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Capítulo 10

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BLACK CAT
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«Podré salir de esta...»

⎯⎯ Historia de Web of Spider-Man ⎯⎯

Cuando inicias un proyecto no siempre esperas que los resultados lleguen de la noche a la mañana.

Siempre toma tiempo.

Tal vez algunos meses, o incluso años.

Es lo normal...

Pero la vida de Felicia Hardy no era para nada normal.

Apenas había pasado un día desde que decidió aceptar la propuesta del Merodeador... y ya tenía penthouse nuevo.

No era tan grande como el anterior, pero eso no significaba que fuera pequeño.

Además de que ya estaba amueblado.

— ¿Cómo...? — preguntó Felicia, dejando una caja encima de una mesa.

— Te dije que tendrías ventajas sí aceptabas — dijo Aaron — Bueno, esta es una de las ventajas.

— ¿Tú vives aquí?

— No, pero este es un penthouse que compré hace mucho tiempo — dijo — Un lugar seguro. Nadie sabrá que vives aquí.

— Bueno, eso es... es una ventaja, supongo...

— Tienes dos baños, tres habitaciones, una sala-comedor, cocina y una terraza — aclaró — ¿Es suficiente?

— Diría que más...

Su hijo, quien se encontraba en el pequeño coche sentado, empezó a mirar a todo el lugar, emocionado por los curiosos colores azules de las paredes.

Parecía emocionado por todo ese lugar.

Felicia se agachó y empezó a desabrochar el cinturón que sostenía a su hijo, para poder sacarlo del coche.

El Merodeador fijó su vista en la caja que la gata había traído a ese lugar.

— ¿Qué hay dentro? — preguntó.

— ¿Disculpa? — dijo Felicia, levantándose con su hijo en brazos.

Aaron señaló a la caja.

— No hay nada interesante dentro — dijo la peliblanca.

— Tardaste mucho buscando lo que sea que tenías guardado en tu viejo penthouse — dijo el Merodeador — Dime que es.

— Perdona, pero no creo que hayamos llegado a ese nivel de confianza... — expresó — Además, voy a ser tu "jefa" por un tiempo. Así que te ordeno que pongamos límites a nuestra relación.

Parecía que la propuesta había fastidiado al villano en cierto punto... pero solo pudo suspirar y asintir.

— Vendré por ti a las ocho — dijo el Merodeador, dándose la vuelta — Iremos donde están los demás para que te presentes.

— Me parece bien... 

El villano asintió y saltó por la terraza, yéndose de allí.

Felicia Hardy suspiró, agotada. Dejó a su hijo encima de un sofá y se sentó a su costado.

Todo ocurrió tan rápido... ¿cuándo será la próxima vez que tenga un día tranquilo?

Bueno, seguramente no sería pronto.

Ahora debía liderar a un grupo de criminales en busca de la caída de Hammerhead...

— Quiero retractarme... — murmuró la peliblanca, tirándose en el sofá.

Si ella era cien por ciento honesta... no quería hacer esto.

¿Liderar? No era lo suyo.

Lo suyo era más trabajar sola... o en equipo. Sin dar órdenes o algo por el estilo.

Todavía no le había dicho ni a Bruno, ni a Boris, sobre esta decisión.

Aunque si era honesta consigo misma, Boris seguro estaría emocionado... y Bruno aceptaría porque él siempre acepta todo lo que ella diga.

Ese tipo necesita personalidad...

Su vista se fijó en la caja que había dejado encima de la mesa.

Se levantó y comenzó a acercarse hasta esa caja.

Posó sus manos sobre la tapa de esta...

Y la abrió.

Revelando lo que había dentro.

El traje destruido de Peter Parker.

Aquel traje que ella, y sus amigos, le hicieron para él.

Había pasado mucho desde aquello y seguía guardándolo. Ni siquiera lo había arreglado.

Debería tirarlo... o quemarlo.

Pero no podía hacer eso.

"Prometo que volveré para que me golpees por llamarte así"

— Idiota... — murmuró la peliblanca, recordando aquello que le había dicho Peter cuando la salvó de Venom.

¿Por qué le gustaba lastimarse a sí misma recordando estas cosas?

Debajo del traje habían aún más cosas.

Entre las cosas que vio, sacó aquel collar que había robado en aquella joyería.

Observó fijamente el color verde de la gema, notando algo que no había visto antes.

Dentro de la gema, parecía haber algo que daba alusión a la cabeza de un tigre.

— Black Tiger no suena tan mal... — suspiró Felicia, dejando el collar hacia un lado — Pero no es mi estilo.

También habían disparadores, cartuchos... y algunas fotos que sobrevivieron al incendio.

Como aquella foto que tenía.

Era una foto donde estaban todos los amigos que habían hecho.

Desde Miles Morales, hasta Anna Maria se encontraba en esa foto.

Ni siquiera recordaba cuando fue que la tomaron.

También había otra foto que se tomaron cuando ella estaba internada en el hospital. Había una donde estaban posando en Venecia, antes de que Peter fuera a comprarle ese regalo a MJ.

Una donde estaban celebrando navidad en casa de Miles y otra donde estaban casi todos... en una cafetería.

Esa última foto se tomaron antes de que Carnage apareciera y acabara con todos.

Fue la última vez que estuvieron todos sus amigos juntos... antes de que se fuera todo al diablo.

— Maldita sea... — dijo Felicia, apoyándose en la mesa — Esto apesta...

Ella no tenía idea del porque seguía guardando cosas de una vida pasada... pero seguía haciéndolo.

¿Tal vez como forma de tortura? ¿Cómo forma de ver que lo que estaba haciendo era algo estúpido?

Seguramente... pero no podía dar un paso atrás.

No ahora.

Tenía trabajo que hacer.

Y con trabajo se refería a tratar con el niño de ya más de dos años que parecía tener hambre.

— Te dí de comer antes de venir — se quejó la peliblanca — ¿Cómo vuelves a tener hambre?

Su hijo solo sonrió y empezó a reírse.

— Eres cruel, ¿lo sabes?

— ¡Sí! — le respondió su hijo.

— ¿Me prometes que cuando crezcas no serás tan duro conmigo?

— ¡No!

Felicia suspiró, acabada.

***

La peliblanca se encontraba caminando por los pasillos del hospital, junto a un ramo de flores y un maletín.

Así estuvo por varios minutos, viendo a personas lastimadas y heridas en extrañas circunstancias.

Ella no tenía idea qué fue lo que sucedió...

Siguió caminando hasta llegar a la puerta de una habitación.

Esperándola en la entrada se encontraba Boris, quien tenía una botella de vino.

— ¿Lista? — preguntó este.

— Solo si tú lo estás — respondió Felicia.

— B-Bueno, sí lo estoy...

— Eso es mentira.

— Si comienza a caérsele la piel, me largo.

— ¿Me dejarás sola?

— Confío en que podrás lidiar con eso.

— ¡Cobarde!

Boris agarró la perilla de la puerta, empezando a respirar agitadamente.

Ambos habían estado preocupados por Bruno y no habían podido verlo hasta ahora.

Ya era el momento de hacerlo.

Abrieron la puerta... preparados para lo peor.

Pero lo que vieron fue algo... que no esperaban.

— Quinientos treinta y cinco, quinientos treinta y seis... — decía Bruno, mientras empezaba a hacer flexiones en el suelo.

A Boris casi se le cae la botella al suelo del impacto de verlo haciendo flexiones.

— Hola — saludó Bruno, al verlos en la entrada.

— H-Hola... — dijo Korpse.

— ¿Qué estás haciendo...? — preguntó Felicia.

— Flexiones — contestó — No podía quedarme en cama por más tiempo. Me aburría.

— Oh, ya veo...

— ¿Debemos llamar a una enfermera? — preguntó Boris.

— ¿Crees que alguna podrá devolverlo a la cama?

— No...

— Bien, ah... — decía la peliblanca — Bruno, ¿puedes dejar eso y... volver a la cama?

— Claro, jefa — dijo Bruno.

Este se levantó del suelo. Agarró una toalla y comenzó a secarse el sudor de la cara, mientras se sentaba en la cama.

Sus dos compañeros lo miraban incrédulos de la actitud de Bruno ante las heridas. 

Sentían que se habían preocupado por gusto.

— No sé tú, pero yo sí voy a tomarme este vino — dijo Boris, entrando en la habitación.

— ¿Cómo entraste aquí con eso? — preguntó Felicia, siguiéndolo.

— Un ladrón jamás revela sus secretos.

— Esos son los magos... bueno, también funciona.

Ambos tomaron una silla y se sentaron enfrente de Bruno, quien tomaba una botella de agua.

Hacer ese ejercicio lo había cansado.

Y con razón...

— ¿Cómo te encuentras? — preguntó la gata.

Bruno miró sus brazos, pensando en la respuesta.

— Solo me duele cuando los muevo o respiro — dijo Bruno.

— ¡¿Y estabas haciendo flexiones?! — dijo Boris — ¡¿Te dañaste el cerebro o qué?!

— ¿Cómo están? — preguntó Bruno, ignorando el comentario de Boris — Me refiero a tu hijo y a tu amiga.

