Capítulo 47 (Especial)
Capítulo 47 (Especial)
Black
La vida es un laberinto sin salida, una prisión sin escape y el más oscuro sentimiento. Cada día que pasa me aferro a la idea de ir hacia aquella casa donde mi infancia formó parte de mi vida. Realmente no sé qué hacer, tengo indecisiones, decisiones que tomar y sentirme mal por todo lo que acontece. ¿Por qué me quiere torturar de esta forma?
Tengo un plazo de una semana para entregar todo firmado y sellado. El papel sigue en mi cama y yo ando mirando hacia el techo sin nada que pensar. No le he dicho nada a Sam para que no se angustie por mí, y además ha estado ensayando para el acto de grado de sus alumnos y no deseo interrumpirlo. Mientras tanto mi cabeza me da vueltas y vueltas, no sé por dónde empezar ni sé qué debo hacer para calmar todo lo que hay en mí. Necesito paz interior, ya no puedo seguir perdiendo mi tiempo en estupideces y es momento de actuar.
Me levanto de un salto y me doy una ducha rápida para tranquilizarme un poco. Busco una ropa adecuada y le pido a mi padre las llaves del auto. Agarro la hoja, las llaves de la antigua casa, dinero por si acaso, muda de ropa. No quiero decirle a donde voy, quiero ir solo, buscar ese algo que mi madre supuestamente me dijo en aquel testamento que necesito. Ya listo para salir, nadie me pregunta hacia dónde me dirijo. Este es el momento en que deseo estar solo, sin compañía de nadie.
Enciendo el auto y arranco inmediatamente sin pensarlo mucho. Sé que el camino es largo, pero eso es lo de menos. Colocó música de la radio y continuó avanzando. Aún es de día y posiblemente llegue en la noche. Total eso no es lo que importa. Buscar ese algo es lo que me hace falta.
Afortunadamente no hay tráfico y las vías están despejadas, así que ando sobrado de tiempo. Mi celular no deja de soñar y supongo que Sam se estará preguntando dónde diablos estoy. Mi familia como no sabe, entonces quizás sea momento de apagarlo y ser libre por dos días seguidos. Aprovecho que estoy en semáforo, y decido desconectar el celular. Ya no hay vuelta atrás, necesito liberar todo mi estés en plena soledad.
El camino se hace largo, me paro en algunas paradas con el fin de comprarme algo para comer y beber. Hay locales que los recuerdo muy bien, porque solía viajar mucho con mi madre, me recuerda todo a ella y me deprime, pero no dejo que se apodere tanto de mí ya que no quiero accidentes en pleno camino.
La música ya me está aburriendo y cambio de emisora, al parecer la gente le ha dado hoy por colocar toda canción triste y corta venas. Ya demasiado por hoy. Me paro en una gasolinera para echarle un poco al auto, ya que no tiene tanto como pienso. Me recuesto del auto y miro hacia mí alrededor. Todo está solitario, no hay gente ni autos, soy la única persona y al menos eso me alegra muchísimo. Al culminar sigo mi camino sin detenerme en ninguna parte. La radio ya me está hartando y cambio de emisora cuando el semáforo está en rojo. Ahora sí encuentro una que no tiene nada de estúpido, por lo menos hay buenas canciones y las puedo cantar sin problema.
El sol se va ocultando lentamente, ya llevo más de 4 horas de camino y aún falta un poco más. Solo espero que no me caiga la noche, no deseo quedarme en ningún hotel de mala muerte, eso es espantoso, ya he vivido demasiado con eso. Prendo mi celular para saber la hora, no cargo mi reloj de bolsillo y es fundamental saberlo pese a que no quiero que nadie me llame ni me escriba para tonterías. No quiero dar explicaciones a estas alturas de mi vida.
Tengo más de 20 mensajes y 10 llamadas perdidas por parte de Samuel Johnson. No abro ninguna y voy directo a ver la hora. Son las 6 de la tarde y vaya que ha oscurecido muy rápido. Apago de nuevo el celular y sigo mi camino hacia la casa antigua.
