𝐓𝐖𝐄𝐋𝐕𝐄. Retired Champions
𝐓𝐖𝐄𝐋𝐕𝐄. 𝐋𝐈𝐓𝐓𝐋𝐄 𝐁𝐈𝐑𝐃
Campeonas Retiradas.
Minako tiene una afinidad extraña con ganar en todo. Podía ser algo tan pequeño y directo como estar delante de Tanaka cuando subían las escaleras a su salón hasta algo tan tonto y casi patético como levantarse minutos antes que su hermano para poder usar el baño primera. Desde que recuerda, Minako siempre amaba estar en la cima de todo. Cuando el patinaje artístico se volvió una parte permanente de su vida, su hambre competitiva solo creció. Una vez que se percató de lo buena que eran ella y Mathis, y lo fácil que era conseguir medallas de oro y trofeos, era como una droga que no podía dejar. Desafortunadamente para ella, la única solución para esta adicción insaciable era una buena rebanada de tarta de humildad y, si había algo que Minako Saito no podía hacer (además de comer carne roja y matemáticas) es perder. Francamente, no estaba en su diccionario y tal vez ese era el problema.
De ninguna manera estaba invertida en el partido de prácticas. Pero los insultos que fueron arrojados a ellos y Shiori Kihara, es una historia completamente distinta y cambió rápidamente. Shiori vivía el mismo estilo de vida que ella, el maquillaje y la fachada y la maldad que venían con ser una patinadora. No era una sorpresa que las palabras de Shiori la molestaran más que de otros, y parte de ello se debía a que Shiori era quién le había contado sobre Mathis y Lisette. Y mientras su padre probablemente le diría no culparla por lo sucedido, con lo que tenía problema es que Shiori ya la estaba mirando como si fuera inferior a ella.
Seijoh era uno de los equipos de los que no sabe mucho, lo que probablemente sería un problema para ella y su boca. En base a lo que había escuchado de Kyoga, la mayoría de los jugadores en el equipo de Seijoh son alumnado de Kitagawa Daiichi, una escuela media poderosa dónde algunos de los Aces en Miyagi son cultivados. Si su calentamiento era un indicador de su fuerza, Minako tenía una ligera idea de cómo sería el juego. Y solo podía explicarlo de una forma:
Karasuno es Manon Clavette peleando por mantener su medalla de plata.
Y Seijoh es Lisette Boucher con una mano en la medalla de bronce y la otra alzándose hacia arriba.
Todo lo que Minako podía hacer era juntar sus manos y rogar que, con algún milagro de suerte, ganarían. Mientras tiene confianza en sus habilidades, también está preocupada por lo que Seijoh tiene en la manga. Y aunque duda que jugarán sucio, Kyoga nunca permitiría que eso suceda, sigue preocupada por los chicos.
Sus ojos cayeron al segundo piso del gimnasio donde los espectadores estaban listos para mirar el partido. Justo por sobre la puerta estaba Shiori, apoyada contra la baranda y mirando a los chicos en turquesa y blanco terminando el calentamiento de último minuto antes del partido. A diferencia de Minako, no había razón para que Shiori se preocupara. No parecía que fuera la mánager del equipo ni le habló a los chicos después de su conversación en el pasillo. Quién sea que gane el partido no molestaría ni un poco a Shiori, después de todo, no estaba invertida en el equipo ni en el juego.
Por la primera vez en mucho, mucho tiempo, Minako odia lo competitiva que es.
—Miko-chan, ¿todo está bien? —Kyoga no era un desconocido a los hábitos "poco notables" de Minako y su significado. Por la forma en que su hermana mordía sus uñas, sabía que algo la frustraba y estaba a punto de explotar. Sin dudas, tenía que ver con la chica de Seijoh que Tanaka dijo era increíblemente buena provocando a Minako.
—Tanaka ya te dijo todo —Minako murmuró mientras miraba a los de segundo año practicar—. ¿Por qué preguntas si ya sabes?
—Porque es divertido verte tan afectada por algo que no es patinaje —Kyoga disparó antes de tomar un sorbo de su botella de agua. Sus ojos siguieron los de ella para aterrizar justo por sobre la puerta, en el segundo piso, donde el resto de los estudiantes de Seijoh iban a mirar el partido. No le tomó mucho encontrar el objeto de la ira y frustración de Minako.
