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004

Pese a que era precisamente lo que había estado anticipando, Sunoo quedó en shock ante la confesión de Niki.

Entonces, sí era un mago. Seguro que no le gustaba que asumieran que tenía ciertos poderes porque era cierto, tal como predijo Jongseong. Seguro que respondió de forma cortante ante su intervención porque no esperaba que uno de sus compañeros de clase le pediría que le cocinara una poción.

— No jo-

Antes de soltar una palabrota, cubrió su boca con ambas manos. Para ese punto, su cuerpo prácticamente desbordaba de emoción, desde lo brillantes que estaban sus ojos hasta los saltitos que daba sobre el concreto.

— ¿Lo dices en serio? —cuestionó, convencido por la risilla nerviosa del menor— ¡Oh por dios!

— No es para tanto...

¿No es para tanto? —repitió Sunoo, pestañeando con rapidez para demostrar su incredulidad— ¡Es genial! ¿Puedes volar en una escoba y convertir una taza en un gatito?

— No precis-

— Oh, oh, ¿puedes transformar a Sunghoon en sapo y ponerle un encantamiento para que sólo si el príncipe Sunoo lo besa vuelva a su forma humana?

Niki no se contuvo más y soltó una risotada ante su atropellada imaginación, que resultó contagiosa para Sunoo, incluso si sus preguntas no tenían una intención cómica. Le daba genuina curiosidad conocer sus poderes.

— No. —aclaró el brujito, por si acaso, aún sonriendo— Algunos magos trabajan más con hechizos, pero yo aún no soy muy hábil en ellos. Me gustan más las pociones.

— ¡Sabía! Por eso eres tan bueno en química, ¿no?

— Debo admitir que se complementan mutuamente, pero no es como si pudiera echarle polvo de hadas a una mezcla de potasio y bario y de repente se harán compatibles.

— ¿Polvo de hadas? —repitió Sunoo, tan asombrado que no escuchó el resto de su frase química— ¿Eso es real?

— Claro que sí. —Niki sonrió más amplio al ver cómo Sunoo entrecerró los ojos— Es un poco intenso, pero se consigue al chancar las alas de las hadas forestales.

Con esa sugerencia, el mayor se encontró más escéptico, ahora sí. Mantuvo la mirada dudosa y cruzó los brazos, inclinándose ligeramente hacia atrás, como si eso pudiera hacerlo lucir más intimidante. Pensativo, abultó los labios también, lo que rompió con cualquier simulada dureza.

— Estás jugando conmigo.

En un inicio, el hechicero no respondió, lo que amenazaba con comprobar la hipótesis de Sunoo. Mentiría si dijese que no estaba decepcionado y frustrado consigo mismo, porque seguro se había presentado como un tonto crédulo en frente suyo. De nuevo.

No estaba seguro de lo que esperaba obtener con su acusación, pero definitivamente no era que Niki coloque una mano sobre su hombro y se acerque a murmurar contra su oído, lo que envió cosquillitas por su espalda.

— ¿Quieres que te lo muestre?

Sunoo se apartó en un pequeño salto, para sacudir el extraño cosquilleo fuera de su cuerpo. Niki aún mantenía la mirada atenta sobre él, lo que le llevó a fijarse en otro lado por un momento. Era inusual sentirse así. ¿Acaso ahora sus orejas estaban más calientes?

— Si quieres, puedes venir a mi casa. —Le sonrió, amable— Algo me dice que puedo confiar en ti.

— ¿Es en serio? ¿No me vas a secuestrar o algo feito?

—¿Qué? —El menor puso una mueca curiosa antes de reír, negándose con la cabeza— No pienses tan mal de mí...

Tenía razón. Sunoo solía confiar con facilidad en las personas, y al parecer el sentimiento era recíproco, así que, ¿cuál era el problema? No había nada extraño en ir a casa de un brujo gótico tras conversar con él por menos de diez minutos, por supuesto que no.

Aunque había tomado la decisión en un segundo, se quiso hacer el interesante al pretender que lo estaba considerando, antes de dar un saltito hacia el frente y tomar la mano de Niki.

— Está bien, ¡vamos!

Durante el camino a la casa de Niki, se la pasaron conversando sobre temas mucho más banales, lo que se esperaría para un par que recién comenzaba a conocerse. Lamentablemente, las calles no constituían precisamente el espacio más amigable para tratar temas esotéricos, así que Sunoo evitó hacer preguntas sobre los poderes del menor, pese a que tenía muchísima curiosidad al respecto. En cambio, aprendió que su tipo de sangre era B, que le gustaban los gatitos y que, de hecho, su color favorito no era el negro.

— ¡Pero siempre vistes de negro! —argumentó Sunoo, cuando ese último punto salió a la luz— Nunca hubiese adivinado que te gusta más el verde.

— Es porque tengo que vestir de negro. —explicó Niki— Lo entenderás en un ratito, ya llegamos.

Más confundido que antes, Sunoo estuvo por preguntar por qué, pero Niki lo distrajo al señalar un edificio común y corriente al frente de la calle en la que se encontraban. Se dejó guiar hasta el primer piso del complejo, donde se encontraba el hogar del hechicero. A diferencia de lo que podía esperar por los estereotipos que tenía engranados gracias a los cuentos de hadas, su casa no era una cabaña en medio del bosque, sino un moderno departamento citadino como cualquiera.

Tras darle una breve bienvenida, Niki cerró la puerta, mientras Sunoo exploraba todo el espacio con la mirada. Realmente no había diferencia alguna con un departamento normal... ¿Cómo lidiaba con sus pociones?

Antes de que pudiera cuestionarlo, sintió unas palmaditas en el hombro. Niki quería su atención.

— Sobre la ropa negra, bueno...

En vez de responder a la interrogante a través de palabras, se despojó de la chaqueta que vestía, lo que lo dejó sólo en una camiseta del mismo tono de negro. Así, llevó un par de dedos al cuello de su camisa, revelando una marca de nacimiento justo sobre su clavícula.

Atento, Sunoo se fijó en la marca turquesa, fascinado por la forma irregular que tenía. Le daban ganas de tocarla y averiguar si respondía de alguna forma, así que subió una mano, a punto de hacerlo, hasta que se dio cuenta de lo inapropiado y posiblemente peligroso que sería. En cambio, alzó la mirada hacia el rostro de Niki, para asegurarse de no haberlo asustado.

Quien terminó pasmado fue Sunoo, de forma positiva.

Woah.

Las puntas del cabello y las iris de los ojos de Niki se habían coloreado del mismo tono turquesa oscuro de su marca mágica.

— Bastante cool, huh. —sonrió, alzando las cejas para enfatizar el recién adquirido color de sus atributos— Tengo que cubrir la marca con un par de capas de ropa para lucir natural, o de lo contrario estaría delatando mi estatus frente a todos.

— Entonces sí es cierto...

Fascinado, Sunoo cortó la distancia con el menor, hasta que la punta de su nariz estuvo a milímetros de tocar su rostro. Quería apreciar sus ojitos de mineral precioso desde cerca, para confirmar que no se trataba sólo de una extraña ilusión óptica producto de sus alucinaciones.

La cercanía puso nervioso a Niki, quien volteó a un lado y apoyó una mano sobre el pecho contrario, manteniéndolo a una distancia respetable.

— Lo siento. —se disculpó Sunoo, al retroceder y soltar una corta risilla. Aún así, ya era un poco tarde, porque las mejillas del brujito ya estaban rosadas, en un bonito contraste con el turquesa de sus irises y su cabello.

— Entonces... —Niki aclaró su garganta, cambiando de tema de inmediato— Sunghoon, huh.

Cierto. Sunoo se había interesado tanto en el tema de su magia que por poco olvida a Sunghoon, el propósito por el cual buscó los poderes del menor en primer lugar.

— Sí, él me gusta mucho. —le contó, sonriendo al tener a su crush de vuelta en su cabeza— No quiero forzarlo a que sienta lo mismo o algo así, pero-

— ¿Pero eso no es básicamente lo que me pediste?

— ¿Qu-? ¿Cómo? ¡No! —se defendió, despidiendo sus palabras en un apuro— O sea, me encantaría que pueda sentir lo mismo, pero quiero que sea orgánico, como, que me dé la oportunidad de conocernos mejor y pasar tiempo juntos para ver si surge algo, ¡pero ni siquiera me da la oportunidad!

Inicialmente, Niki sólo asintió, lo que le dio tiempo a Sunoo para reflexionar. ¿Su plan estaba mal? ¿Realmente se convertiría en un acosador al que Jaeyoon rechazaría? Quizás era una mala idea...

— Ven conmigo. —Sin darle una explicación, Niki lo tomó de la mano para dirigirlo al interior de su departamento, cruzando por la pequeña sala y el desorden del comedor. Realmente, si no fuera porque ya se lo había dicho, Sunoo nunca hubiese adivinado que era casa de un mago.

— ¿A dónde? —indagó el mayor, tirando de su manga para que no se apure tanto. El brujito pausó, volteando con una expresión juguetona en su mirada.

— A las mazmorras. —respondió, siguiendo con el camino— Confío en ti.

Ir a casa de un casi extraño ya había sido una decisión arriesgada, pero entrar al sótano de un casi extraño era incluso peor. Así comenzaban las historias de terror...

Sin embargo, algo le decía a Sunoo que también podía confiar en Niki. Incluso si se arrepentía a último minuto de la poción que pidió, no quería cambiar de planes justo antes de conocer el alcance de los poderes de un hechicero. Probablemente no volvería a tener una oportunidad así.

Por eso, sólo lo siguió, hasta que llegaron a una puerta demasiado grande para lo normal.

— Es la primera cosa rara que veo en tu casa.

— Pues, prepárate. —Incapaz de contener su emoción, Niki apretó su mano y le ofreció la sonrisa más grande que había visto en él— No será la última.

Contagiado del entusiasmo, Sunoo le devolvió la sonrisa, asintiendo.

— Pon una mano sobre ella. —le indicó Niki, acercándose poco a poco a la puerta— Entremos juntos, ¿sí?

Para ese punto, el corazón de Sunoo se sentía como dentro de una maratón en sí misma. La diestra le temblaba, aunque quería ser rápido y posarla sobre la puerta de una vez, retardando su proceso. Por suerte, Niki le aseguró que todo estaría bien con un suave apretón de la mano que tenía sujetada, antes de apoyar su palma directamente contra la enorme puerta.

Apenas lo hicieron, se reveló una intensa luz que los jaló al interior de una nueva dimensión.

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