039.
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El comandante Axton y su amigo Cody lideraban a los hombres en uno de los numerosos frentes abiertos de la República en el Borde Exterior. Los hombres luchaban sin descanso en Yerbana, intentando llegar al otro lado del puente para acabar con el asedio en la otra mitad del planeta.
Sin apenas apoyo aéreo, Cody y Axton llamaban a gritos a sus hombres para que retrocedieran.
—¡Necesitamos refuerzos! —gritó el comandante de armadura gris.
Un caza chocó contra uno de los soportes del puente, haciendo que los escombros se precipitaran alrededor de los clones.
El comandante Cody aulló de nuevo.
—¡Retroceded! ¡A cubierto!
Axton corrió hacia adelante, apretando los dientes ante lo que sucedía frente a él. Los droides habían levantado una barricada con cañones incluidos, y sus tropas lo estaban notando. Además, eran incapaces de localizar al droide táctico que estaba dirigiendo el asalto.
Un cohete se levantó sobre las cabezas de los comandantes. Axton sólo pudo contener la respiración mientras veía cómo el proyectil se dirigía a ellos...
Hasta que, justo cuando llegaba el impacto, el general Kenobi apareció y partió el proyectil por la mitad. El calor envolvió a Axton, pero el hombre parecía no haberse dado cuenta de nada mientras Dhejah Ernark daba un salto desde una cañonera a su lado, devolviendo disparos de inmediato con sus sables azules.
—¡Generales! —exclamó Cody.
Obi-Wan empujó su flequillo hacia atrás.
—¡Cody, a cubierto!
Los clones se dieron prisa en seguir las órdenes del hombre, escondiéndose tras el ala caída de una cañonera de la República.
Dhejah y Obi-Wan se arrodillaron frente a ellos.
—Veo que todo va de maravilla por aquí —suspiró Kenobi.
—No les esperábamos —observó Axton—. Pero menos mal que han llegado.
Dhejah sonrió, quitándose hollín de la mejilla.
—Somos los refuerzos, chicos.
Cody negó con la cabeza.
—Nuestros esfuerzos son inútiles: no localizamos al droide táctico. Se mantiene oculto.
Una explosión hizo temblar el suelo. Axton sujetó a Dhejah por el brazo para que no levantara la cabeza de su escondite.
—¿Cuánto va a tardar Skywalker? —le preguntó ella a Kenobi.
—Estoy aquí.
Los cuatro se giraron sobre sus hombros para ver a Anakin tan tranquilo, esquivando disparos con movimientos ligeros de su cuello. Dhejah se cruzó de brazos, mirándole desde el suelo con el ceño fruncido.
—¿Qué hacéis ahí abajo? —añadió el caballero Jedi.
—¡Ponernos a cubierto! ¡Agáchate! —le dijo Kenobi.
Anakin sonrió.
—¿Hablas en serio? Ahí sólo puede haber... unos mil droides, como mucho.
A pesar de la situación, Dhejah sonrió también.
—Alardear no es el estilo Jedi, Anakin.
—Supongo que no.
Comenzó a caminar por encima de los escombros que mantenían ocultos a los demás.
—¿Qué pretendes hacer? —preguntó Obi-Wan—. ¿Dónde están Rex y Riane?
El joven se giró sobre su hombro para mirarlos.
—Acabamos pronto con nuestra batalla, así que decidimos venir a ayudar con la vuestra.
Sin más, comenzó a andar completamente sólo hacia los droides, sin si quiera encender sus sables.
Obi-Wan suspiró, girándose hacia Dhejah y señalando su propia cabeza.
—¿Ves estas canas? —le dijo—. Él me las saca.
Dhejah rió mientras Obi-Wan la miraba con una sonrisa. Para preocupación de Axton, la Jedi volvió a asomar la cabeza sobre los escombros para ver qué hacía Anakin.
Parecía estar hablando con los droides. Los cuales habían dejado de disparar.
"¿Cómo se las arregla?"
—¡Vengo a rendirme!
Dhejah y Axton intercambiaron una mirada. El clon suspiró.
—Y yo que pensé que me había tocado una Jedi que hacía cosas raras...
Dhejah ensanchó su sonrisa.
—¿Te sientes afortunado entonces?
