🧸Black Swan🍂
Miércoles, 25 de diciembre de 2024.
Y se suponía, que hoy festejaríamos Navidad.
Levanto mi mano derecha, temblorosa, intentando no dejar caer el revólver que sostengo. Estoy empapado en sudor y, tengo miedo. Nunca había experimentado esa sensación en mi vida, ni siquiera por los peligros a los que me enfrento día tras día debido a mi trabajo; pero aquel maldito diario lo cambió todo.
Mi mente no deja de darle vueltas al asunto, no tengo muy claras las cosas, pero de algo sí estoy totalmente seguro; él desea mi muerte.
—Diablos —susurro para mí mismo.
La noche es preciosa, el cielo y la ciudad brillan más que nunca. Desde el cuarto escucho la música, la alegría de las personas, los fuegos artificiales; sin embargo, yo mantengo el dedo en el gatillo, apuntándole, mientras muerdo mi labio inferior con fuerza y aguanto las ganas de llorar. Estoy triste, furioso; con él, conmigo, con la vida que me está quitando algo preciado otra vez.
—Vamos, qué esperas. ¡Dispara ya maldita sea! —clama, sacándome de mis enredados pensamientos.
Cojo valor, suspiro profundamente y mi mano temblorosa adquiere firmeza. Lo miro a los ojos, decidido a disparar; pero al encontrarme con aquella mirada taciturna y suplicante, el corazón se me oprimió todavía más dentro del pecho.
—Carajo, ¿acaso no tienes bolas entre las piernas? —Me habla otra vez, levantándose del suelo frío donde lo había dejado arrodillado de un puñetazo en el estómago—. Taehyung, tu herida es profunda —camina hacia mí—. Sé que tienes buena resistencia —se detiene, al chocar su pecho contra la punta de mi revólver—; pero si no te atiendes pronto, morirás.
—Dime, por qué lo hiciste... Jungkook —mi voz sale temblorosa.
Él agarra el arma que sostengo por encima de mi mano y coloca su dedo pulgar derecho sobre la punta de mi dedo índice, que sigue inmóvil sobre el gatillo. Su mirada se vuelve cruel y macabra, la misma que tuvo cuando me hundió un cuchillo en el abdomen una y luego otra vez. La herida cada vez derrama más sangre, no sé por cuánto tiempo pueda mantenerme en pie; no obstante, quiero hacer un último intento por que me diga sus razones.
—Respóndeme Jungkook —trago saliva, mezclada con el sabor de la sangre que ya comienzo a sentir en mi boca—, por qué... por qué yo.
¿Por qué a mí también?
—Supongo —comienza a reír, cambiando su semblante sombrío a uno alegre, mostrándome la sonrisa más natural, hermosa y honesta que había visto en mi vida—, que nunca lo sabrás.
Escucho un disparo. Mi cuerpo se queda baldado, mi dedo haciendo presión sobre el gatillo, mi mente en blanco y mi corazón... hecho trizas.
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Miércoles, 25 de octubre de 2023.
Detengo el auto una cuadra antes, observando a través del cristal a los carroñeros de la prensa queriendo romper la cinta amarilla que protege la entrada de la casa.
Me aliso el cabello con una mano, respiro hondamente y luego bajo del auto. Camino hacia el sitio con total naturalidad, al llegar me dirijo hacia donde hay menos tumulto, me escabullo entre la gente, levanto la cinta y accedo al sitio. Saco mi solapín de dentro del saco negro que llevo puesto, meto una mano en uno de sus bolsillos y saco un par de guantes negros, me los coloco y entro a la casa.
Hoy me asignaron un nuevo caso: "Traición"; ya me hago una idea de lo que sucedió con solo escuchar ese nombre. También me informaron de la llegada de un nuevo forense, incluso más joven que yo, leí su información personal antes de venir a la escena y me llamó un poco la atención, al parecer es un chico prometedor. Ya me estoy creando expectativas, mal.
—Buenos días —saludo a los presentes.
—Oh Kim, al fin llegas —me saluda mi jefe, no sabía que vendría también—. Te esperábamos para irnos ya.
—¿Cómo? ¿Irse?
—Es que este muchacho es una maravilla, ya terminó de inspeccionar el cadáver —apunta a un hombre de cabellos y ojos azules, que se encuentra agachado cerca del cuerpo, observándolo de una manera tan hilarante que me dio escalofríos—. Te lo presento, él es Jeon Jungkook, el nuevo forense y tu nuevo compañero de trabajo, ya que estará atendiendo los casos junto a ti.
Ni siquiera por la mención de su nombre levantó la mirada, sus ojos siguen fijos en el cuerpo de aquella fémina tendida en el suelo, semidesnuda, llena de heridas y de sangre. Sus ojos azules, parecen clavarse más profundo en cada perforación que presenta el cuerpo de la joven muerta.
—Jungkook, te presento a Kim Taehyung, el agente que estará a cargo de los casos que se te asignarán para investigar las causas post mortem. Querías conocerlo, ¿no es así?
El mencionado finalmente aparta la vista del cadáver y la dirige hacia mí, sus ojos y los míos conectan. Una mueca aparece en sus labios, ¿o es una sonrisa? Luego se levanta y sin apartar su mirada de la mía se va acercando; al hacerlo vuelve a sonreír sin enseñar los dientes y entonces me fijo en aquellos enormes y descriptivos ojos azules. Sus pupilas están dilatadas mientras me observa risueño y hasta puedo decir que con adoración, como si le hiciera ilusión finalmente conocerme.
Un movimiento de sus manos me hizo dirigir mis ojos hacia ellas; lo veo quitarse uno de sus guantes blancos y extenderme la mano desnuda en señal de saludo. No hago nada por corresponderle, solo alzo la vista nuevamente, encontrándome entonces con una mirada inexpresiva y fría, incluso atemorizante, en ese momento sentí que todo se ponía oscuro y que yo caía a un abismo infernal.
—¿Taehyung qué haces? —Pregunta mi jefe algo consternado—. ¿Le pretendes dar un tiro al forense en vez de saludarlo como corresponde?
—¿Darle un tiro? ¿Por qué haría eso?
