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Capítulo 2

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BLACK CAT
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«¡Nada! ¡No mucho!»

⎯⎯ Historia de Web of Spider-Man ⎯⎯

Cuando abrió los ojos... lo primero que vio fue a alguien durmiendo.

Estaba sentado, y tenía su cabeza apoyado en su cama.

No le tomó mucho tiempo deducir de quién se trataba.

De hecho, lo dedujo más rápido que el dolor que recorrió su cuerpo luego de despertar.

Tenía varios cables conectados en su cuerpo y le dolía cada vez que se movía... o respiraba.

Trató de recordar que era lo que había sucedido...

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"Está en tu sangre, Hardy. Robar, saquear... puedes esconderlo, pero eso no quita lo que eres"

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Se había enfrentado al Duende Verde sola... y había perdido miserablemente.

Ya había perdido con anterioridad, pero perder de la forma en la que lo había hecho... le dolió.

Había aceptado el trato de Kingpin para poder evitar que estas cosas pasaran... y, aún así, sucedieron.

Seguía viva... y eso era lo importante.

Sobrevivió... como siempre lo hacía.

— Oye... — murmuró Felicia, mientras movía al castaño a su costado — Despierta...

El joven comenzó a abrir los ojos, confundido, hasta que terminó abriéndolos por completo.

— F-Felicia... ¡Felicia! — dijo Peter, sorprendido de verla despierta.

— Esa soy... yo... — le sonrió la peliblanca, con dificultad — H-Hola, Araña.

— ¡Despertaste! — dijo, mientras se levantaba.

Y le daba un fuerte abrazo.

Felicia soltó un quejido del dolor. Estaba adolorida... demasiado adolorida.

Al escucharlo, el castaño retrocedió rápidamente.

— ¿Qué sucedió? — preguntó Felicia — Escuché rumores... pero no creí que así fuera el otro mundo...

— Yo... el Duende Verde... — empezó a decir Peter, mientras se sentaba — Está muerto.

Felicia suspiró, nuevamente quejándose del dolor.

— ¿Todos están bien?

Pero, al hacer esa pregunta, hizo que Peter terminara agachando la cabeza.

Lo que preocupó a la peliblanca.

— ¿Qué pasó? — preguntó.

— Yo... cuando quedaste moribunda, yo... seguí al Duende Verde hasta el puente de Brooklyn... — contó el castaño — Tenía a Gwen en sus garras y yo...

— No...

— Hice todo lo que pude, pero ella... ella murió por mi culpa... yo la maté...

— Peter...

— Fue mi culpa, Felicia... lo fue...

— Oh no... — murmuró Felicia, recordando su acuerdo con ella.

La peliblanca y la rubia habían quedado en un acuerdo para borrar todos los crímenes de Black Cat, con el fin de empezar de nuevo.

— Y eso no fue todo... el Duende Verde resultó ser Norman Osborn — continuó Peter — Y Harry... él resultó estar en un tanque... en el laboratorio de su penthouse.

— ¿Qué...?

— Fue traído aquí para que lo trataran, pero... está grave... muy grave... — dijo — Pero también... parece que sigue luchando por sobrevivir...

— Gwen... — murmuró — ¿Harry despertó?

— Sí, ya lo hizo... solo debe procesar todo lo que ha pasado.

— Que mal... y yo que creí que había sufrido mucho.

Ella intentó dar humor en ese momento, intentando aliviar la situación... pero no podía.

Algo le ocurría a Peter.

— Peter, escucha, yo...

— Hay algo más... — dijo el castaño — Boté el traje...

— ¿Qué?

— Lo tiré a la basura — dijo — Ya no soy el Hombre Araña...

— Peter... pero tú...

— Yo maté a Gwen... casi mueres por mi culpa — continuó — Miles murieron por lo que hizo Otto y fue por mi culpa... ya no puedo más...

Peter intentó ocultar sus lágrimas lo mejor que podía... pero fracasaba en eso.

Felicia podía verlas perfectamente.

— Ya no puedo... no quiero seguir...

Felicia logró extender sus brazos y darle un abrazo.

Ella entendía perfectamente como se sentía. Porque ella sabía lo que era perder a alguien querido.

Y sabía... que la decisión que había tomado estaba mal.

Pero no iba a decírselo ahora.

Lo que el necesitaba era apoyo. Su apoyo.

Y quería que Peter supiera que tenía su apoyo.

Pero antes de que pudiera hablar...

Antes de que pudiera decirle algo...

Una risa se escuchó en la puerta de la habitación del hospital.

Y varios tentáculos comenzaron a atravesar a Peter Parker.

Felicia se sorprendió al ver esto.

Podía ver el cuerpo del castaño siendo elevado, mientras la sangre comenzaba a caer al suelo.

Y mientras el sujeto que lo había asesinado seguía riéndose.

Aquel sujeto... Cletus Kasady...

Carnage.

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Despertó de golpe, mientras las gotas de sudor comenzaba a desbordarse por su frente.

El sonido del llanto de su bebé se podía escuchar por toda la habitación.

Había tenido algunas pesadillas relacionadas con Carnage desde lo ocurrido hace más de dos años.

Siempre que las tenía, le afectaban demasiado y la hacía perder los nervios.

Odiaba sentirse así... tan indefensa y temblorosa.

Y aún en ese estado, se levantó de su cama y caminó hasta la cuna de su bebé.

Al ver la hora, vio que apenas eran las cuatro de la mañana.

— Tú realmente no quieres que tenga un horario saludable de sueño, ¿verdad...? — le dijo Felicia a su bebé llorón.

Este le respondió, empezando a llorar más y más fuerte.

— ¿Por qué no hacemos un trato? ¿Tú dejas de llorar y yo te compró un biberón nuevo? — preguntó Felicia, empezando a cargarlo — No es mal trato, ¿verdad? Vamos... ¿qué dices?

Pero seguía llorando.

— Lo sé, no es un trato justo... que listo eres, niño — se cuestionó Felicia, mientras salía de la habitación.

Ella empezó a mecer al pequeño Walter en sus brazos, buscando calmar sus gritos y llantos... sin éxito alguno.

Caminó por el pasillo, bajando las escaleras y terminando en la gran sala de su penthouse, donde los gritos del bebé se escuchaban aún más.

Tal vez no fue tan buena idea.

— ¿Por qué lloras tanto, gato? — preguntó Felicia — ¿Tienes hambre? ¿Es eso? Porque si lo es... tenemos un pequeño problema.

Felicia no había bombeado leche, así que no tenía nada que darle... además que la comida se le había acabado.

— ¿Habrá alguna tienda 24/7?

Walter solo le respondió llorando.

— Que llorón...

Ambos se sentaron en el sofá, mientras la peliblanca encendía el televisor, buscando alguna película que pudieran ver.

Le tomó un tiempo, hasta que finalmente encontró una.

La puso... y el llanto del bebé comenzó a disminuir.

Sus gritos y lágrimas eran cambiados por risas.

Al ver esto, Felicia suspiró aliviada... y luego sonrió.

— ¿Querías ver películas? ¿O querías que yo las viera contigo? — le preguntó Felicia, mientras se acomodaba en el sofá — Eres un buen manipulador, niño.

Aquella película infantil trataba sobre una pareja de ratones que resolvían casos y crímenes.

El pequeño parecía divertirse mucho con esa película antigua.

Felicia veía como el niño se reía de lo que sucedía en caricatura.

Últimamente, no había pasado mucho tiempo con él... de hecho, desde que volvió a ser Black Cat.

Se preguntaba... ¿estaba haciendo bien?

¿Podría ayudar a su hijo con lo que estaba haciendo?

¿Realmente lo estaba haciendo solo por él... o había algo más?

¿Se repetiría la historia?

Estas dudas llenaban su mente de preocupaciones... y de miedo.

Tenía miedo porque no tenía respuestas para sus propias preguntas.

Pero toda esa confusión se disipó al ver como su bebé la miraba fijamente.

— ¿Sabes? Solía ver películas, con tu padre, en este mismo sofá — le contó Felicia — Él solía quedarse dormido, pero... yo aprovechaba y me acomodaba en sus brazos.

Levantó su vista, mirando la pantalla de la televisión.

— Supongo que me gustaba sentir su calor o... algo así, no lo sé — dijo — Se sentía bien... cálido... igual que tú.

El pequeño se acomodó y abrazó el cuerpo de la peliblanca, mientras cerraba los ojos.

— A veces creo que te pareces más a mí, que a él... aunque, no sé si eso es bueno o malo... — le dijo — No sé por qué te digo esto... ni siquiera sabes hablar...

Entonces, Felicia cerró los ojos... mientras, poco a poco, iba perdiendo la consciencia.

Hasta quedarse dormida.

Fue cuando esto pasó, que su bebé abrió los ojos y miró a su madre fijamente.

Abriendo la boca...

Y diciendo algunas palabras.

***

El atardecer de la ciudad daba paso a otra noche en la gran manzana.

Por ende... otro golpe que realizar.

Pero, en esta ocasión, este atraco no iba a ser uno grande.

Era el robo a una simple joyería. Algo que Felicia Hardy podía hacer por su cuenta.

Pero...

— "Oxidada", sí claro... — murmuraba la gata, mientras lanzaba una bomba de humo.

Aquel humo mostró los láser que activaban las alarmas del lugar.

¿Dijo algo, jefa? — preguntó Bruno, por un comunicador.

— Solo conmigo misma — le respondió — ¿Terminaste de anular el sistema de seguridad, Boris?

Casi lo tengo... ¡listo! — dijo — ¡Con esto serían cinco joyerías esta noche!

— Y serán muchas más, viejo amigo...

Los láseres se desactivaron, al igual que las cámaras de seguridad, las cuales entraron en bucle.

Lo habían logrado.

Felicia Hardy descendió y miró cada una de las vitrinas del lugar.

Joyas y gemas en distinto orden y tamaño. Todas y cada una de estas para su ella.

Con sus garras, comenzó a hacer agujeros en el vidrio de los estantes, sacando cada joya que sus ojos veían.

Hay una caja fuerte en lo más profundo de ese lugar — dijo Korpse — Y veo un gran mecanismo de seguridad... ¡Deben tener algo grande!

— Por ahora... — sonrió Felicia, dirigiéndose la caja fuerte.

Cruzó un largo pasillo hasta que, finalmente, divisó la caja.

Una reja blindada le impedía el paso hacia su gran premio. Pero, era una reja que podía ser fácilmente pirateable.

— Prepárate, Boris — dijo la gata, insertando un usb en el mecanismo de la puerta — No queremos que el sistema de seguridad detecte nuestra intromisión.

Lo sé, lo sé... — dijo el doctor — Me tomará unos segundos más...

Creí que desarrollarías algo más eficiente — dijo Bruno — Sigues con el mismo programa de hace años.

Claro, porque desaparecer por cinco años... ¡me ayuda a mejorar mis programas!

Solo digo...

Felicia escuchaba la conversación de su comunicador, mientras sonreía.

De pronto, algo en su cinturón comenzó a vibrar.

Su celular.

Ella lo sacó y vio quién era la que le llamaba...

Mary Jane.

Pensó en ignorar la llamada de su amiga, pero algo cruzó por su mente.

Su hijo estaba siendo cuidado por ella. Y MJ nunca la llamaba mientras "trabajaba".

Así que, sí la llamaba era porque... algo había pasado.

Un cosquilleo recorrió por todo su cuerpo, mientras su mano temblaba de miedo.

¿Acaso Kingpin había descubierto dónde vivía?

— E-Esperen un momento... — dijo Felicia.

¡¿Qué?! ¡No! ¡Ya casi acabo! ¡Debes...! — pero el Dr. Korpse no pudo seguir hablando...

Debido a que Felicia cortó la comunicación.

La peliblanca tomó aire y contestó la llamada.

— ¿Hola? — dijo la gata — ¿MJ? ¿Todo está bien? ¿Algo ocurre? ¿Qué sucede?

¡Nada! ¡No mucho! — dijo Mary Jane. Sonaba contenta — ¡Quería decirte que Walter comenzó a hablar!

Al escuchar que todo está bien, Felicia se apoyó en la pared, cayendo al suelo.

Por un momento, creyó que se iba a desmayar por la tensión.

Así estuvo por unos segundos... hasta que terminó de analizar lo último que dijo su amiga.

— Espera... ¿a qué te refieres con que empezó a hablar? — preguntó la peliblanca.

¡Sí! Al principio creí que eran simples balbuceos, pero después vi que empezó a repetir las palabras de la televisión — le dijo la pelirroja — ¡Incluso dijo "mamá"! ¡¿Sabías eso?!

— Y-Yo no... no lo sabía... — dijo — ¿Lo dices enserio?

Sí, acaba rápido con lo que estás haciendo para que lo veas.

— S-Sí, claro — dijo Felicia, colgando la llamada.

Suspiró... y soltó una leve sonrisa.

Era extraño para ella que una pequeña emoción brotará de sus adentros por algo tan tonto como que su hijo dijera unas palabras.

Pero así le estaba pasando.

Lastimosamente, esta emoción desapareció rápidamente cuando un sonido estridente y repetitivo se escuchó por todo el lugar.

Junto a varias luces rojas que se encendía y apagaban sin parar.

— ¡¿Qué demonios?! — expresó Felicia, mientras volvía a conectar su comunicador — ¡Boris! ¡Boris, ¿qué diablos pasó?!

