Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo I

-Adiós cariño, ten un buen día -me dice papá al bajarme del viejo chevy.

Me giro hacia él, aún escuchando el murmullo de voces que se alzó cuando entramos a la universidad.

Algunas personas no pueden apreciar de lo bueno cuando lo ven.

Rídiculos.

Aquel vehículo a estado en mi familia por más de cuarenta años, convirtiendose en una reliquia familiar andante que todos quieren y cuídan como nuestro bien más preciado. El chevy es la única herencia que mi abuela le dejó a mi madre y esta a nosotros, o bueno a mi.

Mayores datos no puedo proporcionarle puesto que en vida no llegué a conocer a mi madre. Shao Puck, mi madre, hija única, murio unos días después del día en que nací así que toda la historia de mi familia materna se perdió con su partida. Lo único que queda aparte del auto son antiguas y vacías fotografías.

Recargo mis manos sobre el ventanal de la puerta, me inclino y lo observo.

La mirada de mi padre es inquietante, sus labios se mantienen fuertemente apretados tratando de contener la mueca que su rostro no a podido ocultar y cada dos por tres sus gruesas cejas se fruncen. Es la primera vez después de mucho tiempo que lo veo tan tenso. Le sonrió. Papá hace el intento por devolverme la sonriza, pero la tensión de su rostro da miedo.

—Gracias Jimin, pero tus palabras suenan extrañas en ti —comenta sincera. Papá ríe. Continuo hablando—. Pero voy a procurar que sea un buen día —añado soltando un suspiro.

—¿Quieres que te pase a recoger? —me pregunta Papá.

—Puedo agarrar un taxi —respondo.

La expresión en el rostro de mi padre cambia a una seria, su mirada ahora es de absoluto reproche. Por alguna extraña razón Jimin le da terror el transporte público y eso nos influye a nosotros, sus hijos.

Luka y yo tenemos extremadamente prohibido andar en cualquier vehículo que no sea el propio. Por ese mismo miedo a Luka se le dió un hermoso porche gris apenas cumplió la mayoria de edad, pero mientras era menor de edad Jimin se encargó de llevarlo y traerlo a todos los lugares en donde mi hermano iba para verguenza de éste. Hasta el momento Luka y yo no entendemos del por qué de su miedo, y por más que intentamos preguntarle por su miedo Jimin siempre busca cualquier excusa para no responder.

A esa expresión le mostré los dientes.

—Tranquilo, le diré a Luka que me lleve de vuelta a casa. ¿No dijiste que tenías que hacer no sé que papeleo?.

Jimin abre mucho los ojos, estos brillan como esmeralda al contacto con el sol. Rápidamente consulta la hora en su reloj, gruñe y enciende el auto.

—Adiós —me despido con la mano y me aparto, rápidamente me alejo del vehículo.

Escucho la fricción de las llantas al ser encendido el vehículo. Agarro con fuerza mi mochila y me apresuro a entrar a la universidad. El reloj en mi muñeca marca las siete y media; y se supone que debía estar en clase a las siete en punto. Ahora las palabras de mi padre hacen eco en mi cabeza.

<<Escucha hija, quien temprano se levanta, tiene unas horas más de vida y en su trabajo adelanta>>

Aunque en mi defensa debo decir que me levanté super a tiempo, y no es por querer hecharle el agua a nadie pero mi papá hoy manejó demasiado temeroso y el viejo chevy tampoco colaboró al quedarse varado a mitad de camino.

Entro a toda prisa al edificio esquivando algunas personas que iban a delante de mi. Atravieso el pasillo casi corriendo mientras mi mirada no se aparta de los números pintados en blanco en la puerta.

201, 210, 215, 206...

Caigo de jopo al piso por andar de distraída choco contra alguien, ambos saltamos un chillido de dolor.

Jadeo mientras hago una mueca sintiendo dolor en la cadera.

-¿Te encuentras bien? -me pregunta una jovial pero preocupada voz masculina.

Quise reir por aquella pregunta. Alzo la mirada, el chico con el que tropecé me tiende la mano para ayudarme. Después conectamos miradas pude observar su apariencia; su rostro es de rasgos finos, boca pequeña y su cabello lacio, negro le cae en la frente, además unas largas pestañas ocupaban su pequeños ojos color miel. Su apariencia es delgada pero es alto y nada de sus rasgos juega con lo normal para una persona de color.

