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Capítulo 20

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BLACK CAT
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«No todo el mundo...»

⎯⎯ Historia de Web of Spider-Man ⎯⎯

Toc. Toc. Toc.

Alguien se encontraba tocando la puerta del escondite de la banda de Black Cat.

Este tipo no podía ser otro que Edward Lavell, en su traje de Eel, quien había decidido ir a ese lugar.

Se encontraba realmente incómodo por tener que estar ahí. No le gustaba. Jamás pensó que tendría que hacer lo que iba a hacer.

Sobretodo con Felicia Hardy.

Pero ya se había decidido y si se iba de allí, sus dos guardaespaldas lo iban a juzgar silenciosamente.

Aunque ya lo estaban haciendo.

— Si le dicen a alguien que estoy sufriendo por esto... — dijo Lavell, levantando su dedo — Juro que sentirán una gran corriente eléctrica por donde no les llega el sol.

— Me alegra tenerlo de vuelta, jefe — dijo uno de sus guardias.

— Cállate, solo... cállate...

Solo tuvo que pasar unos cuantos segundos más antes de que la puerta del escondite se abriera, mostrando a Killer Shrike.

— Hola, ¿cómo estás? — saludó Edward — Dime, ¿se encuentra tu jefa?

— Black Cat estuvo esperándolo — dijo Shrike, caminando hacia un costado — Pasa.

— Pero que amable eres, Simon — expresó Eel, sorprendiendo a Shrike — Sí, sé quien eres. Que no te sorprenda. Soy como una enciclopedia andante.

Lavell entró dentro del escondite, observando como todo el lugar estaba casi a oscuras.

En medio de la sala, había una mesa circular, la cual era alumbrada por un gran foco en el techo.

Y en esta mesa... sentados en las sillas, se encontraban los jefes.

Tombstone.

Don Fortunato.

Felicia Hardy.

— Parece que fui el último en llegar — dijo Lavell, sentándose en una silla — Pero no recuerdo haber recibido invitación.

— Sabía que vendrías, tarde o temprano — dijo Felicia, sonriéndole.

— No te creas mucho — refutó — La razón por la que vine no es por lo que crees.

— Ya veremos eso.

— Todos venimos aquí por la misma razón — habló Fortunato.

— ¿La cuál es...? — preguntó Hardy.

Pero ninguno de los tres se dignó en hablar.

Esto provocó que Felicia sonriera, casi riéndose, por lo que sucedía aquí.

— ¿Su orgullo es tan grande que no pueden decir un "gracias"? — preguntó Felicia — Pobres...

— El mío sí — habló Edward — Así que me niego a decirlo.

— Arriesgaste tu vida por la nuestra — dijo Tombstone, finalmente — En el pasado, tal vez haya tenido conflictos contigo, pero lo que hiciste hace unos días... no lo olvidaré, Hardy.

— Yo tampoco — dijo Fortunato — Jamás pensé que Hammerhead se volvería tan cabeza dura para asesinar a todas las familias. Y todo porque empezó a trabajar con Fisk.

La peliblanca giró la cabeza y miró a Lavell.

— Sí, sí, como sea... no lo hiciste mal y eso — expresó, suspirando.

— Solo hice lo que creí justo y beneficioso para nosotros, señores — dijo Felicia — Después de todo, ahora todos ustedes me deben un favor.

— Tú y yo estamos a mano — habló Lonnie — No te debo nada.

— Oh, pero te convendría, lápida — le dijo — Después de todo... ahora apunto a Wilson Fisk.

— ¿Qué?

— ¿Quieres enfrentarte a Fisk? — preguntó Fortunato.

— Esto se pone bueno... — murmuró Edward.

— Bueno, sin los Maggia en la mesa, Fisk pierde a uno de sus guardias más fuertes — dijo Felicia — Atacarlo no será tan complicado si unimos fuerzas.

— Siempre estaré a favor de atacar a Wilson Fisk — dijo Fortunato — Cuentas con mi apoyo en ese asunto.

