues nadie en mucho tiempo me había llamado "amiga".
—Bueno chicos, espero que estén preparados para la exposición de sus trabajos. Empezamos por el equipo de la última ilera. Pasen al frente. —Dijo Lucie, la profesora de Ciencias y Biología.
Bastian habló sobre el gato exótico, Ricardo sobre el Zorro de Fénec que habita en el Sahara y Arabia. Sophie habló sobre el Slow Loris, un mono lento o perezoso que habita en Asia. Y yo del Snowdrop, un pingüino sudafricano albino que murió en el 2004. Era solo uno de los cuatro casos que existían de esa especie albina.
Junto con el trabajo de los animales expliqué adicionalmente una moraleja para la vida ya que eres una de los puntos que evaluarían. Según la profesora "todos los animales tienen algo que enseñarnos"
—Este y otros animales albinos están en peligro y no sobreviven mucho debido a su debilidad ante los rayos solares y a que su falta de color los delata ante sus presas y depredadores. La vida en cautividad es su única salida.
>>Hoy día, muchos critican las cosas que caracterizan a una persona solo porque son diferentes, obligándolas a que vivan escondidas y en cautiverio de sí mismas. Pero yo creo que el no ser igual a los demás no debería ser motivo de burlas o acoso para esas personas.
Lo cierto es que quería defender a las personas que no encajan por tener diferencias. Pero yo misma tengo miedo de mostrale al mundo como soy en realidad.
Me sentí muy bien con la exposición porque en la High School, anterior no hubiera sido así. Recuerdo que un poco antes de venir para esta escuela también tuve que exponer un trabajo sobre algunos animales, pero no me fue bien.
Me había colocado enfrente del aula para empezar a exponer pero a la profesora le entró una llamada y salió a responderla. Entonces, la rubia, Claire, aprovechó para burlarse de mí. Decía que deberían llevarme para un zoológico. Los demás le siguieron la corriente y empezaron a reírse. Yo no aguanté más y salí corriendo del aula. Después de eso y el últimos incidente, tuve que venir para la New Waterford.
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