Me vuelvo a parar en una estación de gasolina para comprar algo de snacks y agua. Aprovecho de llenar nuevamente el tanque para que no se me descaste de vuelta y vaya a ocurrir una desgracia. Pido una soda y snacks por montón, canceló la cuenta y me dirijo al auto nuevamente.
Me conozco la ruta hacia esa casa, a pesar de haber olvidado todo este tiempo donde nací. No es porque viví momentos malos, simplemente que desconecte todo mi pasado para crear un futuro más apasionante. A parte mi vida con mi madre no es fácil de presenciar y recordarme todo lo acontecido me pone sensible.
Viendo todo ante mis ojos, me hace sentir miserable. Recuerdo cada palabra, sitio, restaurante, parque y me dan ganas de llorar. Se me viene a la mente todo lo que pasó en mi vida antes de conocer a Samuel: las peleas de mis padres, la escuela, el preescolar, mis compañeros de clase, regalos de Navidad, cumpleaños, fiestas, disfraces, aventuras, caídas, sonrisas, alegría. Estaciono en un restaurante donde mi madre y yo solíamos comer casi todos los días. No creo que la gente me recuerde porque he crecido y de pequeño las facciones no son las mismas que ahora que soy adulto.
Al entrar en aquel lugar, el mismo olor a carne, pollo, asado me da nostalgia. Me siento en los puestos del final para que nadie pueda verme, es ridículo igual no me van a reconocer. Aparece una elegante jovencita a darme el menú del día.
Observo la lista y me recuerdo de todo. Solía pedir pollo con papas fritas y una ensalada de papas. La mesera vuelve a venir hacia dónde estoy y le pido el pollo, ella sonríe y se retira de nuevo. Aprovecho de prender mi celular, y hay más mensajes, más llamadas perdidas.
Si no le contesto a Sam en menos de 24 horas, toda la FBI en conjunto con la CIA me estará buscando por todo el país entero. Suena exagerado, pero así es él. Le doy al botón de llamar para que no se angustie, no deseo que lo esté, ya que no podrá concentrarse en lo suyo y quizás se pueda deprimir.
Responde al tercer repique. Antes de que se altere, le explico en donde estoy y cuál es la razón, hago un resumen más bien porque cuando lo vea en persona le diré todo lo que está sucediendo. No pregunta nada, lo cual es extraño y me dice que hablemos mañana en la noche sobre el tema si es que me voy mañana, pues tengo que finiquitar unas cosas. Me desea suerte y me dice que me ama y todo lo cursi.
La mesera aparece de nuevo justo cuando estoy colgando la llamada a traerme mi comida. Me la como tan rápido que no me da chance de saborearla con gusto. Me quedo unos minutos a reposar la comida y cancelo la cuenta.
Voy de nuevo hacia el auto y arranco hacia el destino. Cada vez estoy más cerca y mi corazón lo sabe, porque no deja de latir. Mis manos están temblorosas y sudadas, pese al frío que está haciendo. No sé si seré capaz de enfrentar esto, pero es un gran paso para mí hacerlo sin ayuda de nadie. Al llegar a la urbanización, es extraño el sentimiento que poseo, porque no es una felicidad plena ni tampoco una tristeza. Me siento nostálgico, feliz, triste y para mí es dolorosa cada imagen en mi cabeza. Me estaciono en la casa, al bajarme mis pálpitos no controlan el ritmo y se me va acelerando a cada rato. Trato de contener la calma y respirar varias veces seguidas.
Las llaves se me resbalan al estar en presencia de aquella casa, que una vez mis primeros pasos estuvieron presente en todo el lugar. Abrirla me cuesta, porque tiemblo demasiado y no puedo dejar de pensar en lo que me espera adentro. El cerrojo hace un ruido y abro la puerta. Todo está diferente, no es el mismo aire de aquella vez.
La casa está completamente vacía. Reviso cada uno de los rincones y no hay absolutamente nada. No entiendo para que mi madre me envía hasta acá cuando no hay nada interesante. Si se supone necesito encontrar ese algo, no entiendo cuál será. Me siento en el suelo y quedo tendido boca arriba con el fin de pensar un poco en lo que ella quiere que yo sea. La verdad es un fastidio, odio encontrarme con cosas que son inexplicables a simple vista y que además me hagan perder el tiempo. Yo sé que ella me dejó la casa y todo lo demás, pero si hay algo, entonces que me dé una señal por lo menos. Supuestamente me dejo el coche ese que no sé dónde estará, una colección de artes y la casa. ¿Pero qué hay aquí de bueno? Nada. Solo está vacía, tal cual como la dejamos en aquel entonces.
Paseo de nuevo para verificar si de verdad no hay nada. La habitación en donde tuve mis primeros arranques de bebé, no hay nada, siguen estando los dibujos que hice en la pared, la mancha de sangre cuando me corte el dedo. Los recuerdos empiezan a venir como zumbidos en mi oído. Me estremezco de solo pensarlo, parece como si fuera ayer cuando a mis siete años de edad, vivía mis momentos de paz y tranquilidad. Me siento en el suelo y me produce un llanto terrible, ese que da un dolor en el pecho y bota toda la energía que hay en mí.
—Black, no te escondas. Te voy a encontrar, cariño. ¿Dónde está el niño más hermoso del mundo? ¿Dónde? —la vocecita que tanto adoro—. Un obsequio. Un pequeño obsequio
—Trampa, mami.
—Adivina que es, amor.
—Dibujo, dibujo.
Mi madre es muy creativa, ese día justamente, el mejor regalo de todos los tiempos, es sin duda una caja de colores, muchas hojas y un dibujo que ella me hizo. Aún lo conversó en mis recuerdos. No sé qué será la vida de aquel dibujo, no sé si mi padre lo quemo o tal vez lo destrozo. No tengo ni idea y tampoco quiero buscarlo.
Bajo hacia lo que es una sala imaginaria y me siento en el piso. Buscar ese algo que me hace feliz, es difícil en este momento. Me siento mal, no puedo dejar de pensar en "alguna cosa" que me emocione, que mi corazón se acelere tanto que explote.
Confieso que no soy muy bueno adivinando y tampoco me interesa hacerlo. Busco en mi bolso la carta, los documentos, las llaves, mi celular, la ropa y algunas cosas que traje por si acaso, como el cigarrillo y una botella de agua. Tomo un sorbo para aliviar la sed que poseo en mi garganta. Enciendo el cigarrillo, el único que tengo. Me voy hacia el jardín, al menos puedo ver lo oscuro que está el cielo y así poder descifrar lo que mi madre quiere decirme desde el más allá.
El césped está mojado y no me importa, igual estoy solo, nadie me puede decir nada y deseo conversar este recuerdo extraño en mi memoria. Necesito verificar con mis propios ojos que estoy demente por hacer esto, por creerle a una estúpida carta que no me dice absolutamente nada. Prendo de nuevo el celular para verificar si alguien me ha escrito y tengo dos mensajes y una llamada pérdida. Es Sam quien me escribe como estoy si aún estoy vivo y etc. Le respondo que ando bien y una carita feliz para que después no empiece a decirme si ando molesto o no. Me responde al minuto diciendo que me extraña. Que me ama y bla bla bla. Para que no se moleste le respondo que yo también lo amo y etc. Más una carita feliz y le doy enviar.
La noche se hace eterna. No tengo sueño, no deseo dormir y tampoco irme de aquí. Me siento cómodo, sin ninguna molestia a mi alrededor. Podría vivir aquí solo sin nadie, pero no sería divertido. Me gusta la bulla de Vinz y Row, las quejas y cursilerías de Samuel y las interminables charlas de mis padres. Por el momento deseo disfrutar al máximo la soledad, despejar mi mente, pensar en qué puedo hacer y volver a casa cuando esté preparado.
Van pasando los días, no sé exactamente la fecha de la misma y tampoco me interesa. He estado haciendo un poco de todo, ordenando los papeles, yendo a oficinas para que me expliquen cómo debo vender la casa, acomodarla y ajustarla mientras viva allí. No creo que dure mucho tiempo, la soledad es buena, pero Sam me hace muchísima falta y admito que sin él todo es aburrido.
Me siento en las escaleras como suelo hacer desde que estoy aquí, lo bueno es que nadie te reconoce y puedo estar tranquilo sin molestar a nadie. Mi celular empieza a vibrar, si ya deje de tenerlo apagado, mi madre Camila me ha estado llamando muchas veces y no quiero que se preocupe más por ti. Atiendo pensando que es ella y es la voz melodiosa de Samuel Edward Johnson.
—Black —no suena muy bien, de seguro es mi culpa porque está así—. ¿Qué haces? ¡Te necesito ahora!
—Contemplando el panorama. ¿Qué sucede?
—Basf tuvo un accidente y bueno... —pierde el hilo de su voz y ya lo sé todo—. Lo estamos velando en la funeraria Santa Rosa. ¡Apúrate!
Voy al interior de la casa y busco rápidamente las llaves del auto. Cierro la puerta con seguro, y como sé que nadie estará molestando en estos días, quedará sin abrirse hasta que venga yo de nuevo. Sigo en línea con Sam y al parecer está llorando. Si, la pérdida de un hermano es horrible, no la he vivido pero quizás sepa cómo se siente. No estar cerca de Vinz me hace sentir extraño, porque es mi gemelo y tenemos poderes anormales en nuestras mentes que nos conectan de todo.
Enciendo el auto y voy camino hacia la casa de nuevo. Es inesperado cuando Sam me llama de esta forma, actuó sin pensarlo y sé que él haría lo mismo por mí. Le digo que voy en camino y no puedo estar hablando por teléfono porque sería una multa segura, dice que me ama y todo lo demás. Le cuelgo y continuó avanzando.
**
— ¡Black! —Sam se me queda viendo y me abraza. Siento el olor de su perfume y es agradable—. Me siento mejor ahora que tú estás aquí —me susurra sin que ninguno de sus padres se enteren de lo que me dice—. Quiero que estés conmigo, Black. No te vayas, por favor.
—No me pienso ir.
—Gracias. Te amo.
—Yo también te amo, Sam.
Se separa de mí y esta sonriente. Esa es la actitud, odio verlo triste. Me jala hacia la sala ignorando a sus padres quién está conversando sobre algo, supongo que el señor William ya no soporta a su esposa por ser tan fastidiosa. Nos sentamos al lado de la urna y miro hacia mí alrededor buscando a Penélope con su hijo, pero no los veo por ninguna parte.
— ¿Y Penélope?
—Está hospitalizada, también sufrió daño. Samuel, es decir mi sobrino, está con la madre de Penélope en Londres. Ellos venían hacia acá para buscar algunos documentos y legalizar la nacionalidad, pero viniendo por la carretera todo fue horrible.
Pobre Penélope. Espero que se recupere pronto. Ella sí me cae bien. Es la única que no me juzga por nada.
— ¿Y qué hiciste en Memphis en éstas semanas? Sé que cambio radical el tema pero no deseo hablar porque no deseo llorar más.
—Arregle los papeles, hice algunas restauraciones y quiero ponerla en venta. Estar en ese lugar fue bastante extraño aunque me sentía cómodo y feliz. Necesitaba un descanso de todo. Supongo que aún no he encontrado que hacer, pero será pronto.
Hablamos por más de dos horas sobre lo que hicimos en esas semanas de ausencia. Sam está haciendo nuevas coreografías que le pidió la academia para unos actos de grado y unas presentaciones fuera de la ciudad. Nanami lo absorbe por completo, no hizo mucho y prácticamente lo que hizo fue trabajar y cuidarla. Yo le cuento todo lo que hice, detallando la parte en que tuve que dormir en el piso, cargar los muebles nuevos que llegaron por arte de magia y pintar algunas paredes; también arregle el auto viejo de mamá, no pregunte al señor de la grúa porque me lo trae y cómo sabe que estoy acá. Una semana llena de paz y tranquilidad.
Sam se emociona cuando hablo de más, porque se olvida de toda la tristeza y me presta atención completamente, me pregunta cosas sobre cómo hice para llegar hasta allá, si alguien me reconoció y si tuve un amor platónico de pequeño. Respondiendo una a una sus preguntas, se sorprende que no haya tenido amores platónicos en primaria. Vuelve a sonreír y me besa en la frente para que sus familiares no armen escándalos.
— ¿Por qué me amas, Sam? Sabiendo que soy una mierda de persona y que de algún modo no te he hecho feliz. Conmigo todo es un problema.
— ¿Quién te dijo eso?
—Yo lo estoy diciendo, Sam.
—Si yo no lo digo no cuenta, Black. Para mí no eres una mierda de persona, eres lo más espectacular que me ha pasado en la vida. Creo que mi vida es muchísimo mejor desde que estoy contigo. Y lo sé, te enfada que sea cursi, pero es inevitable no decírtelo. Eres lo más bello que existe en este planeta y la galaxia entera. Te amo hasta el cansancio y mi razón es porque te amo, te adoro, te quiero, eres mi vida entera y sin ti, todo sería aburrido y nada divertido. Eres diferente, Black. Me haces analizar cada cosa y me pones a prueba con tu personalidad, tienes un no sé que increíble, me mata demasiado no estar a tu lado. Desearía envejecer, morir contigo. Renacer contigo. Dejar que seas libre y que hagas lo que te plazca. Haz todo lo que desees y cuenta siempre conmigo. Te amo incondicionalmente.
Me quedo callado sin decirle nada, creo que si le digo algo sarcástico podría molestarse conmigo. Me besa en el cuello y me estremezco, sabe que me causa cosquillas cuando lo hace y me da un ataque de risa repentino.
—El silencio de tu voz vale más que mil palabras.
—Es mejor que vaya a casa. Mis papás ya deben estar preocupados por mi ausencia. No quiero que tu abuela me eche agua bendita.
—Iré contigo. No quiero que te vayas, Black. Necesito tenerte conmigo.
—Lo sé, pero ellos desean verme. Tú necesitas estar con tu familia. Regresaré más tarde, ¿sí? Lo prometo.
—No deseo estar aquí, me siento incómodo. No quiero hablar con nadie.
—Regresare en una hora. ¿Te parece?
Hace un puchero y me provoca mordérselo. Odio cuando lo hace porque me hace hacer cosas que no soy capaz de hacer en público. Es un idiota. Me contengo y lo miro con el ceño fruncido, al final se da por vencido.
—Te voy a estar llamando si no vienes.
—Gracias por entender.
—Ya te extraño, Black. ¿Por qué haces la cosa tan difícil?
—Sam, te lo voy a decir porque no aguanto y quiero que te calmes. Escúchame con atención y no me preguntes nada.
Lo llevo para afuera de la funeraria, porque en presencia de sus familiares no es agradable y además no es su asunto.
—A partir de la semana que viene, seré tuyo para siempre y no tendremos que separarnos ni esperar más tiempo. Solo dame este día para hablar con ellos, los necesito y querrán saber absolutamente todo.
— ¿Qué no siempre he sido tuyo?
—Si, pero en cuerpo y alma es diferente.
— ¿Qué? No entiendo.
—Sam. Tú y yo vamos a vivir juntos a partir de la semana que viene. Ya no aguanto un segundo sin ti y lo sé, estoy siendo cursi. No quiero casarme por los momentos, pero si vivir juntos. Es lo mismo al final. De todos modos juntamos nuestros apellidos y listo.
Sam quiere decirme algo y su felicidad aborde sus pensamientos. Me da un abrazo y siento de nuevo su cálido cuerpo en conjunto con su perfume tan espectacular.
Les cuento a mis padres todo lo que le dije a Sam, también la muerte Basf y detalles sobre cómo su familia me detesta. Al rato aparecen Vinz y Row riéndose a carcajadas, me ven y se balancean sobre mí y me reciben con mucho gusto. También a ellos les digo todo, no quiero ocultarles nada ya que confió en ellos plenamente.
—Voy a vivir con Samuel la próxima semana —anuncio y todos se quedan sorprendidos—. Viviremos en una casa que alquile por el momento.
—Te ayudaré a comprarlo, Black. Quiero que vivas bien.
— ¿Habrá boda?
—No por el momento.
—Viene el Apocalipsis Zombies y los de Walking Dead vendrán a rescatarnos —comenta Vinz—. Sería justicia que fueran a vivir juntos. Ya ha pasado demasiado. Es una buena decisión.
—Cariño, estoy orgullosa de ti. Vamos a celebrarlo la semana que viene, Sam aún está de luto y no es bueno celebrar en estos momentos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro