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Poco hombre (1/2) (18+)

Tiempo antes del combate contra Vanika.

La carpa de Asta se encontraba cerrada, allí el Antimago, también llamado el Diablo del Trébol se encontraba sentado en el borde la cama desnudo. A su espalda se encontraba su amante Nebra Silva la cual se encontraba jadeando, cubierta de sudor con su cuerpo con marcas de todo tipo, mientras de su intimidad brotaba la semilla de Asta.

Ambos habían estado durante toda la tarde haciendo el amor de forma ininterrumpida. Asta desde aquella noche de pasión se había vuelto un adicto al sexo. La exquisitez y ricura del acto se le había vuelto casi tan necesario como comer o dormir. No negaba nada de ello, más bien se jactaba de ello consigo mismo.

Sin embargo, en aquel atardecer tenía un problema ¡No había quedado satisfecho!

Nebra había llegado a su límite y estaba exhausta. Asta podía ser muchas cosas pero obligar a una de sus futuras mujeres a continuar complaciéndolo estando ella cansada era algo que no haría. Incluso para alguien que había propiciado masacre y torturas dignas del peor asesino serial.

Asta desde hacía tenía una idea en su mente: Humillar al Rey Kira.

Quería hace mucho hacerlo sufrir y doler por todo lo que el cenizo había sufrido. Pero ello le causaba intriga. Quería hacer sufrir a todos los nobles y miembros corruptos de este reino cuando su plan saliera. Pero que hacía para evitar eso. Difícil.

Sin embargo, algo más le molestaba, estaba insatisfecho y eso le molestaba, miro a Nebra nuevamente y ella se quedó dormida con una sonrisa en su boca. Se notaba complacida por su amante.

Asta se levantó y se vistió. Salió de la carpa y ya había anochecido. Se dirigió entre las mismas, viendo la gente saludarlo y vitorearlo por diversos motivos. Miro como Leopold y Klaus compartían en una fogata junto a varias personas. Viviendo risas y felicidades.

Eso le hacía recordar su tiempo en los Toros Negros. Las veces que se reunían y vivian momentos como familia, esos recuerdos que hacían rabiar y odiar profundamente al Rey y su familia por arrebatarle todo y convertirlo a él, en un monstruo que cambiaría este mundo a punta de espada y sangre.

Deseo estar en frente del rey, torturarlo mientras su familia veía, miraran como sus familiares le suplicaban piedad para con el mismo puerco que le había agraviado su vida. El cómo las jóvenes féminas de la familia Kira le suplicaban para su sufrimiento pagando con sus cuerpos.

Un momento, cuerpos. Asta sonrió, sabía que haría para humillar al Rey sin matarlo, esbozó una sonrisa macabra que nadie vio por suerte. Se dirigió al mago espacial más cercano, le abrió un portal en la capital. Miro a lo lejos el castillo del Rey y con rapidez alzo vuelo en dirección al lugar.

Asta se introdujo en el palacio tranquilamente burlando todo guardia en su camino gracias a su ki. El palacio de los Kira era grande e inmenso, se perdería fácilmente. Atrapo a uno de los sirvientes y le indico donde estaba la habitación del monarca. Se alegró en saber que le estaban esperando allí sus dos concubinas.

Asta (Pensamiento): Creo que tengo una idea para saciarme esta noche. Además será un excelente oportunidad para que el Rey se sienta menos que vomito-. Se relamió los labios mientras dejaba inconsciente al sirviente escondiéndolo en un armario.

Asta siguió su camino tranquilamente, dando con la habitación del Rey. Adentro dos presencias de ki estaban presentes, las cuales mostraban expectación. Asta abrió la puerta dejándose ver frente a las dos concubinas del Rey.

Asta quedo impresionado por su belleza. No era para menos, ambas poseían rasgos tan preciosos como diamante, tenían el pelo rosa y negro respectivamente, a la par que vestían atuendos muy provocadores que aumentaron su libido. El Diablo Exiliado estaba deseoso de probar su piel.

¿?: ¿Tu eres Asta? ¿El Diablo que nuestro Rey exilio?- Hablo la pelirosa.

Asta: Si lo soy-. Respondió sin más.

