Capítulo 11
Capítulo 11
Los días parecían tormentas y los minutos un sosiego. El viento soplaba poco y la brisa era caliente y abrumadora. Samuel fumaba en el techo de la casa de Black. Parecía que estaba entrando en pensamientos profundos, no comprendía muchas cosas y articulaba pocas palabras. Pensaba en decirle a Black para ser novios oficiales, pero no iba a lograr una respuesta concreta por parte de su amigo. Era demasiado difícil sacarle algo y prefirió pensar en otra cosa.
Black se había despertado hace rato, pero no quería molestar a su amigo. Solo veía a Sam que seguía fumando y pensando. No le parecía lo que le estaba ocurriendo en su vida, no podía ser cierto. ¿Tumor? Lo más triste aun, era que no tenía a su madre, ni mucho menos a su padre. Este último se la pasaba metido en casa de sus amigos y era muy pocas veces en que se hallaba en su casa cuidando a Black. Por supuesto, no le interesaba que su padre estuviese allí. Ya le parecía normal y no le daba mucha importancia al asunto. Según él tiene que nacerle en cualquier momento, porque las cosas forzadas eran malos augurios y traían mala suerte.
Black se levantó luego de haber pensado en cosas durante una hora y abrazo a su amigo que se había bajado del techo para estar parado frente a la ventana. Aquel gesto le parecía un poco extraño, pero le gustaba sentir el calor de su amigo. Sam era de por sí, un chico con temperatura alta, y siempre estaba hirviendo como pollo.
Sam sonrió al voltearse y ver como Black estaba con ojos brillosos.
—Me gusta más el Black insoportable —comentó Sam riéndose a carcajadas.
—Tengo frío. No creas que es un acto amoroso lo que estoy haciendo, idiota —contestó Black frunciendo el ceño.
—Ya veo. No puedes vivir sin mí, Black. Ya se lo dijiste a tu padre. Así que lo hecho está hecho. Me gusta que al menos seas un completo tarado e inútil. Al parecer te ves mejor que la última vez —dijo Sam sonriendo.
—Después dices que no soy bueno contigo. Solo te pedí un abrazo. El insoportable eres tú.
—Porque tú muy simpático, ¿no? —dijo con sarcasmo riéndose a carcajadas.
—No lo soy y tú lo sabes.
—Cállate y bésame —le salió tan espontaneo que ni él mismo creía lo que decía.
—No —respondió Black con sinceridad. No estaba para ser amoroso en el momento.
— ¿En serio?
Black asintió. No se sentía mal para nada, era tal vez una broma pesada pero divertida.
—El día en que decidas amarme, avísame. No tolero tus estupideces en este último día del año.
—Jamás dejo de hacer lo último que dijiste. Lo primero me cuesta un poco. Mientras tanto ve y festeja con tu novia. Tengo que descansar y mejor vete. Ya es tarde.
— ¿Vamos a seguir con lo mismo, Black? No quiero estar con ella, quiero estar contigo.
— ¿Entonces por qué aceptaste ser su esposo? Dime.
—Solo lo hice y ya. Ella si me gustaba, pero luego empecé a sentir cosas por ti y no puedo casarme con alguien que no me gusta.
—Haz lo que quieras. No te detengas por mí.
—Me da la maldita gana detenerme por ti, Black. Eres mi mejor amigo y en serio no puedo dejar de pensar en ti. Le dijiste a tu padre que éramos novios, ¿es verdad o solo se lo dijiste por decirlo?
Black no contestó.
— ¿Somos o no somos novios, Black? Si no me contestas me voy a ir. Y no a mi casa, me iré lejos de ti para siempre. Me casaré con Celia así no la quiera y tendré muchos hijos con ella. No puedo estar contigo si sigues así sin decirme nada. Somos casi hermanos y en serio aprecio lo que haces por mí, me ayudas en todo y yo a ti, pero más allá no te importo, solo soy tu amigo y ya. Solo respóndeme cualquier estupidez, pero respóndeme o me vas a perder para siempre Black y las cosas pueden cambiar entre nosotros. Todo será muy diferente si tú no estás en mi vida, no vas a saber nada de mí y si te quedas callado me iré. Ya me cansé de que nunca me digas lo que sientes y en serio me duele mucho por dentro. Trato de que en serio abras tu corazón y es difícil para mí. He llorado por ti y no es porque me lastimas, sino que tu silencio lo hace inconscientemente —Sam estaba llorando. Se sentía muy mal y quería que al menos su mejor amigo dijese algo.
