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𝐄𝐋𝐄𝐕𝐄𝐍. Bite Back

𝐄𝐋𝐄𝐕𝐄𝐍. 𝐋𝐈𝐓𝐓𝐋𝐄 𝐁𝐈𝐑𝐃
Muerde de Vuelta.






      Minako ha estado en otros partidos de práctica, pero primordialmente intentaba hacer de un hábito no ir. Por supuesto, es una excepción cuando el otro equipo visita su escuela porque ella no podía evitarlos aunque lo intentara. En parte es por su desinterés en el deporte y, en otra, porque más que probable le hablaría mal a los otros. Especialmente cuando se referían a ellos como los campeones caídos o los cuervos heridos. Entonces Minako de repente está fuera de sí y lista para insultarlos con sus insultos pasivos solo para ser sostenida por los de segundo año o Suga que prácticamente le está rogando para que pare y se calle. Además, no era emocionante si solo era para practicar. A Minako le gusta los eventos intensos y acelerados dónde solo uno puede ser declarado el ganador. Para ella, los juegos de prácticas son simplemente una forma para que un equipo enloquezca al otro, un truco sucio que Minako hubiera apreciado, pero odiaba cuando no la aplicaba.

      El equipo siempre se las había arreglado para mantener la compostura y, en algunas formas, Karasuno podía ser uno de los equipos de volleyball menos honorables. Tal vez ella está hablando por su parcialidad a la escuela, pero en términos de deporte y honor, Minako nunca había visto a nadie más digno y compuesto como los chicos. Minako nunca podría ser como ellos, sus ansías por probarle a todos que estaban equivocados y callarlos era más grande que todo. Tal vez es por lo distinto que son los dos deportes. Sin embargo, la calma que los chicos emitían (incluso Tanaka, aunque a veces era forzado) era impresionante.

      El vómito de Hinata definitivamente no era impresionante.

      Aunque muestra lo puro de corazón que es, no excusa el olor mordaz qu ahora inundaba el bus. Minako estaba agradecida que ella y Kiyoko habían elegido sentarse en el medio en lugar de en el fondo donde Tanaka sufría.

      Aún, Hinata estaba mejor que ella lo había estado en su debut. Minako recordaba vomitar sobre los nuevos zapatos de Kyoga una hora antes de tener que ir a la pista y presentar su programa corto. Era su primer competencia y, aunque era solo una muestra local para todos los patinadores que tomaban lecciones en su antigua pista, era importante. Aunque no era una patinadora de pareja en ese momento y patinaba con la cover de una canción pop, recuerda la adrenalina y la sensación. No era nada especial, pero recuerda el gran impacto que es el primer debut. A pesar que el patinaje artístico y el volleyball son dos deportes distintos, tienes una adrenalina y la sensación de querer después; quieres continuar la sensación de emoción que te dejó tu debut, quieres perseguir la sensación de ganar y conservarla por tanto como puedes.

      Minako no podía culparlo por estar nervioso. Ella solía ser igual.

      Pero entonces se convirtió en una ganadora y, de repente, ya no tenía nada de qué temer.

      La mánager de segundo año no podía esconder la sonrisa mientras observaba a Tanaka meter sus pantalones manchados con vómito en una bolsa de plástico. Aunque el olor era más que desagradable, su reacción era divertida y el hecho que le había pasado a él de todos lo hacía incluso más hilarante para Minako.

      —¡Perdón! —Hinata se disculpaba sin parar mientras bajaba la cabeza hacia el de segundo—. ¡Tanaka-san, lo siento mucho!

      —Ya te dije que está bien —aseguró Tanaka al de primer año cuya vergüenza aún no había dejado su rostro—. ¿Que hay de ti? ¿Te sientes bien?

      —Sí, descansé un poco y me siento mejor ahora que no estoy en el bus —Hinata murmuró, avergonzado.

      —¡Genial! ¡Es bueno oírlo! —Tanaka celebró mientras Minako caminaba hacia ellos para unirse a la conversación—. ¡El resultado del partido de hoy depende de qué tan bien funciones!

      Hinata hizo un sonido antes de tensarse inmediatamente y Minako lo notó, a diferencia de su amigo.

      Tanaka, ignorante a lo que pasaba, le dio una sonrisa antes de palmear la espalda de Hinata agresivamente—. Quiero que me dejes golpear la pelota libremente justo como en el tres versus tres —rió.

      Minako chasqueó la lengua con desaprobación antes de codear a Tanaka en el estómago que le consiguió un llamo de dolor de su amigo. Suga, por el otro lado, fue más agraciado y susurró el nombre de Tanaka como advertencia. El vice-capitán le dijo en voz baja que no presionara más a Hinata, pero el daño ya estaba hecho y Hinata lucía listo para vomitar en cualquier segundo.

      —Yo - ¡daré lo mejor de mí! —Hinata balbuceo, su rostro palideciendo. Soltó un par de sonidos más antes de conseguir formar las palabras—. ¡Debo ir al baño!

