Como cada mañana ella salía a su ejercicio matutino, la realidad del por qué lo hacía no era otra más que, era la única cosas que la alejaban de sus pensamientos. Prefería vivir con la mente ocupada al igual que el cuerpo antes de dejarse ir por aquellos recuerdos que ahora solo aparecían en sus noches más vulnerables.

Empezó con su caminata pasando enfrente de esa casa que hace días llamo su atención, ese día estaba en completo silencio, empezó a correr al poco tiempo y sin mirar atrás desapareció por las calles más ella poco sabía del hombre quien ahora la miró con curiosidad al verla salir tan temprano solo para correr.

Aquel hombre de 1.77 de altura y con 27 años quería acercarse solo para saber su nombre aún que todo eso lo justificaba diciendo se a si mismo que ella era la nueva en el vecindario.

Ambos continuaron con sus rutinas hasta que el tiempo terminó, Thal volvía con la respiración agitada y con una capa ligera de sudor.

Y él se acercaba a la orilla solo para sentir el aire frío en su rostro y seguido a tomar agua, coincidiendo en una mirada rápida de ambas partes.

Thal seguía impresionada por su físico y como iniciaba con su rutina tan temprano. Ella camino más rápido al sentir que ya había pasado mucho tiempo desde que alzo su mirada para verlo, logrando que se avergonzará por aquello.

Entró a su edificio y fue directo a su hogar, una hora después ella salía en dirección a su trabajo, un pequeño local no muy lejos de donde vivía, donde el principal producto era la música.

Instrumentos, clases, reproductores y discos, todo lo necesario para que la música te rodeé.

—Buenos días.

—Te dije que no es necesario que llegues tan temprano, a esta hora solo se hace limpieza.

—No importa, prefiero estar aquí que sola en mi casa.

—Thal, tu madre confío en que no te exigiría mucho, si se entera que vienes siempre tan temprano y te vas después de la hora de trabajo vendrá hasta aquí solo para regañarme.

—Un hombre adulto con familia siendo regañado por una anciana...eso sí que quiero verlo.

—Ojala tu madre te escuchará llamando la anciana.

—Pero no lo hace y tú no dirás nada.

—No estaría tan segura.

—Le diré a tu esposa.

—Quise decir que tú secreto está seguro conmigo.

James un viejo amigo de sus padres, él fue por mucho una de las razones por las cuales ahora está ahí, con vida y recuperando toda su seguridad.

—Oye Thal... Vanesa quiere que vuelvas.

Ella suspiro sabiendo que Vanesa, su esposa, seguía preocupada por ella.

—Debo hacer esto...o siempre voy a tener miedo, se que han pasado dos años y estoy harta de depender de los demás para poder avanzar...quiero intentarlo una vez, estar sola.

—Lo se...y estoy orgulloso por eso, sabes que siempre puedes volver con nosotros, eres como nuestra hija y siempre estaremos contigo en cada parte de tu proceso.

—Gracias...