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Capítulo 18

Bastian

   Estaba pasando por el frente de la escuela cuando vi la escena. Ricardo y Adelyne abrazados. Me enfureció tanto verlos que aplasté con fuerza la cajita de jugo de manzana que tenía en la mano.

—Ves, ¿no necesitas más nada para confirmarlo verdad? —se acercó Sophie hasta donde estaba yo.

—¿De qué hablas? —le dije sin quitar la vista de Ricardo y Adelyne.

—No te cieges ante la realidad. Ellos se quieren —me dijo agarrándome el brazo con las dos manos. —Y yo..., sabes que te quiero a ti. ¿No quieres intentarlo Bas?

—¿Qué dices Sophie? —indignado por su propuesta la miré con dureza. —Te conozco de hace algunos años, aunque no sé si te pueda llamar amiga, pero, sabes que no estoy interesado en ti. —Le dije con voz firme y sin titubear.

—Pero ¿qué te frena? Ya Adelyne tiene a Ricky. Y ahora podemos ser sólo tú y yo. —Me agarró más fuerte.

—¿Qué dices? Si antes de ella nunca me has interesado, además, ¿por qué la mencionas? —entrecé mis ojos frunciendo un poco el ceño.

—No sé, eso explícamelo tú. Lo que ocurre con ella, solo lo sabes tú Bastian. —Su tono de voz cambió a uno un poco irritado.

Entoces le quité el brazo de encima del mío y me fui sin responderle.

Adelyne

En la tarde estuve en el campo de fútbol mirando el partido. Aunque mi vista estaba fija en los jugadores, mi mente estaba perdida más allá del campo de juego. Aún me preguntaba el por qué Bastian se había alejado en estos días. Me puse a pensar que no hay nada peor que hacer de una persona un hábito y que luego se vaya desvaneciendo, llegando a ser desconocidos.

—Vi lo que publicaron en el sitio sobre tu y Ricky, los felicito —Sophie interrumpió lo que pensaba y se sentó a mi lado en el primer piso de las gradas.

—¿Rick y yo? —pregunté sin entender su comentario.

—¡Qué bueno! Me alegra que sea Ricky y no Bas —continuó a pesar de que mi rostro mostraba que no sabía a lo que se estaba refiriendo. —Como habían publicado rumores sobre Bastian y tú, pensé... que tenían algo. Pero me alegra saber que no es así. —Dijo relajada mirando el partido.

—¿A qué te refieres? —le interrogué sin comprender totalmente lo que estaba diciendo.

—Me gusta Bastian. Y como eres mi amiga, no podría hacer nada que te hiciera daño —sonó sincera. —Por eso me alegra que te vaya bien con Ricardo, es un buen chico.

Esto me puso a pensar por un momento. Ricky y yo no teníamos nada pero no se lo negué. Me centré más en el hecho de que ella sí tuviera algo con Bastian, eso hizo que me doliera el pecho.

Mi mente ya estaba divagando en el motivo de Bastian para no hablarme, pero ahora tenía otra cosa más en la que pensar. En el por qué me dolió tanto que a Sophie le gustara Bastian.

El partido terminó quedando empatado. Esta vez el equipo de Bastian ganó, pero yo no tenía la intención de felicitarlo.

Vi a Ricky caminando hacia mí. Me levanté para darle una palmadita. No diría de consuelo, porque su cara estaba alegre a pesar de que había perdido el partido. Su actitud optimista siempre la he admirado.

Ya estaba a unos pasos de distancia cuando ocurrió la misma escena de la otra vez. En esta ocasión sí vi cómo la pelota venía hacía mí. Puse mis brazos en la cara y cerré los ojos, pero luego de unos segundos volví a abrirlos al sentir que nada había pasado.

Bastian estaba muy cerca de mí. Me miraba con el rostro neutro y con la respiración un poco agitada por haber corrido rápidamente a bloquear el golpe de la pelota.

Mi corazón latía apresurado, aunque no sé si será por el susto del momento o porque Bastian estaba demasiado cerca. Ya había experimentado qué él me ponía nerviosa.

Me alejé rápido cuando me recuperé. Sabía que Sophie andaba cerca y no quería lastimarla ni que malinterpretara.

—Gracias —le dije a Bastian con el poco aire que me quedaba en los pulmones.

