¿Porqué Lucifer fue desterrado de el cielo?
Dejemos que el nos cuente...

Pov lucifer

Dios me dejó a un lado luego de que ese estúpido meteorito cayera sobre la tierra, me culpó como si hubiera sido mi culpa, según el yo hice que descuidara la tierra, yo solo quería algo de su atención.

Por haberme estirado en su altura levantando la copa hasta las nubes, querubín protector, de entre las brasas ardientes. Mi corazón se había engreído por mi belleza. Toda mi sabiduría estaba corrompida por mi esplendor. Apareció en mi la iniquidad, Me llené de violencia y pecados.

Le importaba más ese planeta que yo, aún le importa más, a fin de cuentas el me desterró. yo soy perfecto y tan poderoso como el, al parecer el nunca entendió eso. el sabe que yo puedo destruirlo por eso me desterró al infierno. Me acuerdo perfectamente cuando todo esto pasó.

*FLASHBACK*

Ante mi discurso rebelde, la masa de oyentes había quedado atónita, y por tanto silenciosa. Y, entonces, en mitad del estupor que embargó todo el Cielo ante mi primer discurso, se escuchó su rotunda afirmación: ¡Quién como Dios!
Esta afirmación fue como un puñetazo. Y la repitieron por segunda vez. Fue como un grito que despertó a todos. Esa exclamación para muchos fue más convincente que todas mis razones rebeldes. En ese momento el pequeño Miguel, se plantó justo ante mi y me dijo a la cara: ¡eres un soberbio! En un primer momento, cuando yo todavía era respetado, cuando estaba en la cima de mi honor, nadie se hubiera atrevido a hacer eso. Pero  era impávido y las palabras de Miguel poseían tal convicción, que me hirieron profundamente. fue tan doloroso, que tuve que volver sus espaldas ante Miguel y retirarme. Ese día lloré de rabia, no lo pude resistir.

Hubo exclamaciones en todo el mundo angélico. Unas de incredulidad, otras airadas.  Al estar como nuevo el combate estaba a punto de comenzar. Algunos le miraron con admiración en cuanto volvió a aparecer. Y aunque voces sueltas se pusieron frente mi, seguí mi razonamiento. Hablaba como un maestro, había seguridad en mi voz, daba razones. Detrás lo que había era resentimiento. Pero no mostró ni un ápice de esa secreta amargura. Ni él mismo era consciente de que reaccionaba bajo la embriaguez del orgullo herido.

Multitudes rehusaron seguir escuchándome, las palabras de mi rebelión seguían resonando como un eco en los corazones de todos los ángeles. Un eco que hacía daño a unos, un eco que deseaban borrar otros. Pero un eco que ya no desaparecía aunque quisieran.

En ese momento empezó una batalla en el Cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron mi. Yo me defendía apoyado por sus ángeles, pero no pudimos resistir, y ya no hubo lugar para nosotros en el Cielo, estaba cayendo del cielo como un rayo, mi cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo y las lanzó sobre la tierra, fui arrojado al estanque de fuego y de azufre, donde yo y todos los que pecan estamos condenados a sufrir día y noche por los siglos de los siglos. Dios nos perdonó a los ángeles "pecadores" como el nos llama, sino que, precipitados en el infierno, nos entregó a las prisiones tenebrosas en espera del juicio.