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[ Sábado en familia ]

feliz cumpleaños, Ali_Anxnima
ten un buen día <3

| Mascotas | Traje | Parque |
TW: mención de relación tóxica.

Hanta se remueve frente al espejo, abotonando las mangas de su camisa para verse un tanto más responsable. Luego, pasa un chaleco negro por encima de sus hombros para complementar el atuendo. Se acomoda. No es algo a lo que acostumbre llevar, sus vestimentas solían ser más relajadas, con fachas de vago como solía reñirle su padre.

Es raro y, sin embargo, se siente bastante sexy en ese traje entallado; con el cabello arreglado, sin llegar a recogérselo, colonia y la cara afeitada. Elegante.

Sero se analiza con detalle hasta que Kirishima aparece a su lado; la historia con él no data de ser diferente a la suya. Decide dedicarle una ojeada, entonces: Kirishima se mueve con ansia, reacomoda sus teñidos cabellos por doceava vez en la noche.

Parece no estar muy conforme con su coletita.

—Oye, te ves muy bien —suelta Hanta sin querer, disimulando con un carraspeo—. Por mucho que tu "futura señora" odie tu pelo rojo, está muy genial.

Eijirō le dedica una hermosa sonrisa—Gracias, tú... Tú también te ves genial —dice, posando la mano en el hombro contrario—. En serio, gracias. Eres el mejor, ¿sabes?

—Puff, sé que me has escogido como padrino de bodas porque tanto Bakugō como Denki odian a tu prometida y el rencor parece ser mutuo.

Una mueca triste se dibuja en el rostro del pelirrojo, tragando duro—... ¿También me dirás que no debería casarme con ella, verdad? —Suelta, decaído.

Sero niega, sin cambiar su expresión apacible—No te preocupes. Jódete la vida como gustes.

—¡Hey! —Le propina un pequeño empujón—. Va. Gracias, por- todo, y...

Rueda los ojos—Dímelo cuando estés allá arriba, dándole el sí al "amor de tu vida" —Hace comillas. Logra que Kiri sonría y se sienta un tanto mejor.

La ceremonia fue llevada a cabo espléndidamente. Kirishima y su novia se vieron radiantes todo el tiempo, como si su unión hubiera sido una bendición para el resto. Superficiales. Sonrientes a ojos de los demás, caóticos en su interior.

Desesperanzador para él, uno de los padrinos, y el hipócrita sentir que jamás acabó de sanar.

Ya entrada la fiesta nocturna, Hanta se encuentra sin el apretado chaleco, con las mangas desabotonadas, y meneándose en uno de los costados de la pista de baile. No acaba de estar oculto, pero pasa desapercibido. Está cansado, a decir verdad, física y mentalmente.

Una figura hace acto de presencia entre la multitud; Katsuki parándose a su lado con disimuladas malas intenciones.

—Sí que eres masoquista, amigo —burla, sonriendo sarcástico—. Bah, entre vos y el pelos de mierda no sé quién es peor.

—No logro oírte —miente, haciendo gestos—. La música está muy fuerte.

—Ajá, y la bruja esa es mi mejor amiga —Señala con la cabeza, mostrando a los recién casados bailando—. Te digo yo que esa nos va a ojear de tan mal que nos mira. Me sorprende haber venido a esta mierda, al menos hubo comida y cerveza gratis.

Sero pone los ojos en blanco, es obvio que Denki lo arrastró allí—Tú solo sonríe, que eres el mejor amigo del novio.

—Y ya quisieras tú ser el amante, ¿verdad?

Hanta se encoge de hombros, restándole importancia, y escapa de la conversación cuando Kaminari, Mina y Kirishima los llaman para sacarse una foto grupal con ridículos sombreros. El resto de la noche lo pasó bomba, a pesar de lo incómodo en su pecho.

—¡Kirishima, espera!

El semi pelirrojo detiene su andar y voltea rápido, extrañado. Amagó a entrar a una de las oficinas, por llegar a una importante reunión, y que su amigo y compañero grite su apellido en medio del pasillo lo sobresaltó en demasía.

—¡Ah, Sero! ¿Qué pasa? —pregunta. El mencionado se inclina, aproxima sus rostros; mas su vista no está dirigida a la expresión contraria—. Han, ¿qué demonios haces?

—Tu corbata, está mal —aclara, deshaciéndola lentamente. El aliento y suspiro de Kirishima le roza el pelo y él no sabe de dónde ha sacado la fuerza de voluntad para no sonrojarse.

Eijirō, por otra parte, se camufla con las puntas de su cabello.