Desplazo la a mi alrededor, somos el centro de atensión de las personas que pasan. La acepto y me pongo de pie.

—De verdad lo siento. Yo-yo no quise tropezarte —se excusa, nervioso.

Ahora esta pálido, aunque sus cachetes estan tiñados de carmecí. Me separó del él, paso la mano por mi ropa queriendo limpiarme.

—Tranquilo, yo también estaba con la cabeza en otro lado —suspiro espantando la ansiedad—. Es que... voy retrasada a mi primera clase —explico.

—Yo-yo también llegó tarde —tartamudea, agachando la cabeza—. Y-y no sé donde queda el salón —murmura con voz apagada.

Lo miro con pena.

—Hmm. ¿Cual es el número del salón?.

El chico alza la cabeza, observándome sorprendido. ¿Qué? Al menos podemos ayudarnos.

—2-220 —responde rápidamente.

Abro los ojos y algo empieza a brotar en mi pecho y no pude contener la emoción.

—¡Que casualidad! Ese es el salón que estoy buscando, ¿tú también vas a estudiar comunicación social?.

El chico frente a mi parpadea y su rostro empieza a tornarse morado.

—Yo estoy en tercer semestre, pe-pero esa clase la perdí el semestre pasado.

Sus palabras me sorprendieron. Sobre todo porque esa clase la esta dando mi hermano, Luka, y él es una persona muy buena.

—¿Así? Vamos, vamos avanzando y me vas contando —le preguntó conteniendo mi voz. El chico tiene pinta de ser estudiante aplicado. ¿Qué habrá hecho para que perdiera con Lewis?.

El chico vuelve asentir con la cabeza, sus manos tiemblan pero rápidamente las esconde tras su espalda. Me aclaro la garganta.

—Por cierto, mi nombre es Chernóbyl Lewis Puck, ¿tú? —me presentó y extiendo la mano.

—Na-nathan Sivan —se presenta, agarrando mi mano. Después de algunos segundos, expresión cambia. Sus manos tiemblan y sus ojos se agrandan, mirándome en estado de shock—. ¿Lewis? —repite mi apellido palideciendo.

Le sonrió burlesco y me encojo de hombros. Será la primera persona que ate cabos.

—Hermana del profesor Luka Lewis —le digo sin perder mi expresión. Nathan abre y cierra la boca intentando hablar pero nada sale de ésta—.¿ya estás mejor? Creo que la sola mención del profesor de competencias comunicativas te pone a temblar. ¿Tan estricto es?.

Nathan niega rápidamente, mira al frente, queriendo ocultar su rostro.

—No, no, no.

Pongo los ojos en blanco.

—Alivianate, yo conozco mejor que nadie el carácter de mi hermano —le digo. Las palabras parecen hacer efecto en él, puesto que su expresión se suaviza. Me inclino hacía él, pretendiendo contarle un secreto—. Pero que esto quede entre nosotros.

Mientras avanzabamos empezamos a busca del dichoso salón 220 y ahora mi busqueda no era sola. Nathan es poco conversador, su apariencia frágil encaja con su personalidad introvertida y retraída pero era grecioso verlo tan nervioso. Encontramos el salón de inmediato. Nathan estaba tan nervioso que empezó a sudar frío y a temblar. ¿Que tanto terror impartía Luka para que Nathan se comportara de esa manera?. Abro la puerta y asomo la cara, mentalmente me regaño al no caer en cuenta que no estabamos en casa y que debía tocar.

Los movimientos de los estudiantes se detuvieron y nos voltearon a mirar aunque Luka siguió hablando y escribiendo en el tablero sin detenerse. Abro por completo la puerta y me adentro al salón. Por fin, Luka para de escribir y de hablar, sin apartar su cabeza del tablero se voltea a mirarme. A mis espaldas Nathan detiene sus pasos y lo escucho suspirar pesado. Luka aparta la mirada de mi y se desplaza tras de mis espaldas, hacía Nathan.

—Señor Sivan cuarenta minutos tarde. Ya casi la clase va a terminar. ¿Qué le pasó? ¿Se perdió nuevamente de camino al salón? —habla sarcasticamente mietras se volteaba completamente.

