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Mientras el hechicero maquila su malvado plan, los siete jóvenes llegan al castillo, hacen acto de presencia colocandose en fila a lado de su hermano mayor, Jin.

—Buenas noches, su majestad —anuncia Jin entusiasta—. Hemos arrivado obedeciendo a su invitación antes hecha, para asistir a la cena en honor a la despedida de su adorada princesa, Amy.

—¡No te entendí ni papa, pero que suave que vinieron! —Mc Rastas los saluda a todos, uno por uno, Jin se molesta un poco por su actitud, pero recuerda que prometió portarse bien.

La Princesa hace lo mismo dejando al último a Jimin, con quien se sonroja.

—Buenas noches, Amy... —Jimin le sonríe apenado y ella ríe nerviosa.

—Ha ha, buenas Jimin... Amm... Que bueno que te dejaste venir con tus carnales... —Amy pasa las manos por su vestido, se siente nerviosa y no sabe cómo actuar—. Este... Vente pa' ca, vamos a sentarlas.

—No entiendo mucho de lo que dices, pero con gusto me siento a tu lado.

El Rey se encarga de servir los platos, coloca la carnita azada, una pequeña ensalada y papas fritas, todos se sientan a la mesa, el Rey deja que su hija conviva con los chicos e invita al personal a comer con ellos, aceptan pero se sientan en una mesa aparte.

—¡Entrenle mis chavos! —Mc Rastas comienza a comer y los jóvenes no saben qué hacer.

—Hace mucho que no comemos a la mesa... —comenta Nam apenado—. Hemos olvidado cómo hacerlo...

—Usen las manitas, morros, sin pena que estamos en confianza —Mc Rastas hace que los chicos se sientan en confianza y todos imitan lo que él hace—. No necesitan modales ni cubiertos para comer carnitas azada.

El ambiente se vuelve hogareño, el Rey habla un momento con cada chico para conocerlos un poco, Nam le habla sobre temas científicos, de arte y cultura, que conoció antes de volverse cisne, incluidas sus grandes habilidades para los números, demostrando que es el más inteligente del grupo.

Tae habla de sus habilidades para la pintura, la actuación y el canto, haciendo que el Rey se emocione, mientras que Hope da una pequeña demostración de rap y baile contemporáneo, haciendo alarde de su gusto por la poesia.

Por otro lado esta Jin, quien es el que mejor cocina de todos, además de ser el más estricto y hacerse llamar el más guapo del grupo. En cambio JK da cátedra de sus lecciones de modelaje, pues en el teatro era quien llevaba los roles de villano por su aspecto. August habla de la música de tal forma que el Rey siente que no conoce nada de ese mundo, con ayuda del personal del palacio toca un poco la guitarra.

Por último, Jimin, quien se pone de pie para dar una pequeña demostración de danza clásica, bailando un poco del Lago de los cisnes de Tchaikovsky, una de las mucamas pone la música y el comienza a bailar en el jardín, todos lo observan asombrados: sus movimientos son suaves pero marcados, impregnados de emoción y elegancia, pues Jimin es el mejor bailarín de todos.

Termina de bailar y todos le aplauden, aunque sus hermanos saben que están en competencia, así que no aplauden mucho.

—No pos si bailas re suave, morro. —Amy es la primera en hablar y ponerse de pie para después abrazarlo —. Te sale requete bien, y luego que estás bien guapo... Pos si pareces un angelito.

—Gracias, Amy... —Jimin la suelta pero la Princesa lo toma de la mano—. Antes de entrar al teatro estudié danza.

—Pos si le sabes a la bailada. —Mc Rastas se pone de pie a su lado—. Bueno chicos, ya he conocido un poco de ustedes, y la mera verdad me tienen asombrado —todos se alegran y Amy corre a abrazarlo—. Puedes ir con ellos, mija.

—No estaré muy lejos, apa, vendré a darme mis vueltas para verte, —Amy le sonríe con los ojos cristalinos—, además todavía tenemos que planear mi fiesta, voy a invitar a los chicos también.

—¿Fiesta? —cuestionan los siete al unísono.

—Si, en dos semanas mi niña, que ya no es tan niña, cumple sus veinte primaveras —explica el Rey con entusiasmo—. Vamos a armar tremendo reventon, que no se imaginan.

—Aquí esta su maleta, princesa Amy —interviene una de las mucamas llevando una maleta grande, con algunos cambios de ropa para la semana—. Tiene todo lo que pidió para esta semana, y el sábado puede traerla para que le cambie la ropa.

—Muchas gracias, Rosita, luego me retacho pa' llevar más. —Amy voltea a ver a su padre y lo abraza—. Vendré a echarte un ojito seguido.

—Anda mija, ya no te despidas que me gana el sentimiento. —El Rey le da un último abrazo y voltea a ver a los jóvenes—. Les encargo a mi retoño, cuidenla como su propia vida.

—Así será, Mc Rastas —asegura Jimin tomando la maleta de la chica.