¡Es lo que yo quiero preguntarte, Hardy! — se quejó el doctor — ¡Tienes que quitar el USB cuando termino el hackeo! ¡¿No recuerdas?!

— ¡¿Qué?! ¡¿Es enserio?!

¡Jefa, salga de ahí! — dijo Bruno — ¡La policía no tardará en llegar!

Black Cat dio varios pasos, lista para irse, pero... la reja había sido abierta.

Lo dudo por un momento... y decidió correr hasta la caja fuerte.

¡¿Qué haces?! — preguntó Boris.

— ¡Intento obtener la mayor ganancia posible! — le dijo la peliblanca — ¡Bruno, ¿la situación?!

Escucho las sirenas de la policía — dijo — No tardarán en llegar.

¡Sal de ahí! — gritó Korpse.

— Ya casi... ¡Listo! — dijo Cat, abriendo la bóveda — ¿Qué tenemos aquí...?

Lo que había dentro... era una especie de collar, con una gema brillante colgando de este.

Felicia no lo pensó mucho y lo agarró, guardándolo en la bolsa que tenía.

¡Llegaron! — dijo Bruno.

La gata corrió por el pasadizo y saltó hacia la rejilla de ventilación que había dejado abierta.

Justo a tiempo, debido a que la policía entró de golpe a la joyería, apuntando sus armas hacia todos lados.

— Escuchen, deben de irse... — susurro la peliblanca, mientras se arrastraba por los conductos.

¡¿Qué?! — dijo Boris.

Jefa, no la dejaremos — dijo Bruno.

— Que tiernos... — dijo Felicia — Pero no lo digo por la policía... sino, por el Hombre Araña.

¡Yo mismo podría acabar con ese idiota! — dijo el doctor.

— Sí el quisiera, podría acabar con todos nosotros — dijo — Háganme caso, a menos que quieran terminar en prisión.

Sus dos compañeros lo pensaron por un momento...

Y terminaron aceptando.

Black Cat continuo arrastrándose por los conductos, girando y siguiendo por donde ella entró.

Entonces, cuando finalmente llegó a la azotea... escuchó los sonidos de la telaraña.

Felicia corrió y saltó hasta unas escaleras de emergencia al costado del edificio.

Allí, ocultándose entre las sombras, pudo ver como aquel héroe aterrizaba en la azotea.

Miles comenzó a caminar hasta una esquina del edificio, observando todo a su alrededor.

Ella se le quedó mirando, sin mover ni un solo músculo.

— Nada... creo que escapó... — dijo el moreno, rascándose la cabeza — Hablaré con los oficiales... sí, lo sé... guárdame algo...

El joven bajó la cabeza, observando el callejón que había al costado, sin ver nada que le llame la atención.

Suspiró... y fue hacia donde estaban los policías.

Felicia tomó aire y también suspiró.

Disparó su gancho y comenzó a retirarse de allí, victoriosa por su atraco.

***

— Te digo que sí estaba hablando — le dijo Mary Jane.

La peliblanca comenzó a tapar a su hijo en su cuna, tratando de no hacer ningún movimiento brusco que lo despierte.

Cuando llegó al penthouse, vio como su hijo se encontraba jugando con la pelirroja, riendo sin parar.

Ella intentó hacer que volviera a hablar, pero por alguna razón, no lo hizo.

Walter no quiso hablar cuando Felicia estaba presente.

— Te creo, de verdad — le dijo la peliblanca — Debe estar cansado... o algo así.

— Sí, debe ser eso... debiste de haberlo visto — dijo — Casi forma una oración completa.

— ¿De verdad...?

— Sí, pero más repetía la palabra "mamá"... supongo que es normal.

— ¿Repetía esa palabra?

— Así es.

— ¿Y te lo... decía a ti?

Al escuchar eso, MJ se quedó callada por un momento.

— Felicia, no pienses eso... — le dijo.

— No, solo creo que... sí pasa más tiempo contigo, es normal que él...

— Oye, tú eres su madre — dijo la pelirroja, acercándose a ella — Sí... estás ocupada, pero estoy segura que Walter sabe que tú eres su mamá...

La peliblanca la miró por un momento... y asintió con la cabeza.

Mary Jane se despidió, saliendo de la habitación, buscando irse del penthouse.

Felicia caminó y volvió a ver a su bebé durmiendo.

Recordaba como su padre siempre estaba de "viaje" y apenas tenía tiempo para estar con ella.

Y las pocas veces en las que podían estar juntos... siempre se veía interrumpido por un oficial o porque tenían que huir.