— Esperen, ¿hablan enserio? ¿Enfrentarnos a Wilson Fisk? — cuestionó Tombstone — Nadie puede vencer a Fisk. Él y sus estúpidos ninjas asesinos nos harían pedazos.

— No si lo atacamos con las armas que menos espera — explicó Felicia — Los Maggia tienen almacenes repletos de armas por toda la ciudad. Las robamos y atacamos el escondite de Fisk.

— Los Fortunato votan a favor — exclamó el jefe de la familia.

— Wow, ¿desde cuando esto es una votación? — preguntó el hombre albino — ¿Tengo decisión de retirarme?

— Vamos, Lincoln... ¿no me digas que quieres seguir viviendo bajo la sombra de Fisk? — preguntó Felicia — ¿No quieres deshacerte de él de una buena vez?

— Bueno... sí, pero... una vez que él caiga, ¿quién será el que ocupará su lugar?

— Creo que la respuesta es obvia — dijo Hardy, revisando sus garras — Pero tranquilo... ustedes serán como mi mesa directiva.

Al escuchar esto último, Edward Lavell comenzó a reír.

Esto fastidió un poco a la peliblanca, quien lo miró fijamente, con el ceño fruncido.

— ¡Perdón, perdón! ¡Pido disculpas, su alteza...! — dijo Edward, aún riéndose — Pero estás siendo un poco... estás yendo muy rápido.

— ¿Qué quieres decir? — preguntó Felicia.

— Para enfrentarte al rey, debes también enfrentarte a su ejército.

— Ya lo hicimos — replicó — Maté a Hammerhead.

— Oh, eso crees, ¿verdad?

— ¿A qué quieres llegar, Lavell? — preguntó Tombstone.

— Vamos, Hardy... tú has trabajado para esa cara aplanada, al igual que yo — dijo Eel — Sabes muy bien que no es tan fácil de matar, ¿o sí?

— ¿Quieres decir que está vivo? — preguntó Fortunato.

— Tengo oídos en todas partes, amigos — dijo — Uno de sus secuaces lo revivió cuando iba camino a la morgue.

— ¡¿Qué?!

— Según me dijeron, ese tipo está vivo, furioso y listo para acabar con todo y con todos.

— ¿Hammerhead vive...? — cuestionó Felicia — ¡Eso es imposible! 

— Con la tecnología que poseen estos tipos, todo es posible, lindura — expresó Edward — Así que yo propongo que nos centremos en Hammerhead antes que en Wilson Fisk.

— Si ese es el caso, tendremos que cambiar de estrategia — dijo Fortunato.

— No del todo... — dijo Felicia, mientras pensaba — Aún podríamos intentar robar su tecnología. Lucharemos fuego con fuego.

— ¿Usar sus mismas armas contra ellos? — preguntó Edward — Nunca lo hubiera pensado.

— No te veo muy cooperativo, Lavell... teniendo en cuenta la paliza que te dieron los Maggia.

— Créeme cuando te digo que la próxima vez que vea a un Maggia... no voy a ser muy lindo con él.

— Si queremos vencer a los Maggia, no podemos hacerlo por separado — dijo Tombstone — Hammerhead ha demostrado que puede con nosotros.

— Mira nada más — habló Hardy — Quien diría que tu serías el que propondría eso...

— Mis hombres no pueden hacer nada contra las armas de los Maggia — dijo Fortunato — Una alianza con ustedes no nos vendría mal.

— Necesitaremos de toda la ayuda si queremos acabar con ese tipo de una buena vez — expresó Tombstone — Yo y mis hombres cooperaremos en esta batalla.

— Puedo decir lo mismo de los míos — dijo Hardy.

Entonces, los tres miraron a Edward, quien tenía los brazos cruzados.

Este lo pensó por un momento, suspirando y rendido.

— De acuerdo, de acuerdo... nosotros también ayudaremos en esta guerra — dijo Lavell, finalmente — Por Dios... ustedes sí que son estresantes...

— Mira quien habla — bromeó Tombstone.

— No hay tiempo que perder, señores — dijo Felicia, levantándose de su asiento — Hay que actuar lo más rápido posible.

— Necesitamos la localización de sus almacenes — dijo Fortunato.