—Oh, bueno. Gracias —dice, apenado.

—Ujum.

Lo más centrado posible, Hanta cruza la parte ancha por sobre la parte estrecha un poco más abajo del acanelado cuello. Dobla lo ancho por encima de lo estrecho. Pasa la parte ancha por arriba, detrás de la tela colocando su dedo índice sobre el nudo. Retira el dedo y la desliza en el interior del nudo para acabar. Sube.

Y no siente poder separarse, se desconecta cuando encuentra calidez en ojos rojos y dientes afilados, casi tan cerca como para que un beso fuera un accidente. Sus labios buscan y están desesperados por la caricia ajena.

Un jalón y...

—Deberías enseñarme a cómo hacérmela luego, ¡qué cool! —Sonríe amplio, acariciando la punta de la tela como si eso le fuera a revelar un secreto—. Nos vemos, Han.

Indiferente del deseo carnal del otro, Kirishima se despide y desaparece, deja a un desamparado pelinegro que apenas logra reaccionar con cara de bobo.

Sero carraspea, tratando de recuperarse a sí mismo.

Sí, cool.

Tan cool como trabajar con un crush —que se ha convertido en más que un crush, a estas instancias— en la misma oficina, en la misma empresa y verle el rostro casi todo el tiempo mientras un anillo de compromiso reluce en su dedo anular.

Tan genial como inmiscuirse en los planes de Eijirō siendo un amigo, y solo eso, un amigo con ansias de más y mil trabas encima. Pero ha pasado algunos años así y la costumbre de lo mismo ha acabado por convertirlo en un imbécil. En un tarado con traje y corbata ya mayor.

Quizás esta no era su forma de vestir habitual, quizás odie tener que ir con camisas aburridas y pantalones muy ajustados para arrastrarse entre miles de papeles solo por una sonrisa y brillantes ojos rubíes.

Pero parece valer la pena si consigue un poco de cercanía con Eijirō.

Y ese martirio ya no es cool.

Eran las cinco de la tarde de un viernes cualquiera cuando su "amor platónico" cayó de imprevisto a su hogar. Kirishima lo encontró con pantalones holgados, incombinables, y una remera lisa blanca tan grande que cabrían dos Sero's Hanta en ella; la primer remera que había cazado cuando el timbre lo despertó.

No está avergonzado, pero es extraño considerando las pintas con las que solían verse.

—Uh, disculpa. ¿Interrumpo? —Eijirō dice. Él, al contrario, viste de pantalones jeans rasgados y un buzo rojo con pocos detalles. Desaliñado, pero no tanto como el azabache.

—No, no. Ahm, ¿adelante? —musita, somnoliento.

Asiente—Venía a visitarte un rato, disculpa por no avisar. Estás relindo así —bromea, adentrándose en la casa ajena.

El lugar luce recatado, por lo menos.

—¡Pero-. Gracias, lo sé, lo sé —Rueda los ojos—. No tengo nada que hacer, así que eres bienvenido —Cierra la entrada con llave, intranquilo—. Me resulta raro verte por aquí, solo. ¿Y tu mujer?

Kirishima susurra un «No sabe que vine acá exactamente», antes de hundirse de lleno en el sillón puff del living. Y Sero no pregunta algo más que si prefiere agua o soda con hielo.

+

Picando papitas de la mesada, Eijirō parece hallar desahogo en un momento casual. Engulle a cuatro manos mientras le cuenta a Hanta de sus días, pequeñas anécdotas de las que el azabache no estuvo al tanto por tomarse vacaciones.

—Entonces el señor del parque comenzó a perseguirme con su bastón porque mi cabello le pareció satánico —comenta, tentado—. Tuve que agregarle quince minutos más al trote por eso, no sabía que un octogenario podría correr tan bien... Y bueno, ¿tú cómo has estado?

—Puff. Excelente, a decir verdad —confiesa, divertido por la anécdota; amagando a beber de una lata de cerveza—. Quiero decir, al menos ningún señor me persiguió gritando.
» Fui unos días a la playa con Roki, Inasa no pudo acompañarnos pero nos llamaba de a ratos —continúa casual. Ahora sí, bebe—. Mmmh, después Bakugō y Denki me invitaron a escalar el finde pasado. Fue agradable, aunque sospecho que esos dos se traen algo entre manos.

—Ah, sí —Asiente, extrañamente decaído—. Sí, vi las fotos.

—Y estos últimos días quise pasarla en mi casa...—Titubea, posando la lata vacía en la mesada—. A solas, bueno. Parece que cierto chico no puede vivir sin mi presencia.