Él solo me observó, sin decir nada y luego se apartó.

Ricky se apresuró para verificar que no me hubiera pasado nada y yo le respondí moviendo la cabeza de arriba abajo lentamente para indicarle que estaba bien.

Pude ver como Bastian se daba la vuelta para marcharse. Se puso los audífonos y siguió caminando con su típica manera de hacerlo: relajado y despreocupado.

Rick y yo habíamos quedado en ir a comer algo juntos después de clase. Quería ayudarlo porque sabía que para él no debía ser fácil lo que le sucedió recientemente con la chica que le gustaba.

Me quedé a esperar que Ricardo recogiera sus cosas y luego nos fuimos juntos. Dimos un paseo por la isla y cenamos langosta.

En el camino de regreso conversamos un poco sobre el sitio de la escuela. Ricardo no sabía de que algo así existía. Se asombró aún más cuando le dije lo que habían publicado sobre nosotros. Estuvo dispuesto a investigar quién estaba detrás de ese sitio, porque para él no era nada divertido. Me explicó incluso, que eso también es una forma de bullying o acoso.

El siguiente día en el instituto no ocurrió nada fuera de lo normal, excepto por un sólo acontecimiento. Al comenzar la primera clase del día, una de las profesoras presenta a una alumna que se integraría a nuestro semestre.

—Hola, espero llevarme bien con todos —habló la nueva sonriendo tímidamente.

Como estoy en el último asiento me costó un poco detallarla, pero por la voz la reconocí. Me impresioné al saber que era ella.

¡Esto no me lo esperé!

—Soy Lara Brownie, un gusto conocerlos —se presentó y mi semblante cambió por completo.

Estaba igual que la última vez que la vi. Sus ojos verdosos, su pelo castaño ondeado un poco más largo y su mirada de "niña buena". Esa misma mirada que me hizo recordar cada palabra, cada acción, cada burla.

Respiré hondo para tranquilizarme.

—Soy una persona diferente. No soy la misma de la que todos se burlaban. Soy una nueva Adelyne -me repetí en la mente.

Mientras ella caminaba para lo que sería su nuevo puesto, nuestras miradas se cruzaron. La mía fija y penetrante. La de ella asustada y asombrada.

Se sentó en la fila del medio y acto seguido comenzó la clase.

En el receso, por más que me apresuré para salir, como siempre, me cogió un poco tarde. Todos se habían ido y estaba sola en el aula recogiendo algunas cosas; aunque bueno, Lara también estaba allí. Pero como para mí, ella no es nadie, es como si estuviera sola.

Lo que no quería que ocurriera ocurrió, se me acercó a hablarme. Pero antes de que me dijera algo le pregunté:

—¿Qué haces aquí? —alcé la vista para verla a los ojos.

—Supongo que no te alegra verme —dijo con su vocesita fina que ya no me conmueve. —¿Así me vas a recibir?

—¿Esparabas que te recibiera? —le respondí con una pregunta de vuelta.

—No, claro, después de todo lo que hice no merezco... —dejó de hablar porque la interrumpí.

—No me respondiste qué haces aquí. ¿Me persigues? —fui dura con ella.

—Mi abuela está enferma, está en las últimas y este último año lo pasaré aquí con mi mamá. Vinimos a ayudarla. —Me respondió mirando al suelo.

—¡Ah! Tu abuela materna que vive aquí —dije apenada.

Tampoco soy un monstruo y los problemas de salud de la abuela no tiene nada que ver con lo que su linda nieta me había hecho.

—¿Y tú por qué estás así vestida? Y ¿qué pasó con tu cabello? —me preguntó mirándome detenidamente.

—No tenemos más de qué hablar. Si necesitas algo de mi familia referente a tu abuela nos tienes aquí. Si no es nada que ver con eso, no tenemos por qué hablarnos.

Esquivé su pregunta. Entonces, terminé de recoger y salí.

Normalmente yo sería la chica indefensa e inocente que es como el cero a la izquierda. Pero en estas semanas me he dado cuenta que soy una persona igual que los demás y no tengo por qué dejarme intimidar por nada ni nadie y menos por ella. He cambiado, aunque en el fondo tenía un poco de miedo.

En multimedia: Lara la chica nueva.

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