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1

—Tengo la camisa negra, porque negra tengo el alma. 

—Tachihara, cállate. —dijo Chuuya molesto.

El pelirrojo de ojos ambarinos, había estado cantando la canción por todo el día, fuera del cuarto de Chuuya, hoy se cumplía la segunda semana que él de ojos azules estaba internado, sin dar respuestas. 

Honestamente, Tachihara estaba ansioso porque aún no le tocaba su turno para hablar con él en el interrogatorio, ya había intentado hablar con Chuuya a través de la puerta de la habitación, pero él solo lo ignoraba. 

Así que está fue su medida desesperada. Cantar la canción que cantaban ambos cuando Dazai se había ido de la Port Mafia. Aquella que le traía buenos recuerdos, la que se había convertido su canción favorita también, esperaba que significara algo para Chuuya, tanto como significa para él. 

Al menos, una sonrisa, eso esperaba, pero se conformaba con los insultos de Chuuya desde su cama, o las almohadas que tiraba a la puerta. Ya era un avance.

—¡Vamos, Chuuya! Canta conmigo —dijo Tachihara poniendo las manos en los barrotes que estaban en la puerta—. Te sabes la letra. 

Chuuya se erizo, se despojo de sus mantas y fue como una fiera a la puerta. 

—No quiero, no tengo el humor. Entiende. —dijo con un tono molesto, pero los ojos de Chuuya estaban aguados.

Tachihara se calló ¿Qué se le decía a un mejor amigo cuando estaba mal? Se empezó a regañar mentalmente, por no saber reaccionar, sin querer se dio pequeños golpes en la cabeza y se jalo el pelo con suavidad; cosa que Chuuya reconoció como uno de sus tics y se río sin querer.

El de ojos ambarinos quedo perplejo, pero acompaño a su mejor amigo con pequeñas risas, esto había sido mas que un avance. Así que se arriesgo.

—¿Estas bien, Chuuya? —preguntó.

—¿Tú que crees? Soy un desastre, tarado. —dijo intentando secar sus lágrimas. 

Tachihara intento acariciarle el pelo, como muestra de que lo apoyaba; no era bueno con las palabras, pero sin duda es el tipo de persona que te acompañaría en tus penas.

—Creo que tengo algo que te puede animar. —dijo Tachihara.

—¿Ah si? Eso quiero verlo. 

—Espera, es que no creí que me hablarías, así que lo deje en mi coche —dijo rascándose la nuca, mientras avanzaba a paso lento, a la vez que miraba hacia atrás, como si Chuuya fuera a desaparecer si dejaba de observar—. ¡Solo, espera!

Chuuya suspiro, de alguna manera se sintió mas relajado, pero volvió a sentir ansiedad al sentirse completamente solo. No le gustaba esa sensación. 

No quería estar otra vez solo. 

Aunque no lo había mostrado desde que lo internaron, apreciaba la compañía de Tachihara, a pesar de que decía puras babosadas, o que le hablará de que pensaba que Gin lo quería matar, le ayudaba a no pensar. No dio respuesta porque no quisiera, no podía. Estaba seguro que si abría la boca, iba a gritar.

Él no quería dañar a su mejor amigo, no por algo que ni siquiera estuvo involucrado. 

Chuuya estaba en el suelo, en forma fetal, se estaba jalando el pelo; no podía estar tranquilo, sentía que si la sensación seguía, se iba a terminar arrancando el pelo. Solo podía ver obscuridad.

—¿Chuuya? 

—¿Dazai? —dijo, abriendo los ojos analizando la habitación—. ¿Dónde estás? ¿Dazai? No juegues, vamos ¿Dónde estás? 

—Estoy aquí, Chuy. 

—Habla una vez más —dijo sentándose en su cama—. No te veo.

—Pff, en tu anillo, petit. —dijo en un tono burlón, Dazai— No tengo mucho tiempo, ¿estás bien?

—Eso dímelo tú, no sé cuantos días llevo aquí, ya temía lo peor, idiota. —dijo intentando aguantar sus lágrimas, ¿Cuántas veces iba a llorar por ese imbécil?— ¿Dónde estás? 

—Eso no te lo puedo decir, chibi. —dijo Dazai—. Pero, estoy bien, pronto te sacaré de ahí ¿Si?