— Yo puedo ocuparme de eso — dijo Eel — Me encargaré de enviarles la información lo antes posible.

— Sería muy amable de tu parte — dijo la peliblanca.

— De acuerdo... — dijo Edward, levantándose y haciendo una reverencia — Su alteza.

Edward se dio la vuelta y salió del escondite.

Tombstone y Fortunato asintieron con su cabeza y también se fueron, llevándose a sus hombres con ellos.

Y cuando finalmente se fueron de allí, Killer Shrike encendió las luces.

— Eso no estuvo nada mal, jefa — dijo este — Pronto los tendrá comiendo de su mano.

— Lo sé, Shrike. No tengo dudas de eso — respondió Felicia, dándose la vuelta — ¿Por qué no sales y te tomas el día libre?

— Puedo seguir ayudándola, si desea.

— Nah... necesito un poco de tiempo a solas.

— Entendido, jefa — dijo Shrike, dándose la vuelta y yéndose de allí.

Dejando a Felicia Hardy sola, en su escondite.

Hace mucho que no veía ese lugar vacío.

Había pasado tiempo...

Hardy caminó lentamente hasta su oficina, donde abrió la puerta y la cerró, lentamente.

Y una vez que lo hizo...

Cayó de rodillas al suelo.

Estaba sudando. Estaba cansada. Agotada.

Y preocupada...

Se sentó en el suelo y se apoyó en la puerta. Alzó sus manos y las vio.

Temblaban.

No podía calmar ese temblor. Todo su cuerpo comenzaba a temblar sin control.

Se abrazó a sí misma y cerró los ojos, intentando calmarse.

Hace más de una semana que lo había hecho.

Hace más de una semana... mató a Hammerhead.

No había podido dormir bien desde entonces.

Siempre que cerraba los ojos e intentaba dormir, las imágenes de ese momento venían a su mente.

Y empezaba a derramar lágrimas. Odiaba llorar, pero no podía evitarlo.

No podía dormir tranquila.

Estaba maldita.

Se preguntaba el por qué lo había hecho. Ella había prometido que no lo haría. Que no mataría a Hammerhead.

Pero lo había dicho. No fue ningún accidente.

Ella presionó el gatillo esa vez. Miró, en primera fila, como el rostro de Hammerhead era destruido por el arma de Sable.

No podía aguantar esa presión en su pecho.

Esa mala sensación que tenía.

Sobretodo... porque no se arrepentía de haberlo hecho.

Se sentía culpable... porque no se sentía mal de haberlo hecho.

De hecho, se había sentido bien.

Había sentido como un gran peso se le salía de encima... y eso le hacía sentir muy culpable.

Y aunque quería regresar atrás y evitar haber hecho eso... tampoco quería hacerlo.

Tenía una mezcla de sentimientos. Su alma se había dividido en dos ahora.

Por un lado, se sentía bien por haberlo asesinado. Se sentía bien estando en esta banda y liderándola, sobretodo por lo cerca que está para destronar a Kingpin.

Pero por otro lado, se sentía culpable. No quería seguir en ese lugar y quería volver a casa. Conseguir un trabajo normal y huir de todo esto, junto a su hijo...

¿Cuándo fue la última vez que pasó tiempo con él? Ya no podía recordarlo.

En lo que pensaba... era en esos dos lados.

Y en como, tarde o temprano, tendrá que elegir uno... y no podrá arrepentirse de esa decisión cuando lo haga.

— No te ves nada bien — dijo Anastasia, observándola sentada en la ventana.

— Que inoportuna eres... — dijo Felicia, limpiándose las lágrimas — ¿Qué haces aquí? Les di a todos el día libre.

— Descubrí que no puedo cazar a los animales del zoológico, así que...

— No sabía que hacía bromas.

— No era broma.

— ¿De verdad intentaste cazarlos?

— Una tipa verde me detuvo.

— Eres muy rara, ¿sabías?

Ana comenzó a caminar y colocó una lanza a un costado de Felicia.

— Vamos a entrenar — le dijo.

