26 de Agosto.

7:00a.m.

Escucho mi alarma sonar y sonar. Cierro los ojos con fuerza esperando a que el aparato se quede sin batería. No tengo el mínimo ánimo por levantarme e ir a la escuela, o por lo menos seguir con mi vida.

-¡Natalie! Se te hará tarde para la escuela.

Aprieto las cobijas a mi cuerpo, deseando que la cama me trague y me lance a un pozo oscuro, en el cual pueda ahogarme en mis penas.

-¡Natalie! Levántate ahora.

Escucho sus pasos molestos dentro de mi habitación, a la vez que abre las cortinas con fuerza. Un día las jalara tan fuerte que las arrancará, y me culpara por ello.

La luz llega a mis ojos, y es inevitable sentirse como un vampiro, como si la luz del día quemara tu piel. No como esos de crepúsculo que solo brillan.

Arranca las cobijas de mi cuerpo, y me rueda empujándome hasta hacer que me caiga de la cama.

-¡Mamá! ¿Qué te pasa?- Digo totalmente molesta.

-Te dije que te levantarás y no me hiciste caso. ¿Qué querías que hiciera?

-Moverme ligeramente no tirarme de la cama. Me he golpeado la cabeza y ahora me duele.

Me ignora y desde la puerta vuelve a hablar. -Baja ahora o tu padre no te llevará a la escuela.

-No quiero ir a la escuela, odio ir a la escuela.

Me vuelve a ignorar y se va. Dejándome ahí en el suelo frío con dolor de cabeza y -100 de ánimo por ir a la escuela.

Si no me levanto ahora, vendrá y me jalara escaleras abajo para tirarme a la calle, sin importarle que solo tengo puesto un sostén y un pantalón de pijama.

Decido enfrentar mi destino y levantarme. Me visto con lo primero que veo. Creo que incluso he tomado otro pantalón de pijama pero no me importa. Incluso si llevo la ropa de ultra fashion, todos se burlaran de mí, es lo que pasa todos los días. Ya he dejado de molestarme por vestirme realmente bien e intentar ganarme halagos de todos.

Bajo totalmente desganada, todos pensarían que mi madre tendría la mesa llena de comida como típica madre que realmente ama a sus hijos.

Mi madre no es así, me despertó para la escuela porque no me quiere aquí, no porque realmente se interese por mi educación.

Mi hermana está en la puerta esperando junto con mi padre, ambos se ven impacientes. En cuanto me ven, deciden caminar al auto, los sigo sin tener otra opción.

Mi madre es un ama de casa, no estudio más allá de la preparatoria, y nunca ha tenido la voluntad de buscar un trabajo para ayudar a la familia. Mi padre por otra parte, trabaja como director de publicidad en una empresa famosa. Tienen una cede aquí en Ohio, y él tuvo la suerte de entrar ahí.

Digo "suerte" porque de todos lo que se postularon para el puesto, él era el menos calificado. No sé a quién se follo o por quien se dejó follar pero lo agradezco, si no tendría una vida diferente.

En cuanto a la relación de ambos; no sé si mi padre la ama demasiado o solo esta con ella porque es dependiente porque para nadie es secreto que mi madre tiene un amante, y su urgente necesidad de echarnos de casa es solo para follar como conejo con su amante.

No tengo el gusto de conocerlo pero lo he visto salir por la ventana de la casa un par de ocasiones cuando volvía a casa. Mi padre también lo ha visto, pero ha hecho caso omiso a ese hecho.

Dejo la vista fija en la ventana mientras vamos camino a la escuela, ni mi padre ni mi hermana hablan. No es como que seamos una familia comunicativa, cada quien tiene sus problemas y es parte de cada quien lidiar con ellos.

Llegamos a la escuela a tiempo, porque mi padre maneja del carajo. Me sorprende que hasta esta fecha no se haya o nos haya matado manejando.

Mi hermana y yo bajamos de mala gana del auto, y mi padre arranca como un loco apenas cierro la puerta. Mi hermana, Madeline, camina rápidamente y se aleja de mí, incluso a ella le da vergüenza estar junto a mí.

No la culpo, no quisiera que a ella le vaya tan mal como a mí. Ella no ha hecho nada, así como yo, su único error fue haber nacido.

Camino por una ruta alterna para entrar a la escuela, no quiero toparme con personas, es demasiado temprano para abusos. Suficiente tengo con mis compañeros de clase, y aquellos que veo en los pasillos, ellos y sus comentarios gritados de "asesina" o "zorra".

Entro a mi primera clase, con la cabeza totalmente baja, rezando que nadie me reconozca. Me siento hasta atrás y espero a que inicie la clase, cruzando mis brazos en la mesa para acomodar mi cabeza ahí, y recuperar un poco de sueño.

Me levanto de golpe al escuchar el golpe en la mesa. Me he quedado dormida.

-Señorita Price, ¿mi clase le aburre?

-No señor. No pude dormir y yo...

-No me importa, señorita Prince. Sus problemas de sueño son irrelevantes en mi clase. Deseo que me preste atención, y no le falte al respeto a mi clase.