—¡Hey!

Eijirō sonríe, vagamente, pero sonríe. Un deje que pelea por mantener, mas que abandona enseguida, y sumerge la mano en el bowl de papas para engullirlo como si careciera de otros pensamientos.

—Oye, ¿te ocurre algo?

—Ohm, nada serio —Kirishima se encoge de hombros, paseando la mirada a su alrededor—. Es que extraño salir con ustedes, como en los viejos tiempos. Eso es todo —murmura con cierta nostalgia.

Y Hanta hace una mueca—Dentro de nada, creo que Mina va a-...

—Eres el único con el que aún mantengo contacto, ¿sabes? —Corta sin maldad y sin mirarle a la cara—. Realmente no sé nada de Ashido hace más de un año, de Bakugō solo sé cuando cruzamos algunas palabras laborales y de Kaminari... Bueno, reaparece en festividades y mi cumpleaños al menos.

—Kiri, ahm...

Las ideas se le atoran en la garganta de repente, y tiene tanto por decirle que dirá nada. Sero no sabe hacia dónde dirigir la conversación, no hay que ser un genio para notar que el ambiente está tenso.

Que él está inquieto por las penas del teñido.

—Ah, lo siento...—vacila— por ventilar así. Ando estresado por el trabajo, y Aoi últimamente está distante.

Hanta niega con la cabeza, resignado, y hace un ademán para que el pelirrojo continúe. Comienza a agobiarle este constante tira y afloja de parte del otro, comienza a agobiarle sus propias decisiones. Permanece ceñudo en lo que Kirishima crea un monologo de su imperfecta vida marital.

No será la primera vez que un momento así ocurra entre ambos: Kirishima llega, con o sin razones, a su casa; hablan, se divierten. Y terminan en un desahogo pelirrojo, dolores sin salida pues nunca hace algo para cambiarlo. Frustración oculta. Y de nuevo.

Sero espera que sea la última vez, en realidad. Ser el cojín para llorar desconsoladamente de un otro es agotador, y más teniendo en cuenta sus verdaderos y estúpidos sentimientos. No presta atención a este parloteo por ensimismarse, no es algo nuevo de todos modos.

La discreción los invade cuando Kirishima concluye su habla y ninguno tiene la tutela de mirarse siquiera. Ha despotricado mucho, mas no todo. Si hay un saber mutuo, es que Eijirō jamás puede acabar de ser sincero ni consigo mismo, que su matrimonio está inevitablemente roto y él era el único interesado en salvarlo no por amor, sino por costumbre.

Kirishima es un cobarde que no logra vivir la vida a gusto por comodidad, y Sero es el único que le ha aguantado los caprichos sentimentales. Idiotas por partes iguales, sí.

—Pero tú, tú eres el único que sigue conmigo —Con una sonrisa dolorida, el pelirrojo rompe el silencio—. Y realmente lo aprecio, Han.

Sero exhala y le cuesta reaccionar a lo que sucede por quedarse estático. Debería ser directo con esto o no tendrá otra oportunidad luego. Duele, mas no siente querer llorar, pues son incontables las charlas en donde Katsuki le ha reiterado sobre la estupidez y cobardía de lastimarse mutuamente.

Tenía que ponerle los puntos en algún momento.

—Mira, Kirishima, estoy cansado —confiesa, apretando el puente de su nariz—. Denks, Mina y Baku te lo han dicho ya.

—... ¿Qué?

—Quiero decir —Carraspea, preparándose—. Tú tampoco fuiste accesible para nosotros cuando te necesitábamos. Y vienes a mi casa, haces y dices lo mismo. Siempre es lo mismo contigo. "Quiero volver a juntarme con ustedes" —repite con tono de voz bobo—, pero a la primera que te invitamos a salir, tiras un montón de excusas diciendo el por qué tu mujer no te dejaría asistir.

—Es que ella es muy-

—¿Insegura de sí misma? —interrumpe—. No. Llevas diciendo eso desde que comenzaste un noviazgo con ella, "es muy insegura y no me deja salir ". ¡Bien, niño pequeño! Y si no vas a entenderlo, bien por ti, pero no me vengas con que nos extrañas sí...

«Sí vas a dejarme de lado otra vez», su cabeza casi lo engaña a soltar eso. Queda congelado. ¿Qué demonios está haciendo?

—Hey... ¿Han?

—¿Sabes qué, Kirishima? —decide expresar en su lugar, parándose del sillón en dirección a la puerta—. No vale la pena repetirlo. Quisiera que-.

—¡No, no! —Él también se levanta y lo persigue, toma uno de sus brazos—. Continúa, Sero... por favor.

