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07

Las palabras del señor Hwang no llegan a procesarse de forma completa en mi sistema cuando su boca choca con la mía. Sus manos acunan mi rostro y yo simplemente me dejo vencer. No pongo resistencia alguna a él. 

—Esperé mucho por este momento —el hombre me obliga a caminar de espaldas y topo con la mesa. De inmediato me sostiene al vuelo y me sienta en ella. Me abre de piernas y se coloca en el medio, pasando sus manos por mis muslos y subiendo de a poco mi falda.

Mis terminaciones nerviosas comienzan a tener vida y esto hace que eche hacia atrás la cabeza y emito un sutil gemido. Mi cuello está a su merced y es aprovechado por él: comienza a depositar besos húmedos desde mi oreja y bajando despacio hasta mi clavícula. Mis uñas se incrustan en la orilla de la mesa en busca de un lugar donde aferrarse.

—Hyunjin... —su nombre sale de mi boca en un susurro.

Mi instinto me hace cerrar los ojos, y así, comienza a desabrochar los botones de la blusa hasta terminar con el último. Su boca delinea mi hombro y baja hasta mi mano conforme él se deshace de mi ropa. Aquellos dedos largos y tersos hacen lo mismo con mi otro brazo y en menos de veinte segundos estoy solo con mi sostén.

 Su respiración logra hacerme cosquillas pero estas se detienen en la parte baja de mi feminidad, haciendo que arqueé la espalda.

—No sabes como me pones... —no puedo más. Envuelvo su cuerpo con mis piernas y lo atraigo a mí, haciendo que su erección roce con mis bragas. Mi vista baja hasta el bulto en sus pantalones y muerdo inconsciente mi labio. 

«Se mira tan apetecible...»

Estoy por desabrochar su pantalón pero me detiene. Como siempre, este hombre es impredecible y su actuar me toma por sorpresa. Me tenso pero al segundo relajo los hombros al ver esa torcida sonrisa en su boca. Me observa directo a los ojos y sus fanales ya no desprenden brillo alguno; por el contrario, solo veo una capa de desesperación.

—Esta vez es mi turno —de manera imprevista y cuestionando mi propio cuerpo siento como introduce dos de sus dedos hasta el fondo de mi humedad. ¿En qué momento llegó hasta allí? No sé y no me interesa saberlo, solo me concentro en la gratificante emoción de poder vivir este vaivén de sensaciones.

Hyunjin me remueve un poco para poder retirar mi falda pero en ningún momento deja su labor. Logro escuchar el sonido de mis fluidos chocar contra mis paredes y la estocada de un tercer dedo se hace presente para lograr que mis pensamientos coherentes se vayan a la mierda.

Logro recostarme en la mesa y mis piernas terminan en los hombros del hombre de mi realidad (porque al parecer mis fantasías las está cumpliendo) y lo veo acomodarse hasta que su rostro llega a mi feminidad. Sin decir más, retira mis bragas y lo escucho suspirar pesadamente antes de introducir su lengua de una sola, manteniendo uno de sus dedos en mi clítoris.

«¡Dios bendito!  ¿Hay alguna maldita cosa que no sepa hacer este hombre?»

Mis manos buscan que tenga un mayor placer, así que me desabrocho el sostén dejando mis pechos al aire. Masajeo y jalo mis pezones hasta que él me acompaña en este acto. Su lengua no solo hace maravillas en mi boca, entra y sale de mi interior sin impedimentos. Mordisquea mi alrededor y eleva mi temperatura.

—Ahhh... Se... Señor Hwang... —las palabras salen atropelladas.

Siento que estoy a solo unos segundos de venirme y él lo sabe, así que mueve rápidamente su dedo en mi punto y su lengua muerde con desesperación mis labios. Mi espalda se tensa y en convulsiones de satisfacción el orgamo me llena y me deja viendo la jodida vía láctea.

Aún sin recuperarme del todo cambiamos de posición: gira mi cuerpo y quedo boca abajo en la mesa. Me sorprende tal cambio pero estoy a la expectativa. 

Escucho abrirse la bragueta de su pantalón y cómo de inmediato su erección juega con mi entrada. Está torturándome y le encanta. Mi cadera empuja hacia atrás y una nalgada queda impresa en mi trasero. La escucho resonar fuerte y claro y eso es como un click en mí cerebro: un gemido sin disimulo sale de mi boca.

Su cuerpo está sobre mi espalda y me susurra al oído

—¿Te gusta? ¿Te excita? —su voz está tan perdida como la mía y me fascina. Asiento porque sin duda me he quedado sin palabras —Dime que lo quieres, Soo Jung... Pídele al señor Hwang lo que tu quieras —coloca su pene en mi entrada y juega con el.

La autoridad que demanda me lleva hasta el maldito infierno.

—Fólleme... Fólleme, señor Hwang... Por favor... —ya está, lo dije. 

Lo escucho reír por lo bajo y maniobrar con el resto de su ropa. Enreda sus manos en mi cabello y sin esperar más me penetra. 

—¡Oh, sí! —grito en cuanto las embestidas comienzan. 

Los movimientos son rápidos y concisos, haciendo que mis pechos rocen con la mesa y generando placer en ellos. Nuestros cuerpos chocan y es el sonido más hermoso que nunca antes había escuchado. Dos, tres, cuatro... Las nalgadas flagelan mi trasero pero en cada una de ellas me adentro un poco más en las penetraciones. Me muevo por inercia por querer tenerlo más conmigo.

Su boca comienza a dejar marcas en mi espalda y con cada mordida o succión mis gemidos aumentan.

—¡Hyunjin...! ¡Más rápido! ¡Hyunjin! —no puedo dejar de maldecir en mi interior, esto está por mucho fuera de todos mis deseos y sueños húmedos.

—Te follaré tan duro... Que todos en el casino se aprenderán mi nombre —y el hombre lo cumple, sus estocadas aumentan de velocidad y cuando creo que no puede hacerlo más fuerte... Toma mis caderas con ambas manos y siento que su pene me desgarra por dentro.

Reafirmo una vez más lo que dije, el señor Hwang no tiene comparación con ningún otro con el que haya estado. El es un jodido experto a lado de todos los niños tontos que me han cogido.

Mi cuerpo se pone alerta una vez más y yo misma me muevo. Mi clímax está a la vuelta de la esquina y esta vez no dejare que me venga sola.

—Soo Jung... aprietas tan... delicioso...

Ambos mantenemos el mismo ritmo y, como si lo hubiésemos planeado, soltamos un último quejido: él de manera feroz y acunando su cabeza en mis omoplatos y yo con la cara pegada en la mesa. Llegamos juntos al tan valioso y preciado orgamo.

Mi respiración es un caos pero con todas mis fuerzas y sin que él salga de mi giro mi cuerpo para verlo al rostro. Tiene las manos recargadas en la mesa y también está recuperando el aliento pero sonríe en cuanto nuestros fanales se conectan. Sus manos pasan por atrás de mi espalda y me acerca a su cuerpo. Hasta ese momento caigo en cuenta de que estamos bañados en sudor. Su frente y la mía quedan unidas y poco a poco acompasamos el ritmo de nuestras respiraciones.

—Ahora tienes el sello Hwang —su voz suena ahora más relajada pero sin quitar ese toque serio —Ningún bastardo podrá reclamar lo que es mío.

—¿Tuyo? —me atrevo a preguntar y de inmediato se separa para mostrarme sus facciones. Nunca podré acostumbrarme a su perfección.

—Sí, eres mía, Soo Jung —me toma por las caderas y hace que una vez más enrede mis piernas en su torso —Si lo que acabamos de hacer no les quedo claro a todos esos inútiles de allá afuera... entonces no sé qué más hacer.

Una risa tonta sale de mis labios y no puedo dejar de ver su expresión de incredulidad. Mis brazos pasan por su cuello y sonriendo respondo:

—Bueno, aún quedan muchas mesas de juego en la planta baja. No sé... Tal vez podríamos hacerlo en la mesa de la ruleta o en la barra misma. Estoy segura que a Felix le daría un ataque —tras esto su ceño se relaja y ríe a carcajada suelta.

—¡Eres fascinante e increíblemente alocada, mujer! —me sostiene entre sus brazos y me carga para dar un par de giros en el aire —No tienes una idea de toda la revolución de emociones que provocas en mi.

«¡Por favor, no digas eso porque me emociono!»

Mi mente está en blanco y solo me quedo así, aferrada a él tratando de que el momento dure.

Por fin, mis pies tocan el suelo y es allí cuando mi burbuja de felicidad se rompe en cuanto entiendo la situación.

—Posiblemente me despidan después de esto —rasco mi cabeza y aprieto mis labios —Uffff.... Extrañaré trabajar aquí.

El señor Hwang acuna mi rostro y me obliga a levantar la vista.

—Cuando salgamos de esa puerta... me gustaría invitarte una taza de café.

—¿Una taza de café? —inquiero, curiosa —Creo recordar que dijiste antes que un café era soso y aburrido —solo sonríe el muy tonto.

—Sí, una taza de café. Así puedo decir que le pedí una cita formal a la chica más hermosa, sensual e inteligente del planeta. Y quien sabe... tal vez acepte salir conmigo a otros lugares fuera de un casino o una limusina... ¿Qué dices?

Mis ojos estúpidamente se aguadan y sonrío como una completa retrasada. 

No puedo explicar el cúmulo de pensamientos, sensaciones y emociones que llegan de golpe a mi sistema, pero creo que mi cerebro me lo advirtió desde un inicio... Él me gusta.

Hyunjin espera mi respuesta ansioso.

—Un caramel macchiato, por favor.

Mi hombre no espera a que termine de hablar y ya me está besando, sonriendo tan grande que me contagia enseguida.

El futuro es impredecible.

Nada está escrito ni nadie puede decir que pasará.

Pero de algo estoy segura...

Disfrutaré todo el tiempo posible a lado del hombre que conocí en aquella mesa de blackjack.







FIN



*****

¡¡Hola hola amixes!!

Pues bueno, hasta aquí llega esta historia corta del bello Hyunjin.

Espero les haya gustado y la hayan disfrutado ya que es mi primera historia con temática +18.

Muchas gracias por apoyarme siempre.

Por cierto, esto es solo el inicio de una serie de pequeñas historias hot que quiero preparar de los perdidos. Aún no tengo fecha estimada para la publicación del resto, pero las tendrán, solo tenganme paciencia.

¡¡Nos vemos en la próxima!!

Bren ❤️

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