—Kihara Shiori, ¿cierto? —Minako giró la cabeza y observó a su hermano, confundida—. La de pelo negro que parece completamente aburrida.
—¿Cómo sabes quién es? ¡Yo misma no sabía quién era hasta el lunes cuando me molestó! —Kyoga rió ante la acusación. Aún, el enojo de ella ahora era distinto al que se había enfrentado antes.
—Shiori-san es amiga del Ace de Seijoh —explicó simplemente antes de señalar a uno de los jugadores de Seijoh. El Ace mencionado era el que llevaba el Jersey verde con el número uno en la espalda y al frente. Parecía calmada y sereno mientras ayuda a los miembros más jóvenes del equipo con sus ejercicios de práctica y tomó la iniciativa de corregir sus errores—. Ese es Iwaizumi, de quien te hablé.
Minako arrugó la nariz antes de girarse a su hermano con el ceño fruncido—. ¿Entonces eso significa que automáticamente conoces a Shiori?
—Deja de malinterpretar mis palabras —Kyoga acusó antes de apuntarla con su botella de agua—. Es amiga de la infancia de Iwaizumi. La vi un par de veces, pero entonces se mudó. Lo último que escuché de Iwaizumi, se fue a la ciudad para entrenar.
—Sí, bueno, ahora está de vuelta y ya logró arruinar mi vida, así que eso.
Kyoga empujó a su hermana gentilmente por su comentario. Sacudiendo la cabeza, la miró con desaprobación antes de darle una sonrisa empática—. Sabes que está retirada, ¿no?
—Yo también. No es especial.
—Bueno, la gran diferencia es que tú puedes continuar mientras que no te consigas otro compañero de mierda —Kyoga regañó para el descontento de Minako—. Escuché que ella está afuera. Por siempre.
Minako no respondió. Parte de ella aún quería odiar a Shiori, vencerla en algo tan estúpido y ridículo como este partido de práctica en la que ninguna de ellas jugaba. Tal vez se relacionaba con su enojo direccionado a Shiori debido a que ella reveló la nueva compañera de Mathis. Y aunque la propia Shiori no tuvo ningún rol en particular en el resultado de su carrera de patinaje, el resentimiento e ira que sentía no podía justificarse. Era más sencillo culpar sus sentimientos en alguien que estaba aquí, no como Mathis y Lisette que están en otro país ni su padre y hermana que solo querían lo mejor para ella.
Aún la culpa seguía rasgando el fondo de su estómago. El dolor que Minako sentía durante los momentos después de enterarse que estaba "retirada" la atontaban, y la sorpresa que la golpeó era algo de lo que seguía sin poder recuperarse. Pero incluso entonces, Minako seguía siendo capaz de contener algo similar a la esperanza porque no todo estaba acabado.
¿Cómo era para Kihara Shiori que sabía que no había esperanza?
—Sabes que te amo —Kyoga le dijo a su hermana. Había comenzado a caminar hacia donde se encontraban Kageyama y Suga—. Pero no seas mala solo porque estás enojada.
—Muy tarde —Minako disparó con el ceño fruncido—. En parte es tu culpa. No sería una perra si me lo hubieras dicho tú mismo.
—¡Que quede en claro que me disculpé! —Minako negó ante sus palabras antes de continuar observando al equipo de Seijoh practicar.
Le recordaba a las veces que ella y Mathis observaban la rutina de sus oponentes para analizar incluso los más pequeños errores y reportárselos el uno al otro o a su coach en un intento de tomar nota de lo que deberían evitar. Suga y Ennoshita le dirían que estaba haciendo mucho para ser un partido de prácticas, pero con Shiori involucrada, parecía una declaración de guerra silenciosa, de quién tenía la mejor situación en un mundo donde ambas patinadoras eran incapaces de hacer lo que más amaban. A pesar que a Shiori probablemente no le importaba el resultado del partido en lo absoluto, a Minako si le importaba. Porque una victoria, incluso en este juego de prácticas, significaba que seguía siendo una ganadora en cierta forma.
Tal vez siempre sería solo una cara bonita con suerte, pero todo lo que quería era alimentar su reputación como ganadora.
