Capítulo 3
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BLACK CAT
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«¡Mamá!»
⎯⎯ Historia de Web of Spider-Man ⎯⎯
— Vamos, dilo... — decía Felicia.
Se encontraba sentada en el suelo, observando a su pequeño niño.
Este simplemente la ignoraba, empezando a jugar con un pequeño coche de juguete.
— Llevamos una semana así... — suspiró la peliblanca, agachando la cabeza — ¿No puedes decir "mamá"?
Pero el bebé no respondía.
— No es una palabra difícil, vamos... ¡Di mamá! ¡Ma!-¡Má!
Pero seguía sin hablarle.
— Es oficial, este niño me odia...
— No te odia — dijo Mary Jane, sentada en el sofá del penthouse — Solo... creo que debes ganarte su confianza.
— Le cambio sus pañales y le compro sus juguetes — dijo la peliblanca — Creo que los dos tenemos una gran confianza.
— Cuando mis hermanos nacieron, tardaron un buen rato de dirigirme la palabra — le contó — Para uno es fácil encariñarse con el bebé, pero para el niño... a veces puede resultar difícil.
Felicia suspiró, agarrando a su hijo entre sus brazos.
— ¿Y qué propones? — preguntó — ¿Una aventura mágica para ganar su confianza?
— No, solo... intenta pasar un día con él.
— ¿Un día?
— Sí, ¿cuándo fue la última vez que pasaste un día con Walter?
— B-Bueno, fue... digo, él no era tan grande como ahora... — decía la peliblanca — Era como... la mitad de su tamaño actual... ya sabes, desde que...
— ¿Desde que volviste a ser Black Cat?
— Sí...
— ¡Eso fue hace seis meses!
— Al menos traigo dinero a la casa.
— Dinero mal conseguido...
— Da igual — dijo, mientras se levantaba del suelo— Creo que seguiré tu consejo e... intentaré pasar un día con él.
— Les vendría bien a los dos — dijo MJ, acercándose a ella — Sí quieres, puedo quedarme contigo y ayudarte con Walter.
Cuando el bebé vio a la pelirroja, sonrió y extendió sus brazos, queriendo ir a los brazos de la futura reportera.
Mary Jane sonrió y jugó con las pequeñas manos del bebé.
Felicia veía todo esto, dando dos pasos atrás y alejando a su hijo de su amiga.
— Yo podré con él, MJ — le dijo la peliblanca — De hecho, ¿los finales no se acercan? Deberías ir a estudiar.
— ¿Estás segura? No tengo problemas si...
— Muy segura, Watson — dijo — Te llamaré sí tengo problemas.
La pelirroja asintió.
Sonrió al bebé, despidiéndose cálidamente... y se fue por el elevador.
Felicia volteó su cabeza hasta su hijo, mirándolo fijamente.
— Escucha, MJ es tu "tía", ¿de acuerdo? — dijo Hardy — Si tienes que elegir una favorita entre ella y yo, no olvides quién te dio la vida.
Pero el bebé la ignoraba, observando la puerta del elevador.
— ¿Te vas a poner rudo, niño llorón?
Fue entonces que el bebé giró su cabeza y miró a su madre a la cara.
Empezando a llorar.
— Debes estar bromeando...
Felicia comenzó a arrullar a su hijo, intentando calmarle y disculpándose por sus palabras.
Como si pudiera entenderle... ¿o sí?
Si sabe hablar... ¿significaba que podía entenderla?
¿Su hijo podía sentirse afectado por sus palabras?
¿Desde cuándo se hacía tantas preguntas?
Debía de dejar de hacerse preguntas que no podía responderse.
Felicia sacó un biberón y le dio a su hijo la leche que había dentro.
Así, el pequeño Walter comenzó a calmarse, agarrando por sí mismo su biberón.
La peliblanca suspiró y se sentó en el sofá.
— Sí puedo pasar un día contigo, niño — dijo — Dime, Walter... ¿qué te gustaría hacer?
El bebé siguió tomando su leche, girando sus ojos y mirando a su madre fijamente.
— Entiendo, no quieres que te moleste mientras comes... — tomó un control remoto y presionó el botón de encendido — ¿Por qué no vemos televisión?
En el primer canal que puso, hablaban sobre una noticia de los "Vengadores Oscuros".
