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001

Eran pocos los jóvenes que podían decir que les gustaba ir al colegio, y Sunoo se encontraba dentro ese exclusivo grupo.

Al matizar en el aspecto de la escuela que le gustaba, sin embargo, se distinguía de los que disfrutaban de las clases y los que la pasaban mal en las vacaciones porque dejaban de ver a sus amigos a diario.

El motivo por el cual a Sunoo le gustaba ir al colegio tenía nombre y apellido: Park Sunghoon.

No eran precisamente amigos, pues tan sólo habían hablado un par de veces dentro del contexto de trabajos grupales en las clases, pero eso no era impedimento para que Sunoo suspire cada vez que el rostro del mayor entrara en su campo visual. Era muy tímido como para confesarle que le parecía lindo y quería darle mimitos, así que Sunghoon no debía tener idea de cómo se sentía.

Precisamente por eso, con la ayuda de Jongseong y el escepticismo de Jaeyoon, había tomado la decisión de escribirle mensajes anónimos todos los días, los cuales depositaba en el casillero 035, perteneciente a Sunghoon. Esa era una misión que le llevó a anticipar las mañanas de la escuela.

Como acostumbraba, apenas llegó al cosmos escolar, deslizó el pequeño papel de ese día al interior del casillero 035, sonriendo para sí mismo una vez que siguió con su camino, como todo un agente secreto.

Su propio casillero no estaba muy lejos, tan sólo un bloque más adelante. Aunque su estómago seguía revuelto por las mariposas del mensaje que acababa de entregarle a su crush, no podía ignorar sus responsabilidades, como sacar el pesado libro de inglés para la clase de la mañana. Ah, el inglés de Sunghoon era adorable, Sunoo podría escucharlo por horas y horas...

— Buenos días. —La voz de su amigo Jaeyoon lo bajó de esa nube— Vi lo que hiciste, y aún no entiendo por qué crees que te va a hacer caso así.

— ¿Quién? —contestó, inmediatamente a la defensiva.

— Oh, ya sabes. —Jaeyoon rió, apoyándose de brazos cruzados contra los casilleros— ¿035?

— ¡Shh!

El código no-tan-secreto que habían ingeniado para hablar de Sunghoon era suficiente para agitar el corazón de Sunoo. Ya podía sentir cómo el calor subía a su cabeza, y no por enojo.

— ¿Por qué no me haría caso? —se lamentó, bajando la voz a un murmullo mientras terminaba de arreglar sus cosas— Ya sé que aún no me responde, pero debe ser porque nunca pongo mi nombre y no sabe quién soy...

— Ajá, debe ser eso. —lo apoyó el australiano, en una ironía que pasó desapercibida para Sunoo— ¿No crees que sería mejor si-?

— ¡Allí viene! —interrumpió— Silencio.

Poco discreto, deslizó un brazo sobre los hombros de Jaeyoon, con la intención de que lo cubra mientras observaba cómo Sunghoon se comenzaba a aproximar a su casillero.

Ahora el corazón de Sunoo podía brincar fuera de su pecho en cualquier momento. Le ponía risueño y tímido pensar en la respuesta que esos mensajes podían tener en el mayor, pero nunca antes se había quedado esperando a presenciarlo, por temor al rechazo. Sería la primera vez que vería una reacción en vivo y en directo, y mentiría si dijese que no estaba nervioso.

A lo lejos, pudo distinguir cómo Sunghoon colocaba la combinación de su clave, abría el casillero, notaba el papelito y...

Y lo ignoraba para sacar sus cuadernos.

Conservando las esperanzas de que lo guardaría en su bolsillo una vez que tuviera sus materiales en la mochila, Sunoo siguió atento, y sonrió cuando se confirmó su expectativa. Más o menos, pues Sunghoon tomó el papel y cerró su casillero.

Lamentablemente, en vez de guardarlo en su bolsillo, caminó hacia la papelera más cercana y desechó el mensaje, siguiendo su camino hacia el salón sin problemas.

En ese preciso momento, el corazón de Sunoo se quebró.

— Ouch. —Jaeyoon, quien vio todo el evento, trató de consolarlo— Te dije que no funcionaría.

— ¿Qué no funcionaría? —intervino Jongseong, quien recién llegaba al pasillo— ¿035?

— ¡Shh! —Sunoo tuvo que callarlo también— ¡No lo digas!

— El punto de usar un seudónimo es que podamos decirlo en voz alta, bobito. —le recordó el recién llegado— ¿Pero qué pasó?

— Como les dije, los mensajes no funcionaron, 035 acaba de botar la notita de Sunoo. —explicó Jaeyoon, apresurándose en sacar su libro de inglés— Él no es ese tipo de chico.

— ¿A qué tipo de chico no le gustan los mensajes bonitos de un admirador secreto? —cuestionó Jongseong, casi ofendido.

— ¿A uno que piensa que lo están acosando, quizás?

— ¿Por qué pensaría que lo están acosando con inofensivas cartitas? ¿Por qué crees conocerlo más, hm?

— Literalmente somos compañeros de laboratorio, lo conozco mejor que ustedes.

Jongseong estuvo por argumentar, pero no lo hizo, lo que dejó plasmada una pequeña sonrisa en el rostro de Jaeyoon. En cambio, Sunoo, el verdadero afectado, seguía sin haber procesado por completo lo que acababa de pasar, bajo la expectativa de que, quizás, el mensaje que escribió no había sido lo suficientemente bueno, o puede que Sunghoon lo haya confundido por una basurita, o... ¿quizás Jaeyoon tenía razón?

— Entonces... —cerró su casillero, para llamar la atención de sus amigos— ¿Qué debería hacer?

— Conocerlo, ver si es que tienen algo en común y generar un vínculo poco a poco. —explicó Jaeyoon, con sensatez— Qué esperabas, ¿enamorarlo con los mensajes anónimos?

— Pues... —Sunoo abultó los labios, carente de un argumento para apoyar su inicial estrategia. Sí, ahora que lo pensaba, había sido un plan tonto. Podía culpar a Jongseong— No sé, supongo que quería que él sea el que tome la iniciativa...

— Uy, para eso tendrías que pedirle al brujito que te haga una poción de amor. —bromeó Jongseong, acompañado por la risotada de Jaeyoon.

"El brujito" sólo se trataba de Niki, un compañero suyo que tenía un don especial para las ciencias. Era dos años menor que el resto del grado, porque lo adelantaron para que las clases vayan de acuerdo a su nivel, y aún así era, indiscutiblemente, el mejor de la clase en su área de especialidad. Ni siquiera necesitaba un compañero de laboratorio, todos los experimentos de química le salían a la primera.

Todo eso, sumado a su escaso gregarismo, su estatus de extranjero y el hecho de que siempre portara un suéter negro, había llevado a que algunos lo cataloguen como un secreto hechicero, o como mínimo, como un chico con el aura extraña.

— Ah, no le digas así... —masculló, en defensa de Niki— Se nota que le incomoda.

— Lo siento, es costumbre. —Jongseong cerró su casillero, acomodándose la mochila— Además, quién sabe, puede que le incomode porque no nos quiere revelar su identidad real...

Por un instante, Sunoo realmente consideró lo que su amigo decía. ¿Y si Niki tenía poderes mágicos? ¿Si podía crear una pócima de amor para ayudarlo a enamorar a Sunghoon?

— Ah, no le digas eso —Jaeyoon lo bajó a tierra, de nuevo— Sunoo es capaz de creérselo.

— Pft, ¿yo? Claro que no.

Antes de que Jongseong pudiera darle todos los argumentos sobre el porqué de su ingenua amabilidad, la campana de inicio de clases los interrumpió, obligándolos a abandonar el espacio que ocupaban frente a los casilleros. Por fin, el trío se encaminó al aula, donde Sunoo tendría que toparse con Sunghoon.

Evadió su mirada al entrar, caminando directamente hacia su sitio en la tercera fila, al lado de Jaeyoon. Incluso si creía que Sunghoon no sabía quién era el autor de esos mensajes que desechaba como basura, le daba vergüenza entablar contacto con él.

Good morning, class. —saludó la profesora de inglés, dando inicio con la sesión.

Usualmente le gustaba inglés porque siempre le iba bien en grupos gracias a sus amigos, pero ese día, en vez de atender a lo que decía su docente, Sunoo se pasó los siguientes minutos pensando en una sola cosa.

¿Y si Niki podía crear una pócima de amor para ayudarlo a enamorar a Sunghoon?

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