—Yo la llevo. —Jin jala la maleta, pero JK no se lo permite.

—Un momento, que yo soy más fuerte y se ve que esta maleta pesa, así que yo la llevo.

—¡Pero qué dicen! —Nam se acerca y jala la maleta—. Soy el líder, así que yo la llevo.

—¡De eso nada! —August jala la maleta con fuerza, mientras todos observan la discusión—. Yo la llevo y punto.

—¡Hey! Con cuidado que eso es mío. —Amy jala la maleta pero August no la suelta—. No la jalen así que la van a romper y mis calzones se van a salir.

—Amy... —Mc Rastas toma la maleta y se la da a Tae—. Que la lleve el Tae, es el único que no se esta alocando.

—Con gusto, Mc Rastas —Tae toma la maleta y sus hermanos observan incrédulos, mientras él sonríe—. Vamos, Amy, puedes tomarte de mi brazo.

—Un hombre decidido, eso me agrada. —Amy se cuelga de su brazo y ambos hacen su camino por el jardín.

Los seis hermanos los siguen apurados, despidiéndose del Rey y los demás, a la distancia.
Los siete hermanos y Amy llegan al manantial, Tae guía a la Princesa hasta la cueva, donde ella se siente emocionada, pues ya quería conocer el interior del lugar.

—¿Necesita su abrigo, Princesa? —Jin se acerca a la puerta antes de que abran y le arroja un abrigo blanco y uno negro que su padre le envió—. El Rey le manda eso.

—Pero que caballeroso —comenta Amy con sarcasmo.

Jimin le ayuda a ponerse el abrigo negro y ella le da el blanco a él.

—Se hace lo que se puede, Princesa. —Jin la observa detenidamente y después abre la puerta.

—Creo que eso no fue un cumplido —comenta Hope entrando detrás de Jin.

—Para nada, eres una grosero, Jin —apunta Nam abriendo más la puerta—. Entre, Princesa.

—Hi hi, gracias... —Amy entra a la cueva y se sorprende al ver el interior del lugar—. ¡Woooow...! ¡Esta de pelos!

Aunque por fuera la cueva es de tierra y luce sucia y descuidada, por dentro esta reforzada con madera y piedras preciosas, un trabajo que le llevo su tiempo a los chicos.

Luce como un lugar de en sueños, cada chico tiene su espacio propio: hay varias camas acomodadas en hilera, justo al fondo del lugar, cubiertas por una larga cortina en color rosa semitransparente. A la derecha se encuentra un pequeño comedor y a la izquierda esta una pequeña sala.

Amy alcanza a ver un pequeño círculo en un rincón de la cuerva, cerca de las camas, una especie de nido de aves hecho de puro algodón blanco.

—¿Qué es eso? —La Princesa se acerca curiosa y Hope toma su mano para ayudarla a entrar.

—Primero quítate los zapatos —indica él quitándose los suyos para después entrar al nido.

—Oh... Esto es tan curioso... —Amy se quita los zapatos y entra al nido, el cual comienza a pintarse en tonos rosados y azules claros—. ¿Qué es eso?

—Nunca había pasado eso —comenta Nam extrañado—. Cuando nos trajeron aquí, este nido ya estaba en la cueva.

—Como si estuviese esperándonos —agrega August entrando al nido.

—Tal vez porque soy mujer. —Amy se quita el abrigo y se acomoda cruzando las piernas y dejando sus brazos a los costados del nido—. ¡Entrenle, chavos! —observa al resto de los hermanos—. Que no muerdo, hi hi.

—¡Princesa! —Jimin se cubre los oídos y los demás hermanos ríen a carcajadas.

—Como se nota que sigues siendo un bebé. —Tae pasa a un lado de Jimin y se sienta a la izquierda de la Princesa.

Mientras que Hope se acomoda a su derecha y los demás hermanos entran, excepto Jimin.

—Iré a dejar la maleta en su cama, princesa Amy —Jimin toma la maleta y camina al otro extremo de la cueva.

—Si me disculpan, voy a ver dónde dormiré. —Amy se pone de pie y sale del nido, el cual regresa a su color natural.

—Nosotros saldremos a ensayar nuestro baile, Amy —informa JK poniéndose sus zapatos de vuelta.

—Por favor, dile a Jimin que nos alcance afuera —pide Nam saliendo al último de la cueva.

—Clarines. —Amy camina hasta donde esta Jimin, detrás de una cortina azul que parece un trozo de la noche estrellada, él está observando las piedras preciosas de la pared—. Aquí estás...

—Amy... —Jimin voltea asustado—. No te escuché... No escuché tus pasos... —baja la mirada apenado y se da cuenta de que la princesa sigue descalza.

—¿Estás bien?

—No lo sé...

La observa detenidamente y ambos se dan cuenta de que es la primera vez que se ven a los ojos, mientras Amy lleva la oscura noche en la mirada, Jimin refleja la claridad del manantial.