—Dímelo tú a mí. El chico te extendió la mano y tú llevaste la tuya al revólver.
Inmediatamente me percato que ello era cierto, tengo mi mano sobre el arma, a punto de desenvainarla.
—Oh, lo siento, solo la estaba acomodando, la sentí algo floja —invento una excusa rápida, la verdad es que no estoy seguro de porqué sentí esa sensación de peligro al verle a los ojos.
—¿Y bueno? —pregunta mi jefe, ya se estaba impacientando.
Me quito uno de los guantes y le estrecho la mano al tal Jungkook.
—Es un placer, forense Jeon.
—El placer es todo mío, agente Kim.
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Sábado, 04 de noviembre de 2023.
Ha transcurrido más de una semana desde que el caso "Traición" pasó a mis manos. Carecía de pruebas que me llevaran a pensar quién era el perpetrador de tan horrendo crimen. Mi primer sospechoso fue su expareja, pero tenía una coartada irrefutable y las cámaras de seguridad del sitio donde dijo se encontraba ese día no lo dejaron mentir. La chica no tenía enemigos, era una persona tranquila y querida en la comunidad y el informe del forense solo reveló la causa de la muerte, no encontró ninguna otra cosa que nos sirviera de ayuda.
—Aish —resoplo y me tiro sobre el sofá de la sala de mi casa, sosteniendo una copa de vino en una de mis manos—. Ni siquiera una señal divina me tira un salve para encontrar al asesino de este caso.
Me siento algo angustiado, no es como si fuera la primea vez que un crimen queda sin resolver en esta ciudad, pero al menos tengo la esperanza de encontrar al culpable. Los padres de la chica me suplicaron entre llantos que lo hallara y eso quiero hacer, al menos por ellos, ni siquiera ya por mi reputación.
—Señor solo pido una señal, algo —me revuelvo el cabello y termino mi copa—. Creo que iré a distraerme un poco.
Eran tan solo las 8:30 p.m. y no había cenado siquiera. Así que me doy un baño, me visto y voy al bar que queda cerca de la casa, solo a dos cuadras, hasta cenaría allí mismo. El dueño del local se lleva muy bien conmigo.
Llego al sitio y saludo a Seokjin, dueño del bar Black Swan. Al verme sonríe y me señala una mesa junto al ventanal, siempre la tiene reservada para mí, ya que suelo cenar más en este bar que en mi propia casa.
—¡Lo de siempre! —Le digo antes de sentarme a la mesa.
—¡Marchando! —Me contesta, para luego salir de la barra del local, apareciendo luego otro chico de aspecto gatuno en su lugar.
Un rato más tarde me es servido un plato de huevos fritos con papa, cuando vengo tarde siempre como algo ligero. Seokjin mismo me atendió; me llenó la copa con vino tinto, el que siempre acompaño con este plato y luego se retiró para dejarme comer a mi gusto.
Los vinos de este bar son exquisitos y los platos a los cuales acompañan deleitan al paladar de una manera armoniosa y equilibrada. No tomo vino de ningún otro sitio y los que tengo en casa son comprados aquí en este maravilloso bar.
Degusto mi comida maravillado, como siempre, termino mi vino y dejo el dinero sobre la mesa para que el mesero o Seokjin lo recoja. Me levanto de la silla y voy al baño a orinar. Cuando termino y justo antes de abrir la puerta para salir a los lavados, escucho que alguien entra, abre una de las plumas y la cierra al instante, entonces salgo. Una persona encapuchada sale del baño y una agenda en cuya carátula está la fachada del bar Black Swan está tirada en el suelo. La recojo de inmediato, tal vez se le ha caído a esa persona, cuando entré no recuerdo haberla visto.
Salgo del baño a paso veloz, logro divisar a la persona encapuchada saliendo del bar. Me apresuro y le caigo detrás, pero cuando salgo a la calle no veo a nadie con dichas características, era como si se lo hubiese tragado la tierra.
Regreso a mi casa con la agenda en mis manos, ni siquiera le pregunté a Seokjin por ella, mañana hablaré con él, tal vez sea de algún trabajador del bar, ya que algunos trabajan haciendo entregas a domicilio. Al llegar me cepillo los dientes y me tiro en la cama, coloco mi revólver debajo de la otra almohada, la que no uso y tomo de sobre la mesita a mi izquierda la agenda con el frontispicio del bar Black Swan.
No voy a mentir, me da curiosidad saber qué hay ahí dentro, así que la abro... Aaah, bien dicen por ahí que la curiosidad se comió al gato, porque a mí me acaba de tragar entero.
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Lunes, 25 de marzo de 2024.
Hotel Seoul Moon, apartamento 502, piso 26, nueve de la noche, un nuevo caso: "Estafador".
Subo el elevador acompañado de un par de agentes más, habíamos recibido una llamada desde el hotel, informándonos de que una nueva víctima había aparecido.
Llegamos al piso indicado y caminamos por el largo pasillo hasta llegar a la habitación 502, donde los ojos curiosos no dejan de hacer cola por querer ver la escena, dos guardias del hotel custodian la puerta abierta.
Nos presentamos y enseguida accedimos al interior del lugar. Miro la escena con detenimiento. La luz de la luna irradia sobre el cuerpo a través de la ventana abierta; la cabeza le cuelga del cuello, una porción de piel aún le mantiene sujeto al resto del cuerpo, el cuello está abierto en dos, la carne y el hueso expuestos, la sangre brotando como agua de manantial. Un asco se me forma en la boca del estómago, siento como las tripas se me retuercen y me ataca un fuerte deseo de vomitar, pero me mantengo firme, no puedo derrumbarme ahora, debo asumir la responsabilidad con la cabeza en alto, después de todo; es mi culpa que este hombre esté muerto.
Sabía que sería asesinado y no hice nada, me quedé quieto a la espera de que todo fuese una broma de mala calidad; sin embargo, aquí estoy presenciando las consecuencias de mi mal actuar. ¿Por qué justamente a mí tiene que pasarme esto? Una razón debe de haber y debo encontrar pronto la respuesta.