Odiaba a su padre por eso... y no quería que eso se repitiera aquí.

No quería cometer ese error.

Su celular sonó, mostrando que eran sus compañeros de equipo.

— Chicos — contestó la peliblanca.

¡Jefa, ¿está bien?! — preguntó Bruno, preocupado.

¡Idiota! ¡Pregunta lo más importante! — dijo Boris — ¡¿Tienes lo que había en la caja fuerte?!

— Gracias por tu preocupación, Korpse... — dijo la peliblanca.

¡De nada!

— Sí, era un collar... les pasaré una foto... ¡listo!

Veamos, según esto... ¡ah!

— ¿Cuánto vale?

Apenas cinco mil dólares...

— ¡¿Qué?! — gritó Felicia, sorprendida.

Casi es atrapada por solo... cinco mil dólares.

No era muy alentador.

Aunque, ¿por qué algo con tan poco valor estaba así de resguardado?

Lastimosamente, no pudo seguir cuestionándose más cosas.

Su grito provocó el llanto del bebé que tenía a sus espaldas.

Bueno, las demás joyas harán que todo esto haya... valido la pena... — decía Korpse — ¿Eso es un bebé?

— No... — dijo Felicia, intentando calmar a su hijo con un peluche.

Yo escucho a un bebé — dijo Bruno.

— Oh, deben referirse a... ¿al bebé del vecino? — dijo — ¡Sí! Tengo un vecino que tiene un bebé... y siempre está llorando.

Yo lo escucho como sí estuviera a tu costado.

¿Qué? ¿Eres niñera? — rió Boris.

— No les pago para que me den su opinión — les dijo — Boris, mañana te daré las joyas para que las vendas.

Lo que digas, jefa — dijo el doctor.

Felicia cortó la llamada, mientras suspiraba.

Su hijo seguía llorando y ella tenía que volverlo a dormir.

— ¿Si le pido a Boris un somnífero para ti...? — se cuestionó la gata, levantando al bebé — No, jamás haría eso...

Tomó a su hijo entre sus brazos y comenzó a mecerlo.

Poco a poco, su llanto comenzó a disminuir, quedándose dormido entre sus brazos.

La peliblanca, aún con su hijo, miró el collar que había robado.

Sí no tenía tanto valor, podía ella quedárselo. Y no le quedaba nada mal...

Aunque... lo que no sabía...

Era que ella no era la única que le había puesto un ojo encima.

Alguien, afuera de su ventana, también observaba fijamente el collar que había robado.

Esta persona se retiró... con aires de victoria.

Debido a que su gran plan... se estaba poniendo en marcha.

Hola!

Espero que les haya gustado este capítulo!!!

Algo que no dije en el capítulo anterior es que volvimos a los capítulo de 3000 palabras, aproximadamente.

Si les gustó el capítulo, pueden darle a la estrellita, compartirlo y eso jajaja.

Ya nos veremos en el siguiente cap! Esta historia está llena de sorpresas, chicos ;).

Publicado el 04/10/21

***

— ¿A quién le pertenecía esta joyería? — le preguntó Miles a unos oficiales.

— ¿Estás haciendo algún tipo de investigación? — le preguntó uno de ellos.

— A-Ah... claro, sí... por supuesto — respondió — Estoy investigando exhaustivamente todos estos... extraños robos, sí.

No estaba investigando exhaustivamente.

Lo único que Miles podía hacer en ese momento, era llegar rápidamente a cualquier robo que se estuviera haciendo... y sí veía a Felicia, seguirla a su escondite.

Cosa que no hacía para nada bien.

Pero dijo eso para hacerse el interesante.

— Según los registros... estos datos le pertenecía a Manfredi... oh...

— ¿Qué? ¿Qué pasa? — preguntó Morales.

— Este lugar le pertenece a los Maggia — respondió el oficial — Específicamente, a Hammerhead.

— ¡¿Qué?!

— Sí, esos tipos están tomando mucho territorio... — dijo — Si la capitana Watanabe estuviera aquí...

— Sí, lo entiendo...

Miles disparó sus redes y se fue de allí.

Últimamente, había escuchado cómo los Maggia habían aumentado su fuerza de una forma misteriosa.

El joven de Brooklyn pensó en investigar algo de eso, pero... tenía un problema.

Sus exámenes finales.

Si su madre se enteraba que había desaprobado por sus patrullajes... lo mataría.

Solo esperaba que todo esté tema no empeorara mucho...

Y que no ocurriera una guerra de territorios.

Es lo que menos necesita Nueva York ahora....

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