      —¿Entonces está saliendo por los dos lados? ¡Eres un chico ocupado! —Minako volvió a codear a Tanaka en el estómago por su comentario asqueroso.

      Observaron a Hinata prácticamente cojear hasta el baño más cercano, mientras Kageyama se levantaba con un ceño fruncido en el rostro.

      Minako observó entretenida como Suga y Tanaka prácticamente tuvieron que sostener al famoso armador para que no golpeara al claramente distraído Hinata. En comparación a Hinata, Kageyama era terriblemente callado y calmado cuando se trataba de partidos. Tal vez venía con su talento y habilidades, pero era algo refrescante de ver. Era casi irónico lo bien que Kageyama y Hinata funcionaban juntos.

      Ella tornó su atención de vuelta al bus ante el sonido de Daichi bajando. Él observó con cansancio la escena frente s él antes de caminar en su dirección.

      —Bueno, luces listo para jugar —se mofó ella mientras se cruzaba de brazos para mantenerse calentita—, o más que estresado. Es una o la otra.

      —Ambas —Daichi suspiró, pero la sonrisa en su rostro contaba una historia distinta—. Nuestra estrategia de juego es buena, lo sé, pero me preocupa Hinata.

      —Estará bien —Minako sacudió la mano para restarle importancia mientras Suga comenzaba a dirigir al equipo al gimnasio  Minako y Daichi siguiéndolos—. Además, si sigues mimándolo, nunca crecerá, ¿sabes? £ veces solo se necesita un pequeño empujón.

      —¿Eso no sería muy duro para su primer partido?

      —Daichi-san, ¿debería recordarte que apostaste la posición de Kageyama en el último partido? —Minako le recordó con burla, su comentario consiguiendo una carcajada por parte del capitán de volleyball—. Además, estoy segura que Hinata estará bien.

      Su seguridad y confianza en el equipo hizo sus labios temblar. Daichi contuvo la sonrisa mientras continuaban su (lenta) caminata hacia el gimnasio. El rubor en sus mejillas pareció pasar desapercibido por Minako cuya mirada permaneció al frente. Forzándose a apartar sus ojos de ella, Daichi aclaró su garganta.

      —Suenas segura.

      Minako se encogió de hombros antes de mirarlo de reojo, una pequeña sonrisa ocupando su rostro—. Sabes que voy a sus prácticas, ¿no? —comentó mientras acomodaba la correa de su mochila sobre su hombro—. Además, Hinata tiene a Tsukishima y Kageyama también. No está exactamente solo.

     —Sí que tenemos buenos primer años —Daichi estuvo de acuerdo. Tembló ante el recuerdo del primer encuentro de Kageyama y Hinata en el gimnasio y lo terriblemente mal que fue. Es un milagro que funcionen tan bien como la hacen en el equipo.

       —Tenemos un buen equipo —Minako lo corrigió. Notó la sorpresa en el rostro de Daichi ante sus palabras—. Digo, no sé mucho sobre volleyball, pero somos fuertes. ¿No?

      —Lo somos.

      —Además, Suga-kun y tú no planearon todas estas estrategias para nada, ¿cierto?

      Él se rascó la nuca mientras recordaba cómo él y el vice-capitán se quedaron despiertos casi toda la noche para repasar las estrategias y la alineación—. Solo esperemos que funcionen.

      —Así será —Minako insistió con persistencia. Con un pequeño ceño fruncido, lo codeó suavemente en el costado—. No te hubieran hecho capitán si no fuera así. Digo, vives y respiras volleyball, y observas a este equipo más que nadie. Los conoces mejor que nadie.

      Sus palabras salieron ligeramente aceleradas, pero solo probaban su sinceridad. Por tanto como había conocido a Minako, nunca había expresado realmente su opinión del equipo. Daichi sabe lo que dicen los demás sobre ella siendo su mánagers, que es demasiado buena para estar en un equipo perdedor como el de ellos. No está seguro de si ella los escuchó, pero si lo hizo, claramente no le importaba. Sabiendo que ella siempre los defendería lo hacía feliz. Daichi no era ignorante de los momentos ocasionales en que Minako estuvo lista para pelear cuando alguien de otra escuela hablaba mal de ellos. Ella siendo protectora de él solo solidifcaba la idea de ella siendo parte del equipo.

      Y Daichi había intentado decirse que esto no es permanente. Realmente lo hizo. Porque uno de estos días Minako ya no necesitaría mirar a su hermano y volvería a Francia para continuar con su vida.

      Pronto, él no sería más que un recuerdo para ella.

      —Además, pase lo que pase, podemos poner a Kyoga en la cancha y dejar que él les cierre la boca —propuso Minako con una sonrisa en sus labios—. Seguro que si uno de sus viejos compañeros los vence, se sentirán terrible.

      Daichi alzó una ceja a sus palabras—. Creí que dijiste que no querías que lo ponga en la alineación —le recordó su pedido.