Desde que encontré aquel maldito librito y comencé a leerlo, comprendí que era un diario y que pertenecía a un asesino en serie, un asesino que tenía la intención de hacerme saber quién era su próxima víctima. Cada página revela la foto de todas las personas que murieron por sus manos, todos casos sin resolver, como ese del 25 de octubre del año pasado; la foto de aquella chica donde aparecía sonriendo era la antepenúltima del diario, el hombre de hoy es la penúltima y me queda una que según la información de asesino ocurrirá el 25 de agosto.
Los días 25 y cada cinco meses este malnacido mata, así ha mantenido su rutina, es su modus operandi. Hijo de puta, su próxima víctima es el chico de aspecto gatuno que trabaja con Jin en Black Swan, lugar donde encontré el diario. No pude confrontar a Jin respecto al librito, investigué sin levantar sospechas y los que reparten comida a domicilio ni siquiera lo usan y al inspeccionar la agenda comprendí que el asesino solo usó folletos de promoción del bar para forrarla.
Esta vez debo tener cuidado, no permitiré que muera nadie más y a mis superiores no puedo decirles nada al respecto, perdería mi trabajo y lo más importante, las herramientas para encontrar al malnacido que está jugando con mi conciencia. Además, el diario quedaría en manos de la policía y hay algo que debo descifrar; la última página no tiene foto, pero al parecer el asesino escribió algo en ella y luego lo tachó, necesito encontrar una forma de averiguar lo que ahí está escrito.
Escucho unos pasos acercarse y que alguien pasa por mi lado rosando mi hombro izquierdo. Me estremezco cuando veo la bata blanca, su espalda ancha y su cabello azul. Un recuerdo invade mi mente y por un instante me permito olvidarme de todo esto del asesino, el diario y las muertes.
Aprieto la mandíbula y trago saliva. El recuerdo de su tibia lengua aún me quema la boca y el tacto de sus dedos fríos en mi abdomen me eriza la piel. Una sensación de temor y placer se apoderó de mi cuerpo la noche de ayer cuando sus ojos azules se volvieron oscuros y penetraron los míos hasta el punto de creer que observaba mi alma con adoración y deseos de devorarla.
Su mirada definitivamente es un abismo donde caigo de forma ilusa y pretenciosa. Su boca es como la lava ardiente que me consume en la lumbre del miedo y la lascivia y, sus manos, son tan frías como la nieve que habita la tierra del invierno eterno. Una fuerza irresistible me hace sentir atraído a él y aunque una parte de mí sabe que debo tener cuidado y mantenerme alejado, la otra parte me insiste que me acerque y permita que sus llamas me consuman por dentro, a fuego abrazador, a fuego lento.
Jeon Jungkook: un enigma.
—¿Cómo lo ves? —le pregunto mientras lo observo anotar algo en una libreta, un registro que lleva siempre de los casos.
—A simple vista fue una muerte violenta —responde, sin apartar la vista de lo que escribe—. La víctima presenta dos heridas corto-contundentes en la región postero-lateral derecha del cuello, con sección de la segunda y tercera vértebras cervicales, además de sección de los músculos de esa parte del cuello y, aunque debo investigarlo bien en el laboratorio, puedo afirmar que la arteria carótida derecha y la vena yugular del mismo lado fueron seccionadas por completo. —Me mira por un momento y apunta con el lapicero que escribía al fallecido—. Solo es cuestión de observarlo, tiene el cuello abierto en dos y la cabeza le pende de un hilo, como se dice vulgarmente.
—Hay sangre esparcida por las paredes y un charco enorme en el suelo —digo observando todo alrededor del muerto—, debió sufrir una hemorragia externa también.
—Coincido —me dice, reafirmando mi conjetura—. Y por las características de las heridas, el arma empleada podría corresponderse con un machete, una mocha tal vez o alguna otra arma de características similares y bien dotada de filo.
—Un machete y una mocha son muy grandes, no podría entrarlas al hotel, mucho menos a uno tan riguroso como este con su sistema de inspección de huéspedes.
—Podría tener un cómplice —añade él—, que lo haya ayudado a entrar el objeto.
—Es una variante; pero de igual forma armas tan grandes sería muy arriesgado y más con las cámaras de vigilancia que hay instaladas. Un arma más pequeña e igual de contundente sería una mejor opción.
—Perdonen que interrumpa —escucho que alguien se acerca a nosotros y me giro para verle, es uno de los guardias que custodiaba la puerta—. Detective, la testigo está aquí —me dice—, la muchacha que habló con la víctima antes del incidente —explica, luego mira al cadáver y después a mí—. Disculpen que haya escuchado un poco de vuestra conversación; pero hace dos días se perdió en la cocina de uno de los restaurantes del hotel un "cleaver knife", creo que puede coincidir con la descripción del arma que dicen.
—Y en efecto —me dirijo hacia el hombre y palmeo uno de sus hombros—. ¿Me enseñas a la testigo?
—Con gusto.
Ambos salimos de la habitación, escuchando murmullos de las personas que estaban afuera, algunos nos miran intrigados, otros con sospechas y en la gran mayoría el terror está plasmados en sus rostros.
El guardia me lleva hasta la habitación contigua, la 503. Toca y abre la puerta.
—Con permiso —dice y entramos—. Señorita Minha, el detective está aquí, quiere hablar con usted.
Una mujer adulta, tal vez en sus 30, está sentada uno de los muebles de la habitación, con el rostro taciturno y lleno de lágrimas secas, la mirada perdida en algún punto en el suelo, las piernas cerradas y las manos entre ellas. Está afectada por la muerte del hombre, claramente.
—Yo los dejo solos detective, iré a retirar un poco del personal de la puerta para que no interrumpan con la investigación.
—Gracias.
El hombre sale, lo escucho cerrar la puerta y yo me acerco a la mujer, le pido permiso y me siento en un mueble frente a ella.
—Hola, soy el agente Kim, encargado de este caso —le enseño mi placa—. ¿Cómo te llamas?
—Song Min Ha —me dice, sin levantar la mirada del suelo.
—Minha, ¿estás en condiciones de contarme qué fue lo que pasó, lo que sabes?
Me mira un instante y suspira.