—Oh, sí.... Muuuuucho —suspiró el comandante.
Aun así, Anakin consiguió que el droide táctico subiera a la plataforma, desde donde las fuerzas de la República podían verle.
Le hizo una señal a su droide R2, y los clones vestidos de azul salieron de debajo del puente, atacando a los droides desde el aire gracias a mochilas propulsoras. Dhejah observó cómo Riane Unmel le volaba la cabeza al droide táctico de un solo disparo.
—Quiero unas mochilas de esas para mis chicos —le dijo Dhejah a Obi-Wan.
Él puso los ojos en blanco.
—Cody, Axton, pueden unirse a la lucha.
Los dos clones asintieron.
—¡Sí, señor! ¡Adelante!
—¡Vamos, muchachos! ¡Al ataque!
Mientras los clones corrían al frente, Obi-Wan y Dhejah caminaron tranquilamente hasta Anakin. El joven se giró para mirar a Dhejah con una sonrisa de autosuficiencia en la boca.
—¿Te gustan esos cacharros? —le preguntó, refiriéndose a las mochilas—. A Riane le encantan y ha convencido a Rex para que se ponga una.
Dhejah asintió.
—Estoy deseando que me digas dónde tengo que pedirlas para que les den unas a los chicos.
Obi-Wan carraspeó para atraer su atención.
—Bravo, Anakin. Lo has vuelto a conseguir.
Él se encogió de hombros.
—No todo el mérito es mío: vuestra imagen de impotencia ha hecho que se tragasen mi rendición.
—Siempre es un placer ayudar, amigo.
Dhejah intercambió una mirada entre ellos, con una sonrisa. El comunicador de Anakin pitó.
—Aquí Skywalker —dijo—. ¿Qué pasa, almirante?
—Señor, hemos recibido una transmisión de alguien que ha usado su frecuencia subespacial "Fulcrum".
—¿Saw Guerrera? —preguntó el caballero.
Kenobi frunció el ceño y negó con la cabeza.
—Quizás el asedio a Onderon haya ido a peor —observó.
—No, señor, no es Guerrera —respondió el almirante—. Deberían venir a contestarla a la nave. Los tres.
Los Jedi intercambiaron una mirada. Dhejah se inclinó hacia Anakin para que el transmisor captara su voz.
—Le pediré a uno de mis chicos que nos lleve en una cañonera de inmediato, almirante. Estaremos allí en unos minutos.
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Los tres amigos atravesaron El Resuelto hasta llegar a la sala de comunicaciones unida al puente de mando del buque insignia. Skywalker se adelantó.
—A ver, almirante. ¿Qué es tan importante que nos ha obligado a volver aquí...?
Era imposible para los tres no reconocer a una de las figuras de la transmisión. Ahsoka Tano había crecido en los meses que habían pasado desde que había abandonado la Orden Jedi. Dhejah distinguió más seriedad en su mirada familiar cuando se giró hacia ellos. Lejos estaba la niña que había conocido al principio de las guerras clon.
Reconocía a la mujer mandaloriana al lado de la ex-Padawan: Bo-Katan Kryze. La mujer que les había ayudado a ella y a Obi-Wan a escapar de Maul cuando habían ido a Mandalore a ayudar a la duquesa Satine.
—Hola, Maestro —respondió la joven—. Cuánto tiempo.
Obi-Wan y Dhejah intercambiaron una mirada incómoda. Anakin estaba boquiabierto, como procesando lo que veían sus ojos en la mesa de transmisiones, mientras el almirante lo observaba todo con un gesto comprometido.
—Ah-Ahsoka —consiguió articular el caballero Jedi—. ¿Qué...? No puedo creerlo. ¿Cómo estás? ¿Dónde estás? ¿Estás bien?
Ella no cambió el gesto. Dhejah se tragó un suspiro mientras observaba la escena.
—Estoy bien, gracias —respondió—. Ojalá hubiera más tiempo para hablar, pero tengo una información urgente para los tres.
Dhejah observó a los hombres. Anakin seguía con la boca abierta y Kenobi le miraba con el ceño fruncido. Ella misma dio un paso hacia la transmisión.
—Adelante, Ahsoka.
Ella asintió hacia la Maestra Jedi y señaló a la mandaloriana a su lado.