Black solo dijo:
—Cásate con ella, Sam. Eso es todo lo que diré.
Sam no podía creer lo que decía Black. Se le acercó a su mejor amigo y le dio un beso en la boca, sintió los labios húmedos de Black y duraron más de 20 minutos besándose.
—No me iré jamás, Black. Acuéstate, te preparare un té.
Black obedeció a su amigo y se quedó acostado con el fin de que se sintiese mejor. Sam fue rápidamente a prepararle una taza de té y para su sorpresa, Celia estaba en la sala con el padre de Black entablando una conversación muy amistosa. Él no hizo caso a ello y se fue nuevamente a la habitación de su mejor amigo. Ya no le importaba Celia, era como un martirio más y no sentía nada por ella.
— ¡Sam! —exclamó Celia—. Te vine a buscar para ir a la fiesta, ¿cómo está tu amigo?
Celia había entrado a la habitación de Black y este se hallaba dormido profundamente. Sam estaba a su lado con el volumen del televisor muy bajo.
—No voy a ir. Me quedare con él —respondió Sam sin verla a la cara.
—Tú no me puedes hacer esto.
Black se despertó sin saber lo que estaba ocurriendo. Cuando vio a Celia no le extrañó que estuviese presente. Frunció el ceño y fue hacia el baño a ser pis. Salió del baño y se acostó nuevamente en su cama como si nada.
— ¡TÚ TIENES LA CULPA DE QUE SAM ESTE ASÍ! ERES UN IDIOTA, BLACK —gritó Celia furiosa —. ¿Acaso no lo puedes compartir conmigo? Él me vio primero a mí y no entiendo porque aun quieres que solo sea tuyo y de más nadie.
Black no sabía que decir, primero le dolía fuertemente la cabeza y segundo no era su asunto la relación de Sam con ella y jamás se había metido en esa relación, siempre estuvo de acuerdo y no opinaba nada al respecto por su mejor amigo.
—Sam es solo mi mejor amigo, mocosa infernal. Si quieres que te diga que es tuyo, no lo voy a ver, ya que no es cierto. Él no es sumiso de nadie y tampoco le pertenece a nadie, puede hacer lo que quiera y cuando lo desee, es decir, lo que le dé la maldita gana —Black estaba furioso y no controlaba su temperamento. Luego de varios días atrás tan tranquilo que estaba al fin había explotado toda su ira interior—. Te lo puedes llevar contigo, hacer el amor todos los putos días. Tener los novecientos hijos, hacer que se case contigo y que vivan felices para siempre. Pero solo para que lo sepas, él solo me ama a mí y tú eres un plato de segunda mesa, no eres más que una llorona insoportable que no se acepta que perdiste todas las de ganar. Te advierto que me dejes en paz y no vuelvas a pisar esta casa. De manera educada para que no te vayas a poner a llorar aquí, no soporto las lágrimas de gente falsa.
Black no era de formar líos, pero ya estaba cansado de todo y tampoco era buena idea seguir discutiendo con Celia pues ella no comprendía todo lo que había sufrido en los últimos días. Sam quería intervenir, pero espero a ver si Celia decía algo. Ella tampoco decía nada y estaba mal, iba a llorar, pero contuvo las lágrimas, era verdad lo que Black decía. Era un plato de segunda mesa, y Sam solo lo quería a él y punto.
— ¿Es cierto, Sam? ¿Tú lo amas a él? Porque yo te amo, Sam. Hago todo por ti y tú no haces nada por mí. Siempre hablas de él y te preocupas por él, han cambio contigo es diferente. Black no te ama, Sam. Compréndelo. Es un egoísta, no quiere que estés con tu familia, tampoco conmigo. Solo quiere que estés con él todo el tiempo posible. Haces lo que te dice y le haces caso. No comprendo cómo puedes llamar mejor amigo sino es la mitad de amigo que dice ser. —Celia lloraba desconsoladamente—. ¿Te dije si querías irte de viaje conmigo y solo piensas en quedarte con él? Dime una sola cosa que Black haya hecho por ti, una sola cosa y me retiro.
—Black ha hecho millones de cosas por mí, Celia. Lo conozco casi toda mi vida.
—Pero es solo eso. Lo conoces y ya, pero él no hace absolutamente nada por ti, Sam. Eres como su marioneta —Celia no sabía lo que decía.
