Capítulo 19. Recuerdos pasados.
La clase de ciencias lograba mantener la mente de John en silencio y ocupada en el tema del día de hoy; pero aun asi no logrababa apaciguar todas las emociones revueltas en su interior.
El chico de ojos verdes miró al frente soltando todo el aire de sus pulmones en un intento por liberarse del estrés contenido.
El timbre sonó anunciando la salida para todos sus compañeros, que sin dudarlo, salieron disparados por la puerta; uno tras otro como feroces animales en cautiverio.
John se tomó su tiempo para levantarse y caminar por los pasillos, se detuvo en su casillero y metió en él todas sus libretas innecesarias.
No dejaba de pensar en todo lo ocurrido con su amigo el día anterior, lo que había dicho la bruja sobre Cat y lo que le esperaba al luchar contra ella. ¿Por dónde empezar?
-¿Gatito? -susurró una tierna voz detrás de él.
Girándose con lentitud la miró de pies a cabeza, observó a la chica envuelta en un vestido verde manzana junto a su rosado cabello suelto y en sus manos traía su teléfono celular.
-¿Qué pasa? -preguntó seriamente.
-Yo... amm... -comenzó ella perdiéndose en los ojos del chico. -¿Te gustan las fresas?
-¿Qué? ¿Fresas? -preguntó John confundido.
-Bueno, lo que pasa es que quería hablar contigo. Hoy en la noche, en mi casa, si te parece bien. -comenzó ella algo nerviosa.
-¿Sobre que quieres hablar? -preguntó John mirándola directo a los ojos.
Disfrutaba enormemente con la situación, jamás la había visto así de nerviosa y en ésta forma se veía realmente graciosa.
Las manos de la chica no dejaban de moverse entrelazando sus dedos y sus ojos se desviaban evitando por completo el contacto con los de John.
- Sobre nuestro plan...
-Creí que el chico verde se haría cargo. -se quejó John sonriendo con amargura.
-No, él... va a modificar la estrategia. -aseguró ella. -Tal vez vaya esta noche también.
-Esta bien, pero ¿para que querías saber si me gustan las fresas? -sonrió burlón.
-Tengo muchas en casa, creí que podrías quedarte a cenar. -dijo Madelinne ahora coqueta.
Sus cambios tan repentinos de humor causaban una sonrisa en John, logrando confundirlo a momentos y haciendo que esa actitud tan arrogante suya se mantenga dormida.
-Me gustan las fresas, pero supongo que serán el postre. -comenzó John acariciando la mejilla de la chica y colocando un mechón de cabello tras su oreja. -Primero quiero un plato fuerte.
-¿Cómo que te gustaría? -preguntó ella siguiendo su juego.-¿No eres vegetariano o si?
-Claro que no, me encanta la carne. - sonrió John recargándose en su casillero.
-Entonces se que prepararte. -sonrió ella animada.
-Muy bien.
-A las 8.
-Ahí estaré.
-Eso espero. -sonrió la chica acercándose peligrosamente a él. -Hasta la noche, gatito.
Depositó un pequeño beso en la mejilla del chico y salió disparada a la salida, dando leves brinquitos.
John negó con la cabeza al verla tan animada, esa chica loca era demasiado alegre para él y por momentos disfrutaba de despejarse.
"Estás cayendo, Johny. Esa loquita será tu perdición."
-Sólo es una cena. -se quejó John seriamente. -Además lo hago para saber que sucede con el plan.
"Si claro, sabes que soy como tu consciencia ¿verdad? No puedes mentirme, somos uno."
-Cierra la boca, Cat. -se quejó John revisando su celular.
"A mi también me importa la chica. Por eso es que te lo digo, aléjate de ella. Estará a salvo lejos de nosotros y cuando todo esto termine, entonces podremos acercarnos y ver a quien elije." aseguró el felino con tono burlón.
-¿A quien elije? -repitió el chico cauteloso.
"Ambos sabemos que me escogerá a mi. Soy irresistiblemente sexy, está enamorada de mi."
-Sigue soñando Cat. -sonrió John sarcástico.
Caminando por los pasillos para salir, John se colocaba los audífonos en un volumen no tan alto para empezar su gran recorrido hasta casa.
Salió por la puerta del estacionamiento como siempre y caminó un par de cuadras alejándose del ruido de los chicos de su universidad.
-¡John! -escuchó que le gritaban.
Se giró para buscar de donde provenía la voz pero no veía a nadie.
-¡John!- repitieron ahora más cerca.
-¿Qué? ¿Dónde... ?
No tuvo tiempo de terminar ya que una figura apareció frente a sus ojos en un milisegundo.
"Vaya susto te haz llevado" se burló Cat. "¿Que quiere el relojero?"
Devon miraba al chico con ojos muy abiertos y una enorme sonrisa. Había aparecido gracias a su poder de teletransportación, aunque lucía en extremo cansado, eso no impidió que dejará de sonreír eufórico.
-¿Que demonios te sucede? No puedes aparecer así de la nada. ¿Te cuesta mucho caminar?-se quejó John molesto.
-Odio caminar, desde que descubrí que puedo hacer esto lo uso muy seguido. Creo que era el destino, sabe que soy demasiado flojo como para transportarme por mi mismo.-sonrió Dev con suficiencia.
-¿Qué quieres? -se quejó John molesto.
-Escucha, estuve practicando éstas semanas y creo que tengo algo que puede ayudar. -susurró Devon acercándose al chico.
-¿De que hablas? -preguntó John ahora curioso.
-Necesito mostrártelo, vayamos a un lugar seguro. -suspiró Dev mirando su reloj.
-Podemos ir a mi casa... -comenzó el chico de ojos verdes mirando al sujeto frente a él. -Pero dime, ¿de que se trata?
-Necesito que lo veas, ¡No pierdas tiempo!
Tomando el brazo de John, Devon presionó el botón de su reloj para teletransportarlos a la casa del felino.
Desaparecieron en apenas un pestañeo, nadie ahi cerca logró verlos. Todo ocurrió muy rápido y de forma inesperada.
...
En el cuarto de John, el pequeño gato jugaba en su cama arañando una camisa de su amo. El pequeño animal mordía, estiraba y rasgaba la prenda reconociéndola como la de su dueño, gracias al olor.
Derrepente dio un brinco de sorpresa al ver a aquellos dos chicos aparecer de la nada enmedio de la habitación.
John se alejó rápidamente de Devon mientras mantenía el equilibrio con problemas, sus piernas se habían debilitado un poco.
Se sentía muy desorientado cuando Devon usaba sus poderes cerca de él, lo que ocasionaba que el felino se molestara por los posibles efectos secundarios.
-¿Hay alguien en tu casa? -preguntó Devon cauteloso.
-Mi papá, pero no vendrá. -aseguró el chico sentándose en su cama para acariciar al asustado gato.
-Estuve practicando mucho, pero anoche logré hacerlo. ¡No lo podía creer!
-¿De que hablas? -se quejó John.
-Es difícil de explicar, pero se puede decir que logré viajar en el tiempo. -sonrió anchamente. -Al parecer sólo puedo regresar a un recuerdo pasado, viajé a mi niñez y todo eso. -explicó mostrándole su reloj. -Todo estaba escrito en el libro de mi madre, seguí las instrucciones y después de muchos intentos, por fin me salió.
-¿Puedes regresar en el tiempo? ¿Puedes ir al futuro? -se mostró curioso el chico.
-Al pasado si, al futuro no. No he logrado hacerlo. -se quejó Devon pensativo. -Pero te busqué porque quiero experimentar algo contigo.
Dicho esto se acercó tomando a John del hombro y dándole cuerda a su reloj.
-¿Qué demonios haces? -se quejó John quitando la mano del chico frente a él sobre su hombro.
-Dime una fecha, dame una hora específica y te llevaré ahí. -sonrió Devon triunfante.
-¿Enserio?
-Sólo dime una fecha, regresarás en el tiempo en menos de lo que puedas imaginar.
-No... no sé. Yo no...
-Pero necesito que me digas donde es, para saber a donde llegar. -comentó Dev ajustando su reloj.
Después de unos minutos en silencio y eternos pensamientos en la cabeza del chico, miró a un punto fijo del suelo y cerró los ojos con fuerza tratando de recordar.
-En el 2005, el 19 de Junio a las 6 p.m. Aquí mismo, en mi casa. -susurró John seriamente.
-Muy bien, te debo advertir dos cosas primero. -comenzó Dev. -La primera es que no debes interferir en lo que suceda en ese tiempo, podemos cambiar muchas cosas y eso no nos conviene en este momento.
-¿Podrán vernos? -preguntó John cauteloso mirándolo a los ojos.
-Si, pero no tienen que hacerlo. No hables con nadie. Y la segunda es que nunca digas que vienes del futuro.
-¿Por qué?
- No queremos causar problemas en el pasado, podemos cambiar demasiadas cosas. ¿Entiendes?
-Entiendo.
-Muy bien, ¿Listo?
Asintiendo John tomó una gran cantidad de oxígeno y dejó que la mano de Devon lo sujetará de la manga de la chaqueta.
Con el sonido del clic del botón de aquel extraño reloj ambos desaparecieron de nuevo dejando al pequeño gato desconcertado sobre la cama, mirando a todos lados buscando a su amo.
...
Afuera se llevaba a cabo una pequeña fiesta de cumpleaños, muchos niños corrían de un lado a otro con globos de colores y dulces en sus bocas.
