Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

008.

━━━━━━━━━━━ ✦₊˚.

Los soldados avanzaban hacia la segunda base para recuperarla. Dhejah y Brandar caminaban codo con codo entre los hombres de la Compañía Tormenta. Kenobi y los suyos se encontraban más al frente, liderando la caminata alrededor de la vegetación de vivos colores.

Nadie había sobrevivido a las naves estrellándose lejos del punto de encuentro, y Dhejah sentía el conflicto dentro de su Padawan tras ver a los clones asesinados, los cadáveres dentro de una habitación que no podía ser mucho más que un amplio armario. Sentía la furia en su interior, y a Dhejah no le gustaba.

Después de un rato, decidió que era hora de volver a hablar con él.

—Siento tus emociones, Brandar.

Sentía la mirada del chico en su perfil. Siempre había sido un joven muy energético, y se dejaba guiar por sus emociones muy a menudo. Dhejah se esforzaba por ser una buena Maestra, pero a veces le costaba encontrar qué decir ante las dudas de su aprendiz. Ella siempre había tenido un conflicto interno respecto a las normas de los Jedi, respeto al Código que había jurado, y, sin embargo, se había hecho seguir adelante y luchar esa guerra. Sabía que su aprendiz podía percibir la duda de vez en cuando en ella. Muchas veces le había dicho que, si siguiera las normas del Consejo, hubiera tenido un asiento en él. Pero Dhejah no quería un asiento en el Consejo Jedi.

Tampoco es que rompiera las órdenes de manera estrepitosa como lo hacía Skywalker, pero a veces discutía planes porque pensaba que ponían demasiadas vidas en juego, o improvisaba cuando otros Jedi se hubieran ceñido a lo que dijera del Consejo. También parecía seguir a veces una filosofía distinta, pero siempre había enseñado a su Padawan a seguir las normas. A ser fiel a algo que ella no podía entender del todo, o al menos no en su plenitud. A veces se sentía como una hipócrita.

Su propio Maestro, Geral Treye, le había repetido muchas veces que la misión siempre venía primero. Que uno no podía dejar que los sentimientos nublasen su juicio. Pero, aunque las filosofías contrarias a las del Consejo las tenía bien asentadas, Dhejah no había tenido tantos problemas con el manejo de sus emociones hasta que su Maestro había muerto. Sintió mucha furia y tristeza cuando él se fue, y se las tragó tan de inmediato como pudo. Se preguntaba si era cuestión de tiempo que resurgieran para llevarla a su última caída, pero, como ese momento aún no había llegado, era el deber de Dhejah inculcarle a Brandar lo que Geral le había inculcado a ella.

—Es el lado oscuro, Maestra —le dijo el niño—. Lo sentí alrededor de los cuerpos, y lo siento muy cerca de nosotros ahora.

Dhejah lo sentía también.

—Sé que sientes enfado, Brandar —le dijo en voz baja—. Pero si tienes paciencia en un momento de furia, entonces escaparás de cientos de momentos de pena.

La mirada de su Padawan no abandonaba su perfil.

—Siempre me dices esa misma frase, Maestra.

Ella se obligó a mirar a su aprendiz. Le dio una pequeña sonrisa que no le llegaba a los ojos.

—Mi propio Maestro también la repetía todo el rato.

Paciencia. Esa era la clave en la vida de Ernark.

Serénate. Ten paciencia.

Siempre debía esperar a que la duda pasara. A que la tormenta se esfumara. A que sus sentimientos dejaran de ahogarla, de perseguirla. Y entonces podía pensar con claridad. Si no hubiera tenido paciencia en el pasado, estaba segura de que hubiera cometido muchas sandeces, y de que el Consejo no le hubiera dado esa misión en un primer lugar.

Dhejah estaba segura de que Yoda o Mace podían percibir el conflicto en ella, y aún así debían de confiar en su juicio, porque ella nunca les había dado una razón para hacer lo contrario. Esa era la clave. La paciencia.

Esperaba que Brandar pudiera verlo, y, que él mismo, con el tiempo, aprendiera a manejar sus emociones. Y más le valía aprender a hacerlo mejor que su Maestra.

━━━━━━━━━━━

Obi-Wan percibía a Dhejah acercarse entre los árboles. Sólo llegó ella hasta su lado, y Kenobi supuso que debía de haber dejado a su Padawan atrás con los hombres de la 335. Kenobi volvió a usar la espada láser para cortar un tronco y que el único caminante que llevaban pudiera pasar. Dhejah le ayudó, empujando la vegetación con la Fuerza.