      —No quiero. Pero no me importaría si entra por un rápido minuto para sacar.

      —¿Alguna vez alguien te dijo que eres competitiva? —preguntó Daichi. No se perdió la sonrisa que lentamente afloró en su rostro ante su elección de palabras, casi como si le recordaba a algo que había olvidado hace mucho—. ¿Sabes? Si algo pasa, tu siempre puedes jugar por nosotros.

      Minako soltó una carcajada ante su idea absurda—. Ah, sí. Yo que sé cómo jugar a la perfección.

      —Creo que serías una buena armadora.

      —¿En serio?

      —Podrías ganarle s Suga —Minako no pudo evitar reírse de lo ridículo que era su comentario.

      Era extraño lo cercano que se estaba volviendo a la hermanita de su amigo. A Daichi le gustaba decirse a sí mismo que era parte de su obligación al ser un amigo cercano de Kyoga, pero el bloqueador central solo le había pedido que la acompañara a Minako a casa esa vez. En el fondo sabía que se estaba mintiendo a sí mismo, y que estaba comenzando a disfrutar la presencia de Minako. Sus conversaciones y sus caminatas juntos se volvieron algo que respetaba con emoción cuando pasaba. Era entonces que descubría los lados secretos de Minako.

      Ella era diferente en una forma que lo confundía. Hablarle era natural y, en unos pocos minutos que interactuaban, era como si todas sus preocupaciones fueran resueltas por su naturaleza honesta y directa. Minako nunca vacilaba ni intentaba evadir el tema con él. Su estilo de vida acelerado lo ponía nervioso, pero también lo despertaba mejor que la cafeína.

      Tal vez es su falta de conocimiento en volleyball que volvía más fácil hablarle. Ella era imparcial y siempre trataba los problemas con una lógica fuera del deporte que lo hacían abrir los ojos. Hablarle lo hacía sentir como si ningún problema no pudiera ser resuelto porque, con ells, siempre había una respuesta sin importar lo confusa o vaga que pudiera ser.

      Daichi nunca esperó que ser amigo de Minako Saito fuera sencillo.

      —Gracias, por cierto —Daichi giró la cabeza para mirarla, confuso. Minako evitó sus ojos mientras seguían caminando—. Me refiero a cuando me preguntaste si estaba bien.

      —Me alegro que ahora todo esté bien —Daichi dijo con honestidad.

      —Sé que probablemente tuviste algo que ver así que quería darte las gracias —dijo Minako con la voz pequeña, casi como si siguiera recuperándose de la discusión—. Kyo es un poco testarudo, así que sé que le dijiste algo para que se disculpe tan rápido.

      —No lo menciones. Es algo así como mi trabajo encargarme del equipo —explicó. Minako no perdió la forma en que la miró de reojo, aunque fue solo por medio segundo—. Incluso si eso significa ayudarlos a disculparse con su hermana.

      Minako contuvo la sonrisa que quería crecer.

      —Bueno, la hermana dice gracias. Por ayudarla. Y por ser un bien amigo.

      Un buen amigo. Le gusta cómo suena eso.

      Había algo gratificante de ser su amigo. Tal vez eran los incontables nuevos recuerdos y conversaciones que tendrían. O tal vez porque él se había solidificado en su vida como algo más que un mero recuerdo. Un día ella se iría, pero al menos ahora no sería solo otra memoria. Y para él, eso era suficiente.

      Antes que pudiera pensar en algo que responderle, Daichi frunció el ceño cuando sus ojos fueron al frente. Daichi fácilmente encontró a Ennoshita, Narita, Kinoshita, Kiyoko, y Suga. Pero los de primer año (excepto Hinata) y Tanaka no estaban en ningún lado. Los cabellos en su nuca se alzaron mientras sus ojos buscaban a Tanaka, Tsukishima, Yamaguchi y Kageyama.

      Ya sabía lo que iba a pasar.

      Daichi rápidamente comenzó a trotar, pero al recordar que Minako estaba con él, miró por sobre su hombro y le dio una sonrisa de disculpas.

      —¡Voy a buscar a Tanaka! ¡Puedes quedarte con Suga! —le dijo mientras aceleraba el ritmo.

      —Espera —pero antes que Daichi pudiera escucharla, estaba demasiado lejos.

      Con el ceño fruncido, Minako caminó en la dirección en que él se había ido. Su curiosidad sacó lo mejor de ella mientras seguía a Daichi. El ligero estrés en su voz fue fácil de notar y, conociendo a Tanaka, probablemente estaba haciendo algo que Daichi no aprobaba.

      Cuando llegó a la esquina, notó las espaldas con chaquetas negras. De pie al otro lado de su equipo habían dos chicos con los colores de Aoba Johsai. Lucían alrededor de su edad, posiblemente de primero o segundo año. Ella observó a Daichi bajar la cabeza de Tanaka para hacer que se disculpe causando que ella frunciera el ceño y cruzara sus brazos. Minako conoce a Tanaka lo suficiente como para saber que él nunca cruzaría la línea si no creía que era necesario. Después de todo, ella era similarmente malhumorada y fría cuando conocía a gente nueva por su inhabilidad para bajar la guardia.