Los padres de los niños estaban sentados en una gran mesa del jardín mientras conversaban animadamente.
Sin percatarse de nada, dos chicos extraños aparecieron en la habitación de arriba mirándose extrañados el uno al otro.
John se separó de Devon y miró a su alrededor inspeccionando el lugar. Su habitación estaba exactamente igual a cuando tenía doce años, sus juguetes en la repisa muy bien acomodados, una pequeña cama y sus zapatos siempre regados en el suelo.
Miles de recuerdos le azotaron a la cara cuando escuchó una voz femenina en el pasillo.
-¿John? Mi amor, baja que tus amigos te esperan para partir el pastel.
-¡Ya voy! -se escuchaba que gritaba una voz pillona y alegre.
-Mamá... -susurró John con un nudo en la garganta.
Inconcientemente comenzó a caminar a la puerta para abrirla pero fue detenido por Devon.
-No puedes dejarte ver, ¿Qué les dirás? Recuerda que es peligroso.
-¡Necesito verla! -se quejó John safándose del agarre.
-John, no puedes...
Entonces la puerta se abrió con violencia y un pequeño niño de cabello castaño y ojos color caramelo entró a la habitación mirando con extrañeza a aquellos dos chicos.
John lo reconoció perfectamente, era él. Era hace diez años atrás cuando tenía doce, su rostro con apenas rastros de acné y cabello largo era igual a como recordaba.
Observar como se veía en ese entonces le hizo sonreír con melancolía. Veía en sus ojos el brillo de felicidad que jamás volvió a experimentar cuando su madre se fue.
-¿Quiénes son ustedes? -preguntó cauteloso.
-Hermanos de Marcos. -mintió Devon alejando a John de su miniatura.
-¿Marcos? ¿Quién es ese?
-Tu amigo de la escuela. -se quejó Dev nervioso.
-No conozco a ningún Marcos. -aseguró el pequeño mirándolos con curiosidad.
-Pues que mal amigo eres, deberías socializar más. -se burló Devon arrastrando a John fuera de la habitación.
-¿Que hacían arriba? -preguntó el pequeño John siguiendolos.
-Buscábamos el baño. -dijo Dev.
-Esta ahí. -señaló el niño al otro extremo del pasillo. -¿Oye te conozco? -preguntó a John tomándolo del brazo.
John le miro directo a los ojos y vio en ellos su reflejo. Jamás se detuvo a pensar en cómo era entonces, su mente procesaba todo tan lento, fijándose en cada detalle, que tardó unos segundos en responder.
-No, no me conoces.
-Te pareces a... -comenzó el pequeño.
-Tenemos que irnos. -dijo Devon ahora alarmado. -El pastel se va a acabar.
Arrastró a John al piso de abajo y dejaron al pequeño arriba, muy confundido y con tantas preguntas.
-¿Estas loco? Te dije que no...
-¿John? -preguntó una suave voz detrás de ellos.- Ah lo siento, creí que era mi hijo el que estaba aqui.
Al girarse ambos observaron a una hermosa mujer, con los brazos cruzados y una ceja levantada con interrogación. Sus enormes ojos caramelo se fijaron en John quien no dejaba de verla detalladamente.
Devon al percatarse de quien se trataba tiró inútilmente del chico perdido en sus pensamientos y sonrió nervioso a aquella hermosa mujer.
-Lo siento, señora Kedward. -se disculpó Dev. -Estábamos buscando el baño pero... ya fuimos, asi que ahora ya nos vamos.
-¿Son invitados? -preguntó ella curiosa.
-Si, somos hermanos de uno de los amigos de John. -explicó Dev jalando una vez más de su compañero.-Marcos.
-¿Marcos? No conozco a ningún Marcos.
-Es muy tímido. -aseguró él rascando su nuca con ansiedad.
-¿Estás bien, cariño? Te vez muy pálido. -preguntó a John.
Miró como los ojos del chico se cristalizaban y comenzaban a desbordarse y sin poder evitarlo se giró para que no lo viese llorar.
-Si, es sólo que...
Entonces entró por la puerta un hombre joven y sonriente, cruzó la distancia para acercarse a la mujer y entregarle un vaso de refresco.
-¿Donde está John? Afuera lo buscan.
-Está arriba, cielo. -contestó ella sonriéndole a su esposo.
-¿Qué sucede? -preguntó mirando a los dos chicos.-¿quienes son?
-Hermanos de un amiguito de John. -explicó ella.
-Necesito ayuda para bajar una mesa del auto, ¿puedes ayudarme? - preguntó a Dev cortésmente.
-Pero yo... -comenzó el chico.
-Anda, si quieres una rebanada de pastel, ayúdame a bajar la mesa. -sonrió la versión joven del señor Kedward llevándose al chico.