— Ah... ellos están... están bien — dijo Felicia — Los salvaste... gracias por eso.

— Es mi trabajo.

— No lo es... por eso te agradezco.

— H-Hablando de eso... creo que nos debes algunas explicaciones, Hardy — dijo Boris — ¿Un hijo? ¿Desde cuándo? ¿Por qué?

— Eso también me tomó por sorpresa, jefa — dijo el otro — Sin ofender, pero usted es muy joven para tener un hijo.

— B-Bueno, sobre eso... — trataba de decir Felicia.

— Déjame adivinar... lo arruinaste, ¿cierto? — suspiró Boris, decepcionado — Fuiste a la escuela, ¿no te enseñaron a tener cuidado? ¿Qué era? ¿Escuela pública?

— T-Tal vez... ¡Esperen! No pienso hablarles sobre mi vida sexual a ninguno de ustedes.

— Tampoco es que estemos interesados... — dijo Korpse — ¿Y quién es el padre?

— Creí que eso no se le preguntaba a una mujer...

El científico la miró incrédulo de la respuesta de la peliblanca.

Felicia solo miró hacia un lado y suspiró.

De alguna forma... sabía que ellos iban a hacerle ese interrogatorio.

— C-Cambiando de tema...

— ¡Oye! — se quejó Boris.

— Tengo su parte...

Abrió el maletín que tenía y mostró todos los bajos de billetes que el Merodeador le había entregado.

Bruno y Boris se sorprendieron, con un extra de parte del científico.

Por un instante, la peliblanca creyó que iba a comenzar a saltar de felicidad por toda la habitación.

Era todo un avaricioso.

— ¡Es increíble! ¡De verdad! ¡No puedo creerlo! — dijo Boris, empezando a contar los billetes — ¡Por un momento creí que no nos iban a pagar!

— Si el Merodeador no nos pagaba, entonces yo misma me aseguraré de molerlo a golpes — dijo Felicia, chocando sus puños.

— ¿El Merodeador? — preguntó Bruno.

— Sí, otra vez fue él quien nos ofreció este trabajo...

— ¡Pues espero que le hayas agradecido por mi parte! — dijo Korpse, empezando a oler los billetes — Muy bien... cada uno sabe que hacer con el dinero.

— ¿Ya lo pensaste? 

— ¡Claro! ¡Voy a irme a Corea! — dijo — ¡Escuché que hay un grupo criminal que necesita ayuda por ahí contra unos agentes extraños de por allá!

— ¿L.Los ayudarás? — preguntó Bruno.

— ¡Nah! Voy a hacer una fortuna y luego escaparé de allí — respondió — Podrías acompañarme, sí quieres.

— No veo porque no.

Felicia se quedó callada al escuchar los planes de sus compañeros.

Lo que decían le tomó por sorpresa.

— E-Esperen... ¿se van de Nueva York? — preguntó Felicia — ¿Por qué?

— Bueno, ya no tenemos una razón para quedarnos — dijo Boris, algo confundido — Quiero decir, bueno...

— ¿Usted no se iba a jubilar, jefa? — preguntó Bruno.

— Sí, exacto.

— No digan "jubilar"... me hacen sentir vieja... — dijo Felicia, sarcásticamente.

— Pero es la verdad — continuó Boris — Digo, usarás tu parte para eso, ¿no?

La gata comenzó a rascarse la cabeza.

Ahora tocaba explicarle a sus compañeros todo lo que aconteció en el día de ayer.

Ella empezó recordando la primera vez que llegó el Merodeador a su escondite y como le propuso el liderar a todo un grupo de criminales para apoderarse.

También recordó el cómo se había negado la primera vez. Contó sobre sus sentimientos de querer venganza contra Hammerhead y como el Merodeador le daba la opción de poder vengarse uniéndose a él.

Diciendo que ella terminó aceptando si era algo temporal...

Le tomó unos minutos el terminar de decirles esto, mientras los rostros confundidos de sus compañeros... la confundían.

— ¿Qué pasa? — preguntó Felicia — ¿Por qué las caras?

— P-Por nada, solo... ah... — decía Boris — Dijiste que te querías retirar.

— S-Sí, y aún pienso hacerlo — dijo la peliblanca — Solo voy a tardar... un poco más.

— Claro... ¿vas a posponer tu retiro?

— Claro.

Korpse volteó y miró a Bruno, quien tenía la misma expresión que este tenía.

— ¿Qué sucede? — volvió a preguntar Felicia — Doc, creí que tú serías el más emocionado.

— Sí, bueno... escucha, Hardy... — dijo — En otras circunstancias estaría abriendo el vino y empezaría a celebrar con ustedes dos.

— ¿Qué? 

— Y no es que esté preocupado por ti. Para nada... — continuó — Pero... tienes un hijo.

— ¿Y eso qué? — preguntó — Si seré la líder de esos idiotas, entonces no tendré que meterme en muchos problemas, ¿verdad? Ellos serán mis lacayos.

— Sí... no... así no funciona esto, Hardy — dijo Boris — Sería así si fueras como el Kingpin o la líder de alguna mafia... como los Maggia.

— No te entiendo.

— Escucha, tú eres joven... así que aún no conoces muy bien como funciona el mundo criminal... el verdadero mundo criminal.

— Claro que sé como funciona — interrumpió Felicia — He trabajado para los Maggia y conocí muy bien como trabajaba Fisk.

— Exacto... los más grandes — dijo — No tienes idea de como funciona las bandas que recién empiezan.

— ¿Qué?

— Cuando una banda empieza, los "lacayos" esperan que su líder siempre esté apoyándolos — explicó — Al liderar una banda tienes que ganarte la confianza y el respeto de todos ellos.

— Pero voy a abandonarlos después...

— Si un líder no gana eso de su banda... entonces, esa banda no llegará lejos — dijo Boris — Tendrás que estar en la línea de fuego para lograrlo.

— ¿Lo dices enserio?

— Muy enserio...

— Diablos... bueno, creo que eso no será un gran problema.

— ¿Ah?

— Digo, me he enfrentado a cosas peores que un grupo de mafiosos amargados.

— ¡¿Lo dices enserio?!

— ¡No me grites!

— Hardy, tienes un hijo.

— Lo sé, lo sé... pero he estado haciendo esto por mucho tiempo y he logrado sobrevivir.

— Esto no es un juego. Podrías terminar en la cárcel... o en la tumba.

— No tienes que preocuparte — dijo Felicia — Créeme cuando te digo que mi suerte siempre me ha permitido sobrevivir a cualquier cosa.

— Llegará un punto en que tu suerte se te acabará, Hardy — dijo Boris — No quiero que, en diez años, un niño venga hacia mí y me diga que lo ayude a sacar a su madre de la cárcel.

Felicia se quedó callada al escuchar eso último que Boris le había dicho.

Esa situación... sobre un niño que le pedía ayuda... era exactamente la situación que ella vivió hace mucho tiempo.

Antes de volverse Black Cat, ella se reunió con uno de los viejos conocidos de Walter Hardy: Boris Korpse.

Cuando lo hizo, le costó un tiempo convencerlo para que la ayudara a sacarlo de prisión, pero finalmente lo logró. Ambos formaron un equipo y, gracias a la inesperada ayuda de Bruno, lograron sacar a Walter de Ryker.

En cierta forma, ella estaba en deuda con Boris... y también, en cierta forma, sabía que lo que le decía era cierto.

Pero... ella no estaba enferma como su padre.

Felicia sentía que ella podría hacerlo. 

— Por favor, Boris... confía en mí — dijo la peliblanca — Podré salir de esta... en serio, lo lograré. Una vez termine todo, dejaré el traje para siempre. Viviré una vida normal y aburrida.

Boris pareció pensarlo por un instante... 

Era obvio que tenía muchas dudas sobre este plan que Felicia Hardy estaba teniendo.

Suspiró, derrotado. En todo el tiempo que él conocía a Hardy... sabía que ella no era alguien que se daba por vencida con lo que se propone.

— Bien, bien... pero, si ese es el caso, me quedaré aquí para vigilarte — dijo Boris — Alguien tiene que mantenerte a raya y evitar que se te suba a la cabeza tu nuevo puesto.

— ¿Hablas enserio? — preguntó Felicia — No es necesario que hagas eso...

— Ya déjame tranquilo con mi epifanía, ¿quieres? — se quejó — Por una vez que decido ayudarte voluntariamente...

— En tal caso, también cuenta conmigo, jefa — dijo Bruno — Estoy seguro que va a necesitar mis habilidades.

— Siempre puedo contar con tu ayuda, Bruno — dijo Felicia — Pero no lo harás hasta que te hayas recuperado por completo.

— De acuerdo, jefa.

— Y nada de flexiones si no lo indica el doctor.

— Sí... jefa...

— Bueno, ¿y ahora qué tienes que hacer? — preguntó Boris — ¿Ya conociste a la banda o qué?

— Esta noche lo haré — respondió — ¿Me acompañas, doc?