Parecía ser que estaban teniendo un problema legal... pero la peliblanca no prestó atención y cambió de canal.
Los canales de noticias hablaban de los superhéroes del mundo y de las grandes hazañas que estos hacían.
Cosas que ella no estaba interesada en saber.
Cambió de canal... hasta que se quedó en uno.
Una noticia sobre alguna reciente hazaña del Hombre Araña. Pero, lo que le llamó la atención, no fue la noticia de Miles...
Fue lo que el reportero decía.
"...es increíble como este Hombre Araña hace justicia al legado que le dejó el héroe Peter Parker"
"A ya más de dos años de su partida luego del desastre de Nueva York, parece ser que la ciudad finalmente puede superar la partida de este gran superhéroe..."
No todos podían hacerlo...
A veces, los noticiarios terminan olvidando a aquellos que rodeaban a las víctimas y terminan diciendo tonterías.
Estuvo dispuesta a cambiar de canal, pero el bebé que tenía entre brazos soltó su biberón y extendió sus manos a la televisión.
Entre risas, intentó alcanzar la imagen del Hombre Araña original que mostraba la pantalla.
Felicia observó esto... preocupada.
Una tensión envolvió todo su cuerpo, mientras, temblorosa, cambió de canal, provocando que el bebé bajara sus manos.
Este comenzó a moverse bruscamente, claramente molesto por la acción de su madre.
— Walter, cálmate... — decía la peliblanca, agarrando a su hijo — Tranquilo... ya, ya...
Pero su hijo movió sus piernas y le dio una patada en la cara.
— ¡Maldita sea! ¡¿Quieres calmarte, mocoso de...?! — le gritó Felicia.
Ante el grito, el niño se quedó inmóvil, mirando a su madre fijamente.
— Oh, no... no, perdón yo...
Lastimosamente, no pudo evitarlo... y su hijo comenzó a llorar.
Gritaba y lloraba sin parar, provocando que Felicia cerrara los ojos por el ruido.
— Ya, niño... discúlpame, pequeño... — decía la peliblanca, arrullándolo — Ya, ya... tranquilo... ya...
No se calmaba.
Volteó la cabeza y miró el celular que tenía en una pequeña mesa al costado.
Pensó en llamar a Mary Jane para que la ayudara...
No.
Ella era su madre. Debía de poder hacer esto por su cuenta.
En teoría...
— ¿Quieres ir a pasear? — le preguntó Felicia.
El niño simplemente respondió disminuyendo un poco su llanto.
Lo que provocó una sonrisa nerviosa de la madre.
***
— Central Park es un gran lugar donde hacer caminatas — le decía Felicia a su hijo.
Este se encontraba dentro de su carrito, observando todo el gran parque de Nueva York.
Como era de esperarse, no era habitual que el pequeño Walter saliera del penthouse.
Así que, para él, todo este nuevo mundo es algo sumamente extraño...
Aunque no tenía miedo de conocer.
Felicia se sentó en uno de los asientos del parque, mientras tenía el carrito de su hijo al costado.
Este reía, viendo como varios niños comenzaban a hacer volar sus cometas por el parque.
— ¿Sabías que este parque es el doble de grande que el estado de Mónaco? — le dijo la peliblanca.
A lo cual, su bebé le respondió con una cara de confusión.
— Claro, tú no hablas de esas cosas... ¿y de qué hablan los bebés? ¿Cuál es su canción de cuna favorita? — preguntó — ¿Tienes canción de cuna favorita...? ¿Sí quiera sabes qué es una canción de cuna?
Pero su hijo ya había dejado de escucharla, empezando a jugar con un coche de juguete que tenía en su carrito.
La peliblanca suspiró...
Algo estaba haciendo mal. Tal vez debería si debería pedir ayuda... o preguntarle a alguien que sepa sobre bebés.
¿Bruno sabría? No se ve como alguien a quién no le gustara los niños...
¿Pero cómo explicaría el por qué preguntaba?
La peliblanca suspiró, mirando el número de MJ en su teléfono. Debía de llamarla, ella tenía experiencia...
Pero su orgullo le impedía hacerlo.
Curiosamente, ella era como un gato en ese apartado...
Y curiosamente... parecía que su hijo no.
Había cosas que no se heredaba. Walter parecía ser alguien más como un perro engreído cuando estaba con MJ.
