30
«Haz lo tuyo»
«Haz lo tuyo conmigo ahora»
Caminaba lentamente por los pasillos, rodeado de estudiantes que conversaban animadamente. Mantenía el rostro bajo, evitando que notaran sus ojeras, pues no había podido dormir bien. Se sentía mal, pero había decidido no contarle a Hoseok para no preocuparlo aún más de lo que ya estaba.
A lo lejos, sus ojos divisaron a un joven de cabello castaño conversando con otros chicos. ¿Qué hacía él en su escuela? Se dirigió en esa dirección, ya que su salón estaba cerca. Al pasar, chocó accidentalmente con uno de los muchachos.
—Oye, idiota, fíjate. —le espetó uno de ellos.
—Seo Joon, fue un accidente. —intervino el castaño.
Jungkook seguía en el suelo. El castaño se agachó, ofreciéndole la mano para ayudarlo a levantarse, pero Jungkook se sentía mareado y su visión se volvía borrosa. Cuando iba a tomar la mano del otro, perdió el conocimiento y cayó inconsciente.
—¡Llamen a un profesor! —dijo el castaño con urgencia mientras intentaba cargarlo.
Los otros obedecieron rápidamente, alejándose para buscar ayuda. El castaño, al girar su cabeza para observar más de cerca al chico que sostenía en sus brazos, reconoció su rostro pálido y sudoroso.
—Jungkook… —lo llamó con preocupación.
«Trato de huir, pero vuelvo a caer»
El pelinegro abrió los ojos lentamente y se dio cuenta de que estaba en la enfermería. Al girar la cabeza, vio al castaño, quien le sonrió y se acercó un poco más.
—¿Ya te encuentras mejor? —preguntó con una voz suave.
—Me duele la cabeza. —susurró Jungkook.
—Debe ser por el golpe que te diste. —respondió el castaño. —No fui lo suficientemente rápido y te golpeaste.
—¿Qué pasó? —preguntó mientras se incorporaba en la camilla.
—Te desmayaste, tienes fiebre. —explicó el castaño con un tono preocupado.
—Estoy bien. —dijo Jungkook, desviando la mirada. —¿Y tú? ¿Qué haces aquí?
—Vine por una presentación. —respondió él.
—Ya veo… —murmuró Jungkook.
—¿Estás bien? —preguntó el castaño, llevando su mano a la frente de Jungkook para comprobar su temperatura.
—Yo… —susurró el menor, sin saber qué decir.
—Aún estás caliente. —dijo el castaño, acercándose un poco más a los labios de Jungkook. —¿Necesitas que te traiga algo para que te refresque?
El pelinegro se sonrojó, sin saber si por la fiebre o por el doble sentido que percibió en las palabras del mayor, quien sonrió ligeramente.
—Creo que necesitas algo húmedo. —dijo el castaño. —Le diré a la enfermera.
—Claro… —susurró Jungkook.
El castaño se levantó y, antes de irse, le dio un beso en la mejilla al menor, quien, sonrojado, se recostó nuevamente y se cubrió el rostro con las manos. Después de unos minutos, escuchó que alguien se acercaba y levantó la vista.
—¿Y la enfermera Lee? —preguntó Jungkook.
—No está. —respondió el castaño. —así que mojé mi pañuelo y te lo pondré en la frente.
—No es necesario, hyung. —dijo Jungkook, algo avergonzado.
—¿Hyung? —el castaño lo miró con sorpresa. —¿Me llamaste hyung?
—Debo irme. —respondió Jungkook, levantándose de la camilla. —Gracias por traerme aquí.
El castaño observó cómo Jungkook salía de la enfermería apresuradamente. Suspiró, pero sabía que ya había hecho lo que debía. Se levantó y salió también, viendo cómo el pelinegro conversaba con otro chico, quien le sonreía. Quiso acercarse, pero lo llamaron, y tuvo que cambiar de dirección.