— Ahí estaré... — entonces, abrió la botella de vino y comenzó a servirse en un vaso — ¡Ahora hay que celebrar la pronta recuperación de Bruno!

— ¿Cómo entraste con eso? — preguntó Bruno.

Felicia rió nerviosamente al ver como Boris comenzaba a beber enfrente de Bruno.

Lo único que buscaba con este gran cambio en su forma de trabajar... era acabar con Hammerhead.

Técnicamente, le estaría haciendo un trabajo a los superhéroes, ya que acabaría con el gran dolor de cabeza de la ciudad.

Sí... solo lo hacía por eso...

Solo por eso...

Porque no tenía nada que demostrar a nadie...

Nada...

¿O sí?

***

Felicia Hardy había vuelto al penthouse donde ahora viviría... pero no estaba sola.

A su costado le acompañaba Boris, quien miraba todo el lugar impresionado.

— Siempre me dio gracia que te gustara vivir en lugares lujosos — dijo — No ayuda a mantener el perfil bajo.

— Antes era una simple adolescente — dijo Felicia, colocándose su antifaz — ¿Quién sospecharía de mí?

— Eras una adolescente que vivía... sola... — dijo Boris, volteando y viendo una cuna — Ah...

Este se acercó a la cuna y miró de reojo lo que había dentro de esta.

Se encontró con una mini persona de cabello plateado que dormía cómodamente dentro de su pequeña prisión.

Korpse se le quedó viendo, curioso por el parecido que tenía con Felicia Hardy. En cierta forma, impedía adivinar quién era el padre.

Él no era de tener un instinto paterno, pero el no saber el nombre del sujeto le daba cierta molestia...

¿Podría ser el Hombre Araña? No, eso sería asqueroso.

Además, el bebé no parecía tener más de dos ojos... o más de dos brazos.

De pronto, y sin previo aviso, el bebé abrió los ojos de golpe.

Este hizo que Boris contuviera la respiración, mientras ambos se miraban fijamente.

El niño comenzó a llorar.

— ¿Qué hiciste? — preguntó Felicia, acercándose con su traje de Black Cat puesto.

— ¡¿Y-Yo?! ¡N-Nada! ¡Solo empezó a llorar de la nada! — se excusó Boris.

— Lo asustaste con tu fea cara — se quejó Felicia, empezando a arrullarlo.

— ¡Mi cara no es tan fea! — se quejó — Tal vez tu hijo es un llorón... ¿quizás como su padre?

— No te diré de quién es el padre, doc.

— ¿Ni siquiera una pista?

— No.

— Ya, bueno...

Fue cuando Felicia logró volver a dormir a su hijo que una persona aterrizó en la terraza del penthouse.

Black Cat volteó ligeramente, mientras Boris daba un salto por el susto.

El Merodeador había llegado y traía una bolsa negra consigo.

— ¿Estamos listos? — preguntó Felicia.

— ¿Qué hace él aquí? — preguntó el villano.

— Va a acompañarnos.

— ¿Qué? ¿Por qué?

— Porque sabe mucho de estas cosas y... porque es mi amigo.

Aaron Davis volteó y miró a Boris, quien lo saludaba nerviosamente.

El villano parecía fastidiado por la decisión que tomó Cat... pero solo podía aceptar lo que ella le decía.

— Cámbiate rápido — dijo el Merodeador, tirando la bolsa al suelo.

— ¿Qué tiene de malo mi ropa? — preguntó la peliblanca.

— Das pena ajena con eso puesto — dijo — Te verás mejor con lo que te traje.

— ¿Hablas enserio?

— Date prisa...

Felicia suspiró, fastidiada.

Pero no tenía nada de malo aceptar la ropa que prácticamente le estaban regalando.

Abrió la bolsa y vio un traje completamente diferente al que estaba acostumbrada a usar

Los colores blancos y negros se mantenían... pero el diseño completo del traje era diferente.

— Por un momento creí que me entregarías un porquería de traje... — sonrió Felicia — Pero este no está nada mal...

— No demores — dijo el Merodeador, caminando hasta la terraza.

Boris, nerviosamente, también fue a la terraza, mientras Felicia Hardy caminaba hasta una habitación y se ponía ese nuevo traje.

En cierta forma... este cambio representaba este nuevo camino en su trabajo.

Un nuevo camino para la vida de Black Cat.

"Muy bien... ¿dónde es la reunión?"

Sí que se vienen cosas grandes.

Buenas chicos!!!

Espero les haya gustado este capítulo! Si así fue, pueden darle a la estrellita y compartirlo!!

Aquí hubo unas cuantas referencias escondidas jejejee.

Nos vemos!!

Publicado el 25/10/21

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