—Como a las 7:00 p.m. Minho me escribió un mensaje... —Hace una pausa y aprieta los labios antes de volver a abrirlos para hablar—. ¿Lo sabía? Es mi hermano mayor, nos hospedábamos aquí por primera vez. Él... estaba huyendo de algo, o de alguien más bien.
—¿De quién?
—No lo sé, nunca me dijo porque según él sería como marcarme como la siguiente y no quería que a mí me pasara nada. Aún así, lo estuve ayudando hasta la noche de hoy. El mensaje que le dije, decía que había encontrado un comprador para su teléfono aquí mismo en el hotel, que vendría a verlo antes de las nueve —saca su móvil del pantalón que viste y me enseña el mensaje.
—¿Había algún motivo por el que quería vender su teléfono? —ella asiente con la cabeza y yo dejo caer mi espalda en la del mueble.
—No puedo afirmarle que era eso porque nunca lo vi ni él quiso enseñármelo, pero tenía un video sobre... —la chica se dobla y se estruja la cara con las manos.
—¿Minha?
—Le dije que era mejor decirle a la policía y no quiso —comienza a llorar—, el video según me confesó era sobre la muerte de su amante. Park Hyeol Shin, la chica que murió el año pasado.
¿Park Hyeol Shin? Ah, ella; asesinada en la madrugada del 25 de octubre del año pasado. Caso "Traición". Encontrada en la sala de su casa completamente desnuda y con 22 heridas en todo su cuerpo; 6 de ellas fueron solo cortes que sufrió en las manos y las muñecas, en señal de defensa y el resto, fueron perforocortantes de entre 2 y 7 centímetros de profundidad; una de ellas le perforó el corazón, lo que provocó que muriera de forma instantánea.
—¿Amantes?
—Sí, yo ni siquiera estaba al tanto de esto hasta que él me lo contó de forma atropellada, cuando me dijo que se sentía perseguido del trabajo a la casa. Al parecer, él vio cómo fue asesinada esa chica.
—Espera aquí un momento —me levanto del mueble—, no te muevas, ya regreso.
Encamino mis pasos de regreso a la habitación 502. Si lo analizo, el asesino debió fingir ser el comprador del teléfono de Minho, solo quería deshacerse de las pruebas, tanto documentales como del testigo que lo había presenciado todo. ¿Cómo pudo pasar? ¿Cómo él pudo presenciar la muerte de su amante y el asesino darse cuenta y dejarlo vivo hasta hoy? ¿Esto es solo un juego para él? Es como si fuera un lobo jugando a atrapar al conejo; le da cierta ventaja, pero es inútil porque ya tiene todo calculado. Hijo de la grandísima...
Detengo mis pensamientos cuando accedo al interior de la habitación y veo una escena que me erizó hasta los huesos. Jungkook tiene el cuerpo inclinado hacia el cadáver, posicionado a la espalda de este, su mano izquierda agarrando la cabeza colgante, mientras que en su otra mano empuña un cleaver ensangrentado. Observa al hombre muerto con un brillo peculiar en los ojos, un brillo azul que resalta en esta habitación a oscuras, solo alumbrada por la luz de la luna que penetra a través de la ventana abierta. Verlo, es como si observara los ojos del depredador acechando a su presa desde las sombras, los ojos de un lobo que brillan detrás de los arbustos, esperando el momento oportuno para atacar.
Espera, desde que llegué las luces nunca fueron encendidas. Entonces, ¿cómo él pudo saber con precisión las heridas que presentaba el cuerpo? Es cierto que se ve algo, la luna llena de hoy está más clara que muchas noches antes en la que salió; pero, para ser tan certero...
Me revuelvo el cabello con una mano. No puede ser. No. Solo estoy pensando de más. No voy a negar que este hombre me da mala espina, me aterra y al mismo tiempo es como un imán que me atrae. ¿Por qué será?
—¿Se puede saber qué haces? —pregunto y enciendo las luces.
—Oh, agente Kim, solo estaba probando mi teoría de cómo pudo haber sido asesinada esta persona. Encendí las luces después que saliste y los agentes aquí presentes me ayudaron a buscar —miro a los que me acompañaron desde un inicio y estos asienten-, encontramos el arma debajo de la cama, al parecer el asesino la tiró antes de marcharse.
—¿Por qué la dejaría atrás?
—Tal vez porque aunque la tengamos no podemos incriminarlo, no debe tener ni sus huellas. Es inteligente, ¿no crees? —me pregunta y una mueca aparece en sus labios, ¿o es otra vez esa sonrisa extraña que me da escalofríos?
—Demasiado para mi gusto; pero está dejando rastros, pronto lo atraparemos. ¿Y bien, comprobaste tu teoría?
—Ah sí, al parecer las luces estuvieron apagadas en el momento de la acción, no sé el motivo. La víctima como vemos está sentada en esta silla frente a esta cómoda pegada a la pared, por la posición de su mano derecha sobre la cómoda, parecía que tenía algo en las manos, o que escribía en algo apoyado de aquí -señala el tocador, o la cómoda como dijo.
¿El teléfono? ¿Sería el teléfono lo que tenía en las manos?
—En su búsqueda, ¿no encontraron nada más?
—No señor —me responde uno de los otros agentes.
—Bueno, vayan terminando aquí, yo aún tengo cosas que hacer.
Me retiro de la habitación y voy hacia la contigua, donde termino mi plática con Minha y le digo que se presente a la mañana siguiente en la comisaría a prestar declaración. Luego pido los videos de las cámaras de seguridad desde el día en que se perdió el cuchillo de la cocina, el que fue hallado en la escena, así como el registro de los huéspedes que entraron al hotel dos semanas antes de los hermanos hospedarse, quiero investigar con calma.
Y después de un día ajetreado, regreso a casa.
—Estoy cansado.
Dejo la ropa tirada por toda la casa y me doy un baño con agua bien tibia, para relajarme los músculos. Salgo de él envuelto en una toalla, cuando escucho el timbre de la puerta de entrada sonar.
—¿Quién será a estas horas?
Voy al cuarto y tomo mi revólver, lo había dejado sobre la cama, después me dirijo hasta la puerta y miro a través del orificio en ella para saber quién es la visita. La luz del portal siempre la mantengo encendida de noche. Me sorprendo cuando veo a Jungkook parado afuera. El timbre de la puerta vuelve a sonar, rápidamente recojo las prendas que dejé regada y las tiro al cesto de la ropa sucia que tengo en el cuarto, guardo el revólver debajo de la almohada... no, mejor dentro del gavetero de la cama y me visto lo más rápido que puedo. Escucho el timbre sonar por cuarta vez, hasta que finalmente abro la puerta.
—Buenas noches —me saluda, alzando una botella de vino.
—Jungkook, son casi las doce de la noche, qué haces aquí a esta hora.
—¿Puedo pasar? Traje vino —dice, alzando la botella nuevamente, entonces lo dejo entrar y cierro la puerta—. Hoy te noté muy estresado, así que vine a hacerte compañía. Perdona que haya venido sin avisar, solo quería sorprenderte. —Se acerca a mí y aspira el olor de mi cuello, la piel se me eriza—. ¿Acabas de ducharte?
Trago saliva antes de responder a su pregunta de manera afirmativa. Lo veo morderse el labio inferior para luego encaminarse hasta mi cocina. Solo lo observo, mientras siento como el corazón me late a mil por segundo. Una sensación de hormigueo me recorre el estómago. Anoche tuvimos una cena en Black Swan, una cena entre dos compañeros de trabajo, pero nos pasamos de copas y la cena terminó en mi casa, con nuestras bocas pegadas y nuestros cuerpos ardiendo de deseo; pero no pasó nada más que eso, besos y caricias, porque entré en razón y corté todo. No puedo involucrarme con alguien del trabajo, mucho menos con Jungkook, un enigma que me revuelve deseos extraños.
¿O será que puedo permitirme, al menos por unos momentos, saborear aquello que me tengo prohibido?
—¿Bebemos? —Salgo de mis pensamientos cuando lo veo acercarse con la botella y dos copas—. Compré este vino en Black Swan, desde ayer comprobé que ese bar tiene unos vinos exquisitos.
—Jungkook, por qué estás aquí.
—Ya te lo dije, vine a hacerte compañía. ¿Acaso no podía?
—No es eso, pero...
—Te seré sincero entonces —deja las copas y la botella sobre la mesita de la sala, luego se acerca a mí lo suficiente como para poder verle el tamaño de sus pupilas, grandes y negras—. No puedo dejar de pensar en lo que pasó anoche entre nosotros, tal vez tú le estés echando la culpa al alcohol, pero los dos a pesar de todo lo que bebimos estábamos bien sobrios. Sé que son las doce de la noche ya; pero, me estoy muriendo de ganas por volverte a besar.
Me llevo una mano al pecho ante sus palabras, se me va a salir el corazón, yo creo.
—Taehyung, Kim Taehyung —me toma por la camisa y me arroja al largo sofá de la sala de mi casa, coloca su rodilla derecha entre mis piernas y se abalanza sobre mí, entrelaza una de sus manos a una de las mías y la otra la lleva al interior de mi camisa, donde acaricia mi piel con sus fríos dedos y el cuerpo se me estremece—, me tienes hecho un lío. No paro de pensarte un segundo; tu aroma —lleva su nariz a mi cuello y aspira nuevamente—, lo tersa que se siente tu piel bajo el toque de mis dedos, el sabor de tus labios, la melodía de tus gemidos, la suavidad de tu lengua, el amarillo de tus ojos, lo sedoso que es tu cabello, los lunares que hay esparcidos en tu rostro; me quedé impregnado de ti Kim Taehyung. ¿Puedes entender eso? Te deseo como no he deseado a nadie nunca en mi vida.
Me quedo callado, ni siquiera sé que debo responderle. Lo único que me aterroriza en este momento es que el corazón me explote dentro del pecho. Nadie en mis 29 años de vida me había dicho palabras tan profundas con tan solo una noche de besos y caricias.
—Tengo ganas de devorarte.
—¿Cómo?
—Que te deseo —me susurra al oído—, que tengo ganas de ti. ¿Te has acostado con un hombre antes?
Niego con la cabeza, entonces sus ojos se oscurecen y otra vez esa sonrisa siniestra aparece en sus labios. ¿Eres un lobo disfrazado de cordero, Jeon Jungkook?
—Jungkook, ¿has matado a alguien? —suelto la pregunta tan natural que yo mismo me sorprendo.
Jungkook se queda quieto unos segundos, no hace ni dice nada, solo me mira, como analizando mi pregunta.
—¿Y si te dijera que sí? —Dice de repente, tomando mi cuello con sus manos, apretándolo—. ¿Y si te dijera que he venido a matarte? —La presión de sus manos en mi cuello aumenta.
Siento que me asfixia, llevo rápidamente mis manos a las suyas e intento apartarlas, pero no lo consigo. ¿Está hablando en serio? Si yo tenía la intención de entregarme a él, con esto esas ganas se están disipando por completo.
—¡Es broma! —me suelta y se sienta entre mis piernas, sus risotadas inundan mi sala—. Yo —detiene la risa, su voz suena más tranquila—, no podría matarte.
—¿Qué?
—Que no soy ningún asesino bobo. ¿Por qué piensas eso de mí? ¿Es por mi cara de maleante?
—Jungkook...
—Es mejor que me vaya —se levanta del sofá—, me espera una larga jornada del trabajo debido al nuevo caso. Te veo mañana Kim.
—Espera —me levanto y rápido tomo su mano izquierda, él se gira para verme—. Ya es muy tarde para que andes solo por ahí, quédate. Y por favor —me acerco a él y junto nuestras frentes—, no vuelvas a hacerme una broma como esa. Si tuviese el revólver en mis manos te hubiese dado un tiro.
—¿Cómo querías hacer el día que nos conocimos?
—Sí, como ese día.
Ambos sonreímos, nuestras manos se entrelazan y, nuestras bocas se buscan la una a la otra, desesperadas, hasta encontrarse. El beso se convierte en puro deseo, provocando que nuestros cuerpos se coloquen a una distancia peligrosa. Mis dedos se escapan de su agarre y buscan su cabello, enredándose entre las hebras azules al hacer contacto. Sus manos se afianzan a mis caderas y nuestras lenguas se prueban con deleite.
—Me encanta como besas —me separo y le susurro.
—Y a mí me encanta tu boca, es pura delicia. —Sus labios vuelven a acercarse a los míos, pero no me besa—. Taehyung, si te entregas a mí, ya no habrá vuelta a atrás, me pertenecerás. ¿Estás de acuerdo con eso?
Asiento, ni si quiera me detengo a pensar en el significado de esas palabras y en las consecuencias que me traerían.
—Serás mío, Kim Tae Hyung —me dice, como si quisiera poner un sello en mi cuello para marcarme como de su propiedad.
—¿Acaso eres un alfa?
—¿No lo sabías? —Me toma por el mentón y me ciñe más a él—. Soy un alfa y tú eres mi dulce omega.
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Domingo, 25 de agosto de 2024.
Desde aquella noche, entre Jungkook y yo se formó una conexión especial, o al menos eso es lo que siento, a pesar de que a veces tenga actitudes un poco raras, pero me imagino que su trabajo es lo que ha conllevado que se comporte así. Ser forense es lograr que el muerto hable por sí mismo, es imaginarte la escena, recrearla y actuar como si fueras el asesino. He comprendido eso de él en el tiempo que hemos estado juntos y a veces he tenido que sacarlo de su trabajo porque se toma el papel muy en serio que me asusta.
Hoy hablé con él por teléfono, antes de venir a Black Swan a cenar, me he pasado todo el día, de hecho, la semana entera vigilando.
—Buenas noches agente Kim, ¿qué desea para hoy? —me saluda el chico que trabaja con Jin, el chico de aspecto gatuno.
—Buenas noches, lo de siempre por favor.
—A la orden —se retiraba cuando una duda invade mi mente.
—Chico, ¿cómo te llamas?
—Min Yoongi, ¿pasa algo?
—No, nada. ¿Por qué todo está tan vacío hoy? —Pregunto, mientras oteo el lugar, solo hay tres comensales además de mí—. ¿Y Jin?
—Ah, Jin tuvo una situación y tuvo que salir, creo que alguien intentó robar en su casa y, cuando él no está, viene muy poca gente —se encoge de hombros—. Él es quien anima este sitio, yo no sirvo para eso, ni quiero hacerlo tampoco, me gusta la tranquilidad.
—Entiendo, gracias.
—De nada —me dice y se retira.
Un rato más tarde me sirve la mesa y degusto mi comida complacido, como siempre. Termino por beber lo que me queda de vino en la copa y observo el sitio, solo estamos Yoongi y yo. Los que quedaban se ha ido y no ha llegado ningún nuevo cliente.
Hoy es el día y esta tranquilidad me hiela la piel.
—¿Ha terminado? —Yoongi se acerca a mi mesa.
—Sí, gracias. —Me levanto, saco mi billetera y dejo el dinero sobre la mesa—. Estuvo estupendo todo.
—Oiga, ¿puedo preguntarle algo?
—Adelante.
—¿Por qué, aun estando solo, su forma de sostener la copa de vino ahora es muy peculiar? Todo el tiempo, parecía conversar con alguien, aunque no dijera nada. Miraba a la silla que le queda en frente, como si una persona estuviera sentada allí.
Abro la boca para hablar, pero no me salen las palabras, no imaginé que este chico fuera tan observador. Solo imaginaba a Jungkook sentado frente a mí y miles de dudas me invadían la mente. La verdad, conozco muy poco sobre él.
—Antes —continúa Yoongi—, sostenía la copa de una manera reservada; pero ahora su forma de hacerlo ha cambiado. ¿Es por ese hombre?
—¿Cómo dices?
¿Por ese hombre? ¿Jungkook?
—Mire, la forma en que las personas sostienen las copas dice algo de sí mismas. Usted antes parecía una persona impenetrable, sostenía la copa como si la abrazara entre sus manos, como protegiéndola de cualquier ataque, sin permitir una abertura para aproximarse a ella; eso me dio a entender además que se preocupaba por las personas.
»Ahora, lo hace de una manera distinta, usa la copa como una extensión más de su mano, conversando y gesticulando con ella, queriendo demostrar otras cualidades que hasta entonces no lo hacía. Y empezó a hacerlo el día que ese hombre vino a cenar con usted.
—¿Lo conoces, a ese hombre?
—Mire, yo era estudiante de Psicología, puedo entender un poco al respecto. La forma en que ese hombre sostiene la copa solo me dice una cosa sobre él: es peligroso.
Un par de dudas más se suman a aquellas que ya rondaban en mi cabeza, cuando la puerta del bar se abre y alguien ingresa al local. Llevo la mano de inmediato a mi revólver, pero solo era un repartidor de comida a domicilio, de los que trabajan en Black Swan.
—Buenas noches. Min, he terminado por hoy. Dejaré las cajas allá detrás.
—Te ayudo.
El chico de aspecto gatuno se aleja para ayudar al empleado y yo me dirijo al baño para lavarme la cara. Entro revolviéndome el cabello, luego coloco las manos sobre la meseta de los lavados y me miro en el largo espejo.
¿Taehyung acaso todas esas hipótesis que te has inventado todo este tiempo son reales? Me pregunto alzando una ceja, pero al mismo tiempo niego con la cabeza, como si hiciera rechazo a creer que Jungkook...
—¿Tú aquí? —escucho la voz de Yoongi, en un tono algo alto—. Oye, oye, guarda eso. —Escucho una silla moverse con brusquedad—. Amigo, te lo juro, no le he dicho nada. —Escucho un traqueteo—. Oye... ¡maldición!
Siento un tropelaje y salgo del baño, en ese instante veo a una persona encapuchada perseguir a Yoongi, le logra dar alcance y le entierra un cuchillo que porta en su mano derecha por un costado de la cadera. Yoongi grita, el cuchillo sale y vuelve entrar con una rapidez inquietante.
Sin pensarlo dos veces saco mi revolver y disparo al techo, con el objetivo de asustar al asesino y que se detenga al menos un momento, lo cual hace, permitiéndome apuntarle y dispararle, pero el muy hijo de puta se agacha y se protege entre las mesas. Intento acercarme mientras que observo de soslayo como Yoongi a duras penas se aleja de donde se encuentra el criminal. Me acerco otro poco, cuando lo veo levantarse con suma rapidez y me lanza el cuchillo, el cual logro esquivar, pero eso le dio tiempo suficiente para correr hasta la puerta de salida.
Es ágil el canalla.
Apunto a matar y disparo en el momento que abre la puerta para salir, sin embargo, la bala solo impacta en el marco de la puerta. ¡Maldición! ¿Acaso dudé?
El tipo logra escapar, mi instinto es perseguirlo, pero siento un golpe; es Yoongi que ha caído al suelo, voy a socorrerlo.
—¡Yoongi, aguanta! —me agacho al lado de su cuerpo, guardo el revólver, le sostengo la cabeza con el brazo izquierdo y con mi mano derecha aprieto sobre la herida para detener el sangrado—. No te desmayes, intenta mantenerte consciente.
—Es él... —lo escucho decir con dificultad, tratando de respirar.
—¿El quién? ¿Pudiste verle el rostro?
—Él... fue quien... —tose y escupe un poco de sangre.
—Tranquilo, luego hablamos sobre eso —le digo, pero el agarra el saco que llevo puesto con fuerza.
—Él, escribió tu nombre en un cuaderno y... —traga, sus ojos están un poco adormecidos, ha perdido mucha sangre— lo tachó... tu nombre.
¿Qué? ¿Mi nombre en un cuaderno? ¿Tachado? Solo una cosa me viene a la mente: aquel diario, el diario del asesino. ¿Yoongi lo vio poner mi nombre ahí y tacharlo? ¿Cuándo? ¿Dónde?
—Aquí —dice de repente—, ha estado aquí otras veces —su voz sale a través de susurros, que tengo que acercarme para escucharlo bien—. Ten cuidado... —fue lo último que dijo, antes de desmayarse.
Me quedé estupefacto. Siempre tuve las pruebas tan cerca para encontrar al asesino y ni siquiera estaba consciente de eso. No pegué un ojo en lo que quedó de la noche. Yoongi fue llevado al hospital y la operación fue exitosa, mi alma se sintió aliviada al saber que estaba vivo y que podría descubrir de una vez por todas la identidad del asesino; pero una vez Yoongi se recuperó me dijo que no recordaba nada de lo que me dijo esa noche. Le confronté con el diario, forrado con un folleto del bar Black Swan, pero aseguró no saber nada al respecto. Estaba consciente de que guardaba silencio, de que no quería decirme nada, porque aquella noche le había jurado al asesino que él no había soltado la lengua y aún así casi lo mata.
Yoongi siguió su trabajo normal, como si nunca hubiese pasado nada. Todos los días vigilaba el bar y nada, no pasaba absolutamente nada. La impotencia y la rabia me estaban consumiendo. La incertidumbre y el desespero me estaban volviendo loco, solo Jungkook me daba paz, por increíble que parezca. Eso sí, por miles de veces que me preguntó qué me pasaba, nunca le dije nada y así estaba bien.
Los días, las semanas y los meses pasaron. Me había crecido el pelo de la barba y hasta tenía bigote. A Jungkook no le gustaba verme así. Y el 25 de diciembre, Navidad, finalmente llegó.
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Miércoles, 25 de diciembre de 2024.
—¿Qué haces?
Estaba bañándome cuando Jungkook entró al baño con una maquinita eléctrica en una de sus manos.
—Vamos Tae, estás horrible así. Aféitate, hoy es Navidad, debes verte bonito.
—Kook, ya casi estoy terminando aquí, mañana lo haré.
—No, ahora —se quita las chanclas que lleva puestas y entra a la ducha con todo y ropa—. ¿No entiendes que te ves feo? Y feo no me gustas. —Se aproxima a mí y me arrincona a la fría pared, colocando su brazo izquierdo sobre mi pecho, ejerciendo presión. Luego enciende la maquinita y la acerca a mi barbilla—. Y, Taehyung, no quiero que dejes de gustarme —me susurra, causando que todo mi cuerpo se erice.
—¿Por qué? ¿Vas a hacerme algo?
—Quién sabe, podría pasar muchas cosas. Así que aféitate. No saldré de este baño hasta que lo hagas.
—Vale —resoplo y cumplo con su capricho.
Desde hace tres meses sus visitas se han vuelto más comunes. Casi todos los fines de semana se queda a hacerme compañía y los que no, yo me he quedado en la suya. La primera vez que la visité me llevé una gran sorpresa, todas las paredes están pintadas de blanco y los juegos de cortinas que la adornan son entre los colores rojo y negro, siempre la mantiene limpia, sin un rastro de polvo. También descubrí que es muy habilidoso en la cocina, pues hace unos platos exquisitos y es muy atento con las noticias que salen en la tele, sobre todo de los casos que han azotado la ciudad últimamente.
—Te ves hermoso —me besa en la mejilla—, quiero brindar por eso —dice y sale del cuarto.
Estoy en mi habitación, peinándome frente al espejo en la pared. Realmente me veo mejor sin barba y bigote. Sonrío. Hoy festejaré Navidad con Jungkook.
Hoy es un día en que quiero relajarme y olvidar el resto del mundo, porque últimamente en lo único que pienso es en por qué el asesino escribió mi nombre en su diario, lo tachó y luego me lo quiso hacer saber. Las pistas que tengo solo me llevan a callejones sin salida. Estoy cansado de todo esto.
—¿Listo para nuestra noche? —Jungkook entra a la habitación con una botella de vino que compramos en Black Swan y dos copas.
—Listo —le respondo.
Me entrega las dos copas y echa vino en ellas, luego coloca la botella sobre una mesita de luz que hay al lado izquierdo de la cama y ambos nos sentamos sobre esta última, próximos al cabecero. Jungkook da un sorbo a la bebida y la sitúa al lado de la botella, luego coloca su mano derecha en mi muslo izquierdo y lo aprieta, me pongo nervioso enseguida. Ya comenzaba a sentirse el bullicio en la ciudad, las celebraciones, pero mi casa estaba en completo silencio.
—¿Y si nos animamos un poco? —Jungkook se levanta de repente y se ubica frente a mí, de manera juguetona—. Pregúntame lo que quieras, por ser Navidad te voy a responder. Y a cambio de mis respuestas, si te complacen, me concederás un deseo.
—Ya estamos muy grandes para juegos, ¿no crees?
—Yo no estoy jugando Taehyung, simplemente quiero... ¡Bueno venga, que hoy estás muy desanimado y no me gusta!
—Vale —bebo la mitad del líquido que hay en mi copa y suspiro—. ¿Qué quieres que te pregunte?
—¿Es una pregunta retórica? —Inclina la cabeza hacia la izquierda y me mira divertido—. Estoy cien por ciento seguro de que en tu cabeza rondan miles de preguntas sobre mí.
—¿Cómo por ejemplo?
—Como por ejemplo... —dice de manera pausada y una vez más esa mueca muy común de él aparece en sus labios—. ¿Será Jungkook... —lo veo sacar un cuchillo de detrás de su espalda, lo que me toma por sorpresa, ¿lo cogió de mi cocina?; pero sin darme tiempo a reaccionar, se abalanza sobre mí y me asesta, con suma rapidez, dos puñaladas en el abdomen. Y con el cuchillo clavado aún en mí me susurra al oído: —el asesino en serie que busco?
Por un instante me quedo en shock, sintiendo un fuerte dolor en el abdomen, siento como mi cara se contrae y que un ardor se apodera de ella; pero al mismo tiempo siento frío, un frío que se apodera de mi cerebro. ¿Esto está pasando?
Él saca el cuchillo y es como si las ganas de vivir y respirar hubiesen vuelto a mí, reacciono de inmediato y le asesto un puñetazo, lo que lo hace hincarse en el suelo. Lo más rápido que puedo tomo mi revólver de debajo de la almohada, donde siempre lo guardo y le apunto con ella, mientras que coloco mi otra mano en la herida.
—¿Sabes?, a pesar de todo, creo que ya sabías esa respuesta —me dice y arroja el cuchillo—. Lo supe cuando, aquel día, pudiste haberme matado en Black Swan, pero dudaste y erraste el tiro. Comprendí que ya sabías que era yo. —Otra vez esa sonrisa aparece y me mira con un brillo peculiar en los ojos—. Eso me hizo muy feliz.
—Estás... totalmente loco —apunto a su cabeza—. Arderás en el infierno.
—Lo sé ji, ji. La oscuridad: es el precio que debo pagar por haber nacido entre monstruos. Soy un como un cisne negro Taehyung, me persiguen los demonios y las sombras y me susurran al oído: mátalo —dice esta última palabra en un murmullo—. Me dicen quién debe morir y por qué. Pero tú fuiste distinto, las sombras no te escogieron, yo te escogí.
—Estás demente, psicópata.
—Ja, ja, ja. Creo que los dos lo estamos Taehyung. Dime, ¿por qué no me disparas? ¿Es porque te gusto? Dime, ¿qué es lo que te atrae de mí?
—Cállate maldito... Todo este tiempo —hago pausa y trago saliva, siento como el sudor me recorre la frente—, estuviste engañándome.
—Taehyung... Oh mi dulce omega. Yo siempre... te mostré mis verdaderos colores y aún así quisiste aferrarte a mí, por eso te marqué como mío. Me diste el derecho de hacer contigo lo que yo quisiera.
—¿Incluso matarme?
—Mn, incluso eso.
—Diablos —susurro para mí mismo.
Y se suponía, que hoy festejaríamos Navidad.
🍂🧸🍂🧸🍂
Cinco meses después, un día cualquiera.
Estoy frente a su tumba, perdido entre las letras de su nombre escrito sobre la lápida. Suspiro desolado. Desde aquella Navidad, todo mi mundo se fue abajo. Perdí mi trabajo, mi reputación se fue a la mierda y mis ganas de seguir existiendo se esfumaron. Si no fuera por Jin que me dio un trabajo en Black Swan creo que ya me hubiese degollado con aquella botella de vino que aún conservo de recuerdo. Ha sido un estupendo amigo, debo compensarle.
—Es mejor que regrese, hoy debo atender el bar yo solo. Ya me voy Jungkook, vendré a verte dentro de cinco meses. ¿Gracioso no? Tomé para visitarte la misma rutina que tu escogiste para matar ja, ja.
Sí, al final él también tenía razón, me había vuelto loco, por él.
Le doy la espalda a su tumba y me alejo a paso lento, cuando siento mi teléfono sonar. Lo tomo y coloco al oído.
—Ya voy de regreso Jin, perdona. Solo, vine a verlo —le digo algo apenado; pero del otro lado de la línea nadie me contesta—. ¿Jin? —Me quito el teléfono de la oreja y miro la pantalla, entonces me percato de que es un número desconocido. Vuelvo a colocármelo—. Oh, perdona, creía que era un conocido, dígame, ¿quién me habla?
—Eres tan dulce, mi omega. —Escuchar aquella voz me paralizó en el acto—. Fuiste a visitarme hoy, no podría ser más dulce mi TaeTae.
Intento hablar, pero no puedo, no me salen las palabras. ¿Estaré soñando acaso? ¿O sí que me volví un demente y ahora escucho voces?
—¿Te digo algo? —Lo escucho hablar otra vez. No puede ser—. Aquella noche quería que me concedieras un deseo; quería que me amaras tal como soy, de la misma forma que yo te amaba tal como eres. Sin embargo, no me había dado cuenta de que mi deseo ya se había cumplido.
»Apretar el gatillo y fingir mi muerte me lo ha confirmado. Me amas, Kim Taehyung. Y yo te amo, con mi mente loca y perversa, te amo. Me niego rotundamente a irme al infierno sin ti. Así que ven, te estoy esperando en el bar. Black Swan, esta noche, es todo nuestro.
Una lágrima se desliza por una de mis mejillas. Maldito loco hijo de puta. Estuvo vivo todo este tiempo, pero, indudablemente, me siento feliz por ese hecho, así que sonrío, ¿o es una mueca, lo que aparece en mis labios? Bueno, qué más da, él está vivo, así que el resto de mundo: se puede quemar.
🧸FIN🍂
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