¿?: Aléjate o tendrás problemas-. Advirtió con timidez la pelinegro.

Asta: Creo no se va a poder-. Replicó tranquilamente.

Las chicas estaban por gritar, pero Asta en un parpadeo apareció en frente de ambas tapando sus bocas con sus manos asustado a las dos. Temerosas de lo que el cenizo les hiciera.

Asta: Shh-. Dijo al apartar su mano derecha de la pelirosa. -No les hare daño. Más bien vengo a disfrutar con ustedes-. Explico vagamente.

¿?: Que ¿Qué quieres decir?- La pelinegro estaba aterrada, pero no podía gritar.

Asta: Ustedes son hermosas. Tanto que seguro sonla envidia de muchas damas nobles-. Aquel comentario sorprendió a las chicas, algo de sonrojo se alzó en sus mejillas. -Por eso no les hare daño. Solo deseo- hizo un pausa poniendo su boca en el oído de la pelinegra -probar sus cuerpos, saborearlos y hacerlas mías-. Susurro de forma seductora y maliciosa.

La pelinegro se asustó, estaba temerosa y la pelirosa quiso correr pero fue agarrada por el brazo derecho del cenizo. El cual tenía una sonrisa y una mirada de pura lujuria.

¿?: ¿Nos vas a vio-violar?- La timidez de la pelirosa se hizo presente.

Asta: No-. Respondió tajante. -Ustedes serán las que deseen que las posea. Además que ustedes son tan delicadas que el hacerles el amor por la fuerza seria indigno de un caballero mágico-. Hablo de forma más caballerosa.

Las dos chicas estaban confundidas. La actitud del cenizo era contradictoria, por un lado parecía un adicto lujurioso, pero por otro parecía la persona más pura y caballerosa. Aquello las dejo con una incógnita inmensa en sobremanera.

¿?: Porque lo dices, ¿No vas a violarnos? Tú eres un diablo, alguien que mata por diversión y destrucción-. La peligrosa murmuró temerosa.

Asta: Tal vez lo sea-. Negarlo era una estupidez. –Pero no quita que unas mujeres como ustedes merecen un trato digno de su belleza-. Soltó a la pelirosa. -No les hare daño, no soy como me pintan. Además de que hoy ustedes tendrán la dicha de sentirse mujeres. Pero no se asusten. Por cierto, nadie sabe que estoy aquí y de paso, si llamas a alguien, ten por seguro que las raptare-. Dirigió su mirada a la pelirosa, la cual se asustó.

Asta tomo de la cintura a la pelinegra, aquello la tomo desprevenida. La chica se sonrojo cuando Asta acerco sus labios a su boca, intento apartarse, pero la mano izquierda del cenizo la acomodo, terminado por besar sus suaves labios.

Asta comenzó a besarla con más intensidad. La chica intento sacarse pero el fuerte agarre del cenizo le impidió su escape, para empeorar las cosas, Asta comenzó a tocarla en sus partes más sensibles, lo que causo que ella gimiera en su boca mientras comenzaba a sentirse más caliente y excitada.

Llego un momento donde la chica decidió ceder, ya la dulzura y pasión del beso la empezó a superar y finalmente se dejó llevar rodeando con sus brazos el cuello de Asta.

Ambos se separaron por falta de aire, Asta miro como la chica se hallaba sonrojada por la acción del beso. La volvió a besar, esta vez más lenta y pasional mientras paseaba sus manos por su delgada, sensual y estilizada figura.

La chica empezó a sentirse más y más caliente, Asta sabía dónde presionar para que los instintos de la chica empezaran hacer acto de presencia. Miro de reojo a la pelirosa. La cual se encontraba atónita al ver a su compañera ceder a la ardiente pasión de los besos de Asta.

Se apartó levemente dejando un hilo de saliva. Bajo su boca y dio ligeros pero profundos besos en el cuello de la chica, gemidos salieron mientras la pelinegra sentía como la sensible piel de su cuello era estimulada lenta y suavemente por el Diablo que tenía en frente.

Asta paso su mano derecha por la espalda de la chica, la cual sintió erizar su piel ante la suave pasada.

