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006

El jardín de hadas era un espacio particularmente brillante dentro de la profundidad del bosque mágico, donde a todo nuevo visitante le daban ganas de bajarle el brillo a la pantalla de su visión. Los colores vibrantes iban desde el blanco más puro en el aleteo de las criaturas hasta el rojo más intenso en algunos de los pétalos que yacían espolvoreados sobre el césped. Al centro de todo, rodeado de miles de especies de la flora nativa, se erguía lo que parecía ser un castillo de muñecas, como atracción principal de aquel jardín.

— ¡Buenas tardes, bellezas!

Con el saludo de Niki, un par de haditas del tamaño de pelotas de tenis se le acercaron, volando en espirales a su alrededor, riendo en conjunto. Una de ellas se sentó sobre su hombro, mientras que la otra se recostó en su cabello, el cual tomó como cómodo colchón.

Sunoo jamás se hubiese imaginado que vería al brujito así, pero ahora deseaba tener una cámara para capturar el momento. Parecía un príncipe en un cuento de hadas, casi literalmente.

— ¿Son tus amigas? —Cuando se dispuso a acercarse al menor, un enjambre de hadas sin intenciones claras voló a su alrededor, obligándolo a detener sus pasos antes de que le hiciera daño a alguna— Eh, ¿qué...?

— Debes hacer que confíen en ti. —le avisó Niki, sacudiendo una mano con ligereza para tratar de dispersar a las hadas, sin ser efectivo— Ah, lo siento, sólo este par confían en mí, aún no sé cómo controlar al resto...

— ¿Les caigo bien o están a segundos de atacarme? —Sunoo abultó los labios, extrañado por la actitud de las criaturas— Ni siquiera Sunghoon es tan confuso...

— Ehh. —El hechicero rió, avisándole al dúo de hadas que tomaría asiento antes de recostarse boca arriba en el césped, donde su pecho y abdomen sirvieron como almohada para las pequeñas— No sé, si no les caes bien no podemos hacer mucho.

— Noo, ¡Niki! —protestó Sunoo, en una cantarina voz de demanda— ¡Quiero caerles bien!

— ¿Por qué?

— Porque... —lo consideró un momento, durante el cual Niki y sus haditas lo miraban con atención— Son hermosas, en serio, creo que son las criaturas más lindas que he visto en toda la vida.

Esas palabras parecieron despertar algo en las hadas, comenzando por una de ellas, que se acercó a Sunoo con una expresión curiosa, aleteando sus pestañas de forma casi seductora. El enjambre a su alrededor, en vez de dispersarse, se acercó aún más. Entre ellas, discutían en voces inaudibles sobre algo, dándose empujoncitos hasta que alguna saliese victoriosa y pudiese ubicarse en algún espacio disponible del cuerpo de Sunoo.

— Uhm, sí, sinceramente, no sabría decir cuál de todas ustedes es más bonita, creo que cada una tiene algo que resalta. —continuó, ahora que había captado el truco, antes de dirigirse a una sola hadita en particular— ¡Tú tienes ojos preciosos!

— Parece que te adoran. —resaltó Niki, con cierto recelo porque no tenía la misma habilidad— Mejor vámonos, se supone que yo soy el brujito aquí.

Los ojitos de Sunoo se achinaron cuando rió, entretenido. No tuvo mucho cuidado al correr hacia el menor, lanzándose sobre el césped a su costado, momento para el cual las hadas ya habían despejado el espacio y comenzaron a dispersarse.

— Aw, ¿celoso porque a mí me aman mil? —lo fastidió, atreviéndose a apretar una de sus mejillas, lo que coloreó su rostro de rosita— Seguro es porque tú les cortas las alas para hacer tu polvo...

— Buen punto. —Niki dio un suspiro, volteando hacia el lado de Sunoo, lo que llevó a sus hadas a mudarse de sitio hacia su hombro— A estas dos nunca les he cortado las alas, pero si lo hiciera, estoy seguro que me perdonarían. De todos modos, crecen de vuelta.

— Oh, ya veo, es como su cabello. Las entiendo, yo no te perdonaría si me dejases calvo...

Para ponerse cómodo, Sunoo osciló su cuerpo más cerca al de Niki, hasta que se dio cuenta de que apenas había dejado distancia entre ambos. Al verlo sonreír, lo imitó, y al ver que intentó ponerse serio de nuevo, hizo lo mismo, sacándole una risotada a ambos. Por algún motivo, esto hizo que sienta unas agradables cosquillas por el pecho, precisamente, por el lado izquierdo.

¿Comenzaba a sentir algo?

Estuvo a punto de ceder a un paralelo fantasioso, hasta que, de repente, sintió un punzón en el mismo sitio, que le hizo encogerse de dolor. Al parecer, eso era lo que sentía.

— ¿Estás bien? —Automáticamente, Niki se levantó para tratar de ayudarlo, recostándolo boca arriba de nuevo— ¿Qué pasó?

Su interrogante fue respondida por un hada traviesa que salió por el cuello de su camisa, con los labios rojos, antes de zumbar de vuelta hacia el castillo de sus compañeras.

— ¿Qué...? ¿Qué pasó? —repitió Sunoo, aún sin comprender el problema.

El menor mantuvo el ceño fruncido, inmóvil por un instante. Sólo tras unos segundos, se despidió de sus amigas y tomó la mano de Sunoo para ayudarlo a levantarse, ignorando sus dramáticos quejidos al sacarlo del jardín de hadas. 

— Creí que era un mito... —murmuró, para sí mismo— Si hubiese sabido no hubiese...

No fueron muy lejos, porque Niki se detuvo frente a un arroyo. Dejó que Sunoo descanse sobre el césped, porque realmente no sabía cómo se sentía lo que acababa de pasar, así que no podía desestimar su dolor.

— Te acaba de picar un hada. —explicó, llevando a que ladee la cabeza— Se supone que son inofensivas, porque incluso cuando he venido con mis amigos a cortarles las alas, jamás nos han hecho daño, pero...

— Es... ¿Es un hada vampiro, hombre araña, hombre hormiga? —dudó el mayor, alarmado— ¿Ahora me voy a convertir en un hada?

Pese a su preocupación inicial, Niki no contuvo la risa, lo cual Sunoo no tomó con la misma gracia. No le gustaba la idea de encogerse al tamaño de una pelota de tenis, aunque sí podría visualizarse con túnicas vaporosas y rimbombantes alas. Bueno, quizás no sería tan terrible, seguro se vería lindo.

— No, no. —aclaró el hechicero, por fin— Ah, no me dejas ser serio...

— ¿Entonces qué pasó? ¿Cuál es el mito?

— Pues... Ya viste lo vanidosas que son las hadas, ¿no? —comenzó, ante lo que Sunoo asintió— Al igual que muchos humanos y magos a lo largo de la historia, han intentado encontrar el elixir de la juventud eterna. En su caso, según el mito, se dice que el secreto está en una gota de sangre de un humano particularmente dulce, pero no sabemos si lo han logrado o no.

Ante esa noticia, Sunoo no estaba seguro cómo responder. ¿Debería sentirse asustado o halagado?

— No te preocupes, por algo es un mito. —trató de animarlo Niki, dirigiendo una mano a su espalda para acariciarla— ¿Digamos que sólo te quería dar un besito?

Sunoo no lucía muy entusiasmado por la idea, pero antes de permitir que su experiencia mágica se vea arruinada, Niki sacó su varita y se ubicó en frente suyo, apuntando el instrumento hacia su pecho.

— ¿Vas a...?

— Sí. —Convencido, el hechicero tomó un profundo respiro antes de sacudir la varita de una forma particular, logrando que un destello de luz comience a formarse— ¡Reparifors!

El impacto del hechizo golpeó a Sunoo en el pecho, precisamente donde el hada había dejado su marca, haciéndole tambalear ligeramente hacia atrás. En vez de doler, sin embargo, sintió agradables cosquillas que se expandieron por su pecho. Sonrió, por fin, tomando un vistazo por debajo de su camisa, sorprendido al notar que no había marca alguna sobre su piel.

— Es la primera vez que me sale bien. —resaltó Niki, igual de sorprendido.

Para completar el proceso, se acercó, con la varita guardada. Besó sus propios dedos y los presionó con gentileza sobre el pecho de Sunoo, donde se supone que había estado la picadura, como señal de que había terminado de sanarlo.

— Hmm, ¿porque lo hiciste conmigo y te importo? —sugirió el mayor, alzando las cejas.

— Quizás...

Cuando Niki mostró cierta timidez, después de haberle enseñado algo tan cool, Sunoo no pudo evitar enternecerse. Podía olvidarse del extraño mito de las hadas chupasangre, porque, después de todo, si fuese cierto, todas le hubiesen robado la sangre. Como dijo el brujito, por algo era un mito.

— ¿Por qué entraste a nuestro colegio? —preguntó, curioso, cambiando de tema— Me dijiste que la mayoría de hechiceros van a una escuela formal, entonces...

— Supongo que a ti sí te puedo contar. —Niki lo tomó de la mano, dispuesto a dejarse llevar en un paseo sin rumbo por el bosque— Me suspendieron de la escuela de magia.

— Ohh, eres un bad boy.

— ¿Parezco? —rió el de cabello turquesa, dándole la apariencia opuesta— No exactamente, sólo hice travesuras con Jungwon y otro amigo.

Sunoo alzó una ceja, a punto de malpensar sus palabras, así que Niki tuvo que explicarse mejor.

— Un día, escuchamos la conversación de un profesor influyente en la escuela, y al parecer... Al parecer estaba furioso porque había matado a la persona incorrecta o algo así. —Al notar la mirada asustada de Sunoo, Niki acarició su mano, tratando de darle confort— No nos quería matar a nosotros, no te preocupes. Nunca supimos de quién se trataba, pero, cuando quisimos averiguarlo... Nos atrapó espiando su oficina, y lo usó como argumento para echarnos de la escuela por un año entero.

— Pero... ¿Le contaron al director sobre lo que escucharon?

— No nos creyó. —suspiró, decepcionado sólo por el recuerdo— El profesor es muy influyente porque ha estado en la escuela por años, las malas lenguas dicen que tiene más de 80 años enseñando, y no sabemos-

De repente, Niki cortó sus propias palabras.

— ¿Y no sabemos...? —Sunoo intentó que continuara, pero cuando volteó y lo notó pálido, sacudió sus hombros, en un intento por sacarlo del trance— ¿Qué pasó?

Por varios segundos, Niki no respondió, sólo se mantuvo quieto, con la mirada en el suelo. Sólo cuando Sunoo sujetó sus mejillas, pareció despertar, al pestañear varias veces en un esfuerzo por ubicarse de nuevo en la realidad.

— Nada, nada, lo siento. —rió, aunque no sonaba muy genuino— Es que me acordé del día en el que nos echaron, fue muy vergonzoso.

— Oh, me imagino... —le respondió Sunoo, un poco más tranquilo— ¿Quieres un abrazo?

Antes de que pudiera negarse, se acercó al menor para tomarlo entre sus brazos, apoyándose sobre su hombro para que su naricita se esconda en el calor de su nuca. Aunque no parezca, emanaba una agradable calidez, que lo dejaba con ganas de mantenerse así por horas. Tan sólo era la segunda vez que lo abrazaba, pero podía acostumbrarse, incluso si en un inicio siempre lo tomaba por sorpresa.

— Gracias. —murmuró Niki, al separarse, con las orejas sonrojadas— Creo que deberíamos volver a casa.

— ¿Tan rápido? —Sunoo abultó los labios, en señal de decepción.

— Tenemos tarea de inglés. —recordó, ante lo que el mayor tuvo que asentir.

— Bueno, vamos. —Entrelazó su brazo con el propio para caminar juntos hacia donde sea que esté el camino de retorno, dejándose guiar— Pero prométeme que volveremos.

Por unos segundos, Niki no respondió. Parecía pensativo, al igual que unos momentos atrás, lo que llevó a Sunoo a considerar que su expulsión realmente lo había afectado. Para darle confort, apoyó su cabeza sobre su hombro, ya que caminaban lento de todos modos.

— Claro, volveremos.

Feliz halloween <3 Es de mis "festividades" favoritas, porque me encanta disfrazarme, y es la única fecha en la que es socialmente aceptable hacerlo lol :(

Nunca he escrito "acción" que yo recuerde, pero la forma en la que va la storyline me dice que probablemente escribiré algo un poco en esa línea. Ojalá quede decente akdjsk

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