Pero cuando estaba con Felicia, se volvía un gato que la odiaba... o algo así.
La peliblanca soltó una pequeña risa por lo que estaba pensando.
¿Comparar a un bebé con animales? No podía creerlo...
Con animales...
— ¡Oh, ya sé! ¡Tengo una idea! — dijo Felicia, mirando a su hijo — ¡¿Por qué no vamos al zoológico?!
El bebé la miró confundida ante tal pregunta.
— No sabes qué es un zoológico, ¿verdad? — dijo — Bueno, te va a encantar.
***
El zoológico de Central Park.
Un pequeño lugar al sur del gran parque de Nueva York, donde era usual ver a familiares y turistas visitarlo día a día.
Era un lugar llamativo, después de todo.
Lastimosamente, solo era eso... porque, cuando lo visitas una vez, te das cuenta de la realidad...
Era un lugar aburrido.
Felicia movía el carrito donde estaba su hijo, mientras miraba, algo aburrida, los distintos animales que había en el lugar.
Focas, pingüinos, monos, aves... seguramente, el Capitán América tendría amigos de estos últimos.
Para ella, que vivía en Nueva York, ir a ese lugar no era algo fascinante.
Pero aún recordaba como, de niña, se emocionó cuando su padre le dijo para ir a ese lugar.
Así que, ella esperaba que su hijo tuviera la misma reacción... lo cual consiguió.
El pequeño niño reía y gritaba de emoción, mientras veía a los distintos animales saltar y volar por las zonas donde se encontraban.
Parecía que quería ir con ellos para hacer lo mismo.
— Créeme, no querrás tener algo que ver con las aves — le dijo Felicia — Los golpes de esos tipos duelen...
Su bebé comenzó a abrir su boca y a cerrarla.
Tenía hambre.
La peliblanca volteó y vio como un heladero se encontraba a un lado del camino.
— Creo que ya puedes comer helado... — le dijo Felicia — ¿Cuál sabor te gusta? ¿Vainilla? ¿Fresa? Por favor, no digas menta...
El niño sólo la veía, confundido.
— Probemos con fresa, ¿sí?
Caminó hasta el vendedor, comprando dos helados de un mismo sabor.
Volvió a sentarse, dándole el helado a su hijo y ella comiéndose el suyo.
Así se quedaron en ese lugar, viendo toda la estampida de personas y niños caminar de un lado a otro, emocionados y también algo decepcionados.
Habían niños que esperaban ver a algún león o cebra en el lugar... pobres ilusos.
Pero, lo que más había en ese lugar, eran los padres, junto a sus hijos, paseando por el lugar.
De hecho, eso le fastidiaba un poco a la peliblanca. Como sí el mundo le estuviera restregando en la cara su situación actual...
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— ¡Mamá, mamá! — decía la pequeña Felicia, corriendo por el lugar — ¡Mira! ¡Es un gato grande!
— No es un gato, Felicia — le dijo su madre — Es un leopardo. Son dos cosas diferentes.
— De hecho, hay un tipo de gato con genes de leopardo — dijo su padre, algo nervioso.
Esta familia de tres se encontraba de visita por todo el zoológico.
Felicia Hardy nunca había visitado un zoológico antes. Estaba emocionada de ver todos esos animales que solo había visto en imágenes.
Les había pedido a sus padres para visitar ese lugar desde que hace mucho tiempo, pero su papá siempre le decía que no.
Hasta que, finalmente, terminó aceptado.
Ella no lo entendió en ese momento, pero el nerviosismo que tenía su padre era por la seguridad del lugar... y el temor de que llegaran a reconocerlo.
— ¡¿Crees que podríamos comprar uno de esos?! — preguntó Felicia — ¡Me gustaría uno!
— Y a mí me encantaría un vino Malbec, querida — le dijo su madre — Pero me estoy rehabilitando.
— Oye, no le digas eso a la niña — le dijo Walter.
— Tú no me digas qué puedo o no decirle.
— Lydia...
— Ahora no, Walter... ahora no.
— Escucha, yo...
— Tú escucha...
La peliblanca volteó la cabeza y vio como sus padres empezaban a discutir entre ellos.
Suspiró y comenzó a caminar, lentamente.
Quería alejarse de la discusión que sus padres estaba teniendo. Últimamente, era algo normal para ella.