Asta tomaba su tiempo para tentar a la chica a entregarse a él. Quería que ella lo deseara, que le suplicara que calmara su libido encendido y que el fuera quien apagara esa llama que había provocado. Y lo estaba consiguiendo fácilmente.

La chica estaba cada vez más ardida, sus mejillas estaban rojas al tiempo que su cuerpo comenzaba a sudar, se notaba que jamás había sentido tal sensación en su vida. Aquella experiencia le estaba superando por mucho.

Asta nuevamente la vio de frente cruzando sus ojos con los de ella. Vio que la calentura de la chica había desbordado, y tomado control del cuerpo de la pelinegra.

Asta: ¿Cómo te sientes?- Pregunto seductoramente.

¿?: ¿Qué?... Ah ¿Me hiciste?- La chica estaba totalmente desbordada. Su mente no entendía la razón debía ser alguna brujería.

Asta: Nada, solo deje que tus instintos salieran a relucir. Estas entrando en calor, deseas que alguien calme esa llama que hay en ti-. La miro fijamente. –Solo se quitara esa sensación si aceptas que te haga mía.

La pelinegra se sentía en conflicto, por un lado debía su lealtad y devoción al Rey Kira, pero por otro, tenía al Diablo enfrente de ella con una mirada que la devoraba por completo, había encendido la llama de su pasión y lujuria. No sabía como pero necesitaba apagar esa sensación tan sofocante que tenía.

Asta la miro de nuevo y vio que estaba por ceder, a cada momento la tentación la dominaba. En sus adentros reía con felicidad, puesto que pronto reclamaría el cuerpo de la chica.

Asta: ¿Cuál es tu nombre?- Pregunto a susurros. –Deseo saber el nombre de la mujer que estoy por poseer.

La chica no aguanto más, un minuto más desfallecería. ¡Al diablo, ya era demasiada la tentación que vivir la pasión de los placeres de la carne no era malo!

¿?: Nía-. Respondió pesadamente por su respiración agitada.

Asta: Bien, Nía-. Pego su frente con la ella. –Solo di: Hazme tuya Rey Asta. Y todo terminara para que puedas sentir un placer tan inmenso que solo me desearas a mí y nadie más.

Nía se quedó impresionada. Pero su cuerpo estaba ya perdiendo fuerzas por el calor. Además el cenizo la tenía en su mano, ya no se zafaría de las tentaciones del Diablo.

Nía: Hazme- suspiro calientemente –tuya Rey Asta-. Sentencio su destino.

Asta: Lo hare, apagare esa llama en tu interior-. Dijo mientras la besaba de forma pasional y lujuriosa.

Asta cargo a la chica directo a la cama del Rey, miro a la pelirosa y le indico que lo siguiera, no podía negarse.

Dejo a Nía en la cama y se desvistió en frente de ella. Dejando ver su fornido, marcado y musculo cuerpo ante ambas. Nía quedo impresionada y su libido se disparó. Su tentación comenzó a superarla o mejor dicho la había dominado.

Asta se adentró en la cama besando a Nía mientras se sentaba, manoseando su cuerpo de forma lenta y frenética al mismo tiempo. Nía estaba en las nubes, los besos del Diablo le hacían sentirse más feliz que de costumbre.

Asta tiro a un lado uno de los sujetadores del vestido de Nía. Aquello sorprendió a la pelinegro, pero solo la volvió a besar para que ella se quedara tranquila. Al tiempo que manosea su pecho descubierto.

Tiro del otro sujetador y los pechos de Nía se mostraron ante él, la chica se cubrió de vergüenza y aparto la mirada. Asta tomo del mentón nuevamente y la miro, sin decir palabra Nía solo retiro sus manos de sus senos, para dejar que este la acostara en la cama mientras estaba encima de ella.

Asta se introdujo entre ambos pechos frenéticamente. Causando que Nía gimiera mientras era hurgada por la cara del cenizo, la cual se hundía a la mitad entre las dos montañas de carne. Asta lamio el pezón derecho y el otro lo manoseo con tranquilidad.

Cambiaba entre el frenetismo y la lentitud para causar el mayor cumulo de emocionen en la concubina del rey.