— ¿Hablas enserio? — preguntó Felicia, levantándose — No tengo ganas de eso ahora...

— Que pena... — dijo Anastasia — Porque yo sí, así que no pierdas el tiempo.

— Que amargada...

— ¿Quieres que retome mi cacería donde la dejé?

— Solo si quieres recibir una paliza.

Felicia tomó la lanza y comenzó a seguir a Anastasia.

***

El sonido del metal chocando entre sí se podía escuchar gracias al eco de ese almacén abandonado.

Aquel lugar, sin que lo quisieran, se había convertido en el lugar de entrenamiento que Anastasia y Felicia usaban.

Allí, todos los días, ambas mujeres iban y entrenaban lo mejor que podía, luchando entre sí.

— ¡No sabía que tus armas les pertenecían a las Dora Milaje! — dijo Felicia, saltando e intentando golpear a Anastasia — ¡Cuando se enteren que tenemos estas cosas, vendrán por nosotras!

— ¡¿Y les temes?! — preguntó Ana, pateando a la peliblanca — ¡Ya las he derrotado una vez! ¡No tendré problemas de volver a hacerlo!

— ¡Claro, sí! ¡Las derrotaste! — dijo Felicia, chocando su lanza contra Anastasia — ¡¿A cuántas tú...?! ¡Ya sabes...!

— ¡A tres de ellas! — respondió, empujándola hacia atrás — ¡Logré perderlas luego de robarles sus dos lanzas! ¡Eran débiles!

— Sí, débiles... entiendo... — dijo Felicia, empezando a correr — ¡¿Y cómo se sintió?!

— ¡¿El matarlas?!

— ¡Sí!

— ¡Como siempre se siente! — dijo Anastasia, chocando sus lanzas, bajando la de la peliblanca — Me sentí poderosa.

— Claro... sí.

— ¿Estás bien?

— Sí, ¿por qué?

— Te ves distraída...

Kravinoff se agachó y tumbó a Felicia al suelo. Ella intentó levantarse, pero Ana levantó su lanza y le apuntó directamente en el corazón.

Hardy suspiró, empujando la lanza a un costado.

— Nunca había matado a alguien antes, ¿sabes? — le dijo Felicia.

— Tenía entendido que habías matado a un tal Manfredi — dijo Ana.

— Nunca lo había hecho... directamente... — se corrigió — Todas las muerte que provoqué... esta fue diferente.

— ¿Diferente?

— Esta vez... yo fui quien apretó el gatillo... yo lo maté con mis propias manos — dijo — Y ahora... Hammerhead ha vuelto para atormentarme.

— Espera, ¿Hammerhead está vivo?

— Te perdiste la exclusiva... — le dijo, mientras se levantaba del suelo — Lo que quiero decir es... no sé... no sé como debería sentirme...

Anastasia cruzó los brazos y comenzó a pensar.

— He vivido en el mundo salvaje desde que tengo memoria, por lo que matar se volvió algo natural para mí — dijo Ana, dándose la vuelta — Pero hubo una vez que tuve que matar a un hipopótamo que se había vuelto mi amigo.

— ¿Hiciste qué?

— Tenía cinco y estaba muriendo de hambre — se excusó — Ese tipo comenzó a verse apetitoso después de los primeros tres días.

— Ya...

— No lo disfruté tanto... pero era él o yo — le dijo Ana — Así que decidí ponerme por encima de él.

— Que forma más ruda de ver la vida.

— Todo el mundo pone su vida por sobre las demás.

— No todo el mundo... — murmuró Hardy, mirando a otro lado.

— Lo que quiero decir es que... mataste a Hammerhead porque sabías que podía llegar a hacerte daño en el futuro — dijo Anastasia — Te pusiste por encima de él. Hiciste lo que creíste necesario para tu supervivencia.

— Pero yo no soy así... — le contestó — O por lo menos... no lo era.

— ¿Qué? ¿Acaso pones a los demás por sobre ti? — preguntó — ¿Lo dices enserio? Hacer eso solo provocará que mueras.

— Eso no es verdad...