Pero habían un par de situaciones que le recordaban que no estaba en Francia y que el gimnasio no era una pista. El estilo de vida fiero al que estaba acostumbrada difería a la cancha de volleyball para los equipos de secundaria. Hinata Shouyo era uno de esos recordatorios. En el mundo de los deportes dónde la mayoría estaban mental y físicamente preparados para todo lo que tuvieran que enfrentarse, Hinata estaba afuera con su sobre-análisis y sus inseguridades.
Era difícil no notar a Daichi intentando lo mejor de sí para confortar al de primer año, e incluso más difícil cuando Kiyoko intentó hacer lo mismo a su forms. Mientras los otros se preparaban con sus estiramenientos y calentamientos finales, Hinata estaba a un lado cambiando y poniendo su mente en orden. Si fuera cualquier otro momento, Minako probablemente lo hubiera ignorado y esperado lo mejor, pero sabiendo que era Hinata el que estaba en la cancha en lugar de su hermano no le daba confort.
—Hinata —el sonido de la segunda mánager tomó a Hinata con la guardia baja y se giró para observar a Minako pararse frente a él—. ¿Todo bien?
—Yo - ¡estoy bien! —Hinata escupió mientras se colocaba su jersey rápidamente. Sus orejas seguían brillando rojas por su interacción con Kiyoko.
—Parece que estás a punto de vomitar —Minako señaló con honestidad.
—... ¿perdón?
Sacudiendo la cabeza, Minako se cruzó de brazos antes de intentar soltarse. Con Tanaka habiéndole dicho múltiples veces lo intimidante y aterradora que es, quería al menos lucir lo suficientemente abierta para que Hinata le hablara.
—¿A qué le tienes miedo? —preguntó suavemente—. Solo es un partido de prácticas.
—Pero es mi debut —Hinata remarcó como si eso hiciera toda la diferencia. El bloqueador central jugó con sus dedos mientras miraba sus zapatos con verguen—. No quiero cagarla.
—Bueno, no lo sabremos si no lo intentas, ¿cierto? Además, si estos niños ricos te dan mierda, yo me encargo —ante su comentario, Hinata alzó la cabeza y la miró como si fuera una diosa que apareció para brindarle suerte.
—¿Harías eso? —preguntó, asombrado.
Minako no pudo contener la sonrisa—. ¿No sabías? Enojar a la gente es mi especialidad. Pregúntale a Ennoshita o Kyoga.
—¡Oí, Minako! Deja en paz a nuestro bloqueador central —Tanaka llamó de lejos. Agitó su mano al de cabello naranja con una mirada impaciente, antes de golpear su reloj imaginario—. ¡Debemos prepararnos!
Hinata tragó saliva ante sus palabras. Minako colocó una mano sobre su hombro, su toque asustando a Hinata que miró de reojo su mano y entonces volvió a mirar a la mánager. Ella torció la cabeza en dirección al otro equipo que no lucía nervioso por el partido como los cuervos.
—Todos estuvieron en la misma posición que tú en algún momento —Minako le dijo—. La única diferencia es que la mayoría empezó antes que tú, eso es todo.
Sus palabras lo hicieron sentirse mejor, aunque no calmó sus nervios por la ira de Kageyama, sí cambió su perspectiva del equipo de Seijoh. Escuchar que todos estuvieron en su posición volvió más humilde la imagen picturesca de ellos.
—Tienes razón —Hinata respiró antes de limpiar sus manos sudadas contra sus pantalones—. Puedo hacer esto.
El de primer año tomó una respiración profunda y se dirigió al resto del equipo, pero justo cuando dio un par de pasos adelante, se detuvo. Hinata miró sobre su hombro y la dio una pequeña sonrisa a Minako.
—¡Gracias, Minako-san! —exclamó antes de rápidamente ser arrastrado a la cancha por Tanaka—. ¡Gracias!
Mientras Daichi los juntaba para una última reunión de equipo, Minako se endureció ante la presencia de su hermano que observaba a su lado. En ciertas formas, era agridulce para los dos observar el equipo. Kyoga deseaba ser él con sus amigos Minako deseaba poder creer en sus propias palabras, las que le había otorgado a Seina y Hinata.
Querer era distinto a conseguir.
—Van a ganar —Kyoga espetó.
—¿Confiado? —Minako preguntó bajo su respiración. Sus dedos tiraban de la cadena plateada alrededor de su cuello.
—No nos has visto jugar para ganar —Kyoga respondió con facilidad. Ella lo miró de reojo para solo ver la sonrisa sobre su rostro—. Puede que no conozca bien al equipo de Iwaizumi, pero conozco al nuestro.
Minako permaneció callada mientras sus ojos duros volvían a la cancha. Pero no pudo evitar alzar la mirada a dónde Kihara Shiori estaba de pie. Odio lo despreocupada que la mayor es, odia que no le importe el partido tanto como a ella, y odia lo vulnerable y enojada que Shiori la hace sentir.
Sin embargo, casi como si él sintiera la ira brotar de ella, ella sintió su mirada quemarla.
Los ojos de Daichi la siguieron cortamente, preguntado sin palabras si estaba bien. La molestaba lo fácil que notaba su enfado, casi como si no quisiera exponer su feo y sucio corazón al amable y gentil de él. Pero la idea de perdonar era algo que nunca había aprendido, y perdonar significaba liberar todo recuerdo, toda emoción que sostenía cerca de su corazón.
Ahora ella está aquí, una campeona retirada que pelea por experimentar la emoción de ganar a través de diferentes formas.
La primera vez que Minako observó a Karasuno jugar volleyball fue en su primer semana en la escuela. No fue un gran partido, en realidad era uno de práctica contra otra secundaria local. Kyoga no podía irse ni le permitió a Minako volver a casa sola bajo el absurdo pretexto que podría perderse (como si no hubieran vivido en la misma casa por años). Aún, Minako se mordió la lengua y observó mientras su hermano y sus amigos jugaban. Y cualquiera con ojos podía decir que Karasuno no era lo que llamarías extraordinario, sino que eran promediamente decentes en todo.
Cómo juegan ahora superaba al primer partido. La experiencia de Daichi, el apoyo agresivo de Tanaka, el confiable Ennoshita, las jugadas de Tsukishima, los mejores saques de Kageyama, y la carta salvaje que era Hinata, todo eso los hizo estar en la cima. Tal vez no eran el mismo equipo legendario Karasuno del que todos hablaban, pero eran una combinación inesperada, algo que los hacía buenos.
No obstante, lo que realmente hacía a Minako sentir que tenía la ventaja era observar la reacción del otro equipo a Kageyama y Hinata. Tal vez ella también había estado equivocada por no pensar mucho en Hinata por su tamaño, pero justo como antes, era Hinata quien tenía la última palabra mientras él y Kageyama hacían su ataque rápido.
—¿Sabes? —Kyoga habló a su lado—. Es por esto que elegí Karasuno.
—¿Por qué?
—Porque nadie espera mucho de nosotros —Kyoga explicó mientras observaba a todos animar por el éxito de los de primer año—. No creo que nadie esperara mucho de Hinata, pero míralo ahora. Les está demostrando que se equivocaron.
—Sí... sí, supongo que tienes razón.
La adrenalina no era la misma que cuando patinaba. Era distinta porque solo podía observar con anticipación y colocar sus esperanzas por ganar en el equipo. Primero, quería tener la ventaja por sobre Kihara Shiori, y segundo, quería que un equipo de élite como Aoba Johsai se calle porque ellos eran igual de capaces.
Pero de algún forma, Kyoga no lucía tan aliviado como Minako. Sino que está igual de afectado a pesar de que su equipo esté por delante.
—Sabes que estamos ganando, ¿cierto? —Minako preguntó, alzando una ceja. Kyoga no removió sus ojos de la cancha—. No hay nada por lo qué preocuparse.
Kyoga soltó una carcajada amarga, cruzando sus brazos por sobre su pecho—. No estaría tan seguro.
—¿Por qué? ¿Sabes algo que yo no? —Kyogs no respondió, pero no necesitó hacerlo. El sonido de las chicas gritando la hizo encogerse antes de redireccionar sus ojos a dónde todos miraban. Un nuevo jugador se unió al lado de Aoba Johsai y, con una sonrisa y postura relajadas, Minako sintió los cabellos en su nuca alzarse.
—¿Recuerdas lo que dije sobre mis amigos en la escuela media? —Minako asintió ante las palabras de su hermano—. Iwaizumi no fue recrutado por Seijoh él solo. Oikawa también fue con él.
Oikawa Tooru. Otro de los amigos cercanos de Kyoga de sus días en Kitagawa Daiichi.
Y aunque Kyoga no había visto a Iwaizumi o Oikawa desde que se graduaron, no pareció relajarse en lo más mínimo. Tal vez era el ambiente que lo tensaba, después de todo, estaban reunidos por un juego de prácticas en el que Kyoga no estaba participando. Sabía mejor que nadie lo bien que jugaban. No era sorpresa que, mientras todos estaban confundidos, Kyoga y Kageyama estaban tensos.
Los juegos de práctica no eran usualmente tan importantes para Kyoga, sino que era el tipo de persona que les decía a todos que disfrutaran de sí mismos y sacaran lo mejor de la experiencia. Pero algo sobre ir contra sus antiguos compañeros cambiaba toda su naturaleza, lo volvían terriblemente callado y tenso.
Incluso antes que Oikawa se uniera al juego, Kyoga no cedía. Sus ojos nunca dejaron los de su viejo amigo y parecía que la presencia de Kyoga no fue ignorada por el capitán de Aoba Johsai que lo saludó con la mano.
Minako escuchó a su hermano tomar una respiración estrecha una vez que Oikawa entró a la cancha. No fue hasta que Oikawa sacó que Minako entendió por qué su presencia ponía de los nervios a los dos chicos que habían asistido a Kitagawa Daiichi.
El sonido de la pelota haciendo contacto con las barandas del piso de arriba hizo a Minako encogerse. Sus ojos y boca abiertas, observó al resto del equipo mirar entre Tsukishima y Oikawa. El rubio de primer año gimió de dolor porque la pelota había golpeado su hombro, pero lucía más irritado con el hecho que Oikawa le había apuntado.
—¿Él siempre es...? —la voz de Minako se desvaneció, demasiado asombrada como para terminar sus palabras.
Kyoga suspiró, pero la pequeña sonrisa en su rostro hablaba de nostalgia—. Déjame a Tooru ser dramático. Siempre le gustó el teatro.
Minako ni siquiera podía enojarse por eso. Ella hubiera hecho lo mismo si estuviera en la cancha. Diablos, también lo había hecho múltiples veces sin lamentarlo. Sin importar el deporte, todos necesitan mostrarle a sus competidores lo serios que son, lo lejos que están dispuestos a ir para tener éxito.
Oikawa solo era otro atleta probando su valor, mostrando por qué estaba tan arriba en el pedestal mientras ellos lo observaban desde abajo. Minako sabía que él estaba en otro nivel en comparación al resto. Tanto como odia admitirlo, la diferencia entre Oikawa e Iwaizumi con los alumnos de tercer año de Karasuno era significativa. Aquellos de escuelas poderosas tenían una base distinta, algo que los elevaba cuando entraban a la secundaria. Pero a diferencia de Kyoga, Oikawa e Iwaizumi tomaron lo que ya habían recibido y se alzaron más alto de lo que los demás esperaban. Kyoga, por el otro lado, tomó lo que le quedaba con la esperanza de poder usar aquellas fantásticas habilidades en un ambiente como el de Karasuno dónde la noción de asesinar o ser asesinado no existía.
Viendo a Oikawa sacar era casi como observar arte. Había tanta precisión y dedicación en cada movimiento, su salto a la altura perfecta, su fuerza en su punto máximo, y su objetivo tan certero como podía serlo. Cada pequeña cosa lo llevó a otro saque perfecto.
No tomó mucho para que Aoba Johsai los alcanzaran.
—Tendré que lidiar con Shiori alardeando, ¿no? —Minako preguntó en un tono de rechazo antes de entrecerrar los ojos ante la mención de la chica que lucía aburrida.
—Oye, dannos un poco de crédito —Kyoga dijo con un tono acusatorio. El mohín que mostraba casi lo hacía parecer a un niño en lugar de un adolescente—. ¡Estábamos perfectamente bien antes!
