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Capitulo 1- El mundo me asusta.

1940

Michael

Corriamos por aquellas oscuras calles, huyendo o intentando hacerlo. Otra vez, la policia estaba detrás de todos nosotros por ser de color. Recuerdo las palabras de mi padre "Si eres de color no debes ir mas allá de tu gente", en mis nueve años de vida ganas pude entender a lo que se refería, no entendía porque nos perseguían si ni siquiera habiamos hecho algo malo. 

- ¡No, no! - aquellos gritos me hicieron exaltar.

Mis ojos se fueron a aquellas mujer de piel oscura y ojos llorosos que yacía en el suelo, un policia estaba sobre ella y la tocaba.. ella suplicaba que se detuviera para este parecía de hacerle caso. De pronto aquella detonación hizo abriera mis ojos aterrorizado, la mujer estaba tirada en el suelo y se cabeza sangraba. El le había disparado.

- ¡Michael, no te detengas! - gritó mi madre sosteniendo mi mano y la de mis hermanos.

Corrí aún con aquella horrorosa imagen en mi cabeza, no podía pensar en mas que continuar corriendo y proteger a mamá de estas personas de azul.

- ¡Michael, corre! - dijo mi madre.

Sentí como su mano abandonaba la mía, ese vacío dentro de mí. Levanté la mirada y vi como un hombre blanco, con cabello rojizo y ojos verdes la tenía entre sus manos, apretaba su cuello y en mi desesperación corrí hacia el.

- ¡Suelta a mi mami! - grité dandole patadas.

Mi madre no podía siquiera moverse y estaba desesperado, mis hermanos lloraban y se mantenían juntos. El policia tomó mi brazo y me empujó haciendome impactar contra el suelo, maldita sea ¿por que tengo que ser tan fragíl?.

- ¡Mami, mami! - gritaba Janet viendo como lentamente mi madre se desvanecía en los brazos de aquel hombre.

Sentí como mi corazón se detuvo, aquella sonrisa cinica en el rostro de aquel hombre hizo que me llenara de ira.

- ¡Mamá, mamá! - dije acercandome a su cuerpo.

Sus ojos estaban abiertos, toqué su rostro pero no habían señales de vida, no podía entender que pasaba.

- No valen nada. - dijo aquel hombre antes de irse.

Mi madre estaba en el suelo, estaba palida, necesitaba verla sonreir o escucharla decir que todo estaba bien. Mis hermanos mayores llegaron y tomaron a los demas, no tuvieron tiempo de llorar por mi madre.. yo, seguía ahí a su lado sintiendo como mi unico amor se iba, al igual que mi padre.

- Mamá, por favor... respira, necesito que estes con nosotros. - dije apoyando mi cabeza en su pecho.

Una debíl respiración provino de ella, esperanzado la miré a los ojos y ella estaba mirandome.

- Mamá.. tranquila, te llevaré con los demas.. - dije tomando su mano e intentando cargarla.

Pero era demasiado pequeño para lograrlo y ese sentimiento de ser inutíl permanecía en mi.

-No.. - dijo con dificultad.

- ¡Juro que voy a buscar a ese hombre y voy a matarlo! - dije frustrado y llorando con desesperación.

- No.. la ven.. venganza no es algo bueno.. piensa en que a dios no.. - toció y vi sangre en su boca. - a dios no le gustaría..

Levantó su mano y pude ver en el costado de su cuerpo una herida, aquel cuchillo estaba en mi costado izquierdo.

- Mami, vamos a casa.. - dije intentando levantarla. - vamos.

- Cuida de tus hermanos, los amo.

No, no, no..

Su mano cayó al suelo y sus ojos se cerraron, no podía ser real. Mi madre está bien, ella no acaba de morir.. ella debe estar viva.

- ¡Michael, vamos! - gritó Tito desde el carro.

Corrió hacía a mi y vio a mamá en el suelo, sus ojos se llenaron de lagrimas, pero pareció dejarlas de lado.

- Mamá, ella despertará.. lo sé..  - susurré llorando.

- Vamos, no podemos hacer nada, Mikey... - el me levantó.

- ¡No voy a dejar sola a mamá, ella no lo merece! - grité y pataleé para que me bajara.

- Ya basta, no lo hagas mas dificíl. - dijo con la voz quebrada.