—Lady Bo-Katan y yo hemos localizado al Lord Sith renegado, Maul. Y si actuamos rápido, creemos que podemos capturarlo.
Los Jedi se miraron entre sí. Kenobi se pasó una mano por la barba y asintió hacia Dhejah. Ella volvió a girarse hacia Ahsoka.
—Estamos a punto de abandonar el sistema de Yerbana para volver a Coruscant —le informó—. Antes debemos detenernos en un sistema cercano para recoger a mi antiguo Padawan y a sus tropas. Os daré las coordenadas y nos reuniremos en ese punto de encuentro. Nos lo podéis explicar todo una vez allí.
Ahsoka frunció el ceño ante la mención de Brandar. Quizás quiso preguntar por el significado de "antiguo Padawan", pero la cuestión es que, al final, no lo hizo.
—Está bien, Maestra Ernark —respondió la togruta—. Nos veremos pronto, en ese caso.
La mandaloriana asintió y la transmisión se cortó.
Dhejah miró a Anakin, quien seguía observando la mesa como si la transmisión siguiera ahí, y después se giró a Obi-Wan.
—Avisaré a Brandar de esto —se excusó.
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Brandar insistió en acompañar a Dhejah y a los otros dos Jedi a la recepción de Ahsoka. Su antigua Maestra esperaba ilusión y emoción de su parte, pero Brandar sólo había fruncido el ceño ante las noticias. Una vez en la nave, apenas había hecho comentarios al respecto.
Dhejah había notado una continua evolución en su carácter desde que se había convertido en caballero. Supuso que aquello era una nueva demostración de la serenidad que había encontrado.
Así pues, los cuatro Jedi avanzaron, junto a R2-D2, hasta la parte de atrás del hangar, donde una nave mandaloriana estaba atracando.
—Ahora todo tiene sentido —dijo Anakin mientras esperaban.
—¿El qué? —preguntó Obi-Wan.
—Si Ahsoka no hubiera abandonado la Orden, no habría estado donde debía estar.
Dhejah frunció el ceño, pero no dijo nada.
—Es una forma de verlo, supongo.
Anakin se giró bruscamente hacia Obi-Wan.
—Es la única forma de verlo. Vamos a capturar a Maul, por fin. Pensaba que estarías más entusiasmado.
Obi-Wan agachó la cabeza. Dhejah sabía que estaba pensando en lo que había ocurrido las dos veces que había visto al Sith, así que decidió intervenir.
—Anakin —dijo lentamente—. Debemos de ser prudentes en esta situación.
Él la miró con cara de fastidio, pero Obi-Wan asintió en agradecimiento y continuó hacia la nave, que por fin abría sus puertas.
Brandar se removió al lado de Dhejah, pero no dijo nada mientras mantenía la expresión de seriedad en su rostro. R2, por el contrario, pitó con alegría y avanzó hacia la joven togruta, que descendía por la pasarela.
Ella le posó una mano amistosamente en la cabeza robótica y avanzó hacia los Jedi, varios mandalorianos, incluyendo a Bo-Katan, a sus espaldas.
—Ahsoka —empezó Anakin—. Me alegro tanto...
Ella levantó una mano para cortarle.
—Ya nos pondremos al día en otro momento —sentenció—. Las cosas van muy deprisa.
—Cada minuto que perdemos aquí, le da a Maul la oportunidad para escapar —observó Bo-Katan.
Anakin bajó la cabeza, decepcionado, pero Dhejah asintió hacia las dos mujeres.
—Lo entendemos —dijo Dhejah—. Por favor, hablemos en el puente de mando.
Se dio la vuelta, y vio de reojo cómo Ahsoka y Brandar intercambiaban asentimientos de cabeza. Toda la comitiva se abrió paso hasta el puente en silencio. Se reunieron alrededor de una de las mesas de transmisión de la antecámara. Dhejah pidió a los oficiales que les dejaran a solas con los mandalorianos.
Brandar se posicionó a su lado en la mesa, con Anakin y Obi-Wan cruzados de brazos a su lado.
—Bo-Katan ha estado siguiendo los movimientos de Maul durante meses —les explicó Ahsoka—. Yo pude obtener unos códigos de transmisión de los Pykes en Oba Diah, que la han ayudado a conocer sus ubicaciones anteriores.
—¿Qué hacías tú en Oba Diah? —dijo Skywalker.
Ahsoka frunció el ceño.
—Es una larga historia, y no es relevante ahora mismo.
—Lo que sí es relevante —intervino Bo-Katan—, es que sabemos que Maul está en Mandalore, en la ciudad de Sundari.
Apretó un botón en la mesa transmisora, y un holograma de la ciudad se desplegó.
—¿Estás segura de eso? —preguntó Obi-Wan con escepticismo.
—Llegó hace dos días.
—¿Y por qué no acabas con él tú misma? —preguntó Brandar—. O, más concretamente: ¿qué quieres de la República?
Ahsoka alzó las cejas ante las palabras tan directas del joven. Sin embargo, ninguno de los Maestros dijo nada: al fin y al cabo, Brandar era ya un caballero Jedi, y hacia una pregunta muy acertada. Bo-Katan se giró hacia Ahsoka. Ella asintió.
—No tengo efectivos suficientes para un asedio. Sin un bloqueo total de la ciudad, Maul volverá a escapar. Por eso propongo una operación conjunta: si tenemos éxito, vosotros tendréis a Maul, y yo tendré Mandalore.
Los Jedi se miraron entre ellos.
—El general Eross tiene razón —les dijo Dhejah—: si la República interviene y te ayuda a atacar, estará rompiendo tratados centenarios.
Ahsoka tenía la mirada clavada en Brandar, como si reparara ahora en la ausencia de su trenza de Padawan, en su gesto endurecido, en sus hombros ensanchados y en la barba de dos días que se había dejado.
—Y nos veremos arrastrados a otra guerra —añadió Kenobi.
—¿Qué importa una más? —señaló la mandaloriana.
Obi-Wan arrugó los labios. Anakin se aclaró la garganta antes de hablar.
—Bueno, aún no hemos terminado con la primera.
Ahsoka puso los ojos en blanco disimuladamente.
—Informaré al Consejo Jedi de esta situación —sentenció Obi-Wan, girándose hacia la puerta.
—¡No hay tiempo! —exclamó Bo-Katan, haciendo que Kenobi se girara hacia ella de nuevo—. La influencia de Maul en Mandalore está destruyendo a mi pueblo. ¡Él mató a su gobernante, mi hermana! —Y luego añadió—: Creí que ella era importante para ti.
Dhejah se tragó un suspiro mirando a Obi-Wan. Sus ojos se cruzaron durante un segundo hasta que él finalmente respondió.
—Así era, y lo sigue siendo —dijo seriamente—. Pero no puedo dejar que mis sentimientos nublen mi juicio. El Consejo decidirá cómo debemos actuar.
Sin más, se volvió a girar hacia la puerta.
—Dhejah, acompáñame.
Sorprendida, ella asintió hacia los demás y siguió a Obi-Wan. Cuando desaparecieron tras las puertas, Bo-Katan arrugó el gesto en disgusto, girándose hacia Ahsoka.
—Te dije que era una pérdida de tiempo.
Ella y sus hombres salieron por la puerta contraria, dejando sólos a Anakin, Brandar y Ahsoka. Ella suspiró.
—Estoy seguro de que comprendes la situación, Ahsoka —dijo seriamente el caballero Jedi más joven.
Ella le miró a los ojos durante un segundo.
—Comprendo que, aunque algunas cosas han cambiado, muchas otras no lo han hecho.
Eso hizo que Brandar sonriera, mientras Anakin les observaba con incomodidad.
—Así es —dijo él—. Bueno, ha sido un placer verte de nuevo, vieja amiga —añadió—. Pero el deber me llama: debo atender a mis tropas y hablar con mi capitán.
Ella asintió, despacio.
—Claro, general —dijo despacio—. Espero verte pronto.
Él le dio una corta reverencia antes de salir por donde los mandalorianos lo habían hecho. Se giró sobre su hombro para darle una sonrisa a Ahsoka en el último momento.
—Ten esperanza, y que la Fuerza te acompañe.
Ella asintió de nuevo, una privada sonrisa rozándole la comisura de los labios, y las puertas se cerraron tras él.
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Dhejah miró a Obi-Wan de reojo. Frente a ellos, los ventanales del puente dejaban ver las estrellas del espacio exterior. Habían elegido un lugar apartado de los clones para contactar al Consejo.
—¿Estás bien? —le preguntó ella en voz baja.
Kenobi la miró de reojo brevemente mientras configuraba el transmisor.
—Sí, no te preocupes, querida.
Ella frunció los labios.
—¿Estás seguro de que quieres que esté contigo mientras contactas al Consejo?
—Sí —volvió a responder—. Quiero que sepan que confío plenamente en ti, y puede que te tomen en cuenta si deciden ayudar a Mandalore.
Ella asintió despacio. Observó el transmisor en el suelo hasta que las dos figuras que esperaban se proyectaron ante ellos. Mace Windu y el venerable Maestro Yoda. El resto del Consejo debía de estar ocupado.
Ambos se inclinaron ante sus miradas.
—Maestros —saludó Kenobi—. Les contacto para comunicaros que hemos hablado con Ahsoka Tano y Bo-Katan Kryze. Como esperábamos, han propuesto una operación conjunta para capturar a Maul y recuperar Mandalore.
Los otros Jedi se miraron entre ellos. Dhejah percibía que algo no iba bien.
—Capturar a Maul sería muy útil para el avance de la guerra —dijo Windu—. Pero me temo que, en estos momentos, enviar un Jedi con ellos será imposible.
—¿Maestro? —preguntó Ernark.
Mace la miró con seriedad, como debatiéndose en decirle lo que pasaba. Al final lo hizo.
—Grievous ha atacado Coruscant: el capitolio. La maestra Shaak Ti ha ido a proteger al Canciller, pero hemos perdido contacto con ella. Vosotros sois el equipo más cercano: debéis sumaros a las tropas de inmediato.
Dhejah miró a Obi-Wan.
—Anakin y yo iremos tras el Canciller —declaró él.
Yoda golpeó con su bastón en el suelo.
—La Maestra Ernark y el caballero Brandar Eross a la batalla aérea serán enviados —decretó—. Apoyo contra sus naves necesitamos.
—Sí, Maestro.
Kenobi cortó la transmisión y se giró a Ernark.
—Avisaré a Anakin y a Ahsoka.
Ella asintió.
—Prepararé a mis hombres.
Dhejah se giró al almirante y le hizo dar la alarma. Después pulsó su transmisor de muñeca.
—¿Teniente Unmel?
La voz sorprendida de la mujer le contestó.
—A su servicio, general.
—Reúnase conmigo de camino al hangar tres. Necesito su mejor plan de contingencia aéreo.
—Enseguida, general.
Dhejah comenzó a caminar, avisando a Brandar de que una nueva misión se les había asignado. Antes de entrar al hangar, vio a Unmel correr hacia ella, la armadura más oscura que la de los clones. Se quitó el casco, cruzado por un rayo azul, dejando ver su pelo moreno y su piel bronceada, y se cuadró para después tenderle un datapad a la general.
—Este es el plan "barrido", señora —le explicó mientras entraban al hangar—. El general Skywalker lo utiliza ante un gran número de naves con el escuadrón oro. Cuenta con tres distracciones y cuatro variaciones de ofensiva.
Dhejah revisó la estrategia por encima.
—Gracias, teniente —le dijo—. ¿Parten con nosotros?
Ella negó débilmente con la cabeza.
—No, señora, el general Kenobi ha autorizado que parte de la 501 viaje a Mandalore bajo el mando del capitán... Quiero decir, del comandante Rex.
Dhejah elevó una ceja y no se le escapó el orgullo con el que decía eso, pero no dijo nada.
—Ya veo. Bueno, ha sido un honor luchar junto a usted una vez más en esta campaña.
Riane asintió mientras se ponía el casco, una sonrisa en la cara.
—El placer ha sido mío, general. Buena suerte.
Se despidieron, y Dhejah dejó que se fuera mientras caminaba a la lanzadera que la llevaría a su buque insignia, El Resistencia, donde su escuadrón comenzaba a preparar las naves.
Una vez allí, sintió cómo saltaban al hiperespacio. Llegarían en una hora.
Y Dhejah tenía la sensación de que todo iba a cambiar.
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