Aun así, no podía apartar la vista de Jungkook, quien se encontraba al lado de un chico que parecía ser un estudiante de último año. Observó cómo aquel chico mayor le acariciaba la mejilla al pelinegro.
—¿Le serás infiel? —murmuró en voz baja.
Jungkook se giró al escuchar esas palabras y se encontró con la mirada del castaño. Rápidamente, bajó la cabeza, avergonzado, intentando evitar su mirada. Justo en ese momento, escuchó otra voz que lo llamó.
—¿Ya te sientes mejor? —preguntó el castaño, acercándose para tocar su frente.
—Sí… —respondió Jungkook, tratando de no mirarlo. —Me mandaron a casa. Nayeon noona ya vendrá por mí.
—Creo que es lo mejor. —dijo con una sonrisa amable. —Así podrás descansar más.
—Supongo… —Jungkook desvió la mirada nuevamente.
El castaño comprendió el mensaje. Solo sonrió antes de mirar al chico que llevaba la mochila de Jungkook. Se dio la vuelta y regresó con su grupo, pero las preguntas seguían en su mente.
—¿Eres amigo de Kim Taehyung? —le preguntaron.
—Hemos hablado un par de veces por Jimin. —respondió Jungkook. —pero no somos amigos cercanos.
—Para no serlo, parece que se preocupa mucho por ti. —dijo el otro chico.
—No le digas a nadie. —le pidió Jungkook, mirándolo seriamente.
—¿Por qué? —preguntó con curiosidad.
—Hace unas semanas tuve problemas con una chica que me acusó de robarle la atención de Taehyung. —explicó Jungkook. —Además, muchas chicas aquí están locas por él.
—¿Y tú? —preguntó el chico, levantando una ceja.
—¿Yo qué? —Jungkook lo miró, algo confundido.
—¿También estás loco por él? —insistió el chico.
En otro lugar, Taehyung estaba tranquilo, haciendo su tarea mientras escuchaba música. Se detuvo al recordar un sueño reciente en el que se veía a sí mismo sumiso frente a un chico mayor al que no conocía. Esta vez, el sueño había sido diferente, pero lo único que sabía era que ese hombre era mucho mayor, quizás de unos veinte años o más.
—¿Quién eres tú? —se preguntó en voz baja.
—Taehyung, cielo. —escuchó la voz de su madre.
Se giró y la vio entrar. Se levantó y la abrazó, mientras ella le daba un beso en la frente.
—El almuerzo ya está listo. —dijo ella con una sonrisa.
—Bajo en un momento. —respondió él.
—Ah, Jimin está abajo, parece algo decaído. —añadió. —¿Sabes qué le pasa?
Taehyung se quedó en silencio por un momento antes de responder con una sonrisa.
—Creo que es por su amigo Jungkook. —dijo. —Después de un malentendido, ya no quiso hablarle.
—Ya veo. —asintió su madre. —Deberías pasar más tiempo con él.
—Sí, lo sé. —sonrió Taehyung. —Por eso quería pedirte permiso para quedarme en su casa este fin de semana.
—Claro. —respondió ella. —Pero primero lávate las manos antes de bajar.
Taehyung asintió y, cuando su madre salió, volvió a sentarse en su silla, sonriendo. Había conseguido el permiso, y ahora solo quedaba esperar al fin de semana para ejecutar su plan.
Sabía muy bien que eso destruiría a Yoongi, porque le daría justo donde más le dolía. Lo mejor de todo era que Jimin colaboraría, lo cual no sería difícil de conseguir. Cerró sus libros y se dirigió al baño, cantando alegremente.
—Muy pronto un cisne caerá, y luego vendrá otro. —dijo mientras se miraba al espejo.
Al meter la mano en su bolsillo, se dio cuenta de que no tenía su pañuelo. Sonrió al recordar dónde lo había dejado.
—Creo que ya encontré un motivo para ir a tu colegio. —dijo para sí mismo, antes de salir de la habitación. —Jungkookie.
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