Di una mirada a mi madre, ella aún estaba ahí en el suelo. Tito, me llevó al auto y me metió aunque no lo deseara..

- Mamá volverá.. - dije intentando secarme las lagrimas.

- Lo hará. - dijo Jermaine abrazandome.

Aún recuerdo aquel momento donde sentí esperanza, la esperanza de volver a mamá. Las esperanzas y la inocencia de un niño pueden ser infinitas, y por mas que la realidad sea distinta a los niños les gusta creer en que la realidad es un mundo completamente distinto. Recuerdo mi yo de niño, ayudando a sus hermanos mayores a cuidar a los mas pequeños e intentando alimentarnos.. recuerdo mi yo de pequeño pasando frio y mirando por la ventana con la esperanza de que mi madre volviera y nos diera de su calor materno que desde siempre nos habia acompañado.

Tuve que abandonar mi infancia, tuve que aprender a ser un trabajar a temprana edad.. tuve que aprender a cuidarme solo y por sobre todo aprender a cuidarme. Aún recuerdo aquella charla nocturna con mi madre cuando le dije "El mundo me asusta" , ella solo sonrió y me dijo "Siempre estarás asalvo si estas conmigo". Mi yo de nueve años era un niño feliz, un niño que apesar del hambre, las caidas o los golpes tenia el amor de su madre y eso era lo mas fuerte que sentía.

Sin mi madre no sabía ni donde estaba parado, ni siquiera sabiamos como seguir adelante.. recuerdo como mis hermanas tuvieron que pasar por sus etapas sin los consejos de mi madre, recuerdo como mis hermanos no sabian ni siquiera como barrer o como tratar a una chica y yo, bueno.. yo solía ser callado, temeroso del mundo y sin mi madre me sentía como un soldado desarmado en plena guerra.

Ella era mi escudo, ella era lo que me mantenía asalvo.

Ella está volando muy alto.

Aunque aún recuerdo sus enseñanzas, podrán llamarme niño de mamá pero gracias a aquellos consejos que no entendía de pequeño ahora soy un mejor adulto.

"Nunca olvides que tienes que dar y no esperar algo acambio, a Jehova le gustan las buenas acciones. Confío en que serán mejores personas en el futuro y darán ayuda a todo aquel que lo necesite."

1949

Aquellas palabras estan en mi mente como un tatuaje, mi madre estaría orgullosa si viera todo lo que hemos hecho mis hermanos y yo unidos, como hemos logrado salir adelante y cuidarnos entre nosotros. Mi padre, estaría feliz si viera que los hombres de la familia estan casandose y poco a poco dejando el nido, tambien se enorgullecería de nuestras hermanas al ver que ninguna de ellas se ha dejado faltar el respeto por algún hombre.. pero, no sé si se sentiría orgulloso de mi.

Soy buena persona, jamas le he hecho daño a alguien.. pero algo dentro de mi me dice que mi destino no es vivir en Indiana aternamente asi como ellos y mis antepasados lo hicieron, el mundo aun no ha cambiado del todo y aunque ya han pasado años la gente  blanca aun sigue despreciandonos y humillandonos como si fuesemos animales. Creo que dios tiene algo distinto preparado para mi, creo que mi destino esta en otra parte y no escondido de todo el mundo por temor a ser asesinado como muchos de mis seres queridos, por el simple hecho de que nuestra piel es oscura.

- Michael, ¿puedes dejar de soñar por un minuto? - dijo Janet con el ceño fruncido.

- Lo siento, ¿que es lo que necesitabas? - pregunté sosteniendo la libreta.

Con esfuerzo habiamos logrado comprar una tienda donde preparabamos desayunos, almuerzos y cenas. Janet me decía lo que debía comprar y yo iba a la ciudad a comprar, todos tenian miedo de salir de aquí y aunque yo no fuera valiente del todo sabía que debía arriesgarme y demostrar que si lo era o al menos fingir.

- Papas, tomates y limones. - repitió sonriendo. - Debes dejar de vivir en tu cuento de hadas.

- Escuchandote hablar así pareces una bruja. - sonreí y me coloqué el abrigo guardando en mi bolsillo la libreta. - Nos veremos luego, bruja.

