38. Dear Adela
Fuiste a mi apartamento, tu cara al verme me dolió. Estabas sorprendida, quizás asustada. Te dejé entrar porque quería verte más de cerca. Lucías bien, traías el cabello mojado y en tu cara no había ningún rastro de maquillaje, no es como si lo necesitaras, pero bueno.
Lloraste y eso me partió el alma. Me gritaste una y otra vez lo estúpido que era. Aún siento el ardor en mis mejillas de las decenas de veces que me golpeaste, llena de rabia.
Estabas realmente enojada conmigo.
"No quiero que te mueras" susurraste al momento de caer en mis brazos. Te abracé tan fuerte que tuve miedo que desaparecieras.
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