— ¿Cómo había muerto el Hombre Araña? ¿Peter Parker? — cuestionó Ana — ¡Oh! ¡Verdad! Murió por todos.

— Gracias a él estamos aquí.

— Sin ofender, pero fue un tonto al hacerlo de esa forma — dijo — Si yo hubiera estado en su lugar, hubiera hecho las cosas muy distintas.

— ¡Hey!

Sin ofender, digo... él es el padre de tu hijo, ¿no?

— ¿Cómo sabes eso?

— Soy buena recopilando información de mis presas.

— Me das miedo...

— Si tu Hombre Araña hubiera tenido instinto de supervivencia, hubiera logrado sobrevivir a su enfrentamiento contra Carnage — dijo Ana — Tú tienes ese instinto de superviviencia. Es por eso que sigues con vida. 

— Sigo con vida gracias a mi suerte.

— Sí... pero no le quites créditos a tus instintos — dijo — Si hubieras recibido otro tipo de entrenamiento antes... serías una rival digna.

— Sí, claro...

— Escucha... en esta vida, todo terminaremos siendo los causantes de la muerte de personas — le dijo Ana — Tienes que aprender a sobrellevarlo sin que te afecte.

— Eso creo... — dijo Felicia — Gracias por escuchar mis quejas.

— No me agradezcas — dijo — Todo lo que me has dicho me servirá para cuando tengamos nuestra revancha.

— Oh, cierra la boca...

En ese momento, el comunicador de Felicia sonó, indicando que alguien la llamaba.

Ella contestó, dándose cuenta que se trataba de Eel.

Su majestad — se burló Edward.

— Sigue llamándome así — dijo Hardy — La verdad, me gusta como suena.

Como sea... mis hombres lograron recabar algo de información valiosa.

— ¿Tan rápido?

Trabajo rápido.

— A las mujeres no debe gustarle...

El Proyecto Olympus fue una iniciativa conjunta de Oscorp y Sable — le reveló Lavell — Tecnología de mejora biológica diseñada para convertir seres humanos en "supersoldados indestructibles".

— Otra artimaña que se inventó Osborn para poder salvar a Harry... — murmuró Felicia — No me sorprende que otro experimento suyo sea usado para el mal...

¿Qué dijiste?

— Nada, nada...

Según palabras de mis informantes... la actitud de Hammerhead parece haber cambiado — dijo — Ahora es más despiadado, loco y... según dijeron, indestructible.

— ¿Indestructible? ¿A qué te refieres?

No tengo idea... pero no suena nada bien — le respondió — El contrato de Olympus es de Sable International, parte de un acuerdo con Norman Osborn durante la crisis del Aliento del Diablo.

— Tiene sentido.

Lo último que saben es que será transportado... a Symkaria.

— De donde viene Silver Sable.

Un lugar con una sangrienta guerra civil. No quisiera estar ahí.

— Ni yo... ¿sabes dónde guardan lo demás del Proyecto Olympus?

En varias plantas de Alchemax — le respondió — Luego de la compra de Oscorp, el Proyecto Olympus fue a parar allí. Tengo sus ubicaciones exactas, además de varios almacenes donde los Maggia guardan su tecnología robada.

— Eres como un ángel caído del cielo.

Por favor, es lo menos que puedo hacer por usted, su alteza.

— Mi equipo se encarga de ir a la planta de Alchemax. Intentaremos evitar que se lleven el Proyecto Olympus — dijo Felicia — Tú, Tombstone y Fortunato irán a los almacenes a robarles la tecnología.

De eso nos encargamos.

— Bien... mañana iremos.

Cuento con ello.

Cat cortó la llamada, mientras suspiraba levemente.

Ya había descansado lo suficiente... y era el momento de trabajar.

Mañana... iba a iniciar el operativo...

Uno donde buscarían acabar con Hammerhead... 

De una vez por todas.

Hey! ¿Cómo están?

Espero que bien.

Este fue un capítulo algo más tranquilo, después de todo lo que fue los anteriores jeje.

Si les gustó, pueden darle a la estrellita.

Nos vemos hasta la próxima!

Publicado el 24/11/21

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"El Regreso de Silver"

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