Ella solo gruño y sonrió, Janet era pequeña pero nada delicada. Soliamos pelear de pequeños y jamas lloraba o se quejaba de algo y en cambio yo solía quejarme por el dolor.. ella y Randy, son los unicos que tengo a mi cuidado, los demas estan casados y viviendo sus vidas por separado. La verdad es que Janet y yo nos llevamos de maravilla, pero Randy es algo cerrado y bastante mal llevado.

Llegué a la ciudad en mi auto y aparqué en el supermercado, tomé un carrito de compra y entré al lugar, muchas personas me miraban de arriba abajo y ya estaba acostumbrado, ni siquiera me importaba. Fui hacia el puesto de verduras y comencé a buscar lo que mi hermana me había pedido.

Vi las papas y levanté la vista hacia la señora que vendía.

- ¿Podría.. - me interrumpió.

- ¿Que se te ofrece? - le dijo a alguien mas.

Miré detras de mi y le hablaba a una chica peliroja, la chica la miró por unos minutos y frunció el ceño.

- El estaba por hacer un pedido, debería atenderlo primero. - dijo mirandome.

Nunca jamás alguien había hecho algo así, todos tomaban mi turno como si yo no existiera y ella hizo que me notaran.

- Lo siento. - dijo algo avergonzada aquella mujer que me ignoró. - ¿Que quieres? - preguntó mirandome con desprecio.

Sé que todo es por mi color de piel, es impresionante el valor que le dan a una simplemente porque es distinto.

- Quiero seis kilos de papas, siete de tomate y cuatro kilos de limones, por favor. - sonreí intentando ser cortez.

Ella solo dio vuelta el rostro y fue a buscar bolsas, ya estaba bastante acostumbrado pero jamas sería capaz de faltarles el respeto de la misma forma. Aquella chica que hace unos minutos me habia cedido el lugar estaba a un lado mirando los vegetales, la miré de reojo ya que me daba algo de vergüenza mirarla fijamente.

- ¿Para que necesitas tantas verduras? - preguntó aún con la mirada en los vegetales.

Yo solo miré hacia otro lado, no sabía a quien estaba dirigiendose.

- Te estoy preguntando a ti. - dijo tocando mi hombro un poco.

Me di la vuelta y la miré a aquellos ojos verdes, eran muy claros y algo grandes.

- Emm.. es para el restaurante que tenemos con mi hermana. - dije algo nervioso.

Nunca alguien de sus caracteristicas me habia dirigido una palabra antes, al menos no una mujer.

- Genial. - sonrió. - ¿como se llama?

- ¿El restaurante o mi hermana? - sonreí algo timido.

- El restaurante. - soltó una pequeña carcajada.

- Oh, Jackson's. - contesté mirando el suelo y luego volviendo mi mirada a sus ojos.

- ¿Cual es tu nombre?. - ladeó un poco la cabeza.

Yo solo miré hacia la vendedora quien nos miraba algo sorprendida, creo que mas a ella porque ella era quien hablaba conmigo..

- Yo me llamo Katarina. - al oír ese nombre sentí de tristeza.

Extendió su mano hacia a mi, no puedo creerlo ¿en serio una chica blanca quiere extender su mano hacia a mi?.

- Michael. - contesté y la tomé aun nervioso.

Podría jurar que tenia una cara de sorpresa realmente graciosa, ella solo miró hacia otro lado.

- Gusto en conocerte. - sonrió y me miró fijamente.

No apartó su mano de la mia, tampoco tenía una expresión de asco, ella parecía verme como alguien común y corriente.. algo que nunca me hicieron sentir a excepción de cuando estoy con mi gente.

- Aquí tienes, son veinte dolares. - aquella señora nos interrumpió.

Saqué de mi bolsillo veinte dolares y se los entregué.

- Gracias. - le dije sonriendo.

- ¿Que necesita, señorita? - dijo ignorandome y ahora mirando a la chica con la cual hablé.

- Adiós, Michael. - dijo está ignorando a la señora y sonriendo.

- Adios.

Contesté solo eso y fui hacia la salida, se sintió tan raro hablar con alguien como ella, si se lo cuento a mis hermanos no me lo creerían jamas. Aquellos ojos tan sinceros y claros como el agua estaban aún en mi mente, no sabía que alguien como ella sería capaz de hacerme sentir parte aunque sea por unos segundos.

Realmente sentí como que el mundo no me asustaba tanto ahora, solo porque ella me habia sonreido.

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Primer capitulo de una nueva historia, espero contar con todo su apoyo.💗

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