—He hecho pocas cosas por Sam y tienes razón. La misma razón por la que debería estar contigo y no conmigo. Mi vida es un desastre y no merece estar con alguien como yo —dijo Black.
—Si has hecho cosas por mí, Black. Siempre me apoyaste cuando nadie más lo hizo. Hiciste que mi vida fuese más alegre, me enseñaste el valor de la amistad y recibiste golpes de tu padre por mi culpa. Has hecho muchísimas cosas y siempre estás conmigo en las buenas y en las malas. Es muy raro que me juzgues, estas pendiente de lo que hago y lo que no. Pero delante de Celia lo vas a negar por completo, te conozco muchísimo, Black.
—Eso lo hace todo el mundo —interrumpió Celia—. Sam, tu amigo solo piensa en su bienestar y no el de los demás. Es solo un bicho, un insecto venenoso y...
— ¡CÁLLATE! —gritó Black—. Sabes lo que pasa contigo, niñita insoportable. Que me tienes envidia, porque no tienes amigos ni una persona que te amé de verdad. Te dije que te fueras, y te vas a ir. Si pisas mi casa, voy a llamar a la policía. O si quieres que me metan preso por ser un estorbo en tus malditas narices. Pero ya te lo dije y te lo voy a repetir: Sam no te ama, Celia. Quizás te quiso en algún momento, y ahora todo es diferente. Sugiero que te retires, porque no me conoces y lo único que haces es lanzarme prejuicios.
Sam se fue con ella porque tenía que aclarar algunos asuntos. Black le dijo que se quedara con ella, pues él iba a estar muy bien y lo que iba a hacer era dormir. Nuevamente Sam besó los labios de su amigo, le gustaba hacerlo y le prometió que cada mañana lo iba a besar como sea. Black sabía que Sam no lo hacía para molestarlo ni mucho menos para que se sintiese mal, pero la cosa era más allá de lo normal. Sam amaba tanto a Black que podía morirse por él sin importar la realidad, y Black amaba tanto a Sam que podía suicidarse o besarlo hasta el amanecer, hacerle el amor mil veces y declararle al mundo su amor hacia su mejor amigo.
Black se quedó dormido por varias horas. Ya era año nuevo y el chico no se había dado cuenta. Cuando se levantó, su padre estaba en su habitación con una cerveza en la mano y unas golosinas, veía una película romántica y parecía estar cómodo en el mueble de su hijo. Black no tenía hambre y no le apetecía comer nada, no le dijo nada a su padre y se quedó viendo la película al igual que su padre lo hacía.
El chico revisó su celular y tenía muchos mensajes de texto sin abrir, cada uno era de sus amigos de New York y algunos de Sam. Hasta llamadas pérdidas que la mayoría eran de su mejor amigo. No quiso preguntarle a su padre si su amigo había venido, porque ya era demasiado incómodo lo que había hecho días antes en decirle que eran novios. No por pena, sino por respeto y quería olvidarse del tema por un largo rato.
No contestó ningún mensaje y lo dejó en la mesita de noche. Se acostó de medio lado y pensaba en Sam, en lo mucho que le hacía falta, en su calor matutino y en las estupideces que éste decía. Estaba claro que era un error haberle dicho todo eso en varias ocasiones, pero ya todo estaba dañado y no tenía reparo alguno. Lo único que deseaba era que Sam fuese feliz y que viviese su vida lo mejor posible, con eso ya Black podía morir en paz si llegase a suceder.
—Eres igual que tu madre, Black —dijo su padre —. Ella le costaba mostrarme cariño. Créeme que yo también la extraño, era una mujer excepcional y tú eres igual a ella.
—Ella era más valiente que yo.
— ¿Decidiste hablarme, Black?
—Papá, sé que tú no quieres que estemos mal, a la final te tenía que decir algo. Vamos a vivir juntos, hay que acostumbrarnos.
—Sí. Pon las condiciones.
— Tú sabes que no debes traer mujeres para la casa, es irrespetuoso.
— ¿Puedo hacerte una pregunta, hijo?
Black asintió con la cabeza.
— ¿En serio estás tan enamorado de Sam que lo dejaste ir con esa niña arpía?
—Sí. Lo amo tanto que duele, papá. Pero no se lo digas.
— ¡Vaya! ¿Black, me amas en serio? ¡Lo confesaste!
Tanto el señor Lee como Black veían como Sam estaba de pie con una sonrisa de oreja a oreja.
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