El alumnado se hecha a reír. Desplacé la mirada por los rostros por los rostros que a partir de hoy y por cinco años serán mis compañeros e internamente me contuve por no asesinarlos con la mirada. Después volví a mirar la Luka; éste vuelve a mirarme y por algunos segundos estuvimos retándonos. Lo que estoy apunto de confesar es tan vergonzoso.

—Nathan me ayudó porque sin querer me ca-caí —pasó saliva—. Pretendiendo buscar el salón. Así que... todo fue mi culpa.

Para ser más creíble mi historia, doy varios pasos hacía atrás cojeando hasta que mis manos tocan las manos de Nathan. Ignoro su temblor al hacer contacto conmigo.

La mirada de Luka automáticamente se suavizan.

—Esta bien. Pueden pasar, pero que sean la última vez que me llegan tarde. Y espero también que se repita —Luka suspira—. Tu y tu, pásense a las sillas de atrás —ordena señalando a dos estudiantes que se encontraban en las primeras sillas de adelante—. Vamos a continuar la clase —anuncia y se gira de regreso al tablero. Oculto una sonrisa al suspirar y asiento, con ayuda de Nathan llegamos hasta las sillas vacías y nos sentamos. Nathan me mira agradecido y le sonrío—. Copien los temas de estudio que estudiaremos en este semestre. Después les daré su primer tarea —dictamina, termina de escribir y se devuelve hacía su escritorio, se queda por un tiempo de pie, mirando al frente y se sienta, enterrando la cabeza en unos papeles.

Después de una ajetreada clase de dos horas nos permitimos descansar. Sorpresivamente Nathan se gira hacía mi.

—Gra-gracias po-por sa-salvarme del regaño —me dice y su cara se tiñe de carmesí.

Le sonrió enternecida.

—No te preocupes, no tienes que agradecerme nada. En todo caso, yo también llegaba tarde y lo peor fue que me quedé hablando contigo —suelto una risilla baja—. Así que la mentira nos sirvió a los dos.

—Si, pero el profesor Lewis parece no importarle —comenta entristecido.

—Disculpa que te pregunte pero, ¿qué le has hecho para te tenga tan mala voluntad?.

Tuvo que ser algo realmente grave para que Luka -el señor de las segundas oportunidades- mantenga su mirada puesta en él, incluso le haya puesto a perder su materia. Como hermana estoy desconcertada con su actitud sobre todo porque conozco que enseñar es más que una elección para Luka; enseñar lo es todo para mi hermano, y por eso es exigente. Pero también conozco que es un gran ser humano. Luka no es de las personas que se toman las cosas a la ligera, él es de los que hará cualquier cosa porque sus estudiantes aprendan.

Ante mi pregunta, Nathan se muerde el labio con fuerza y hagacha la cabeza, aunque se veía adorable, su actitud se vuelve lastimera.

—Bu-bueno yo-yo falté muchas veces a-a su clase —confiesa apenado.

—Mm, entiendo. ¿Luka no te dió tutorias privadas? —le pregunto un poco desconcertada. Si más no recuerdo el año pasado Luka me comento en una de nuestra tantas llamadas que se encontraba dandole tutorias a unos estudiantes que estaban un poco flojo con él.

Frunzó el ceño. Nathan cabecea.

—Al final sentí que no estaba preparado cien por ciento —asegura despacio.

Que justo.

Junto a Nathan bajamos las escaleras. Yo era quien lo estaba siguiendo, éste me invitó acompañarlo al encuentro con sus amigos. Me sorprendí por la invitación jamás me imaginé que me invitaría. Pero yo acepté encantada, nunca e sido muy amiguera y hacer amigos se me dificulta, a tal punto de que solo tuve un mejor amigo y quedó atrás cuando me marché, y desde él, no volví a tener ningun amigo.

De camino a la cafeteria intenté entablar una conversación y así conocer un poco a sus amigos.

—So-somos amigos de vecindario —me responde cuando le pregunté por su grupo de amigos—. Crecimos juntos y tomamos la desición de estar juntos incluso en la universidad, son chicos increibles. Te-te van a caer muy bien, y ellos a ti... te lo aseguro.

—¿Cómo se llaman?.

Nathan no se apresuró a contestar. Ya habiamos entrado a la cafeteria pero habían muy pocas personas y de las casi nueve mesas que habían solocuatro estaban llenas casi a su totalidad y una tenía cuatro sillas en vez de tres. Y para allá era donde nos dirigiamos.

