La lluvia caía con fuerza y los truenos resonaban haciendo temblar el vidrio de las ventanas, ella gritaba por ayuda mientras luchaba duramente por zafarse de sus manos, aquellos hombres reían mientras la maltrataban haciendo que heridas y hematomas que la marcarían por el resto de su vida.

—¡Déjenla!¡No le hagan daño!

Una voz lejana pedía rogando por qué la soltaran más un golpe en seco se escuchó y su voz no volvió a escuchar se.

—Maldito mocoso...solo hace esto más difícil.

Esa voz, esa que tanto amo y que esperaba ilusionada todos los días, ahora era la que más repudiaba.

—¡Jack!¡Por favor ayúdame!

Más no hubo respuesta, cuando por fin su lucha contra ellos dió fruto pudo ver una escena que la hizo sentir náuseas.

Jae estaba en el suelo, su rostro lleno de sangre e inmóvil.

—J-jae...

Corrió hacia él, tratando de despertarlo pero él ya no estaba con vida, los miro a todos con su rostro lleno de lágrimas y grito, dejo salir su terror, su furia y su dolor en ese grito.

Con el corazón agitado se levantó de golpe de su cama, sus mejillas se encontraban humedas por las lágrimas que salieron de sus ojos ante tal pesadilla o mejor dicho recuerdo.

Se levantó de su cama cayendo directamente al suelo por lo débil que se encontraba, gateó un poco para acercarse a un mueble que estaba enfrente de ella solo para apoyarse en el y levantarse, salió de su habitación solo para llegar al baño, vómito al entrar ahí y sin poder controlarse dejo que su ansiedad saliera convirtiendo se en un ataque, su cuerpo se puso rígido, sus manos buscaban una forma de liberar todo lo que sentía e inconscientemente empezó a rascar sus brazos logrando generar heridas que la llevaron a mancharse poco a poco de sangre.

Elevó su mirada viendo el espejo, ese mismo que tenía su medicamento, pensaba y pensaba en como podría ser más fuerte que sus impulsos para tomar esas pastillas.

Las lágrimas se interponian en su visión pero así como ella lo creía imposible, se levantó, abrió el compartimiento detrás de espejo y tomo la pequeña botella que contenía su salvación, tomo el par de pastillas con el agua de la llave y volvió a sentarse en el suelo, esperando a que todo terminará por esa noche.