Suga, que se acercaba a los hermanos Saito, agregó—. Y además, Daichi probablemente tiene un plan. ¡Mira!
En la cancha, Daichi comenzó a darle nuevas indicaciones a los otros para que se separaran. Y mientras era un gran plan que fue improvisado rápidamente, solo dejaba a Daichi con las responsabilidad y más áreas que defender.
Pero su plan funcionó ya que Tsukishima fue capaz de recibir la pelota. Y no fue mucho hasta que las cosas entraron en acción. Todos se movieron a su propia velocidad, cada miembro del lado de Karasuno no dudó en tomar acción para tener éxito, para mostrar que increíbles jugadores como Oikawa no los asustaban.
Tal vez los jugadores en Aoba Johsai creían que tener a su capitán iba a calmar todo, los volvería nervioso. Y tal vez ese sería el caso si no fuera porque los ojos de Hinata nunca abandonaban la pelota, que se movió sin pensarlo dos veces. Porque no fue mucho después que bloqueó que corrió al otro lado, listo para Kageyama y para darle todo.
¡Smack!
El sonido resonó a través del gimnasio. Todos observaron sorprendidos, inseguros de cómo recibir el resultado y si realmente había pasado. Pero el sonido del silbato y Karasuno siendo señalado como el ganador sentenció la realidad.
Karasuno ganó.
Ellos ganaron.
El grito de felicidad de Tanaka la apartó de su mente. Sin dudar, Minako alzó los ojos a dónde estaba Shiori. Para su molestia, Shiori ni siquiera estaba mirando, estaba en su teléfono. La expresión de aburrimiento y desinterés nublaban su rostro.
A Shiori no le importaba.
Minako pareció quedar en blanco mientras Takeda-sensei hablaba sobre lo lejos que el equipo llegaría y cómo este solo era el comienzo.
No parecía correcto. Habían ganado, y aún a ella no parecía importarle, no después de ver lo desinteresada que Shiori estaba. ¿No le importaba? ¿O había sido una competencia para ella y solo ella?
—Minako —Minako salió de sus pensamientos y forzó una sonrisa en su rostro mientras encaraba a Daichi.
El sudor cubría la frente del capitán y su pecho se alzaba por su respiración profunda, pero la sonrisa en su rostro presentaba su orgullo por el resultado del juego. Ella no podía arruinar su felicidad por una discusión tonta que no había existido realmente.
—¿Estás bien? —Daichi le preguntó, la preocupación visible en su rostro.
Minako asintió antes de pasarle la botella de agua.
—Sí, solo estoy cansada —mintió fácilmente. Su sonrisa creció—. ¡Buen juego! Estuvieron fantásticos.
Daichi sonrió ante su cumplido—. Gracias. Aunque que el capitán de Seijoh entrara a último momento agitó las cosas.
—Sí, pero se las arreglaron, ¿no? —Minako le recordó mientras él tomaba un largo trago—. Y además, los callaste y eso es todo lo que importa.
—Deja de meterte en peleas con otras escuelas —Daichi regañó con burla.
—Lo haré cuando los demás dejen de hacerme enojar.
Daichi asintió ante sus palabras antes de devolverle la botella—. Bueno, la próxima que estés enojada solo dime y lo solucionaremos. Ya sabes, antes de las peleas.
Minako no pudo contener la sonrisa de crecer—. ¿Por qué? ¿Intentas salvar tu reputación?
—No, solo no quiero verte lastimada, eso es todo —Minako rió ante sus palabras, pero su risa rápidamente murió cuando vio a Shiori por la esquina de su ojo. De pie cerca de las puertas del gimnasio, Shiori parecía estar esperando a alguien.
—Perdón, dame un minuto —Minako vaciló antes de ir hacia Shiori. No esperó a que Daichi dijera nada y, si lo hizo, simplemente no lo escuchó por sobre el sonido de su propio corazón.
Era la misma sensación que tenía cuando entraba a la pista justo antes de su presentación. La misma adrenalina, los mismos miedos, la misma intensidad, todo la atravesaba mientras se dirigía a Shiori.
La mayor fue alertada por el sonido de sus pasos retumbantes y giró la cabeza para encontrar a Minako acercándose. Shiori enderezó su postura y asintió.
—Ganamos —Minako espetó con obviedad.
Shiori arqueó una ceja y sonrió, entretenida—. Puedo ver eso. Felicitaciones por tu equipo.
La sonrisa de Minako cayó frente a sus palabras—. ¿No te importa? Perdiste.
—¿Lo hice? —Shiori torció la cabeza a un lado. Observó a Minako, incrédula—. No es mi equipo el que perdió. No estoy en el equipo de volleyball ni soy su mánager. Así que, técnicamente, no perdí.
—Sabes a qué me refiero.
—No, no lo sé —Shiori corrigió. La ligera expresión aburrida en el rostro de Shiori, la expresión relajada y la forma en que parecía calmada, todo eso molestaba a Minako. No había pista de enfado o descontento, todas las respuestas decían que a Shiori realmente no le importaba—. Crees que el hecho que asisto a esta escuela y mi asociación con algunos de los miembros de este equipo significa que me interesa. Pero la verdad es que no me importa. Volleyball no es importante para mí. A diferencia de ti.
—Pero sí te importa el patinaje artístico, ¿no? —Minako dio un paso adelante, colocándose frente al rostro de Shiori. A la última no le importaba, sino que se paró más alta para mirar a los ojos a la mánager—. Y estás retirada, justo como yo. Pero al menos yo sigo siendo una ganadora, mientras tú nunca volverás a tener la oportunidad.
Shiori la observó, su acto relajado disipándose con cada segundo. Pero tan pronto como así fue, lo ocurrido desapareció en un flash. En lugar de alimentar el enojo de Minako, sonrió y palmeó el hombro de Minako. Miró la botella en la mano de Minako y el logo de la ropa atlética a un lado de su chaqueta.
—¿Sabes? Espero que recuerdas que al menos, entre nosotras dos, yo no soy la cobarde —Shiori susurró contra su oreja—. Porque recuerda, yo fui obligada a retirarme. Tú fuiste abandonada. Y esa es la diferencia entre nosotras. Así que parece que sigo siendo la ganadora por descarte.
La vergüenza adornó sus mejillas mientras Shiori la rodeaban y se fue en dirección a donde el equipo de Aoba Johsai descansaba. Las paredes parecían cerrarse a su alrededor como si los ojos de todos estuvieran sobre ella. Tal vez se reían de ella, tal vez creían que era patética. No importaba. Y mientras estaban en la cancha de volleyball en lugar de una pista, fue casi como si acabara de rendirse en la competencia con Shiori.
Alguien más tenía sus manos sobre la medalla de plata de Minako y no era Lisette Boucher.
No.
Esta vez era Kihara Shiori.
¡Bzz bzz!
Minako metió su mano en el bolsillo de su chaqueta y tomó su teléfono. Medio esperando un mensaje de Kyoga o su padre, Minako fue rápida para limpiar el ceño fruncido de su rostro para responder. Pero su corazón se detuvo, su sangre se enfrió, y su rostro se deformó. Minako rápidamente apartó los ojos a su rededor para asegurarse que nadie la haya observado ser tomada por sorpresa antes de meter su teléfono de vuelta en su chaqueta, esperando que esa acción limpiara la evidente del mensaje recibido.
Cada paso de vuelta al equipo se sentía pesado, desigual, y horrible. Sus oídos resonsban más altos que antes, los sonidos de sus propios pasos más sonoros que las voces de los chicos discutiendo el partido. Las palmas de sus manos sudorosas mientras colocaba la botella de Daichi en la mochila e intentaba lo mejor de sí para ocuparse para apartar su mente de todo.
—¿Minako-chan? ¿Estás bien? —Kiyoko.
Minako se puso de pie y calmó a la mánager mayor con una sonrisa débil y un asentimiento de su cabeza—. Si, no, solo estoy cansada. Pero estoy bien.
Atenta, Kiyoko asintió lentamente antes de guardar otra botella—. De acuerdo, bueno, si así lo dices. Solo avísame si necesitas algo.
—Gracias —no creo que haya algo que puedas hacer para ayudarme, Minako se encontró pensando.
De: Mathis Lévésque
¡Hola!
De: Mathis Lévésque
¿Cómo estás?
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