Se contemplan fijamente, desafiante. Hay cierto brillo decisivo, diferente, en esas orbes rubíes; como si estuviera hallando el empujoncito necesario para cambiar aquello que lo acongoja. Y el azabache queda prendado a eso.

—Si vas a abandonarm- nos de nuevo. No digas que nos extrañas si te vale mierda después.

Kirishima hace una mueca triste y susurra lo que parece una disculpa. Aparenta ser lo único que va a decir en los próximos y angustiantes segundos, que las cosas quedaran en nada; cuando sus labios vuelven a moverse.

—Perdón, no creí que se sentiría así... que te sentirías así. Siempre pensé que podía descifrar al resto...—Detiene su habla antes de irse por las ramas—. Pero es diferente cuando se trata de ti. Dime, ¿qué es eso que tanto me ocultas, Sero Hanta?

El azabache se sonroja, sonríe sin gracia alguna mientras viejas memorias se amontonan en su cabeza.

Desde un inicio, supo que no tenía oportunidad con el moreno. Aún así, buscó y remó incorrectamente, vago y caprichoso, por una cercanía. Ha intentado alejarse, mierda que sí, pero le ha sido imposible. Ha salido con quién sabe cuántas personas y ha acabado cayendo en un maldito circulo vicioso.

Pero esto... será diferente.

Sero lo agarra del cuello, de aquel que ha atado y desatados cientos de corbatas; toma la tela del buzo, y le estampa un beso con fiereza. Con ahínco acumulado en su interior y tensión que nadie podría ignorar a este punto.

Besa con la pasión de un idiota enamorado como solo lo es él, como si aquella boda hubiera sido suya, Kirishima y Sero, y todos los años que pasaron indiscriminadamente fueran propios. Como si jamás hubiera perdido el tiempo.

El colmo ocurre cuando Kirishima corresponde, rodea su estrecha cintura y aprieta con sus gruesas manos. Se dejan llevar hasta el cansancio de sus bocas y la falta de aire en sus pulmones.

Codiciado toque que se les hace interminable hasta que acaba. Un suspiro abandona a Hanta cuando deja de haber contacto, entonces. Y de Kirishima, un bufido acompañado de tersas palabras.

—Así que-... Esto estuvo tan mal, Hanta...

—Siempre estuvo todo mal, Eijirō —contesta igual de susurrante—. Y ojalá te sirva para que organices tu porquería por fin.

—No me refería al beso, sino a-...—Vuelve a frenar el habla, ofendido—. ¡Oye! Quieres que organice mi vida cuando parece que ni tú mismo sabes qué hacer con la tuya —riñe—. ¿O crees que besándome solucionarás mis problemas, eh?

—Sí. ¿Por qué no? —bromea, cruzándose de brazos—. No hacerlo tampoco arreglaría algo, ¿o sí?

Eijirō se encoge de hombros—Bueno... es verdad

—Entonces no te quejes, bobo.

El silencio los invade pero, extrañamente, no es incómodo. Titubean dentro de sus cabezas, procesando qué corno acaban de hacer.

—Yo no quería- bueno sí. Sí quería, pero no en esta circunstancia, y besas muy bien en realidad —Kirishima tartamudea. Su expresión es confusa—. Ah, no sé lo que digo ya...

Sero ríe ante las trabas contrarias y el contrario pucherea.

El azabache se separa para ir a abrir la puerta, no siente querer pasar otro segundo de este bochornoso momento, y encuentra que acabarlo es la mejor opción. Ha dicho más de lo común, sin embargo, y eso le provoca un gran dolor de cabeza.

—No creas que seremos algo solo por besarnos —aclara, apoyado en la madera. Y un no por ahora surca su juicio—. Habla con tu mujer y llega a un arreglo de divorcio... O, en cualquier caso, termina en buenas términos con ella. No pienso volver a ser psicólogo de nadie, al menos no gratis, ¿okey?

Kirishima asiente mientras camina hacia la salida, ido—... Lo intent- —Carraspea—. Lo haré. Dame tiempo, en serio, y...

—Adiós.

Hanta le cierra la puerta en la cara. Y esas fueron las últimas palabras que intercambiaron personalmente por un largo periodo.

Algunas semanas pasaron y el rumor de que el hijo mayor de los Kirishima se divorciaría hizo mella en las oficinas. Varios especularon que podría ser a causa de una amante y Hanta no supo si debía sentir algo al respecto.

extra.

—¡Whisky!