      Entonces esos estúpidos chicos de Seijoh lo habían empezado.

      O al menos eso cree Minako.

      —¡Lo lamentamos! —Daichi exclamó mientras él y Tanaka bajaban las cabezas. El último intentó resistirse contra el agarre de muerte de su capitán para mirar mal a sus oponentes.

      Minako dio un paso adelante para encontrarse al lado de los de primer año y detrás de Daichi y Tanaka. No fue difícil para ella percatarse de la situación, era bastante claro que esos chicos ricos los miraban con superioridad. Su imagen prácticamente gritaba su estatus elitista, especialmente comparado al look... modesto que tiene su equipo. Era obvio que no los veían como competencia. Y ahora con la disculpa de Daichi, casi los hace ver mal, el tipo que juega limpio donde perros rabiosos como Tanaka deben cumplir con un estándar.

      Si supieran, pensó Minako.

      Porque la intensidad fea de los perros también es parte de quién les manda. Y aunque es considerado un buen chico, Daichi Sawamura está lejos de ser calmado y conservador.

      Después de todo, él es el único que puede guiar y usar a esos perros rápidos para su propia ganancia.

      —Está bien —aseguró el chico de Seijoh de cabellera marrón. La vergüenza en su rostro probablemente se debía a que él había incitado a Tanaka y la disculpa de Daichi solo lo hacía sentir peor.

      —Tanaka, ¡deja de hacer esa cara! —Daichi susurró un grito mientras el rematador lucía listo para atacar. Con su agarre sobre Tanaka, Daichi llevó al equipo a calmar la situación. Minako lo siguió, y estaba a punto de pedirle una explicación a Tanaka, pero justo antes de salir del campo de visión de los jugadores de Seijoh, el de cabello azabache alzó la voz.

      —Hace mucho que no nos vemos, rey —Minako se detuvo y giró. Observó a Kageyama endurecerse ante el apodo, y sus hombros se tensaron inmediatamente. Todos, incluso Daichi, esperaron a ver su reacción.

      —No puedo esperar a ver qué clase de dictadura tienes ahora —continuó el chico de Seijoh con una sonrisa arrogante.

      Minako se incomodó ante sus palabras. Eran el mismo tipo de palabras que serían dirigidas a ella ya que muchos creían que ella prácticamente controlaba a Mathis en su asociación. Era el tono de voz de este chico que provocó el enojo de Minako no solo porque estaba mirando a Kageyama como si fuera inferior a él, sino que también miraba así al resto de ellos. Ella no era una genia, pero cualquiera podía adivinar que la mayoría creía que Kageyama manejaba los hilos del equipo con él siendo un jugador estrella y por su estado como campeones caíods.

      ¿Pero eso en qué volvía a sus jugadores estrella?

      Tanaka es poderoso y, aunque ella nunca se lo diría (por temor a aumentar su ego inexistente), era uno de los más fuertes en el equipo por una razón. Su mentalidad y físico guiaban al equipo a una intensidad que hacía temblar a sus oponentes. Entonces estaba Kyoga, cuya arrogancia molestaba a los demás al punto que los arrojaba del juego. Ella no quería mirar a su hermano abandonar su vida por volleyball solo para que otros lo ignoraran.

      Y Daichi.

      Está lejos de ser el jugador jugador limpio que todos asumen que es. Porque Daichi es el pilar del equipo, el equipo de soporte que los guía por el camino adecuado y los motiva como nadie más puede hacerlo. A pesar que puede que no sea un jugador tan fuerte como Kageyama o Kyoga o Asahi, él es más fuerte que ellos en términos de mentalidad.

      Justo cuando Tanaka se adelantó con las mangas hechadas hacia atrás, Minako hizo lo mismo que su lengua curvaba para escupir insultos crueles. No obstante, los dos de segundo año fueron rápidamente detenidos con Daichi tirando del hombro de Tanaka y Suga tomándola a ella por la espalda. Ella los miró con curiosidad, cuestionando en silencio por qué la detuvieron de defender a su jugador y permitir que este contrincante con una boca grande hablara mal de su equipo.

      Pero para su sorpresa, Kageyama no reaccionó mucho. En lugar de la explosión que Minako había esperado (especialmente después de enterarse que así lo hizo cuando Tsukishima lo llamó así), el armador prodigio estaba extrañamente calmado. Sin embargo, era el tipo de calma que esperabas antes de la tormenta.

      Minako se mordió la lengua para no sonreír.

      Kageyama levantó la cabeza y le dio un asentimiento inexpresivo—. Sí —respondió fríamente antes de irse a donde el resto del equipo se encontraba. Tan pronto como se acercó, Tanaka y Suga lo golpearon en la espalda antes de salir caminando.

      —¿Por qué fue eso? —Tanaka lloró en sorpresa al comenzar a cuestionar a Kageyama que lucía confundido.

      Mientras el resto del equipo se juntaba para prepararse para el partido de prácticas, Minako no pudo evitar volver a mirar a los dos chicos de Seijoh que los observaban con asombro.

      Como la mayoría, pronto descubrirían que Karasuno es muy diferente a cómo asumían. Porque eran más que una antigua escuela poderosa y más que un simple equipo, eran luchadaores que ya habían alcanzado el fondo. Y no había ningún lugar más al fondo en el que hundirse, haciendo que el único lugar al que pueden ir es hacia arriba.

      —Minako-chan —llamó Suga—. Vamos.

      Con una mirada más a sus oponentes, Minako alzó su nariz en el aire y se giró para seguir al resto del equipo. Una oleada de confianza y fuego corría por sus venas mientras se encontraba más enfocada que antes. Le recordaba a cómo se sentía antes de sus competencias, la misma sensación que tenía cuando veía a los otros patinadores que la miraban como si fuera inferior. Proque esperaban que con un golpe de suerte ella perdiera, que bajaría la guardia porque cree que tiene la victoria asegurada.

      Pero ella no se rinde porque la competencia es débil. Sino que eso significa que necesita esforzarse más porque ganar esta vez solo significa callarlos para siempre. Para recordarles su lugar y que no subestimen a una ganadora como ella.

      Incluso para una campeona "retirada" como ella, la misma llama de competencia sigue siendo parte de su vida diaria.

      —Vamos.



      Había una gran diferencia entre el equipo de volleyball de Seijoh y el de ellos. La primera era sus números y físicos. Justo cuando ellos pusieron un pie en uno de sus varios gimnasios, fue difíicl no notar la cantidad de jugadores que tenían y lo increíblemente atléticos que eran todos ellos. Minako encontraba molesto cómo ellos remataban la pelota tan fuerte que el sonido hacía eco después del impacto. Para ella, era casi como si quisieran demostrar y probar algo que a Minako le importaba menos que dos mierdas. Respecto a su físico, los jugadores resaltaban con sus grandes estaturas y figuras atléticas. En ciertas formas, muchos de ellos eran similares a jugadores como Daichi y Kyoga que eran más grandes y atléticos que la mayoría.

      Kyoga.

      Minako no pudo evitar mirar de reojo a su hermano mayor para chequear cómo se siente. Pero para su sorpresa, su hermano está extrañamente calmado y parece feliz. Admite que estaba ligeramente nerviosa por él durante este partido. Después de todo, iba a jugar contra sus antiguos compañeros de la escuela y tampoco está en la alineación para este partido. Aunque ella ahora ligeramente lamenta haberle dicho a Daichi que mantuviera a su hermano fuera de este partido, sabía que era mejor para él solo observar y cuidarse. Aún, Minako es consciente de la naturaleza competitiva de su hermano y, al igual que ella, parte de él quiere callarlos a todos sobre su equipo de volleyball y mostrarles que siguen siendo tan buenos como antes.

      No puede imaginarse cómo se siente. Mientras la mayoría de sus compañeros ahora son considerados jugadores de élite en la prefectura, Kyoga sigue en la sombra de su equipo desconocido mientras observa a todos sus viejos amigos alzarse. Aunque probablemente no hay animosidad entre Kyoga y sus viejos amigos, sabe que ahora probablemente hay una distancia entre ellos.

      —Saluden —Daichi ordenó en voz alta.

      Todos bajaron la cabeza y, colectivamente, saludaron con un "un gusto conocerlos." De regreso, los chicos en las remeras turquesas y blancas dieron una reverencia y repitieron las palabras. Pero en comparación a su pequeño equipo, el sonido era mucho más sonoro que cuando ellos lo hicieron.

      Una pena que no tengan mánagers, Minako pensó después de intentar encontrar una. Descruzó sus brazos y suspiró decepcionada. Y pensar que estaba lista para lidiar con la mánager de un equipo de élite y posiblemente provocarla. Después de todo, es lo que le sale mejor.

      —Aoba Johsai es conocido porque cada uno de sus miembros son altamente hábiles tanto en ofensa como defensa —Daichi habló, rompiendo su hilo de pensamientos. La mirada en el rostro de él y Suga se endureció mientras la realidad de las cosas los golpeaban.

      —Podrían ir a cualquier escuela y convertirse el Ace —Daichi terminó mientras los observaban practicar bloquear, recibir y sacar. Minako entendía qué quería decir. Era evidente para cualquiera que eran fuertes, y tal vez estaban todos en el mismo nivel lo que les permitiía trabajar bien juntos.

      —Sus bloqueos poderosos son famosos —agregó Suga.

      —Y la mayoría son elegidos durante sus días en la escuela primaria —Kyoga suspiró mientras guardaba las manos en sus bolsillos.

      —¿Tú no fuiste seleccionado también?

      Kyoga dio una sonrisa tímida cuando todos lo miraron. Se rascó la nuca antes de reír—. Sí, pero quería hacer mis cosas propias, ¿entienden? Además, Karasuno está más cerca de casa.