El hecho que ambos discutieran por temas que no entendía le fastidiaba. Sentía que era por su culpa.
Siguió un camino, viendo un gran grupo de niños caminando, hasta llegar a una gran zona rocosa.
Allí, vio como dos osos pardos se encontraban moviéndose de un lado a otro en ese lugar.
Felicia rió al ver como uno de los osos se tiraba de espaldas y giraba en el suelo.
— ¿Cuántos pelos tendrán? — se preguntó.
— D-Deben de ser como un millón — dijo la voz tímida de un niño a su costado.
La peliblanca giró y vio como un niño, más pequeño que ella, se encontraba observando también a los osos.
— Yo creo que debe de ser más — dijo Felicia — ¡Como millones de infinitos!
— ¿Millones de infinitos? — preguntó el niño — C-Creo que eso es imposible...
— Eso no lo sabes.
— N-No hay algo mayor a infinito.
— ¿Enserio?
— Sí...
— Debes ser alguien listo.
— N-No lo soy tanto...
Entonces, una señora tomó al niño del brazo, comenzando a llevárselo de allí.
— Parker, he dicho que no deben de separarse del grupo — dijo la señora.
Felicia miró al niño alejándose, para después voltear y seguir su camino, terminando en el centro del zoológico.
Un lugar donde había focas saltando y cayendo al agua.
Ella se sorprendió al ver como uno de esos animales se acercaba a ella y la veía fijamente.
Y cuando intentó acercar su mano para acariciarla...
Algo tiró de ella por la espalda.
Su padre, con un rostro de preocupación, empezó a llevársela rápidamente, junto a su madre.
Era como sí escaparan de algo.
Felicia volteó su cabeza, para ver de qué era que huían...
Varios policías habían entrado al zoológico y empezaban a hablar con las personas.
— Papá, aún no terminamos de ver a los animales — dijo la peliblanca.
— Ahora no podremos, Fel — le dijo su padre — Pero, te prometo que la próxima vez, veremos a todos los que quieras.
— ¡¿Enserio?!
— ¡Sí! Te lo... prometo... — le dijo, mirando a su madre.
Ambos preocupados.
Dirigiéndose a la salida trasera del lugar.
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Claro que... esa fue una promesa vacía.
Después de esa visita, no volvieron a ir en familia a ese lugar.
Poco tiempo después, su padre fue atrapado y encarcelado, mientras que la bebida terminaba con la vida de su madre.
La peliblanca volteó y vio como su hijo se encontraba completamente manchado por el helado.
Ella sonrió y sacó un pañuelo, empezando a limpiar su rostro y su ropa.
— Eso no pasará contigo, ¿ok? — le dijo la peliblanca — No te dejaré solo en este mundo, ¿sí? Siempre estaré contigo...
El bebé se le quedó mirando, soltando una risa, mientras elevaba sus piernas y brazos.
— Algún día caminarás... e irás a la universidad — le dijo — Sí, aunque no quieras, irás a la universidad.
Felicia volvió a darle una sonrisa, provocando otra risa de su bebé.
Este se sentó e intentó salir de carrito, pero su madre lo acomodó, volviéndolo a echar en el carro.
— Oye, ¿te gustaría acompañarme a un lugar? — le preguntó — Será rápido.
La peliblanca se levantó, guiando a su hijo a la salida del zoológico.
No se encontraban muy lejos del lugar...
Un viaje de treinta minutos a pie.
***
Una vieja fuente.
Ese era el lugar al que llegaron.
A esa hora del día, no había muchas personas en ese lugar casi escondido de la ciudad.
Solo se encontraban unos tres niños jugando con una pelota en una esquina.
Felicia dejó el carrito a un costado de la fuente y luego levantó a su hijo entre sus brazos.
Los dos se quedaron mirando la fuente... veían circular el agua cristalina, la cual permitía ver las distintas monedas que las personas habían arrojado.
— Esta es una fuente sin nombre — dijo Felicia — En el pasado, le perteneció a los Maggia...
Su hijo volteó y la miró, comenzando a jugar con su cabello.
— Oh, sí... los Maggia son mafiosos... ya sabes, tipos muy malos — le contó — En fin, mi padre llegó a unirse a ellos y tiraba en este lugar las joyas que robaba... no muerdas.
