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𝓓𝓲𝓮𝔃

Capítulo 10
Tormenta

Canción del capítulo: Khalid ft. Normani - Love Lies.

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Muchas escuelas habían cancelado las clases por hoy debido a las fuertes lluvias. Según dijo la directora cuando la llamé, en la televisión habían dicho desde temprano que se esperaba una tormenta eléctrica, un huracán estaba pasando cerca del país trayendo consecuencias como estas. He cubierto todas las ventanas con las cortinas permitiendo que las velas iluminen cuanto puedan, JungKook se siente cómodo con este ambiente oscuro, se nota que lo extrañaba. En la sala me acomodo en el sofá con él recostando mi cabeza sobre sus piernas, el chico acaricia mi cabello mirándome.

— ¿Cada cuánto extrañas a tus padres? —pregunto. La vela crea una sombra en su rostro dándole un aspecto misterioso, sus ojos han dejado de ser rojizos desde hace un rato.

—Siempre pienso en ellos.

— ¿Te arrepientes de tu infancia?

—No, fue muy normal—parece recordarlo—Mi madre enloquecía cuando me veía jugando con el lodo luego de la lluvia—sonríe ladinamente con algo de tristeza, incluso sus ojos lo dejan ver—Me gustaba la lluvia.

— ¿Ahora no?

—No me gusta ni me disgusta.

— ¿A qué edad fuiste convertido?

— ¿Esto es un interrogatorio?, ¿Eres policía acaso?

Un poco avergonzada respondo.

—Sólo quiero conocer algunos detalles de ti—me mira incrédulo—No sé si lo notaste, pero sin luz no podemos hacer mucho.

Rueda los ojos negando con la cabeza.

—Veinte años.

"Un momento"

— ¿Veinte años?

—Sí.

—Así que...soy mayor que tú—asiente dándome la razón.

—Eres más vieja que yo—bromea.

—No es cierto—JungKook ríe por lo bajo al escucharme ir en contra en segundos—Fuiste convertido a los veinte, pero... ¿Cuántos tienes en totalidad?

—Más de lo que puedas imaginar.

— ¿Quién es el viejo entonces? —sonrío señalándolo—Incluso puedo ver las canas en tu cabello.

—Oh, ¿Enserio? —comienza a hacerme cosquillas. Mis carcajadas se escuchan por la sala y él sonríe sin permitirme respirar, el juego se detiene cuando casi me caigo al suelo siendo atrapada por él. Ahora la mitad de mi cuerpo está sobre sus piernas mientras mis brazos abrazan su cuello—Ahora déjame preguntarte algo, ¿Extrañas a tus padres?

—No lo sé. ¿Podemos saltar el tema?

— ¿Tú pudiste preguntarme y ahora no quieres responderme? —levanta una de sus cejas. Paseo la vista por su rostro admirando las distintas sombras que forman las luces de las velas en él, por primera vez me parece notar que se pone nervioso— ¿Por qué me ves así?

—Nada.

—Eso significa algo.

— ¿Puedes imaginarte en un futuro conmigo?

—Cambiaste el tema.

—Porque tengo muchas dudas y pocas respuestas—dejo una de mis manos en su nuca mientras la otra se desliza a su pecho fuerte—El tiempo sigue avanzando para mí, sigo envejeciendo con cada día que pasa y tú...sigues exactamente igual.

— ¿Quieres convertirte en vampira?

—Si lo hago podría estar contigo...

—Y podrías encontrar a tu persona destinada.

—Eres tú.

—No, cada vampiro tiene una persona destinada, que tú seas la mía no significa que seré la tuya—aclara—Ahora mismo como humana puede que tus sentimientos sean hacia mí, una vez te conviertas todo eso cambiará.

Habría jurado que era casi un hecho que el indicado para mí era JungKook. Ahora mismo no estoy del todo preocupada por el tiempo, tengo veinticuatro años, está bien, pero... ¿Y cuándo ese número siga creciendo?, es una condena para ambos.

— ¿Por qué las cosas no pueden ser sencillas?

—Porque así es la vida, tristemente—acaricia mi cintura—Incluso si fueras vampira seguirías siendo muy ingenua para mí.

—No soy ingenua.

—Y terca.

—Eso lo aprendí de ti—acuso imitando su gesto con la ceja o al menos intentándolo. Acerca su rostro al mío como si estuviera cazándome, quiere intimidarme, me mantengo serena o eso intento pues mi corazón late rápido.

— ¿Nerviosa?

"Está usando su voz profunda, que tramposo"

—No.

—Mentirosa—retrocede un poco.

— ¿Cómo se supone que reaccione si hablas así y me miras tan cerca?

— ¿Es muy lento para ti?, cierto, amas el sexo salvaje—ruedo los ojos escuchando su risa.