Todos ríen a sus palabras, me tiran miradas de muerte y miradas burlonas. No es necesario que emitan palabra, se lo que todos piensan de mí.

La clase pasa, entre las palabras aburridas del profesor Lewis y las burlas de algunos, las cuales fingen decir en voz baja pero no lo suficiente como para que yo no lo escuche.

Salgo como última del salón de clases, camino entre las sombras a la siguiente. Lo repito hasta que termina la escuela. Me he topado con algunos comentarios, comentarios grotescos y totalmente groseros.

Decido ir al parque trasero, a tomar un poco de aire e intentar olvidar las humillaciones que he sufrido hoy.

Escucho los pasos seguros de más de una persona a mis espaldas. Sea quien sea, sé que será malo.

-Hola, zorra- adiós tranquilidad. Reconozco la voz a mis espaldas, es Emily y su culto de lame botas.

Me volteo con cara indiferente.

-Emily, no quiero pelear. Di lo que tengas que decir y ya.

Se ríen ella y sus amigas.

-No vengo a decirte verdades, basura. Vengo a ser tu verdugo. –Una sonrisa siniestra se posa en su rostro. Oh no, esto será peor de lo que pensaba.

La miro con miedo, e intento huir pero me es imposible. Su culto me toma en seguida.

Me llevan a un salón oscuro, ya la mayoría de personas se han ido de la escuela. No temen el hacerme de daño. Y tristemente, aunque hubiera alguien más aquí, dudo que me ayudara.

Entre todos me lanzan, haciendo que tropiece pero me levanto, mi cuerpo tiembla por el miedo. No titubean al verme débil y vulnerable, me golpean una tras otra. Recibo golpes en el rostro, en las costillas, en el abdomen y en mi parte baja.

Soporto las ganas de llorar, no quiero ser débil. Intento devolver el golpe, pero solo golpeó débilmente el aire, recibo un golpe certero en la cara el cual hace que colapse.

Todas ríen, y proceden a repartirme patadas en todo el cuerpo. Siento algunos escupitajos, y lo que espero sea una botella de agua.

-Muérete de una puta vez, maldita asesina- grita una de ellas, y seguido a ello todas salen, dejándome sola en esa habitación.

Me quedo en suelo, sollozando. No tengo fuerzas para levantarme e irme a casa. El frío me recorre de pies a cabeza, al igual que el miedo.

¿Por qué tengo miedo? Mi vida es miserable. Hice algo horrible, y merezco los peores castigos por ello pero ya no soporto esto.

Ya no puedo, ya no puedo. Me repito convencida.

Me levanto, aún débil. Decido caminar al piso más alto del colegio. No pienso en nada, yo solo siento mi cara arder, la sangre correr de mi nariz y las inmensas ganas de terminar con esto de una vez.

"Muérete de una puta vez" Recuerdo las palabras de la chica. ¿Sabes qué, perra? Yo quiero lo mismo.

Tardó mucho en tiempo en llegar, ya que cada dos pasos caía de nuevo al piso. Me acerco al bajo muro que se encuentra en la azotea del edificio. Como puedo, me subo en él, lista para saltar.

No, no quiero hacer esto. Me digo, viendo la gran altura.

Me arrepiento y doy marcha atrás. Apoyándome en mi mano pero todo pasa demasiado rápido, mi mano resbala y me hace caer al vacío.

Cierro los ojos cuando veo el suelo del patio principal cerca de mí.

¿Dónde estoy?

No siento mi cuerpo, lo último que recuerdo es el pavimento cerca de mi cara y un inmenso dolor. Estoy parada a mitad de un cuarto negro.

Veo mis manos, y mis pies. Doy pequeños pasos a través del cuarto. Puedo distinguir ciertas imágenes flotando no solo en mi cabeza, sino también en la habitación oscura; me veo a mí, a mis viejos amigos, a mis padres, a mi hermana, a él...

¿Estoy muerta? ¿Realmente morí al caer? Todo debe ser un mal sueño.

Los recuerdos de él me invaden, y mi barbilla tiembla, así como mis ojos se llenan de lágrimas.

–Perdón– Es lo único que puedo decir, escucho mi voz en eco y no recibo ninguna respuesta.

Entro en pánico, no quiero estar aquí. Sáquenme de aquí.

Pienso en la mañana. La voz de mi mamá demandando que me levante, el ruido de sus pasos en la habitación.

Llévame de vuelta, llévame de vuelta. Pido y rezo despertar.

Cierro los ojos con fuerza, y me tiro al suelo de aquella extraña habitación, con la esperanza de que esto sea solo un mal sueño.

Silencio y oscuridad. Es todo lo que hay, siento como desaparezco de un momento a otro.

26 de Agosto
7:00a.m.

Escucho mi alarma sonar y sonar. Cierro los ojos con fuerza esperando a que el aparato se quede sin batería. No tengo el mínimo ánimo por levantarme e ir a la escuela, o por lo menos seguir con mi vida.

-¡Natalie! Se te hará tarde para la escuela.

...

👀👀