Dan sonrisas sinceras cuando un chasquido resuena. Y luego, el flash se deja ver; los ciega por cortos segundos.

Algunos deben refregar sus ojos para recomponerse. La están pasando bien en una amena tardecita de Sábado, en una casa de campo. Se trata de la fiesta de unión entre Ashido-Hagakure y, tras varios meses del divorcio de Kirishima; el " bakusquad " pudo tener una especie de cómodo reencuentro.

Las recién casadas se ven radiantes en sus blancos vestidos y Mina, además de pasarla junto a su mujer y demás invitados, quiso una foto exclusiva con su viejo grupito de secundaria (con ellos sin sus ropas de pordioseros, ¡al fin!)

Cosa que los chicos aceptaron, por supuesto. Y así acabaron posando y abrazándose.

Se dispersan cuando el fotógrafo les da el okey. Kirishima decide ir, charlar y reír con Denki, quien se queja de que "salió con los ojos muy chinos" y que "deberían sacarles otras hasta que capturen mejor su belleza natural". Nadie le hizo caso; pero este par prosiguió a hablar un rato más, yendo a la mesa de aperitivos.

Boludean como pubertos con hambre hasta que una cabellera azabache se aproxima y el primero en percibirlo es el rubio eléctrico, casi ahogándose con su refresco.

—Uh, me parece que me llama mi cuchurrumin —dice, a pesar de que Bakugō está lejos con Jirō—. ¡Nos vemos al rato, tigre!

—Kami-...

Denki escapa, le susurra unas palabritas a Sero cuando pasa por su lado, y desaparece entre la multitud. El pelirrojo notó las obvias intensiones de su amigo, y lo putea internamente por ello.

—Hey, Kiri.

Hace calor aunque este de ligera camisa.

—Hey. ¿Qué tal, Hanta? —dice con su mejor tono casual, analizando al otro de arriba abajo.

Bendito sean los pantalones ajustados, ah.

—Bien, bien. Por picar algo —comenta, cumpliendo con su cometido; agarrando salame, queso y pan—. Mmh, veo que por fin aprendiste a hacer un buen nudo de corbata —Señala con la cabeza, después de comer.

—¿Eh? —Observa su pecho—. Ah, sí sí. Es que, tuve un sexy profesor que me enseñó a hacerlo hace tiempo.

Sero se atraganta y Eijirō se ríe de su expresión confundida.

—Te ves muy relindo cuando estás colorado —Sigue burlándose.

—Ja-ja, ¿en serio? —Cruza sus brazos, recomponiéndose—. Espero que ese "sexy profesor" también te haya enseñado a besar.

—No lo sé. Sigo esperando esas clases, ¿sabes? —ínsita, acercándose fieramente. Aunque al final, solo dan un cosquilleante roce—. Pero Han, fuera de bromas, creo que debería volver disculparme y agradecerte por... ya sabes. Todo.

—Mmh, déjame pensar —responde, haciendo gesto falso de duda. Lo cierto es que ya no lo acongojan esas memorias. Un pasado pisado, o algo así. Y el pelirrojo demostró cambiar—. No lo sé, Eijirō. Quizás, si me invitaras a salir...

—¡Tenlo por hecho! —Carraspea, al notarse desesperado—. Ajam, en serio me gustaría salir contigo. ¿La semana que viene estás libre o...?

—Tranquilo, "tigre" —Posa una mano en su hombro para darle palmaditas—. Está bien, arreglamos después —Rueda los ojos, haciéndose el desinteresado—. Y, siguiendo con lo de las clases-...

Hanta lo atrapa por la corbata bordo, amagando a aproximar sus bocas; cuando un destello los encandila y risitas femeninas se dejan oír; mostrando a las novias cuchilleando entre sí con la cámara digital.

—¡Se ven relindos así, chicos! —Mina bromea, apuntando de nuevo—. ¿Quieren otra? ¡Va directito al álbum!

Sero y Kirishima jadean con pena y, en cuestión de segundos, van tras la morena para hacerle cosquillas. Denki se unió, alegando que él quiere ser parte también. Y Bakugō solo se les quedó viendo con cara de decepción.

—Van a cumplir treinta años, por Dios.

Las viejas burlas jamás acaban, ni siquiera con el pasar del tiempo.

dudaba de meter el extra, porque era una graaaaan elipsis y hay muchos puntos que se saltean de la trama. 🤔
pero ojalá les haya gustado este os larguito y nos leamos mañana <33

pd: wttpd me re baja la calidad de los gráficos ;; créditos al autor del dibujito en él.
gracias a abby y a nakiri por ayudarme con algunas correcciones ¡!

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