En la mesa habían tres personas dos de ellas chicas, una peliroja y pecosa, de contextura gruesa y ojos color avellana, sus facciones son marcadas y su rostro aún acné; sentada a su lado se encontraba la otra chica era rubia de aspecto de barbie, gestos delicados, nariz fileña y labios finos, aparte de tener cuerpo esbelto y trabajado; a su lado, un chico pelirrojo de ojos grandes y alegres y aspecto menudo no parecía muy alto aunque tenía facciones marcadas y un fuerte mentón. Estos últimos se encontraban inmersos en unos gruesos libros de constitución politica mientras que el chico pelirojo sostiene un abanico en dirección a la rubia.

La primera en notarnos fue la chica rubia que fijó su mirada en mi, parpadea y cierra el libro, de inmediato el chico a su lado cierra el libro y baja la mano y también nos mira.

—Chi-chicos —vocifera Nathan en un susurro. Al hablar la chica peliroja nos mira y sonríe tímidamente.

—¿Sabes que me molesta Nat? —le pregunta la rubia con voz despectiva.—después de tantos años de conocernos y por todo lo que hemos pasado como amigos que somos aún seas tímido cuando se trata de acercarse a nosotros. ¿Tengo que sentarte como la primera vez? —cuestiona mirandolo impaciente. Nathan la mira como un cachorrito regañado y me apiedé de él, pero también estoy un poco sorprendida porque la rubia tiene razón, si se conocen tan bien y de tanto años por qué no se siente familiarizado, tal vez sea porque es demasiado tímido.

—Basta. No lo molestes —habla el pelirojo y mira al castaño regalandole una genuina pero sincera sonrisa.—tomen asiento —añade y me sede su silla, agarrando otra de la mesa de al lado.

Nos sentamos uno al lado del otro. La rubia suspira pesado y espera a que el pelirojo vuelva a sentarse a su lado.

—El grupo aumenta —comenta el pelirojo en broma, sin dejar que el silencio reiné o que la rubia vuelva hablar. El chico me sonrió alegre.—me llamo Linch Wilding, veinte años, quinto semestre de ingenieria mecatronica, ¿tu cómo te llamas? —me pregunta.

—¿Yo? Chernóbyl Lewis, con →y← griega al final —aclaro, muchos suelen confundirse en mi nombre, y no es que me enoje, simplemente no me gusta. —primer semestre de comunicación social, dieciseis años —me presento.

Linh siguió sonriendo pese a que el silencio reinó entre nosotros.

—No hay nada más tóxico que ese nombre —vocifera la rubia. Linch le lanza una mirada de advertencia, la rubia lo ignora. Después mira a la chica peliroja.

—¡Ella es Leonelle Carly! Presentate —pide Linh instandole con la mirada a que hable.

—Soy Leonelle Carly cuarto semestre de literatura y tengo diesinueve años, un gusto —se presenta tímida.

—Y la rubia es... —se apresura hablar Linch pero fue interrumpido por ésta que le lanza una mirada cargada de amargura.

—Yo me puedo presentar sola, gracias —dice en un gruñido, hecha su cabello hacía atrás y sonríe falsamente parpadeando rápidamente a mi dirección. —soy Candy Lowson, diecinueve años cuarto semestre de derecho —finaliza alzando el pecho con orgullo. Linch la observa con ternura y hasta devoción. ¿Seran pareja?.

—Un gusto a todos —les digo sonriendoles sincera.

—Cher, ¿por qué te puedo llamar así, verdad? —me pregunta Candy. Asiento. Sonríe deslumbrante.—que bueno porque Chernóbyl me parece demasiado tóxico —suelto una risilla que también la contagia.— Cher, ¿por qué ese nombre? Chernóbyl es muy raro.

Y aquí vamos de nuevo, no sé cuantas veces e tenido que explicar el origen de mi nombre, y después, soportar las burlas previas al hablar.

—Bueno ¿cómo explicarlo de la manera más sencilla? Mi nombre fue como una mención de honor muy especial de mis padres -explico.—ellos nacieron allá al igual que toda la  familia pero crecieron aquí.

—¿Tus padres vivian en Chernóbyl? —me pregunta Linch, sorprendido.

—Si, pero mi hermano y yo nacimos aquí en Estados Unidos.

—¿Tienes más hermanos? —vuelve a preguntar Linch.

—Si, uno mayor.

—¿De qué trabaja tu papá?.

—Él se retiró de la milicia hace poco. Actualmente invierte su dinero en algunos negocios.

—Oh vaya, me imagino que has viajado mucho —comenta Candy muy pendiente de cada uno de mis palabras.

De hecho, todos en la mesa lo estaban.

—Si viajabamos mucho, pero tampoco nos quedabamos. En especial los últimos años, al parecer era como especie de heroé y todos querían conocerlo —cuento recordando de pronto todos los lugares que hemos visitado tras cada mudanza. Terminó por aclararme la garganta para continuar. —pero terminamos por volver aquí. Tenemos algunos amigos y mi hermano está también establecido aquí. De hecho, él fue quién nos convenció de volver.

—Los Ángeles es un buen lugar para vivir —concluye Linch.

—Bueno, hay otros lugares mejores —lo contradice Candy.

—Amor, nada como los Ángeles —insiste Linch.

Oh, son pareja. Candy pone los ojos en blanco.

—Amor no, por ejemplo, Ámsterdam es mágnifico —insiste llevandose unas papas a la boca.

Linch se cruza de brazos. Los novios se quedaron viendo como si estuviesen sosteniendo una silenciosa conversación. Al final, Candy gana cuando su novio aparta la cara y suspira. La rubia sonríe encantada y se recarga contra el espaldor de la silla poniendo una expresión de ganador.

—Bien, yo invito la merienda de hoy, ¿qué van a querrer? —pregunta Linch.

—A mi traeme frituras —Candy fue la primera en hablar.

Linch asiente con la cabeza.

—¡Hecho! ¿y tú Nat?.

—¿A-a mi? U-unas papas.

—Yo no quiero nada, pero gracias —habla Leonelle.

—¿Y tú? —me pregunta.

Su pregunta me tomó por sorpresa, pero rápidamente me recompuse y no pensé la respuesta.

—Un té helada —responde. Linch asiente y se aleja de la mesa.

—¿Un té helado con este frío? —pregunta Candy, sorprendida.

—¿Qué tiene el clima? A mi me parece bastante fresco —levanto la mirada al cielo, este estaba nublado.— créeme e vivido en climas mucho más fríos, y aparte, estamos a inicios de años es común que este fresco, ¿no?.

Candy se enconje de hombros abre el libro y empieza a leer. En ese instante mi celular suena en el moral. Abro el bolso, agarro el aparato pero no alcanzo la llamada. Era mi padre.

—¡Oh, oh, la persona que te gusta viene hacía nosotros! Repitó, ¡el hombre que te gusta viene hacía nosotros! —exclama Candy, alarmada. Y le lanza el libro a Nathan, quién esta pálido y se sobresalta cuando el libro impacta en su pecho. Todo pasó en cámara lenta, Nathan se levanta y retrocede.

Todos estamos tan sorprendidos que no fuimos capaz de reaccionar de inmediato.

Nathan fue sostenido antes de que chocara con la silla de la otra mesa. Mi shock es mayor los brazos fuertes de Luka presionaron con fuerza la cadera de Nathan.

¿A Nat le gusta mi hermano?

—¿Está bien... estudiante? —le pregunta Luka a Nathan.

El pobre chico se le colorea el rostro. Mi boca se abre lentamente y parpadeo tratando de asimilar la escena frente a mi.

Estan tan cerca el uno del otro que creo que sus respiraciones se alcanzan a mezclar, hasta creo ver lucesitas de colores brillando a su alrededor. Ahora que pienso con detenimiento puede ser que estos dos se gusten, y sorprendentemente aún, Luka no va a estar tan solo.

Creo que ambos se complementan. Luka tiene la madurez suficiente para cuídar de alguien mientras que Nathan tiene la dulzura para hablandar cualquier corazón.

Nathan se separa bruscamente, cabecea y se rasca la cabeza.

—E-estoy bien —dice Nathan abochornado.

Que adorable, hasta sonrojado se ve lindo, pensé.

Luka suspira, me mira por algunos minisegundos y da dos pasos hacía atrás.

—Tenga más cuídado —le dice serio y sigue su camino sin mirar a su alrededor.

Nathan también se aleja, tropezando con sus propios pies y hasta sudando frío. Afortunadamente nadie prestó la suficiente atención en la escena montada por mi Luka y Nathan, y si lo hicieron debieron pensar que todo hizo parte de un simple accidente y regaño del maestro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro