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Capítulo 4

Capítulo 4

Black estaba jugando en su recámara cuando su madre lo llamó para que le haga un favor de ir a comprar verduras en el mercado. Pensó en decirle a Samuel que lo acompañase, pero luego recordó que estaba de aniversario con su novia y no podía interrumpir ese momento tan repulsivo para él. Sabía que no tenía que meterse entre ellos dos, porque no era lo correcto. Además, ya se le había pasado la rabia y estaba un poco más tranquilo.

Se sentía miserable comprando verduras pues ya hacia un tiempo atrás lo hacía de pequeño, pero de grande le parecía demasiado ridículo y vergonzoso. Terminó la compra y fue hasta su casa. Su madre le agradeció el gesto dándole un pudin de chocolate.

Black amaba el pudin del sabor que fuese, para él era lo más delicioso del planeta. Se moría por comérselo lentamente para que no se le acabara. Lo dejo en la mesa de noche y continúo jugando su videojuego.

— ¡Ja! —Samuel le dio un susto de muerte que Black se cayó de la cama y se aporreo el trasero.

—No es gracioso que me asustes así. ¿Y qué haces aquí? —preguntó Black. Se suponía que su amigo estaba con su novia viviendo momentos felices y empalagosos.

—Pues...quiero darle una sorpresa y necesito tu ayuda.

—Soy malísimo para eso, Sam. Además, tú eres el creativo.

—Lo sé, pero no sé qué darle. Y tiene mal gusto —dijo Sam viendo como Black se levantaba del piso y cogía el control del play.

—Dale bombones o chocolate —sugirió hablando con la boca llena de pudin. Sam estaba pensando en quitarle el pudin que tenía en el labio inferior, se imaginaba besándolo y podría ser el momento perfecto para ambos. Luego quitó la idea de su mente y se ponía a observar como Black mataba zombis.

—No tengo dinero. Realmente vine fue a pedirte dinero —aquello sonaba demasiado raro, es decir, Black siempre le ayudaba a su amigo, pero no con las chicas y que le pidiera dinero era muy extraño. Como si Black fuese un padre o algo por el estilo.

— ¿Cuánto necesitas? —Black le iba a decir "te doy todo lo que quieras, amor", no podía revelar su secreto aún. Era demasiado peligroso y más cuando podía arruinar una relación de pareja.

Sam necesitaba 100 dólares nada más, y Black saco de su cartera dos billetes de 100. Samuel no estaba de acuerdo con darle más de lo que había pedido; sin embargo, Black solo se los dio porque quiso y no para que se sintiese mal ni tampoco para que se los devolviera.

—No me lo devuelvas, Sam. Nos vemos mañana entonces —dijo Black concentrándose de nuevo en matar zombis.

Al menos podía matar a alguien para desahogar sus penas.

— ¿Dónde vas a pasar navidad? —quiso saber Samuel antes de retirarse.

—Mi mamá va a casa de su novio o algo así. Yo me quedare bebiendo y comiendo pudin toda la puta noche, ¿y tú? —Realmente estar solo le gustaba, pero si Sam le decía que quería estar con él entonces le gustaba aún más. Así podía besarlo mientras dormía o al menos acariciarlo un poco y luego echarle la culpa al perro que no existía—. Y también yogurt. Como es 24, no es tan importante, así que la deje que se divirtiera un poco.

—Ella quiere que vaya a su casa, pero no quiero ir —respondió Samuel un poco aburrido.

Black no entendía a su mejor amigo, si estaba con la chica esa entonces le gustaba, pero al parecer se aburría con su presencia. Entonces Black pensó que tal vez tenía la esperanza de que Sam y él pudiesen tener algo más que amistad. Cada vez que pensaba en ello, se le erizaba la piel y en su mente se imaginaba muchas cosas agradables, ambos se conocían bien y podían ser excelente pareja, pero no estaba seguro si Sam sentía lo mismo por él. Tenía que averiguarlo como fuese y sin levantar sospechas.

Brother, no es que me tenga que meter en tu relación. ¿Estás seguro de que eres feliz con ella? —preguntó Black a Sam.

Tardo un poco en responder, lo que hizo que Black pensase que tal vez su respuesta estaba en ese silencio tan aturdidor. De fondo sabía que su amigo le gustaba, se notaba en sus pómulos y en su nerviosismo.

—No lo sé. Estoy confundido.

— ¿Tú confundido? No me jodas, Sam. Déjame apagar esta maldita cosa para ayudarte —Black presionó el botón de apagar y de inmediato el play se apagó y luego el televisor. Se sentó cómodamente en su silla de Hermman Miller y se dispuso a escuchar a Sam.

—Todos pasamos por eso. Lo que pasa es que últimamente... —Sam se quedó en silencio. Iba a decir algo que arruinaría su amistad y tragó saliva aparentando normalidad—. Black, no sé qué demonios me está sucediendo, y creo que tú estás igual que yo. Tenemos el mismo puto problema.

— ¿También estás celoso de mí? Yo no tengo novia —arqueó una ceja y luego encendió un cigarrillo algo largo y botó humo por la boca como todo un lord.

—No seas idiota, que no es eso. Creo que me gustan.... —se calló de nuevo —. Es imposible decírtelo si me miras así. —Black hacia muecas con su boca, muy graciosas y se burlaba de Samuel.

— ¿Te gustan las chicas con qué? —preguntó Black.

Samuel no podía decírselo. No se daba cuenta de lo que estaba diciendo y le hervía la sangre no tener las bolas para confesarle a su mejor amigo que estaba enamorado completamente de él. Lo había admitido en su mente y solo en sus pensamientos.

—Olvídalo, Black. Solo estoy confundido, no sé si me gusta realmente.

— ¿Entonces por qué estás con ella si no te gusta? —Black quería sacarle información. Le gustaba hacer ese tipo de preguntas pues eran la clave para su éxito o no.

— ¡NO LO SE! MALDITA SEA —gritó Samuel perdiendo el control de su comportamiento. Quería gritarlo a los cuatro vientos: BLACK ESTOY ENAMORADO DE TI. Pero el miedo era su peor pesadilla.

¿Será que Samuel siente lo mismo que yo siento? Pensó detenidamente.

Samuel decidió no ir con su novia y se quedó con su mejor amigo, viendo películas románticas y de acción. Black estaba tentado de besarlo cuando se miraron frente a frente y luego se hicieron los locos. La novia de Sam no le dijo nada ni tampoco le paso mensajes, lo llamó a las 12 de la noche con la voz un poco alterada.

—Samuel, no sé con quién me engañas y me gustaría que al menos fueses más sincero conmigo. ¿Me vas a decir qué demonios pasa contigo? —ella sonaba muy alterada. Era la primera vez que estaba molesta, las otras veces lo había pasado desapercibido y no le daba importancia, pero como toda mujer reclamaba de no pasar un lindo aniversario junto y lleno de amor y pasión.

Samuel solo le dijo que estaba cansado y que le dolía muchísimo la cabeza, se excusó de haberse quedado dormido y su teléfono estaba en silencio. La chica no le creía mucho.

Black no estaba del todo satisfecho, pero tampoco se echaba la culpa de que Sam no fuese a su aniversario. Al mismo tiempo, estaba feliz de que Sam estuviese con él casi todo el día. Era lo más agradable del universo.

Sam trancó el teléfono y se quedó callado por varias horas hasta que termino la película.

—Tengo que ser sincero con ella. No me gusta que sufra por mi culpa, ¿me acompañas?

— ¿Ahorita? No es buena idea que vaya, Sam.

—Acompáñame, Black. Te lo suplico.

—De acuerdo. Me devolverás los 200 que te preste, ese es tu pago.

La luna estaba en su mejor pose, era un clima frío y aturdidor. No había ni un alma en la urbanización, salvo ellos dos que caminaban muy rápido. Estaban agitados con el frío y necesitaban algo caliente para que sus cuerpos no se convirtiesen en hielo. Samuel veía a su novia sentada con una chaqueta gruesa de color fucsia. Miró hacia Black y frunció el ceño, era mala idea que el chico estuviese presente. Por algo Sam había traído a Black a aquella conversación.

La chica fulminó con la mirada a Black cuando se acercaron y luego se dirigió a su novio. Sus ojos brillosos con el reflejo de la luna, se podían ver el color natural de estos. Invito a Sam a sentarse y este lo hizo sin discutir.

—Sam, dime que tienes con Black —ella hablaba tan natural que parecía que su molestia se había esfumado. Sam se quedó helado y no volteó a ver a su amigo.

—Somos amigos, Celia.

—Eso ya lo sé. Pero tienes algo con Black, no conozco amigos que se la pasen juntos todos los días y no se despegan ni para ir al baño —La conclusión que estaba sacando Celia, era casi tan cierta que ninguno podía negarlo. Ellos eran grandes amigos, se la pasaban juntos siempre y odiaban estar sin ver al otro por una extraña razón, que ya ellos lo sabían, pero no podían decir más nada. Era un secreto.

—Celia, no tenemos nada. Somos amigos, fui a casa de Black porque necesitaba un favor —esa era una excusa no tan válida. Si quería un favor, pero también se moría de ganas por verlo. Era algo que lo tenía como loco.

Celia ponía los ojos en blanco. Ella no era tonta, sabía que algo raro sucedía entre ellos dos y como no le gustaba dejar las cosas a medias, fue directo al grano sin medias tintas.

— ¿Samuel estás enamorado de Black?

— ¿Qué? —Black fue el que reaccionó primero. Estaba temblando de pies a cabeza y no hallaba como controlar su temperamento. Samuel se quedaba inmóvil sin omitir una sola palabra. Tenía la sensación que su novia se estaba volviendo loca e inventaba cosas sin sentido.

Celia estaba muy furiosa y se le notaban en sus mejillas, se habían tornado de un color rojizo profundo. Ni siquiera sacó conclusiones preguntándoles a las demás personas, ella solita decidió investigar, no por los celos ni por cuaima, sino que la actitud de Sam, como hablaba de su mejor amigo y las mil veces que dijo que lo echaba de menos, eran porque estaba enamorado. ¡Y voila! Tenía razón, pero Sam nunca le dijo nada porque no quería que ella sufriera de ese modo. Aun así, había decidido empatarse con Celia porque le gustaba, pero no sabía que era algo de poco tiempo. Samuel iba a decir algo, luego decidió quedarse callado por Black, quien le hizo señas.

—Creo que estás dolida porque Sam no apareció. Intenté despertarlo muchas veces y sabes cómo es él. Se queda dormido en todos lados. Quería darte una sorpresa y pues tenía varias ideas y por eso fue a mi casa, solo que se quedó dormido y no pudo terminártela —la excusa de Black funcionó. Celia le creyó completamente. Black no sabía porque lo estaba haciendo, se sentía mal por la chica y a la vez por su mejor amigo. Así que prefirió que ellos se reconciliaran y continuasen la relación.

Además, tampoco quería ser el malo de la partida, era algo que lo había pensado. Su secreto se mantenía a salvo y nadie más iba a saberlo. Claro que Celia iba a estar más pendiente de sus movimientos y lo iba a averiguar cómo fuese, solo que Black era tan duro como una piedra que era difícil sacarle información confidencial. Ni borracho se lo podían hacer, cuidaba mucho sus secretos íntimos.

Ver la escena de su amigo con su novia, le dio ganas de vomitar. Se retiró sin decir más nada. Estaba cansado de todo y necesitaba una ducha urgentemente.

—Que felicidad tenerte a mi lado, Sam —dijo Celia.

Esto se sale de control pensó Sam. 

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