Se quejó la peliblanca, separando las manos de su hijo de su cabello.
Se sentó en la fuente, sentando a su hijo a un lado suyo.
— Mi padre me traía aquí y tiraba las joyas... a mí me encantaba venir de niña — dijo — Era de las pocas veces que estaba sola con mi padre... y que podíamos salir por allí...
Al ver el agua, pudo ver su reflejo.
— También llegué a venir aquí con tu padre para tratar de darle un consejo... le dije que debía centrarse en lo bueno a pesar de lo malo — continuó — Yo aún intento hacerlo, ¿sabes? Me centro en lo bueno...
Dijo, volteando hacia su hijo.
— Tú eres lo bueno... ¿Walter? — la peliblanca notó que su hijo no estaba a su costado — ¡¿Walter?! ¡¿Dónde...?!
Se levantó de golpe, mirando a todos lados.
Sintió como una gran tensión envolvió su cuerpo... no entendía como lo había perdido.
Estaba a su lado.
Con preocupación, dio dos pasos... pero el sonido de risas que escuchó la hizo frenar de golpe.
Detrás del pequeño carrito, pudo ver como su hijo empezaba a dar pequeñas pisadas, intentando caminar hasta los niños que jugaban.
— ¡Oye! — expresó Felicia, agachándose hasta su hijo — No vuelvas a hacer eso, ¿sí?
— ¡Mamá! — sonrió su bebé.
— Nada de "mamá", Walter — le dijo — Casi me metas de un in... un infarto... ¿qué dijiste? Tú... ¿qué?
— Mamá... balón... — dijo el niño, señalando la pelota con la que jugaban los niños.
La peliblanca miró a su hijo de arriba a abajo, mirando como su hijo acababa de caminar y... que le acababa de decir mamá.
Sin repetir.
Por su propia cuenta...
— ¿Desde cuándo...? ¿Caminas? Tú... ¡no puede ser! ¡Caminas! — dijo Felicia, levantándolo en sus brazos — ¡Y me llamaste... ¿cómo me llamaste?! ¡Vamos, dilo...!
Pero su hijo la miraba confundido
— Sí, sería mucho pedir que lo repitieras...
— ¡Mamá!
— ¡Lo hiciste! ¡Santo cielo!
Felicia lo abrazó fuertemente, mientras le daba besos ocasionales al pequeño, quién se sentía algo incómodo y confundido de la situación.
La peliblanca nunca se sintió lista para el gran reto que conllevaba ser madre de un hijo.
Para ella, hacer eso era algo sumamente complicado... y temía el fallar en eso.
De alguna forma... poder estar ahí en esos momentos.
En aquel momento donde su hijo caminaba o hablaba... de alguna forma... el verlo hacer eso...
Le hacía llenar de felicidad.
Y le hacía sentir que no estaba fallando del todo en esa gran tarea de ser madre.
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— No había visto que caminara — le dijo MJ — Pero es una gran noticia.
— ¡Lo sé! ¡Es algo tan...! ¡No sé cómo decirlo! — le contó Felicia — ¡Fue increíble! ¡Sonará tonto, pero lo fue!
— Hace mucho que no te escucho tan animada — dijo — Estoy feliz por ti, Felicia.
— Gracias, y... gracias por decirme que debía pasar tiempo con él...
— Cuando quieras, pero... síisabes que son las tres de la mañana, ¿verdad?
— Es que llegamos a casa hace poco...
— ¡¿Estuvieron todo el día fuera?!
— Estaban estrenando una película, así que como nunca fue al cine...
— Si sabes qué los niños tienen una hora para dormir, ¿verdad?
— Sí... vaya, eso explica por qué se quedó dormido a mitad de la película...
— Buenas noches, Felicia...
Mary Jane cortó la llamada.
La peliblanca suspiró, notando el cansancio en su cuerpo.
Volteó su cabeza y vio a su hijo, durmiendo en su cuna.
Sonrió al verlo y le dio un beso en la frente.
— Buenas noches, pequeño — dijo Felicia...
Apagando la luz.
Buenas gente!!
Espero les gustara el capítulo!
Uno más tranquilo para mostrar la relación entre Felicia y su hijo.
Gracias por leer!
Nos vemos en el siguiente capítulo!
Publicado el 07/10/21
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