—Y tú amarías tenerlo conmigo—su risa se detiene moviéndose un poco en el sofá. Sonrío victoriosa obteniendo un cambio de posición en segundos, JungKook está sobre mí en el sofá, incluso con poca luz sus ojos brillan, imita mi sonrisa de hace poco sosteniéndose de sus manos a ambos lados de mi cabeza.

—No te mentiré.

— ¿Podemos hacer un pequeño intento? —mis manos juegan con el borde de su suéter rosa.

—No creo que sea correcto hacerlo de esa manera.

—Entonces... ¿Un intento suave?

—MinJi.

— ¿Tiene miedo, señor Jeon?

— ¿Quieres la verdad o la mentira?

—Por esta vez quisiera una mentira.

—No tengo miedo en lo absoluto—deposita un corto beso a mis labios que se alarga poco a poco, sonrío en medio del beso recordando haberlo escuchado decir que le gustaba cuando hacía esto. Mis manos se introducen debajo de su suéter levantándolo sin prisa, JungKook retrocede terminando de quitárselo, logro quedar sentada dejándole espacio en mi cuello a lo que él comienza a depositar besos húmedos allí, mi corazón late muy rápido, siento cosquillas por mi cuerpo cuando él mismo toma la iniciativa de levantar mi blusa rozando sus dedos con mi piel, trago con dificultad colocando una de mis manos sobre una de las suyas— ¿Me detengo? —su voz profunda vuelve más sexy el momento.

El chico busca mi mirada ante el silencio, ambos queremos avanzar y yo deseo esto tanto como él. Creo que la oscuridad influye en este momento. Ayudo al chico a subir mi blusa sacándola por mi cabeza, un ligero calor se apodera de mis mejillas, ¿Realmente pasará?

JungKook vuelve a besarme con un poco más de intensidad, correspondo con mis ojos cerrados apoyándome de rodillas en el sofá, mis dedos sienten su piel suave expuesta, sus manos no dejan de acariciar mi abdomen plano y parte de mis costillas, aún tengo mi brasier puesto.

—No puedo...respirar—susurro rozando sus labios—Y ni siquiera iniciamos la acción.

Sonríe divertido acariciando mi mejilla.

—Sin sexo salvaje.

—Deja de burlarte, interrumpes el momento—advierto. Se levanta del sofá ofreciéndome su mano, lo sigo dejándome guiar por él, me toma minutos para saber que nos dirigimos a su habitación. Aunque JungKook no puede dormir el chico tiene un cuarto común y corriente, es más oscura que la mía por supuesto, las ventanas y cortinas están cerradas todo el tiempo a excepción de la noche. Todo está muy oscuro, apenas puedo ver algo, la vela en la mesa de noche ilumina poco.

Sus labios se posan sobre los míos permitiéndome escuchar el sonido que provocan juntos. Las manos del pelinegro acarician mis mejillas, retrocedo cuando avanza a mí, caigo cuidadosamente en la cama de sábanas oscuras con el vampiro sobre mí, su boca inicia un viaje desde mi cuello donde deja besos húmedos que profundizan las cosquillas en mi vientre hasta la parte baja de mi abdomen haciéndome sonrojar, tengo la sensación de estar haciendo algo prohibido y malo, pero al mismo tiempo interesante y divertido. Al contrario de lo que esperaba, no he dudado hasta el momento.

Regresa por el camino que él mismo trazó hasta mi cuello, su espalda me parece muy interesante o al menos a mis manos que no dejan de acariciarla. JungKook se detiene y sé que algo no va bien, puedo imaginar lo que es. Tomo su rostro entre mis manos notando sus colmillos asomarse, sus ojos ya no son negros sino rojos.

El sexo no es lo único que está llamándolo.

— ¿Me detengo? —susurro con poca voz. Cierra sus ojos y respira— ¿JungKook?

—No quiero que la sangre esté involucrada en esto—gruñe—No quiero morderte, MinJi.

No sé qué decirle para distraerlo.

—Piensa en...el sexo salvaje—él sonríe de lado relajándose. Abre sus ojos posándolos en mí, siguen siendo rojos, acaricio su labio inferior con mi pulgar— ¿Funciona?

Sus colmillos ya no están.

—Un poco.

— ¿Deberíamos seguir?

—Te pregunto lo mismo, ¿Continuamos, señorita Jang? —coloca su frente con la mía. Parte de su piel roza conmigo y quisiera saber cómo sería si ambas crearan fricción, no había llegado tan lejos, ¿Es un avance?

—Sin sexo salvaje.

—Sin sexo salvaje, esto se llama...—se acerca a mi oído susurrando—Hacerle el amor a la mujer que me encanta—y muerde el lóbulo de mi oreja sin ser rudo.

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