Nía solo se dejó llevar, Asta pronto bajo su boca por el vientre de la chica hasta llegar a la zona íntima. Nía se asustó, Asta solo rasgo el vestido que la cubría en la zona de su sexo. Aquello avergonzó a la chica que cerro sus piernas.

Asta se divertía con la situación, tentando la vergüenza de la concubina del rey con tranquilidad. Abrió sus piernas lentamente y así dejo ver sus pantis de color blanco, las cuales mostraban una humedad notable. Era claro que la excitación de la chica la había hecho mojarse.

Asta de forma tranquila las retiro tranquilamente mientras la chica se avergonzaba por el hecho. Nía estaba cada vez más tímida, se sentía indefensa ante Asta, temía que el llegara a lastimarla.

Asta se introdujo en la intimidad de la chica, usando su boca y lengua mientras saboreaba cada rincón de la chica, la cual solo soltaba gemidos fuertes y débiles a la vez mientras arqueaba su espalda buscando calmar las fuerzas sensaciones que sentía.

El cenizo mantuvo agarradas con sus manos los muslos de Nía, asegurándose de que no escaparan. Aquello causo que la muchacha no pudiera, llegando al clímax mientras soltaba un grito de euforia.

Asta probó los jugos de la concubina del rey, su sabor denotaba algo: Era virgen.

Asta: Quiero preguntarte algo-. Se dirigió a ambas por igual. –Alguna vez ¿El Rey Kira las ha tomada para él?

Ambas se quedaron calladas, Nía no respondió, simplemente no tenía respuesta para una preguntan tan hozada como esa. Claramente, el cenizo no tenía vergüenza con su majestad.

¿?: Nuestro Rey es... hombre y nos ha to-toma-do como mujeres-. Su voz denotaba inseguridad.

Asta: Di la verdad-. Replicó. –Tu ki claramente muestra que no ha sido así. Parece que el Rey Kira aparte de estúpido e incompetente. También es poco hombre para desflorar a unas bellezas como ustedes-. Su tono se volvió lujurioso y diabólico.

Asta estaba feliz, estaba deseando contener la felicidad que tenía. ¡Las concubinas del Rey Morsa eran vírgenes! Puras en todo sentido, hermosas y sumisas que estaban a disposición de ser tomadas y poseídas por él. Aquello era sin dudas una oportunidad de oro para hacer sufrir al Rey.

No dándole una tortura física. Sino psicológica, romperlo en mente, hacerle sentir menos que nada, que dudase de su hombría, que se sintiera insignificante por su incapacidad, sin dudas era una oportunidad que no desaprovecharía.

Y por sobre, seria momento para hacer el de alguna concubina. Ciertamente, deseaba tener Noelle y Nebra para él, pero ahora que estaba podía de hacerse del cuerpo de estas bellezas, no estaría mal.

Si ellas no se enteraban de la existencia de ellas, podría estar tranquilo. Además del que tendría a dos amantes totalmente sumisas para él. Dispuesta a satisfacerlo cuando deseara, aunque tampoco las rebajaría a tan bajo estatus.

Asta: Cuál es tu nombre-. Se dirigió a la pelirosa.

La misma no respondió, estaba miedosa de todo. Asta era conocido como el Diablo que había causado todo el desastre de los elfos. Quien llevo al reino a su estado actual. Tenía miedo de ser dañada por su mano. Pero si quería evitar se dañada debía obedecer y rezar porque el Diablo del Trébol no la destrozara.

¿?: Sofía. Mi nombre es Sofía-. Respondía con miedo.

Asta: Es un hermoso y delicado nombre. Para una mujer igual de bella y delicada-. Piropeo con caballerosidad. –Sofía quítate la ropa, ya pronto tocara que sientas el mismo placer que Nía.

Sofía solo pudo hacer lo mandado. Retiro con vergüenza su vestido, mientras Asta la escudriñaba con celo. Viendo cada parte del hermoso cuerpo de la mujer. Al finalizar su despojo de sus vestimentas, Asta solo pudo ver el cuerpo de una mujer hermosa.

El Diablo Exiliado ahora estaba más lujurioso. Si ya había quedado en celo por la belleza de Nía, ahora el cuerpo de Sofía lo dejaba tan deseoso de probar cada parte de su ser.

Asta le indico que se acercara. Tranquila y temerosa la chica se acercó. Asta se retiró de sus prendas inferiores. Dejando ver su miembro ya erecto ante tales bellezas. Ambas chicas se avergonzaron por el hecho, se notaba que jamás en su vida habían visto un miembro masculino.

Asta acerco a Sofía a él, mientras con cuidado apuntaba su miembro a la entrada de la intimidad de Nía. La cual solo ligeros gemido al sentir como la punta del miembro de Asta rozaba sus húmedos pliegues.

Asta aseguro con su mano izquierda a Nía, mientras se acomodó para introducirse lentamente dentro de ella, intentando ser tan delicado como pudiera. La chica estaba apretada, se podía sentir su pureza, aquello le hizo sentir más placer todavía. Sofía finalmente se puso a su lado, con su mano derecha, negra como noche, la agarro del mentón y comenzó a besarla.

Sofía intento zafarse, pero al igual que su compañera el fuerte agarre del cenizo le impidió su escape. Asta llego al fondo de Nía, topándose con el himen aun intacto de la pelinegra. "Como lo sospeche. El Rey ha de ser marica o simplemente un impotente sexual para no poder desflorar a las dos. Dios, ha de ser lo primero porque ahora me estoy descontrolando de solo sentir la suave piel de ellas. Me las quedare y serán mías. Desearía que el Rey Kira llegara ahora para humillarlo mientras le hago el amor a sus concubinas. Qué bueno que traje el grimorio"

Asta: Te dolerá un rato-. Explico a un temerosa Nía. –Pero luego de eso, sentirás un placer inimaginable en tu vida-. Concluyo con una sonrisa malévola.

Asta traspaso el himen de Nía. La chica sintió un fuerte dolor que le hizo soltar un grito de dolor, el cual tapo con sus manos, soltando ligeras lágrimas por el arrebatamiento de su inocencia.

Sofía se asustó, pero Asta la miro detenidamente.

Zafo su mano izquierda de Nía, mientras comenzaba a besa y estimular de la misma manera a Sofía sin dejarla en ningún momento descansar. La pelirosa sintió su cuerpo calentar mientras Asta la besaba y tocaba sensualmente, sus manos rozaban de forma estimulante su cuerpo, al tiempo que manoseaba suavemente sus pechos y trasero. Sofía comenzó a respirar de forma caliente y pesada mientras su libido se hacía con ella.

La lujuria de los besos y manoseos de Asta la superaban deseaba irse, pero su cuerpo no le respondía simplemente se dejó llevar. Resignándose a las manos de Asta, quien conecto su frente con la de ella.

Su ojo derecho se volvió rojo cual Diablo, aquello asusto a Sofía, pero su cuerpo le fallo.

Asta: Tu Sofía, estas ahora caliente ynecesitada. Puedo hacerte sentir todo tipo de emociones, pero si quieres irtehazlo. Pero ten por seguro que tu cuerpo me deseara, me pedirá que te haga sentirte mujer. Desearas que te haga mía para calmar tus pasiones y deseos-. Susurro de forma seductora y diabólica.

Sofía: ¿Porque? ¿Por qué nos deseas a Nía y a mí?- Hablo con pesadez.

Asta: Les diré. Pronto el Rey Kira caerá en mis manos. Cuando sea, todos aquellos que estuvieron a su lado serán degradados y echados a la basura-. Dijo mientras la miraba a los ojos. –Nía y tú cuando sea derrocado el Rey no podrán sobrevivir al cambio. Puede que ustedes terminen en la calle teniendo que vender sus cuerpos para vivir-. Hizo una pausa, mientras notaba como la pelirosa le ponía atención. –Por eso deseo que sean mis concubinas a partir de ahora. Estarán bien bajo mi cuidado y nada les faltara- se acercó su oído para susurrarle –tu podrías disfrutar en mi lecho. Solo debes entregarte a mí. Solo di: Hazme tuyo Rey Asta. Y estarás a salvo cuando el cambio llegue y podrás disfrutar a mi lado de los placeres de la carne.

Sofía ya no podía más, las palabras de Asta eran una revelación, sus ojos mostraban la verdad. Pronto habría un cambio de régimen y ellas no serán capaces de sobrevivir a este. Estarían totalmente a merced de la desdicha del destino. Pero las dos podían salvarse, más bien, ella podía salvarse si aceptaba estar con él.

Sofía estaba en un dilema. Debía su lealtad al Rey por haber sido entregada por su familia para engendrar descendencia. Pero ahora este hombre, este cenizo le estaba ofreciendo salvación de la inmensa ola que arrasaría con todo. Se sentía débil ante las tentaciones del Diablo en su frente. Pero deseaba más, su lujuria y pasión hablaban por ella.

Mejor ser feliz al lado del hombre que propiciaría ese cambio a tener que sobrevivir de este.

Sofía: Acepto-. Suspiro aire caliente, su voz era sumisa. –Hazme tuya Rey Asta.

Finalmente cedieron las dos, ahora habían entendido y podían estar con él a su lado. No solo para humillar al escroto humano al que ellas conocían como Rey Kira, sino para disfrutar junto a él en los años por venir.

Asta se sentía imponente ante todo, el destino ahora era su perra. Ya nada podía oponerse a él. Pronto seria quien gobernara en el Trébol, tendría a dos mujeres de la realeza que engendrarían su prole, al tiempo que tendría a dos concubinas que le servirían felizmente saciando sus placeres más íntimos cuando sus esposas no pudieran.

¡El Diablo del Trébol estaba logrando hacerse de todo lo que la realeza tanto se jactaba como suyo!

Asta: Ahora apagare el fuego que hay en ti y Nía-. Dijo mientras pasaba su mano derecha sobre las pantis de Sofía.

Sobo tranquilamente, estimulándola mientras soltaba gemidos, introdujo sus dedos para hacerla gemir más. Mientras al mismo tiempo miro a Nía quien estaba más tranquila, el dolor se había ido y ahora estaba dispuesta completamente para él.

La aseguro con su izquierda, lenta y tranquilamente comenzó a embestirla mientras ella soltaba gemidos de placer, Asta comenzó a aumentar sus embestidas al tiempo que hurgaba con su mano derecha la intimidad de Sofía.

Asta siguió penetrando a Nía con más fuerza, los senos de la chica se movían mientras era poseía por el Diablo, sentía un placer y ricura que jamás había sentido en su vida, cada embestida le hacía sentir inmensamente feliz. Sentía como llego al clímax sin querer, pero Asta la seguía embistiendo sin detenerse ni un segundo.

Sofía estaba igual, la mano de Asta la estimulaba como si supiera cada palmo de su intimidad, aquello la hizo sentirse en el cielo, su cuerpo se estremecía al tiempo que sus piernas se debilitaban. Se sostuvo del cenizo, mientras este la besaba en lengua de forma descarada, ella cedió amable y sumisa a las tentaciones.

Nía estaba cada vez más ida en su lujuria, su mente no respondió y sus instintos hacían el trabajo, su cuerpo se estremecía de las fuertes emociones que sufría mientras sentía su interior abrirse mientras el Diablo la seguía penetrando.

Asta siguió penetrando a Nía sin detenerse durante casi 20 minutos, estaba feliz, sentía como la chica se había venido más de tres veces, pero él no se sentía satisfecho. Pero la chica solo se dejaba tomar.

Finalmente Asta aumento el ritmo en señal del que llegaba al límite. Apretó la cintura con su mano izquierda para mantener el ritmo al tiempo que Nía gemía mucho más fuerte que antes. Sus ojos denotaban que su mente se había desconectado de tanto placer. Finalmente, Asta dejo salir su semilla dentro de la chica, espasmos se sintieron mientras Asta descargaba su esencia dentro de la pelinegra, quien soltó un fuerte grito de placer que inundo toda la sala.

Paso medio minuto y Asta saco su miembro del interior de Nía, mientras Sofía soltaba un gemido casi idéntico al haberse venido en la mano negra de Asta, la chica se sujetó del cenizo para no caerse, mientras esta la besaba en un lujurioso beso de lengua saboreando sus labios y saliva de forma lasciva.

¡QUE SIGNIFICA ESTO!

Continuara...

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