016.
━━━━━━━━━━━ ✦₊˚.
Jira se pasó las palmas sudorosas de las manos contra la tela rígida del vestido granate que había elegido para la ocasión. Los abucheos y los aplausos se mezclaban, pero quedaban a sus espaldas. Mientras su plataforma retrocedía hacia la pared del Senado, se giró a la derecha, para ver el otro lado de las gradas. Desde su propia plataforma, Padmé Amidala le dedicó un solemne asentimiento con la cabeza. "Buen trabajo", le dijo con los labios. Jira le sonrió.
—¡Los Separatistas nos aplastarán si dejamos de producir clones! —gritó un senador, intentando hacerse oír.
—¡Debemos detener esta guerra! —respondió otro.
El Canciller Supremo levantó las manos desde la plataforma central, acallando los gritos.
—La moción se someterá a votación al final de la rotación.
Jira dio un suspiro, agotada por las emociones del día, pero salió de su plataforma hacia el pasillo del Senado en cuanto tuvo ocasión de hacerlo. Allí la esperaban Dhejah Ernark, su hermana, y el comandante Axton. Los nervios que había sentido antes de dar su discurso volvían ahora.
La Jedi le dio una pequeña sonrisa. Había estado más distante desde el ataque a Thunij, algo que Jira intentaba no recordar.
—Lo has hecho muy bien, hermana —le dijo Dhejah mientras le ponía una mano en el hombro—. Estoy segura de que dará los resultados que esperáis.
Jira asintió cortamente, no tan segura de ello, aunque no dejó que se le notara.
—Tendremos que esperar a la votación.
Dhejah se apartó hacia un lado para que Jira pudiera hablar con Axton. El comandante llevaba el casco bajo el brazo, lo que dejaba que Jira viera su pelo corto y negro, así como la piel recién afeitada. Era más baja que él, así que le veía sin problemas la cicatriz que le cruzaba la babilla hasta el pómulo derecho. Los ojos marrones del hombre se empequeñecieron al sonreírle.
Jira quería abrazarle, pero se contentó con que Axton tomara su mano derecha y dejara un beso sobre su piel.
—Senadora —le dijo en voz baja—. Ha estado usted radiante, como siempre.
Ella se sintió sonrojar.
—Gracias, comandante.
Los guardias de la senadora los acompañaron por los pasillos hacia su despacho. Se cruzaron con Padmé y con Bail Organa por el camino. Sus dos amigos se unieron a ellos durante el paseo, y Jira discutió con ellos los posibles resultados de aquella votación. Era algo muy importante para su grupo, pero las posibilidades de que la moción se aprobara eran escasas.
—¿No te preocupa que alguien pueda hacerte daño? —le preguntó Dhejah a su hermana cuando entraron en su despacho y los tres quedaron a solas—. Lo que has presentado es una moción muy polémica, y no me extrañaría que alguien intentara silenciarte a ti o a alguno de los otros senadores que te apoyan.
Jira suspiró, sentándose en uno de los sofás negros de la sala. Axton y Dhejah se posicionaron en extremos diferentes del que había enfrente.
La joven mujer se encogió de hombros.
—Por supuesto que he tenido en cuenta esa posibilidad —le dijo mientras un droide de protocolo les ofrecía una copa. Jira aceptó la suya, pero tanto Axton como Dhejah decidieron no beber—. Aumentamos mi seguridad, pero no podemos dejar que un posible ataque nos debilite. Soy senadora: estoy siempre en el ojo público. Cualquier cosa que haga puede considerarse polémica.
Dhejah asintió, pasándose una mano por la barbilla. Levantó la cabeza para mirar por la ventana, y Jira y Axton intercambiaron una tímida mirada.
—La verdad —empezó Dhejah—, es que...
Un pitido la interrumpió. Suspiró mientras sacaba el transmisor del bolsillo de la capa que llevaba puesta. Jira asintió en su dirección, dándole permiso para responder. La Jedi se levantó para caminar hacia una esquina. Aunque se había alejado, Axton reconoció la voz de Obi-Wan Kenobi al otro lado de la transmisión. Jira pareció hacerlo también, porque negó levemente con la cabeza, una sonrisa divertida en sus labios mientras acercaba la copa a ellos para dar otro trago.
—Obi-Wan —saludó Dhejah—. ¿Ha pasado algo?
Axton miró de reojo hacia el holograma. El hombre tenía los brazos cruzados sobre el pecho.
—Sé que estás en el Senado, pero el Maestro Yoda y el Maestro Windu han solicitado tu presencia en el Templo.
Y, como siempre, pensó Axton, es él quien la llama.
Dhejah volvió a suspirar, pero asintió hacia el otro Jedi.
—Está bien. Saldré de inmediato.
—Hasta pronto, entonces.
La transmisión se cortó y Dhejah volvió a su lado.
—Lo siento —le dijo a su hermana con sinceridad—, pero debo regresar al Templo.
Axton se levantó inmediatamente, pero la general levantó una mano hacia él.
—Puedes quedarte, Axton —le dijo a él con una pequeña sonrisa—. Te contactaré cuando sepa de si se trata de una nueva misión.
El clon estiró los hombros hacia atrás, asintiendo.
—Claro, general.
Las dos hermanas se abrazaron cortamente.
—Gracias por venir —le dijo Jira.
Dhejah asintió, le susurró algo al oído y salió por la puerta del despacho. Axton volvió a sentarse, de pronto bastante más nervioso, y Jira se posicionó a su lado.
Intercambiaron una sonrisa nerviosa.
—Me alegro mucho de verle, comandante.
━━━━━━━━━━━
Dhejah Ernark se aproximó a una de las Salas de Guerra del centro Jedi a paso rápido. Se había encontrado con su Padawan por el camino, así que le había pedido al joven Brandar que la acompañase. El niño parecía nervioso desde la misión a Thunij. Puede que Brandar consiguiera enmascarar sus emociones muy bien, siempre bajo una dulce fachada de autosuficiencia infantil, pero Dhejah le conocía demasiado bien como para no ver la verdad.
Le miró de reojo. El niño estiraba las piernas para andar a la misma velocidad que su Maestra, que era más alta.
La voz de Jira resonó en su cabeza.
—Pero le quieres, ¿verdad? —había dicho la senadora con confusión—. Aunque se suponga que no debes sentir amor, tienes que quererle.
Dhejah había asentido.
—Por supuesto —había confesado—. Fui yo quien le llevó al Templo: es mi aprendiz.
Jira había asentido, intentando comprender cómo funcionaba el interior de un Jedi.
—Supongo que es como tu hermano —le había dicho—. Puede que tú y yo tengamos la misma sangre, pero...
La mayor de las Ernark le había dado una sonrisa cohibida a la otra.
—Prácticamente le he criado —le explicó—. Veo en él a un hermano pequeño, a un hijo... como quieras llamarlo.
De esa conversación hacía ya casi un par de años. Entonces, Jira y Dhejah se veían mucho menos, su relación era más fría. Aun así, Dhejah nunca le había mentido: daría su vida sin pensarlo para salvar la de su pequeño Bran.
—Maestra —dijo el niño—, ¿sabes de qué puede tratarse esta reunión?
Ella reparó en que se aproximaban a la Sala de Guerra. Negó con la cabeza.
—No, Brandar. ¿Algo te preocupa? —adivinó.
El rubio apartó la mirada, pasándose una mano por la trenza de Padawan con ausencia.
—No es eso —le dijo—. Solamente espero poder ir contigo, Dhejah.
La mujer se detuvo en la entrada de la habitación para posarle una mano en el hombro. La preocupación del niño hacia ella le hizo sonreír dulcemente.
—No temas, entonces —le aseguró.
Ambos entraron en la sala, donde tres miembros del Consejo les esperaban. Dhejah y Brandar se inclinaron ante Mace Windu, Yoda y Obi-Wan antes de colocarse alrededor de la mesa transmisora.
—Maestros —saludó la mujer.
Kenobi le dio una pequeña sonrisa entre la oscuridad. Yoda asintió, caminando al lado de Brandar y sonriéndole débilmente al niño antes de hablar.
—Vuestra presencia necesitada en el Borde Exterior es —dijo el Maestro sin rodeos—. Al sistema Gasteh a tus tropas debes llevar, Maestra Ernark.
Dhejah observó el holograma del planeta en la mesa. Frunció el ceño, mirando hacia Windu.
—Pensaba que la guerra aún no se había extendido tanto.
Mace suspiró.
—El conflicto avanza —zanjó él con voz grave—. Y no podemos permitirnos perder más sistemas a los Separatistas.
Obi-Wan asintió.
—Cada planeta que perdemos significa el sacrificio de muchas tropas y recursos.
La sala se sumió en silencio durante un instante. Dhejah asintió tras estudiar el mapa un rato más.
—En ese caso, la Compañía Tormenta, mi Padawan y yo, partiremos al amanecer.
Windu asintió, comenzando a explicarle la situación.
━━━━━━━━━━━
Tras obtener toda la información necesaria para su próxima misión, Dhejah dejó que Brandar se fuera a despedir de su buena amiga Ahsoka. Obi-Wan acompañó a Dhejah por los pasillos, los dos sumidos en su conversación.
—Mi hermana acaba de introducir una moción en el Senado, para detener la guerra, y aquí estoy yo, volviendo al frente...
Obi-Wan tuvo que resistirse para no ponerle una mano en el hombro. Cruzó los brazos bajo su túnica y asintió en la dirección de la Maestra Luminara cuando se cruzaron con ella.
—No hay nada que puedas hacer respecto a eso, Dhejah —le dijo su amigo en voz baja—. A Jira no le molestará que vuelvas a la lucha: sabe que es tu deber.
Dhejah negó con la cabeza, alzándola para mirarle. Se quitó unos mechones castaños de la cara, y la imagen hizo que Obi-Wan sonriera débilmente.
—No es eso lo que me preocupa —le aseguró.
Kenobi asintió, entendiendo.
—Cada día que luchamos significa que estamos un día más cerca de la paz —le recordó.
Torcieron hacia el pasillo donde Dhejah tenía su dormitorio. Se acercaron a la puerta en silencio, deteniéndose ante ella. Aprovechando que no había nadie alrededor, Dhejah extendió la mano para posarla brevemente en su brazo.
Kenobi le sonrió.
—Recordaré eso cuando esté en el frente.
La puerta se abrió tras ella, pero ninguno de los dos se movió. Obi-Wan acabó suspirando.
—Que la Fuerza te acompañe, Dhejah.
La mujer asintió, sonriendo con cariño en su dirección.
—Estaré de vuelta antes de que te des cuenta, Obi-Wan.
━━━━━━━━━━━
Jira se inclinó contra el respaldo del sofá. Les había pedido a los guardias que la dejaran a solas con el comandante, quien por fin había dejado el casco en la mesa de centro y había aceptado una copa.
—¿De verdad crees que funcionará? —le preguntó a Jira en voz baja.
La senadora se alegraba de que la tuteara, como le había estado pidiendo que lo hiciera. Ella se encogió de hombros débilmente.
—No lo sé —le confesó—. Pero debo tener esperanza: por lo menos tengo que creer que es posible resolver esto a través de la diplomacia.
Axton suspiró, dándole un trago a su bebida antes de responder.
—Sé que tus intenciones son buenas —le dijo a la mujer—, pero no creo que los Separatistas estén dispuestos a sentarse a negociar. —Se detuvo un momento, cohibido. Se sentía mal al decirle aquello cuando ella acababa de dar un gran discurso, así que no la miró a la cara—. Pero bueno, ¿qué sabré yo? —rio quedamente—. Soy sólo un soldado, y supongo que pienso así porque lo único que hago es liarme a disparos contra esos hojalatas.
Jira no dijo nada durante un momento. Con el corazón en un puño, Axton dejó su bebida en la mesita frente al sofá. La mujer cogió su mano entre las suyas, posándola en su regazo para acariciarla. El comandante se inclinó hacia ella en el sofá.
Lo que estaba haciendo ahora mismo estaba muy mal.
La mujer posó la cabeza en su hombro, sobre la armadura, como si no le importara que la postura fuera muy incómoda. Olía a flores que Axton no había visto nunca.
—Supongo que tienes razón —susurró ella—. Puede que ellos no estén dispuestos a negociar la paz, pero debo intentarlo. —Axton asintió—. Y si no funciona, entonces seguiré luchando por tus derechos y los de tus hermanos.
Axton torció la muñeca para poder ser él quien le sujetara las manos a ella. Eran muy pequeñas comparada con la suya.
—Gracias —susurró él.
Jira rio quedamente.
—¿Sabes? —le dijo, y su aliento rozó el cuello de Axton, haciendo que temblara—. Creo que, si no fueras un soldado, hubieras sido un buen político, Axton.
Ignorando a su cerebro, que le decía que se apartase para no ser rompiendo regulaciones, la rodeó con un brazo. Sonrió más ampliamente, sintiendo cómo le latía el corazón aceleradamente en el pecho.
—Y yo que siempre pensé que hubiera sido un buen granjero...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro