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Tokyo - [Chaesoo]

—¡Jisoo, vamos a esas tacitas! —Rosé señaló la atracción.

—Rosé, espera... Que el oxígeno es pesado~

—Oh, vamos, ya está por empezar el turno. —dijo la rubia, haciendo un puchero encantador, deteniéndose para ver a su amiga.

Jisoo se sostenía de sus rodillas mientras intentaba recuperar el aire, sentía un pinchazo en el pecho y de no ser por el tubo de oxígeno que iba hacia su nariz, se sentiría mareada por la falta.

—Chu, ¿Estás bien? —Rosé se acercó a ella de nuevo, preocupada.

—Si... Si, estoy bien, ve a guardarnos un lugar yo sólo-

—Está bien —Rosé tomó sus manos—. No me molesta esperar un poco más —dijo, sonriendo de forma magnífica, haciendo que el corazón de Jisoo latiera más rápido— ¿Te ayudo? —ofreció, tomando el mando del carrito que llevaba la pequeña maquinita que le daba el aire que necesitaba respirar.

—No, no —dijo, negando, no le gustaba que alguien más llevará su carrito porque casi siempre, caminaban en un ritmo más rápido del que ella podía aguantar—, yo lo llevo, sólo... Dame un segundo.

—De acuerdo, Chu —dijo, Rosé abrió sus brazos hacia ella—. Ven, descansa en mí un momento.

La pelinegra se ruborizó y tuvo que aceptar, devolviendo el abrazo y apoyando su cuerpo en el de Rosé, dejando que su peso descansara un poco y sus pulmones no se sintieran tan forzados, la rubia estaba cálida en el abrazo, sonriendo sin poder evitarlo, mientras su cuerpo aguantaba el peso de ambas.

A los pocos minutos se sintió lista para continuar, y aguardó en la fila para la atracción de las tacitas gigantes que giraban, la que Rosé quería.

La gente las dejó pasar al ver su respirador y el tubo debajo de su nariz que le daba oxígeno, así que se sentaron primeras, en la taza más cercana.

La atracción empezó y comenzaron a girar, las cosquillas del vértigo acariciaron sus estómagos y comenzaron a reír, Jisoo resguardaba su máquina entre sus piernas, para que no saliera despedida, y podía admirar a Rosé.

Su gigante gorro de Mickey Mouse, su sonrisa espléndida, la más alegre del mundo, y su voz que apenas se escuchaba entre todo el griterío, los giros y la música, que pedía que fuera más rápido.

Su cabeza se mareaba y se sentía algo estúpida, pero su sonrisa estaba allí, porque cada vez que la veía así, no podía evitarla.

"Te amo".

—¿Jis-?

"Roseanne Park, te amo tanto".

—¡Jisoo tu oxígeno!

Rosé se puso de pie como pudo, de inmediato alguien que se encargaba del juego le advirtió que se sentara, pero la rubia no le hizo caso, le hizo señas para que detuviera la máquina, hasta acercarse a Jisoo.

Entre las vueltas, el tubo oxígeno de su amiga se había desacomodado, Jisoo necesita usarlo todo el día, un par de minutos sin este podrían matarla.

—¡Jisoo, mírame! —tomó su rostro, sus ojos se perdían un poco, pero se mantenían sobre ella, su sonrisa no había desaparecido pero se veía cansada y tonta.

Rosé acomodó el tubo, que colgaba torpemente sobre una oreja, debajo de la nariz, y apenas la había colocado que la pelinegra cerró sus ojos y pareció desmayarse, la rubia la abrazó y gritó que detuvieran el juego.

Las tazas se detuvieron y Rosé continuó su intento para acomodar el oxígeno de su amiga.

—Jisoo... Chu, abre los ojos, por favor.

Escuchó un murmullo cansado como respuesta.

—Gracias a Dios, Jisoo... Tu tubo de oxígeno se salió, casi mueres.

"Pero me salvaste" pensó, como una tonta enamorada.

Rosé se aferró a ella en un abrazo, hasta que un grupo de personas del parque le dijo bruscamente que se apartara, tomando a la pelinegra y llevándoselo hacia una sala privada de enfermería, ella los acompañó por detrás mientras colocaban a Jisoo en una camilla.

Le colocaron una mascarilla y un oxígeno un poco más saturado del que normalmente usaba, para que reaccionara más rápido, y la dejaron de lado sobre la camilla, con una enfermera y Rosé sosteniendo su mano.

A los quince minutos Jisoo volvió a reaccionar, le sonrió a la rubia de nuevo.

—¿Ya pasó?

—Casi me matas a mí del susto —dijo Rosé, enojada— ¿Tan difícil es asegurar tu tubo inmundo con cinta como tantas veces te lo he dicho?

—Pero no murió nadie. Y he usado la cinta, me pica y me da alergia, es una mierda —dijo, con una sonrisa totalmente encantadora y tierna.—. Aún no quiero morir, Rosé, ni voy a morir, me queda algo pendiente aún.

—Ni se te ocurra jugar con eso, Jisoo. —respondió Rosé con seriedad, la mayor borró su sonrisa cuando notó las lágrimas llenar los ojos de la menor, y la rubia solo se levantó y salió de allí para llorar sola.

Rosé no volvió a entrar a la sala, y casi una hora después de aquel incidente, la dejaron irse, ya era de noche y debía ir a su hotel, así se conectó a su máquina de oxígeno, con ambos tubos debajo de su nariz y salió de allí agradeciendo a la enfermera, lista para irse sola hacia su cuarto.

No creía que Rosé la estuviera esperando afuera.

Sentada, abrazando sus piernas, esperaba con expresión somnolienta y no se dió cuenta de que Jisoo había salido hasta que la pelinegra se agachó frente a ella y le sonrió con amabilidad.

—Deberías haber ido al hotel, Rosé, hace frío de noche.

—No, quería esperarte —dijo, se levantó para abrazarla, al alejarse tomó su mano y comenzaron a caminar hacia la parte hotelera del parque, donde descansarían.—. En serio me asustaste.

—Te digo que no voy a morir aún, Rosie, tengo un último asunto pendiente.

—No sabes cuándo vas a morir, idiota. —dijo la rubia, enojada.

Rosé había estado con ella en la última internación en el hospital, y había escuchado cuando el doctor explicó que sus pulmones estaban muy deteriorados, que a partir de entonces debería ser dependiente de un pequeño respirador que le enviaría oxígeno constante, y que era muy posible que colapsaran, sin avisar.

Jisoo tenía una enfermedad rara para su edad, EPOC: Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, muy grave, sus pulmones habían comenzado a fallar cuando tenía nueve años y había empeorado más y más, a gran velocidad, ahora, a sus veintitrés, tenía los pulmones tan destrozados que no podían saturar oxígeno suficiente, para eso tenía su respirador.

La razón de todo probablemente fuera por una bacteria y una predisposición genética.

—Rosie —Jisoo presionó su mejilla, haciendo que la mirara, le dedicó una sonrisa pequeña, sus dientes se asomaron un poquito haciéndola ver aún más bonita y adorable.—. No voy a morir, créeme.

Rosé estaba ruborizada por la cercanía, solo asintió con un murmullo.

Regresaron al hotel, para bañarse, luego de estar todo el día en las atracciones, pidieron servicio al cuarto, no mucho más que una pizza, un par de papas con salsa y una gaseosa grande para las dos, esa sería su gran cena.

Rosé se fue a bañar primero, y Jisoo permaneció sentada en la cama, pensando que no había hecho su asunto pendiente.

Cómo su último deseo, había pedido ir al parque de Disney World en Japón, y especialmente con su mejor amiga, no con su familia, ni con nadie más, con Rosé, y su plan era declararse allí, en una atracción bonita, frente al castillo de Cenicienta o algo.

"Idiota, son dos palabras, lo piensas siempre que la ves, siempre, no es tan difícil decirlo en voz alta".

—Te amo —murmuró, muy bajo, sólo para practicar cómo sonarían esas dos palabras en sus labios, sonrió.—. No, no es tan difícil...

"Solo dile, mírala y dile".

Rosé salió del baño en ese momento, estaba con su pijama, puesto y secaba su cabello con la toalla.

—¡Rosé! —dijo Jisoo, en un impulso, la rubia la miró algo asustada por el repentino grito—. Y-yo... —comenzó a sudar frío, se lamió sus labios con nervios, Rosé alzó una ceja, preguntando en silencio—. Voy a bañarme —dijo, tomando la toalla rápidamente y entrando al baño, cerrando la puerta de golpe.

Incluso al terminar su baño la vergüenza seguía en su rostro, y con un suspiro pesado salió de este, con la miraba baja, la comida ya estaba allí y Rosé estaba comiendo cómodamente en su cama, con la mesa de luz en el medio y con su comida, así que Jisoo fue a sentarse en la suya para acompañarla.

—La pasé muy bien contigo hoy —dijo Rosé, y Jisoo alzó la vista para ver su sonrisa—. Lejos de aquel incidente... Estuvo muy lindo.

>> Gracias por traerme, también, podrías haber venido con tu familia y dejarme en Corea, pero es lindo que me hayas elegido.

Al verla sonreír Jisoo sólo pudo pensar en cómo no elegirla.

—Nos quedan dos días más antes de regresar —dijo Jisoo—. No tienes que decirme esto ahora, Rosie.

—Lo digo porque quiero —dijo—. Y mejor ahora que después, nunca se sabe —se encogió de hombros—. Y técnicamente es un día y medio más —la corrigió.

La pelinegra sólo asintió, comenzando a comer, mientras en su cabecita aún estaba la voz que le decía que era una idiota y que sólo debía declararse.

Al otro día decidieron dedicarse a ver las tiendas, llevando un par de regalos para sus conocidos, conocieron a un par de personajes y se tomaron un par de fotos, fueron hacia los miradores y se quedaron viendo las demás atracciones un rato.

Jisoo no podía caminar mucho tiempo, no podía hacer nada de actividad física que forzará aún más sus pulmones, así que se encargaban de caminar poco, descansar en las tiendas y tomar bastante agua para sentirse más fresca.

—¿Cómo la estás pasando? —preguntó Rosé, estaban en una tienda de golosinas, y Jisoo estaba eligiendo entre todos los caramelos lo que quería, aunque en su mente pensas que lo único dulce que quería comer era a Rosé.

—Muy bien, estoy muy tranquila. —dijo, refiriéndose a qué no estaba cansada.

—Estás un poco roja, ¿Seguro que estás bien?

Jisoo asintió.

—Tengo algo de calor —murmuró—. Pero normal, no mucho.

—Bien, si quieres, cuando terminemos con esto podemos ir a un café a tomar algo.

—Claro, Rosie.

Rosé sólo sonrió y la dejó terminar de elegir sus golosinas, al salir, fueron hacia el café más cercano que encontraron, dónde Jisoo se pidió un jugo de arándanos que era de un lindo color violeta, y Rosé un café con chocolate, se sentaron allí para descansar de nuevo.

Era una rutina que Rosé estaba acostumbrada, por alrededor de treinta minutos de caminata o de actividad, su amiga debía descansar para recuperarse.

No fue sino que Jisoo se lo pensó bien que se dió cuenta que debía ser molesto, Rosé se estaba perdiendo todas sus atracciones más divertidas por su culpa, entre sus descansos y su debilidad, no podría disfrutar nada y Rosé merecía mucho más.

—Chu. —la dulce voz de la menor interrumpió sus negativos pensamientos.

—Mgh. —masculló, sorbiendo de su bebida.

—Te quiero.

Jisoo se ahogó con su estúpido jugo y comenzó a toser, golpeó su pecho para despejarse, luego de tres segundos pudo respirar de nuevo.

Rosé la miró, sus almendrados medios cerrados de felicidad, el lindo doblés debajo de sus ojos la hacían ver adorable y sonrió para mostrar su hermosa sonrisa.

La mayor estaba roja por su casi muerte, y sólo sonrió, sin responder.

"Te amo" pensó, de nuevo, pero otra vez, no lo dijo.

Terminaron su día al regresar al hotel, y como siempre, se bañaron, comieron y se prepararon para descansar, era la última noche que tenían allí, al otro día se irían al mediodía hacia él aeropuerto.

Se decidieron a dormir, aunque las luces se apagaron pero ninguna de las dos pudo dormir enseguida.

Jisoo estaba muy ocupada pensando, una vez más, que era una idiota por no decir dos palabras.

Rosé sólo podía pensar en que quizás ella debía decirle que la amaba primero, porque no le parecía un secreto que quería a su amiga un poco de más.

La menor estaba por cerrar sus ojos cuando un pequeño grito la alertó, miró a Jisoo, quien llevó su mano a su pecho.

—¿Jisoo?

Encendió la luz de la mesa de luz, iluminando pobremente y con un tinte cálido la habitación, se levantó de la cama para ver a la pelinegra, su brazo presionaba su pecho y una expresión de dolor cubría su rostro.

—Chu... —Rosé se acercó a ella, asustada— ¿Estás bien? Jisoo, dime qué estás bien.

—Rosé... No quiero asustarte —intentó sonreír, aunque lágrimas caían por sus mejillas—. Pero creo que estoy muriendo —dijo, en un susurro bajo, su voz estaba débil, Rosé casi había leído sus labios.

—Llamaré a recepción, Jisoo, quédate aquí, ni se te ocurra irte —dijo de forma apresurada, y fue hacia el teléfono que estaba en una esquina del cuarto, para hablar de forma apresurada que su amiga estaba teniendo una falla respiratoria, y que necesitaba atención urgente.

Jisoo escuchó las primeras palabras de aquellas comunicación, mientras sentía un peso sobre su pecho, comenzó a escuchar sus propios latidos, lentos, su respiración se convirtió en suspiros mientras sentía en su pecho un peso crecer y crecer, y ya ni siquiera podía sentir el oxígeno de su máquina.

—R-Rosé...

La rubia seguía hablando por teléfono, la pelinegra comenzó a temblar de frío, sentía que se estaba congelando, hundida en agua helada.

"No puedo..." pensó "Todavía no le dije... Rosé debe saber que la amo..."

Sus ojos buscaron a la rubia, pero seguía al teléfono, en la esquina del cuarto, pero se veía tan borrosa y lejana, y oscura.

—Ros...

Rosé dejó el teléfono con brusquedad sobre la base, de acercó a ella, la notó hacerce una bolita, y temblando, el color había abandonado su rostro y su mirada parecía perdida.

—Jisoo, están viniendo, aguanta, quédate un poco más...

"Te amo".

—R-Rosie —murmuró, su voz estaba temblorosa y muy apagada, el aire no le alcanzaba para hablar—. Y-yo...

"Te amo, te amo tanto".

—T-Te... A-

Sus ojos intentaban mirarla, pero la vista estaba tan borrosa y oscura que no podía verla realmente, y Rosé solo podía ver sus ojos llenos de lágrimas y de terror.

"No puedo" murmuró su pensamiento, y quiso llorar por esperar a que sea tan tarde.

Sintió sus cálidas manos tomar sus mejillas.

—Me amas —dijo Rosé, por ella, y asintió levemente—. También te amo, Jisoo —dijo, la rubia estaba llorando aunque la mayor no se dió cuenta de aquello.

"Bésame" dijo, sin poder hablar, sentía su garganta cerrada, aunque probablemente era que sus pulmones finalmente habían colapsado.

Esperaba que Rosé pudiera leer su mente.

"Si voy a morir que sea en tus labios, Roseanne Park".

Rosé ahogó sus sollozos y juntó sus labios con los de la pelinegra, mezclando sus lágrimas, Jisoo no respondió, no tenía fuerzas para hacerlo.

Se apagó en el beso, y pudo concentarse en los labios de Rosé en vez de sentir cuando todo de volvió oscuro, cuando su corazón se hizo tan lento que ya no pudo más, y el frío se fué, la suavidad de sus labios la acompañaron, se despidió de ella en su mente, y todo llegó a su final.


<<Despertó en Tokyo, sabiendo que era tiempo de irse. ¿Se extrañaría a si misma? ¿Me extrañaría a mi? No lo sabía... Pero ahora, sólo quería quedarme a tu lado, junto a tí.>>



— FIN —

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¡Adaptación Autorizada!

Todos los créditos para Junchi95.

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