Kenobi la miró de reojo. Tenía el pelo castaño revuelto, la cara manchada de tierra, los ojos bien abiertos y listos para la lucha.

—¿Cómo se encuentra Brandar? —le preguntó él.

Ella suspiró, mirando las plantas a su alrededor mientras las tropas avanzaban.

—Se empieza a acostumbrar a la batalla, pero aún le cuesta lidiar con la muerte cuando se presencia de esa manera —respondió ella.

—Es comprensible —murmuró él—. Sigue siendo muy joven.

Dhejah le miró.

—Lo sé. Por eso intento hacerle ver que el enfado que siente... no es la respuesta.

La mujer volvió a apartar la mirada, y aunque no dijo nada más, Kenobi supo lo que sus ojos gritaban. "Al menos no la respuesta de un Jedi".

En algunos aspectos, veía a Qui-Gon en ella. Veía la duda, pero también la determinación. Veía en ella el agarre al Código, y también la curiosidad de lo que hay más allá de este. Veía en ella a la Fuerza Viva.

Su Maestro le había pedido a un joven Obi-Wan que se concentrase en el aquí y en el ahora, que la ansiedad por un futuro debía ser ocupada por el presente.

En ese momento, Obi-Wan fue uno con el presente, y percibió la duda de Dhejah respecto al pasado. Se miraron, y sintió su dolor como si fuera el suyo propio. Era como si ver a esos clones muertos hubiera hecho que ella volviera ver a Geral Treye morir en sus brazos en la batalla de Geonosis. El contacto visual no duró más que lo que tardaba una de las hojas de esos árboles a su alrededor en caerse y dar con el suelo, pero fue suficiente para que Obi-Wan entendiera a esa mujer un poco mejor.

—Espero que perdones mi intromisión —le dijo entonces.

Dhejah le miró con la ceja alzada y la sonrisa brillante.

—¿En qué te has entrometido, Obi-Wan?

Él torció la boca, aun intentando acostumbrarse a que ella dijera su nombre con tanta familiaridad.

—Antes de hacerte llamar para esta misión, me tomé la libertad de leer tus archivos. —Dhejah asintió, haciéndole continuar—. Antes de la guerra, hiciste muchas partidas en solitario para atraer a la Orden a nuevos niños sensibles a la Fuerza, o para convencer a las familias de estos. También te encargaste de alguna que otra misión por Coruscant y el Borde Medio que tenían que ver con caza recompensas y enemigos menores de la Orden...

—¿Y después del estallido de la guerra? —Seguía sonriendo.

Lo que quería decir era: "¿Y después de la muerte de Treye?", pero no lo hizo. Él la comprendió.

—Misiones de reparto de víveres y provisiones. Un par de campañas al Borde Exterior con la Compañía Tormenta, pero nada de gran magnitud. Y... aun así... —intentó.

Dhejah ya no le miraba, pero no parecía enfadada o herida. Simplemente observaba el paisaje a su alrededor, y Obi-Wan la miró, intentando no fijarse en cómo la luz que se colaba entre las hojas le iluminaba la cara y el pelo con tono cálido y amable.

—¿Aun así? —le preguntó ella.

—Percibo que la Fuerza es poderosa en ti.

Lo que quería decir era: "Percibo que tienes un gran potencial sin utilizar en ti", pero no lo hizo. Ella le comprendió.

—Mi juicio se alejó un poco de la Orden durante mis años como Caballero Jedi —le dijo en un susurro—. No fue hasta que mi Maestro murió que... volví a encontrar el camino. Fue entonces cuando Brandar se unió a mí y el Consejo me nombró Maestra. —Subió los ojos para mirar a Obi-Wan a la cara—. Por eso te agradezco que nos des a mis hombres y a mí esta oportunidad.

Obi-Wan quería añadir algo más, decirle que, hasta cierto punto, la entendía, pero Cody dio un grito desde delante.

—¡Señor, ya estamos llegando!

La mano de Dhejah en su hombro le sorprendió. Cuando se giró, la mujer ladeó la cabeza e imitó su manera característica de guiñar un ojo. Obi-Wan apretó la mandíbula automáticamente, sin pretenderlo, pero sin poder evitarlo.

—No te preocupes, Obi-Wan. No has sido el único que ha leído los archivos antes de esta misión.

━━━━━━━━━━━

Tomar el exterior de la segunda base fue tan sencillo como hacerlo en la primera, pero eso no hizo que Dhejah se sintiera mejor. De hecho, le daba más mala espina, si es que eso era posible. Sabía que quien fuera que hubiese matado a esos clones estaba dentro, y aún no sabía qué es lo que hacían los Separatistas en un lugar como aquel.

—¿Por qué estableció la República bases en este sistema? —le preguntó a Obi-Wan mientras ambos se quitaban sudor y tierra de las frentes tras el combate.

Él la miró de reojo, sacudiendo la túnica que llevaba bajo las protecciones.

—Principalmente por el mineral, supongo.

Dhejah le miró mejor, ahora dándole toda su atención. No sabía a qué mineral se refería Obi-Wan, pero tampoco le importaban demasiado los detalles.

—¿Crees que eso es lo que buscan los Separatistas? —murmuró—. ¿Un mineral?

Él se encogió de hombros.

—Son codiciosos.

Dhejah emitió un sonido de afirmación para después mandar a Axton y a Cody que se acercaran. No había habido muchas bajas, pero hacía calor en el planeta y Dhejah podía notar el cansancio de los clones a kilómetros.

—Axton, Cody —saludó—. Necesitamos que reunáis a vuestros mejores hombres para entrar dentro.

Obi-Wan apuntó a la compuerta, que había permanecido sellada todo el rato.

—Esta vez no han sacado refuerzos al exterior, así que el resto esperará fuera por si acaso.

Cody ladeó la cabeza, cubierta por el casco blanco y naranja.

—¿Cree que nos espera una sorpresa, señor?

Obi-Wan asintió.

—Así es.

Axton levantó el bláster.

—No se preocupe, general. La Compañía Tormenta puede con todo.

Se fueron a organizar a los hombres y Kenobi miró a Dhejah con una sonrisa.

—Creo que su ego se debe a todas las charlas motivadoras que les das —le dijo él con tono amistoso.

Ella se encogió de hombros con las cejas alzadas, sonriendo también.

—Culpable, supongo.

Brandar se acercó a buen paso. Tenía la túnica cubierta de tierra, pero sonreía.

—Maestra, estoy listo para entrar dentro.

Dhejah se lo pensó, pero decidió aceptar. Brandar podía llegar a ser muy nervioso, pero había estado trabajando mucho durante los últimos meses, y Dhejah pensaba que era una buena oportunidad para él ir a la batalla una vez más. Quizás pudiera así practicar la paciencia.

—Está bien, Brandar.

━━━━━━━━━━━

Por lo menos aquella base no estaba tan oscura como el edificio en el que Ventress les había tendido una trampa. Dhejah lideró el camino con Obi-Wan, el Padawan y los soldados detrás. Todos entraron en silencio, sables encendidos y pistolas levantadas y listas para disparar, pero la entrada, gris y fría, estaba completamente vacía.

Eso era si no se contaban los cadáveres.

Quien fuera quien había realizado esta matanza era el mismo responsable de la anterior. Sin embargo, esta vez había dejado a los clones en el suelo para crear un gran espectáculo, Dhejah estaba segura. Podía ver a los hombres de la Compañía Tormenta negar con la cabeza por el rabillo del ojo al ver los cuerpos de sus hermanos en el suelo, atravesados por la espada láser de un asesino separatista.

Dhejah también percibía los nervios y la furia de su aprendiz.

Obi-Wan giró la cabeza para mirarla, y ambos asintieron mientras avanzaban hacia la sala de mando. Sin embargo, al llegar, vieron que estaba desierta. Kenobi dejó a algunos hombres a cargo de la sala y les pidió que intentaran hacer algo funcionar, aunque Dhejah pensaba que iba a ser difícil: la espada láser que había acabado con los clones también había destrozado aquella habitación completamente, y, en consecuencia, también los controles.

Dhejah se acercó a Kenobi.

—¿Cómo se extrae el mineral? —le preguntó.

—De las fábricas del sur del planeta, cerca de las canteras. Había un gran hangar de transporte que se iba a construir, pero el proyecto fue paralizado por la guerra —explicó él.

—¿Crees que ese era su objetivo? ¿Hacerse con el planeta para después ir a por las fábricas?

Los dedos de Obi-Wan trazaron las marcas de sable láser en los controles en un movimiento pensativo.

—Creo que vamos a necesitar refuerzos —fue todo lo que le dijo él.

Dhejah empezaba a detestar aquella misión.

Tras una reagrupación, los Jedi y algunos de los mejores hombres de los dos escuadrones se adentraron más en la base. Dhejah podía sentir el lado oscuro, y estaba segura de que aquello era una trampa. Obi-Wan también lo sabía, y ambos estaban dispuestos a caer en la emboscada. Dhejah tuvo que recordarse que no estaba con Skywalker, y que Kenobi no la iba a dejar tirada con un montón de droides para que despedazaran a sus hombres.

Confiaba en Obi-Wan y en su juicio.

Pasaron la armería, que estaba sin tocar, y se adentraron en un pequeño y vacío comedor. Volvieron al pasillo, de camino a los almacenes y al cuartel donde dormían los soldados.

Dhejah tragó saliva. De repente, se le había secado la boca.

—Maestra —murmuró Brandar tras ella.

Señalaba la puerta al cuartel. Los clones se habían posicionado a cada lado de la compuerta, esperando a entrar. Dhejah miró a Obi-Wan. Él asintió. El peligro no se encontraba ahí, Dhejah podía sentirlo.

Le dio una pequeña sonrisa a Brandar y a los clones.

—Obi-Wan y yo nos ocuparemos del almacén. Cubrid el resto de la base.

Brandar asintió, feliz de tener una nueva misión, y se adentró con los hombres de Kenobi y de Dhejah dentro de las puertas.

La mujer esperó un par de segundos, y, ante el silencio, siguió a Obi-Wan por el pasillo. Los dos intercambiaron otra mirada de entendimiento. Brandar iba a estar bien. Cuando Dhejah había dicho "Obi-Wan y yo nos ocuparemos del almacén" había querido decir "Obi-Wan y yo nos ocuparemos del general Grievous".

Tras ver los cadáveres, algo le decía que aquello no era obra de Ventress. Sospechaba que se trataba de alguien más bruto, y le parecía que el general Separatista entraba en la descripción.

Ambos entraron en el almacén. Las luces estaban apagadas, y Dhejah no podía ver los interruptores o el panel de control. Lo único que iluminaba las estanterías llenas de cajas que ocupaban toda la estancia eran los dos sables azules, encendidos y listos para la lucha.

Los dos Jedi dieron un paso adelante.

Después otro.

Grievous se cansó de esperar.

Trepaba como una araña robótica a través de las paredes, mirándolos desde arriba, en el techo.

—¡Grievous! —exclamó Obi-Wan con una voz tan amigable que sorprendió a Dhejah—. Si querías una cita, solo tenías que haberla pedido.

Dhejah giró la empuñadura de la espada láser en su mano, tragándose una sonrisa confusa. Le pareció que el general emitía un sonido de molestia.

—Kenobi —dijo él—. Veo que nos has traído la compañía de Dhejah Ernark.

La mujer decidió no preguntar cómo la conocía, porque supuso que tenía algo que ver con su encuentro con Ventress. Supuso que era un honor el llegar hasta los oídos de un general Separatista tan escurridizo como ese.

—¿Vas a bajar para vernos? —le preguntó ella—. ¿O vamos a estar hablando mientras te cuelgas del techo?

Grievous bajó, siguiendo la petición de Dhejah, con dos sables láser encendidos. Verde y azul. La mujer estaba segura de que no iba a dejar que se hiciera con ninguno más para su colección.

Los dos Jedi lucharon codo con codo. El cerebro de Dhejah se había apagado, y ahora sólo dejaba la Fuerza fluir a su alrededor para parar las estocadas de Grievous. Danzaron en el centro de la entrada, sable contra sable, hasta que Grievous llamó refuerzos que entraron por las puertas laterales.

Dos droides MagnaGuardias rodearon a los Jedi, y Kenobi apretó su espalda contra la de Dhejah para que se cubrieran el uno al otro. Lucharon con destreza, girando sobre sus cuerpos como un sólo núcleo y acabando con los droides tras algunas estocadas de las electrovaras, pero Grievous se había escondido entre las cajas para trepar hasta la salida más cercana.

—¡Se escapa! —gritó Kenobi.

Los dos se lanzaron hacia la salida, persiguiendo al general, que se escapaba ayudado de sus miembros metálicos como si fuera un insecto rapidísimo.

Corrieron por los pasillos, los corazones acelerados, pero no pararon ni un segundo.

Cuando llegaron a la plataforma de aterrizaje exterior, Grievous ya estaba saltando en su nave para huir. Dhejah intentó dar un paso adelante, pero Obi-Wan la agarró del hombro, negando con la cabeza.

Ella frunció los labios, no pudiendo creer que esa chatarra Separatista escapaba como si nada.

No dijo nada, pero, una vez más, sentía que había fallado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro