Capítulo 20 (I)
Adelyne
—¡Es hoy! —exclamé abriendo los ojos.
Lo primero que vi fue el techo de mi habitación. Estiré los brazos mientras todavía estaba acostada en la cama. Me giré hacia un lado, miré la hora en el reloj de la mesita de noche y me levanté de un tirón.
Es temprano, pero hoy se supone que vendría Bastian a mi casa, y mi maquillaje requiere tiempo. No me gusta maquillarme los fines de semana, pero no había nada que pudiera hacer. Si él venía no podía verme así convertida en la chica de color nieve.
Esta vez no tenía opción.
La verdad, no quería tener que involucrame con él y menos después de lo que me había dicho Sophie. Ella fue mala con Ricky, pero todos estamos en nuestro derecho de no gustar de alguien. También es mi amiga y no quiero hacerle daño.
Alejé todos mis pensamientos y me puse en acción. Tendí mi cama y organicé mi habitación, luego empecé con el plan: Maquillaje.
[...]
Abrí la puerta al sentir que Bastian estaba tocando. Lo dejé pasar y mi mamá lo recibió muy contenta de verlo otra vez. Al ver esta escena no hice más que voltear los ojos en blanco y negar con la cabeza.
Para poder estudiar con más tranquilidad subimos las escaleras que llevan a mi habitación. Abrí la puerta y con un gesto le indiqué que entrara. Se quedó mirando todos los alrededores.
Rodó sus ojos hacia la cama tendida y adornada de color rosa pastel, con algunas almohadas un poco más oscuras. También paseó su vista por la mesita de noche que tengo al lado de la cama portando una pequeña lámpara. Luego se detuvo a observar los cuadros que tengo colgados en las paredes blancas con fotos mías, claro, todas con el cabello oscuro. Siempre soy precavida, uno nunca sabe lo que pueda pasar...
Excepto por un detalle.
En el otro extremo de la habitación tengo una mesa con la laptop. Este espacio es al que llamo escritorio. Pero encima de esa mesa tengo una foto de cuando era pequeña, sin maquillaje y con mis cabellos blancos. Bastian caminó hasta allí para coger la foto enmarcada, pero fui más rápida y la cogí en mis manos antes de que él la tocara.
—¿No puedo verla Gatita? —preguntó riendo pero a la vez curioso.
—No —negué ocultando la foto detrás de mí espalda. —Es de cuando era pequeña y no me gusta... que la vean —aunque quise sonar segura fue un titubeo lo que salió de mi boca.
Bastian negó con la cabeza y volteó los ojos en blanco. Siguió caminando hacia el otro lado de la habitación, explorándolo todo y se fijó en un afiche que tengo en la pared.
—¿Quién es? —preguntó mirando la fotografía.
—Nastya Zhidkova, una modelo rusa —le respondí.
-¡Qué linda! Pero, ¿no está muy blanquita? -bromeó.
Él con sus chistes raros. Son malos, pero a mí me dan risa, aunque siempre intento ocultarlo.
—Sí, porque es albina —solté sin pensarlo mucho con tal de no reírme.
—¿Albina? —preguntó, pero yo cambié rápido la conversación al darme cuenta de lo que había dicho.
—Siéntate para comenzar la clase, antes de que anochezca —le impuse.
—Sí, como digas jefa —dijo llevando a su frente el dedo índice y el del medio, en forma de saludo militar, luego se sentó en una silla. —Tu habitación está bonita. Me imaginé que fuera toda oscura, con las paredes negras, porque así vestías antes de que llegara yo.
—Pero ya ves que no es lo que imaginabas. Además, yo no cambié por ti, yo cambié porque quise. —Rió al oirme decir eso.
—¿Conoces a la chica nueva? —me preguntó recostándose a la silla.
—Digamos que sí, ¿por qué? —cambié mi rostro sonriente por uno serio.
—Te vi hablar con ella, ¿de dónde la conoces? —siguió acediándome con preguntas.
—De mi escuela anterior. La conozco desde que soy pequeña —le dije, pero luego volví a cambiar la conversación. —Bueno, lo que debes saber es como dar información personal en francés, pero lo más importante es la pronunciación.
Él entendió que no quería hablar más del tema y por primera vez no siguió insistiendo. Puso atención a lo que le estaba explicando. Aunque las cosas eran básicas, Bastian no parecía concentrarse.
—A ver —cerré los ojos e inhalé y exhalé intentando buscar paciencia. —Tu fuerte no es la escritura, veamos cómo te va en la pronunciación. Te enseñaré una frase, debes intentar leerla.
[...]"Et je l'ai vi sourire, j'ai vu ses yeux me dire noyés dans un sourire: 'reste à mes côtés'. Ja'i pu sentir son coeur vibrer à cent l'heure[...] Mais je l'ai vi sourire, j'ai vu ses yeux me dire qu'il m'aimerait à mourir, qu'il me chèrirait. J'ai pu sentir mon coeur vibrer à cent à l'heure et je n'aurais plus peur." [...]
Bastian hizo lo que le pedí y leyó bastante aceptable.
—Dime profe, ¿qué tal lo hice? —me preguntó.
—Te falta para mi nivel, pero con eso estarás aprobado —espeté.
—No se vale —frunció el entrecejo. —Pero, ¿qué significa esa frase?
Mirándolo a los ojos, la recité de memoria:
—"Y lo vi sonreír, vi sus ojos decirme ahogados en una sonrisa: 'quédate a mi lado'. Pude sentir su corazón vibrando a cien por hora. Pero lo vi sonreír, vi sus ojos decirme que me amaría a morir, que me iba a querer. Pude sentir mi corazón vibrar a cien por hora y ya no tendré miedo".
Me sentí identificada con este fragmento. Mi corazón empezó a acelerarse porque el ambiente era perfecto: él frente a mí y nuestras miradas diciéndose tantas cosas sin necesidad de palabras.
Mis sentimientos ya no los podía controlar, sabía que no debía enamorarme, por eso hice un intento por mantenerme en pie sin que mis piernas tambalearan con torpeza por el nerviosismo.
Iba a decir cualquier tontería para romper el silencio, pero Bastian se adelantó.
—¡Qué romántico! —dijo jocosamente. —¿De dónde la has sacado? —preguntó sonriendo.
Un día me va a dar un ataque al corazón por su culpa. ¿Cómo puede bromear con todo? Aunque en estos momentos me alivia que haya sido así. Eso estabilizó el ambiente tenso.
—Es de una canción —le quité mi vista de encima. —Es de Indila. ¿no la has oído?
—No oigo música en francés.
—Te la recomiendo, es muy buena. Si quieres puedo enviarte algunas canciones subtituladas para que las entiendas —le surgerí.
Levanté mis ojos para verlo, pero no pude mantener la mirada, por eso rodé mi vista por toda la habitación como si estuviera explorando el lugar por primera vez.
—Perfecto. Me parece bien —me contestó. —Siempre es bueno salirse de la zona de confort y oír otros géneros ¿no crees?
Sabía que él me estaba mirando, esto me ponía aún más inquieta.
—Esa misma frase si aprendes a escribirla y a pronunciarla te servirá para la comprobación de la clase de francés —cambié el tema.
Últimamente me he vuelto una experta en eso.
Después de un rato, concluimos "las clases particulares". Al menos aprendió algo más de lo que sabía. Nos quedaban unos días para seguir practicando algunas cosas que también eran importantes.
—Justo a tiempo —dije mirando por la ventana del cuarto. —Falta poco para que oscurezca así que mejor te apresuras.
—No me botes Gatita ¿Así tratas a tus invitados? —protestó.
Ya lo conozco y sé que le encanta molestarme así que sólo volteé los ojos en blanco y agité la mano despidiéndolo.
Cuando pensé que Bastian iba a darse la vuelta lo que hizo fue acercarse a mí súbitambente. Se inclinó tanto que nuestras narices se rozaban. Sentí su respiración unos segundos, pero después reaccioné y lo aparté empujándolo.
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