—Dazai, necesito respuestas, no puedes solo decirme que espere ¡Estás siendo injusto! —dijo Chuuya alterado. 

Se escuchó intervención y pasos. 

—¿Dazai? 

—Lo siento, Chuuya, tengo que irme; solo cuídate, por favor. —dijo Dazai. 

Chuuya llamó varias veces por él nombre de Dazai. Lo intento, le gritó, lo amenazo que si no respondía, lo iba a dejar, lloró, le dijo que estaba desesperado, que al menos le dijera cuanto tiempo, lanzó el anillo a la pared muchas veces. Aunque claro, luego volvía a buscarlo, para ponérselo con desesperación. Obviamente, no recibió respuesta.

Chuuya había vuelto a su posición fetal, pero esta vez en una esquina. 

—Chuuya, llegué, lamento la tardanza, se me cayeron las llaves en el water, y sabes yo no sabía que esa mierda daba pelea, te ju... —se interrumpió al ver a Chuuya tan mal—. Oye, mira traje un petrus, tu favorito, incluso tengo copas.

Tachihara vio como Chuuya lo observó al escuchar su voz, pudo jurar que vio un poco de alivio en esos ojos que reflejaban un mar turbulento. 

—¿Qué sucedió? —preguntó.

—Nada importante, solo estaba pensando —dijo Chuuya— ¿Vas a servirme una copa? Aunque seguro que los guardias no te dejarían pasar con esto ¿Qué hiciste? 

—Soy un mafioso, son cosas del oficio, no diré nada. —dijo Tachihara, con una sonrisa orgullosa.

—Bueno, mientras no hayas matado a nadie.

Tachihara se puso nervioso.

—¿Cómo que no matar a nadie? ¿Eso es lo normal no? —dijo Tachihara rascándose la nuca.

Chuuya hizo el gesto de tirarle vino a la cara, pero no iba a desperdiciar su preciado vino, en el idiota que tenía de mejor amigo.

—¡Son enfermeros! Tachihara, cuidan a las personas que están aquí, al igual que los guardias ¡Se supone que tenemos un código de ética! —dijo Chuuya, con dos dedos en el puente de su nariz. 

—Oh, no, no, según recuerdo ese eres tú. —dijo cruzado de brazos—. Un mafioso es del bajo mundo, Chuuya. 

Chuuya chasqueo la lengua. 

—Dime cuantos mataste. —reclamó.

—Uno, esta justificado porque estaba tratando mal a un paciente, además ¿De verdad crees que dañaría porque si? Me conoces, soy inofensivo. —dijo con un tono ofendido. 

—¿Inofensivo? Te he visto matar gente, idiota. —le respondió Chuuya.

—Ay ¡Solo bebe el jodido vino! Intento animarte y te pones mamón. 

Chuuya no chisto, y se bebió el vino como si no hubiera tragado en días, aunque ni si quiera pudo agradecer por la copa, ya que se acercaban guardias a paso apresurado, le devolvió la copa a Tachihara, para luego correr a su cama. 

Conocía el motivo de la prisa de los guardias. No quería ir. 

Pudo ver de reojo como apartaban a Tachihara de la puerta, entrando con un escudo los cuatro guardias, debido a la agresividad que presento la última vez que quisieron llevarlo a ese lugar a la fuerza. 

—No iré a ese lugar de mierda. —sentenció.

—No te estamos preguntando, vas a ir. Es necesario, lo sabes, ¿acaso no quieres ver a tu prometido? —dijo uno de los guardias.

—Si quiero, pero no de está forma, no iré. Inténtenlo, pero sufrirán mas que yo.

Los guardias no se inmutaron, se acercaban cada vez mas rodeando la cama con el escudo por delante, Chuuya lanzaba patadas, tiraba todo lo que tenía a su alcance, logró empujar a uno y ganar terreno, pero sintió como algo fue lanzado atrás suyo. Una red. 

Forcejeo sin ningún resultado, mordió, araño, odiaba todo. Pero mas odiaba las esposas que traía consigo, que lo privaban de usar su habilidad. 

Para colmo, lo sedaron, lo último que vio fue como era arrastrado, además de que cada vez veía a su mejor amigo mas lejos que antes.


Todo se torno obscuro en la mente de Chuuya.



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