      Minako rodó los ojos ante las palabras de su hermano. Por supuesto que su hermano rechazaría algo tan importante como un equipo élite solo por comodidad. Nuevamente, está parcialmente agradecida que así lo hizo, después de todo, no hubiera podido ir a Karasuno. En su lugar probablemnte hubiera sido una estudiante en Aoba Johsai y la mánager de ellos. La idea de por sí le daba un dolor de cabeza porque ser mánager de un grupo de trece ya era difícil. ¿Pero de más? Imposible.

      —¿Cuál es el problema de ustedes tres? —Tanak rió, nervioso—. Hinata está aquí para dejarlos confundidos, ¿cierto?

      Su comentario le consiguió miradas afiladas de los demás, y un golpe en el brazo de Minako que lo miraba como si fuera un idiota.

      —Ya sé lo malo que eres, así que estaré allí para cubrirte —dijo Tanaka con una carcajada y una sonrisa, casi como si fuera una broma. Pero parecía que no notó la tensión cambiar y que Hinata estaba listo para vomitar.

      Sin embargo, Hinata rápidamente se dio cuenta de lo que Tanaka había dicho y se clamó. Incluso Suga y Daichi observaron asombrados a Tanaka quien, por primera vez, dijo lo correcto. Pero antes que el momento durara, Tanaka decidió continuar.

      —Pero recuerda que estás solo cuando sacas. ¡Así que no la cagues! —todos hicieron una mueca ante su elección de palabras y lo terriblemente honesto que era. Mientras Tanaka podría tener buenas intenciones, era evidente para todos lo sensible y alterado que Hinata se encontraba.

      —Eres un idiota —Minako declaró, golpeándolo con el hombro en la mandíbula una vez más—. Lee el humor. Te lo ruego.

      —¿Qué? Estaba bromeando —Tanaka se defendió—. ¡Sacar mal no es el fin del mundo! No dejes que te afecte y solo sigue golpeando la pelota - ¿huh? ¿A dónde fue Hinata?

      —Ojalá que a un nuevo equipo donde no tienen idiotas como tú en el equipo —Minako replicó. Colocó las manos en su cadera y miró a su amigo a sabiendas—. ¿No podrías haber sido un poco más susceptible?

      —Fue al baño —Yamaguchi informó mientras señalaba el pasillo a la derecha del gimnasio.

      —¡No otra vez! —gruñó Tanaka.

      Notando lo estresado y cansado que Daichi lucía, Kyoga empujó a su hermano hacia delante. Confundida, Minako estaba lista para preguntarle qué quería, pero antes que lo hiciera, Kyoga levantó el brazo de ella al aire para captar la atención de todos.

      —Miko-chan va a buscar a Hinata mientras nosotros calentamos —Kyoga ofreció animado. Antes que Minako pudiera protestar o discutir, él golpeó su nariz para callarla—. Eres una mánager, así que, ayúdanos. Shimizu puede ayudar con todo a los demás, tú puedes salvarle el dolor de cabeza a Daichi al buscar a Hinata.

      —Pero yo —ante no saber qué decir, Minako se rindió y gruñó, cediendo.

      —¿Estás segura? —Daichi le preguntó.

      —No te preocupes, capitán —Minako soltó mientras comenzaba a dirigrse al baño—. Volveré con tu jugador.

      Aún, Minako estaba nerviosa. Obvio que nunca lo admitiría en voz alta. Era absurdo, después de todo, ella es Minako Saito. Nada debería asustarla. Ella era una de las más jóvenes que compitió en el Campeonato de Patinaje Artístico de Francia y rompió récords (aunque pequeños) por los que la gente seguían adulándola. Pero cuando se trataba de cosas mundanas como la escuela, chicos y amigos, estaba muy por detrás del resto de sus compañeros.

      Primero, era malísima cuando se trataba de confortar a otros. A Kyoga le gustaba bromear que tenía un corazón de hierro impenetable (si solo ese hubiera sido el caso cuando estaba en Francia), y que su idea de cuidar a otros es el equivalente al de un robot. Nunca le discutió por eso ya que incluso ella sabía que era cierto. Diablos, cuando una de las chicas de la pista lloró desconsoladamente porque se había torcido el tobillo, no eran exactamente amigas, Minako solo le palmeó la espalda antes de volver a la pista para practicar su rutina.

      Minako no estaba segura de qué querían que le diga a Hinata. Después de todo, apenas conocía al chico, sin mencionar que probablemente solo habían tenido una conversación en la que él le sugirió que fuera la coach de Seina Arashima. Tal vez era por sus ligeras similitudes. Y si este era el pobre intento de Kyoga para recordarle a Minako lo terriblemente nerviosa que estaba en su primer competencia, entonces él automáticamente se acaba de ganar ser prohibido de los privilegios de hermano por un mes.

      Justo cuando dobló la esquina a lo que solo podía esperar que fuera el baño de los chicos, Minako se detuvo ante la mención de su escuela.

      —¿Qué les pasa a esos tipos de Karasuno? ¡Actúan tan jodidamente arrogantes!

      —Eso es obvio.

      ¿Arrogantes? ¿Ellos?

      Las manos de Minako formaron puños mientras miraba a escondidas. Eran los mismos chicos que antes, los que habían metido a Tanaka en problemas. Estaba lista para ir y responderles por ese comentario, pero antes que pudiera hacerlo, Hinata ya le había ganado.

      Escuchó cuidadosamente la conversación. El tono amargo y frío del jugador de cabello negro indicaba el nivel de odio que ella solo podía detectar como celos y resentimiento. A juzgar por su reacción anterior, tal vez era uno de los viejos compañeros de Kageyama. A partir de lo que Kyoga le había dicho, Kageyama no tenía exactamente la mejor reputación en ese entonces y su último año en Kitagawa Daiichi fue una indicación de su pobre actitud.

      Pero por lo que Minako había visto hasta ahora, simplemente lucía como si estuviera atascado.

      Sorprendentemente, tanto Hinata como el chico de Seijoh comenzaron a hablar sobre Kageyama y su actitud pobre e impaciente. Minako no lo conocía lo suficiente como para hacer un juicio, pero le sorprendió que Hinata se haya unido. No obstante, había algo en lo que el dúo estaba en desacuerdo y eso eran las armadas de Kageyama.

      —Es un rey que se sirve a sí mismo —el azabache comentó mientras sus ojos se entrecerraban ante la mere idea del armador—. Se supone que es un armador, pero no puede lanzar una pelota para el rematador en lo absoluto. Lo que quiere en un peón sin cabeza que haga todo lo que quiere. Si no puede usarte para su victoria, vas a la basura.

      De acuerdo, eso es suficiente de su monólogo interno, Minako decidió al dar un paso adelante.

      Los chicos parecían sorprendidos por su aparición, pero lo que los tomó con la guardia baja fue lo severa que era su expresión. La mayoría consideraban su rostro como una belleza delicada, y aún la forma en que los miraba estaba lejos de ser lo que es considerado propio de una dama ni delicado. Minako había aprendidos durante sus años en el patinaje que nunca debías permitir que tu enojo se reflecte en tu rostro frente a los demás. Porque sin importar lo enojada que estés, quien patina mejor siempre tendrá la útlima palabra. En este caso, quien gana tendrá la última palabra cuando las palabras en sí son lo que menos importan.

      —¿Sabes? Para chicos de un equipo poderoso, hablan demasiado —Minako espetó con una voz monótona. Hinata no pudo evitar chillar ante la gravedad de su tono y dio un paso atrás, permitiendo que la mánager tomara control de la situación.

      —Yo - tú —el azabache no sabía qué decir.

      —Digo, sigues hablando y hablando sobre Kageyama y nuestro equipo —Minako continuó y una sonrisa burlona se estiró en su rostro.

      Tanaka, que doblaba la esquina y escuchó gran parte de la conversación, fue rápido para colocarse a su lado y asentir. A pesar que sabía mejor que nadie que Minako podía defenderse sola cuando se trataba de discusiones, él estaba listo para atacar si se atrevían a cruzar la línea. 

      —Tal vez deberías ahorrarte todo eso y dejar de preocuparte por nuestro equipo porque, créeme, estamos perfectamente bien —Minako concluyó con un tono enfermizamente dulce.

      —Tendrás que jugar para descubrir si Kageyama cambió o no desde la escuela media, Cabeza de Nabo —Tanaka replicó con una carcajada.

      —¿Huh? —"Cabeza de Nabo" dijo confundido.

      Tanaka empujó su cuerpo lejos de la pared y sonrió a Minako y Hinata. La primera quería golpearlo por arruinar sus comentarios perfectamente planeados, pero al menos lo había cerrado en una forma que los prevenía de meterse en problemas con su lenguaje crudo.

      —¿No es eso cierto, Hinata? —el rematador preguntó al bloqueador central de cabellera naranja, esperando que el de primer año les mostrara que estaban equivocados, especialmente con el conocimiento de su rápido.

      Pero con su espalda hacia ellos, Minako ya sabía que las palabras de Cabeza de Nabo ya lo habían afectado. La forma en que se tensó era señal de lo nervioso que estaba, al igual que lo en vano que habían sido sus palabras y las de Tanaka.

      El sonido del estómago de Hinata fue audible mientras corría de vuelta al baño con sus manos sobre su boca. Minako mordió su mejilla mientras intentaba contener sus frustraciones.

      Con una mirada arrogante, Cabeza de Nabo les dio una sonrisa a Tanaka y Minako como si hubiera ganado su pelea silenciosa—. Ok, lo esperamos con ansías —le dijo a los dos.