Dedicándole una mirada de preocupación a John, Devon fue llevado al jardín sin poder evitarlo.
-¿Seguro que estas bien? -preguntó la mujer acercándose a John.
-Si, es sólo que... -comenzó secando rápidamente sus lágrimas.
Su madre colocó una mano sobre su hombro haciéndolo girarse para mirarlo mejor.
Sus ojos se conectaron y por un momento no pudo evitar sonreír con melancolía.
Era igual a como la recordaba, sonriente, llena de vida, su largo cabello castaño caía en su frente como a él tanto le gustaba y su enorme sonrisa era tan radiante como en sus sueños.
El único ser humano al que John alguna vez había amado, su madre, estaba de nuevo frente a él a pocos centímetros.
-Cariño, ¿por qué lloras? -preguntó ella confundida.
-Es que me recuerda mucho a mi madre. -susurró él.
-Oh, lo siento mucho cariño. ¿Puedo ayudarte en algo?
-No lo creo. -dijo él controlando su tono de voz.
-Ven aquí. -susurró ella acariciando las mejillas del chico.
Extendió sus brazos con cuidado y se refugió en el pecho de John dando leves caricias a su espalda.
El chico con los ojos inundados en lágrimas la apretó contra su pecho y enterró su rostro en el cuello de ella.
Aspiró su aroma recordando la fragancia de su perfume a la perfección. Ella susurraba palabras tranquilizadoras para él y eso sólo ocasionaba que no pudiese parar de llorar.
-Tranquilo, todo está bien.
-No lo está, te necesito. -susurró él entre el llanto. -No puedo seguir sin ti, me haces mucha falta.
-Cielo, tu mamá siempre estará contigo. No se que le pasó o porque dices todo eso, pero una madre jamás abandona a un hijo. -comenzó alejándose un poco para mirarlo a los ojos. -Se ve que eres un buen muchacho, ella debe estar orgullosa de ti. No llores, cariño, siempre estará en tu corazón y eso es lo que importa.
-La necesito. -susurró él débilmente.
-Todos lo hacemos, pero algún día tenemos que separarnos. Y si ella ya no está físicamente, lo está en tu corazón, en tus recuerdos.
-¿Ama a su hijo? -preguntó John mirándola a los ojos. - ¿Lo dejaría?
-Claro que no. Quiero estar con él siempre, pero... bueno... -comenzó a dudar.
-¿Pero que? -se quejó él molesto.
-Pero no se si sea bueno para él que yo me quede. Soy un poco peligrosa para él, estoy enferma y tengo miedo de...
La mirada de la señora se volvió más cautelosa, no entendía porque quería contarle aquello a un chico que no conocía.
-No se porque te digo esto. -sonrió alejándose un poco más de él.
-No lo deje. -pidió John secando sus lágrimas. -No lo haga, le hará mucha falta y él merece tenerla en sus momentos difíciles.
-¿Quién eres? -preguntó ella ahora curiosa.
-Por favor... -comenzó John pegandola más a su cuerpo. -Te necesito, no me dejes.
-¡Black! -se quejó Devon viendo la escena con horror.
-¿Black? -dijo ella confundida.
-Tenemos que irnos, gracias por la fiesta señora Kedward.
Devon tomó del cuello de la chaqueta a John y lo arrastró a la puerta con todas sus fuerzas.
-Adiós cariño, suerte con lo de tu mamá. - se despidió su madre con una leve sonrisa.
-Adiós... mamá. -susurró John apenas audible, hablando para si mismo.
-¡Te dije que no hablaras con nadie! -le regaño al oido en chico molesto.
-¡Tenía que hacerlo!-se quejó John desesperado. -Hace años que no la veía y quería que se quedara.
-Eso ya no está en nuestras manos. Lo siento.
Al cruzar la puerta de la entrada, Devon presionó el botón de su reloj y ambos desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos.
La señora Kedward en un intento por ver a ambos chicos una última vez se asomó por la ventana pero ya no logró ver a nadie.
Algo confundida miró hacía donde a habían ido aquellos extraños chicos y pensó por un momento.
-¿Dejaron a su hermano Marcos?
-Mamá, ayúdame con la chaqueta. Se atoró de nuevo. -dijo la voz de su hijo detrás de ella.
-¿Hijo tienes un amigo llamado Marcos? -preguntó a su hijo curiosa.
-Al parecer si, pero no lo recuerdo. -dijo él pensativo.
-Vayamos a comer pastel.- le restó importancia y tomó la mano de su hijo para dirigirse al patio.
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Hola a todos! Hace rato ya, perdón pero tuve mucha tarea😴
Me encantaría saber su opinión, no olviden votar y hacer esta historia nuestra historia.😘
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