      La mánager sintió su sangre hervir y el repentino impulso de cruzar la línea con sus palabras. Sin embargo, justo cuando abrió la boca y se preparó para escupir más insultos, la aparición de una sonrisa dolorsamente conocida cerró su boca.

      Minako sintió que quería arrastrar a Hinata fuera del baño solo para que ella pudiera vomitar.

      Cualquier cosa por alejarse de Shiori Kihara; la misma chica que le había informado de su retiro.

      Con el mismo uniforme que Minako la había visto usar la última vez, de repente su mente registró que esta es la escuela a la que asiste Shiori. Solo podía esperar no encontrarse con Akina porque Minako podría cometer homicidio para ese punto.

      A diferencia de Minako, Shiori estaba terriblemente serena y despreocupada como antes. La mirada sin expresión en su rostro la hacía lucir mucho mayor y una comparación drástica con lo que lo que se aconsejaba que lucieran las patinadoras. Comparada con la persona estereotípicamente feliz y animada que debían ser, Shiori era el opuesto a los estándares. Minako odia lo calmada que Shiori luce en comparación a ella.

      Odia que Shiori no sepa del sufrimiento que pasó después de su encuentro, odia que Shiori haya roto su burbuja de seguridad, y odia cómo Shiori va a esta escuela de todas las posibles. Era casi como si el universo quisiera sacudir el confort de la realidad, para castigarla por algo que hizo mal.

      La boca de Minako se secó ante la vista de ella y, de repente, todos sus comentarios que había creado escaparon de su mente.

      Todo por la estúpida de Shiori Kihara.

      —¿Sabes? No creí que fueras el tipo de persona que ladra y no muerde —Shiori expusó al pararse delante de los jugadores de volleyball de Seijoh, casi actuando como una especie de escudo—. Vi un par de tus entrevistas por cierto, y solo podía pensar en lo terriblemente engreída que eres.

      La mayor hija Saito sintió que el aire escapó de su cuerpo. Incluso Tanaka fue tomado por sorpresa por Shiori (quien claramente era linda, pero no linda al nivel de Kiyoko) que hablaba mal de Minako. La misma Minako que siempre tenía la última palabra en cada discusión.

      —¿Engreída? Parece que olvidas que siempre gano —Minako disparó, su habilidad para mantener la compostura lentamente bajando a medida que su enojo escapaba por el tono de su voz.

      —Individualmente, sí. Pero respecto a tu equipo, tú y yo no podemos discutir en quién gana ahora, ¿no? —Shiori señaló fríamente, consiguiendo admiración y pulgares arriba por parte de Cabeza de Nabo y su amigo. La chica mayor se encogió de hombros antes de volver a mirar a los chicos—. Nuestra equipo ha ganado, ¿qué? ¿Un par de docenas de veces más que ellos?

      —¡Sí! —Cabeza de Nabo alardeó con orgullo.

      Shiori volvió a encarar a Minako—. Ahí tienes la respuesta. Así que, tal vez, en lugar de acosar a nuestro equipo, deberías concentrarte en el tuyo.

      Minako apretó la mandíbula ante sus palabras. Forzó una sonrisa a su rostro antes de soltar una respiración profunda. Pero Tanaka notó que los nudillos en sus manos estaban casi blancos y que sus hombros casi temblaban por la ira ocasionada por las palabras de la desconocida. Sus orejas casi sonaban, sus manos sufriendo calambres por lo fuerte que apretaba sus manos, y su corazón estaba listo para saltar fuera de su pecho. Diablos, incluso sus orejas estaban calientes. Nadie era capaz de provocar a Minako, no las chicas en su escuela o cualquier chico que quería noquearla un par de niveles abajo.

      Sin embargo, ella es Minako Saito. La misma Minako que siempre tendría la última palabra y la que se rehuza a permitir que alguien más la provoque. Incluso si ese alguien es Shiori que está a su mismo nivel, alguien que solía tener la misma cantidad (si no es que más) de medallas de oro alrededor de su nombre. No obstante, en los ojos de Minako, había algo que la separaba de Shiori, que la hacía brillar más de lo que Shiori alguna vez podría hacerlo.

      Porque a diferencia de Shiori, Minako al menos podía brillar incluso fuera del hielo.

      Y ella felizmente lo demostraría.

      Con sus manos dobladas y una mirada saturada de felicidad falsa en su rostor, Minako torció la cabeza a un lado—. Tienes toda la razón, Shiori. Gracias por el consejo —Minako soltó entre dientes—. Bueno, nos vemos en la cancha.

      Antes de permitirles responder, Minako tomó a Tanaka por la muñeca y lo giró en dirección al gimnasio. Prácticamente marchando lejos, Tanaka dejó que la mánager hirviente lo arrastrara. La última vez que había visto a Minako tan enojada fue cuando peleó con Kyoga, de lo que Tanaka se había abstenido de preguntar. Sin embargo, la única diferencia es que este enojo es distinto. Era por ellos, por el equipo, y una necesidad de querer probar que se equivocan.

      —Tanaka.

      —Sí...

      —Destrózalos.

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