Capítulo 11. Cicatrices
Al terminar las clases John salía del estacionamiento caminando sólo con dirección a la salida.
La música que escuchaba le tranquilizaba a tal punto de que empezó a tararearla. Parecía estar de buen humor hoy.
Buscando en sus bolsillos una paleta que había comprado en el almuerzo comenzó a caminar para dirigirse a su casa.
-¡Gatito! -gritó una voz chillona detrás de él.
Sabiendo de quien se trataba, John hizo una mueca de desagrado.
-¿Qué quieres?- se quejó molesto.
-Hola, ¿cómo estas? Yo muy bien. -se quejó la chica acomodando su vestido morado. -¿No te dijo el gatito que hoy íbamos a vernos en mi casa?
-No se si pueda ir. -aseguró John restándole importancia.
-Claro que puedes, vamos ahora mismo. -se quejó ella tomándolo de la mano.
Con fuerza tiró de la mano del chico no consiguiendo moverlo. Apenas y habían dado unos pasos cuando ella se dio por vencida.
-¿Porqué no me dejas tranquilo? No necesito ir a entrenar para pelear. Cat y yo estamos listos. Entrenen ustedes si quieren pero déjenme tranquilo. -se quejó John.
-¿Crees estar listo? No es cualquier cosa la que estamos haciendo. Es una bruja muy peligrosa John. Tu y yo lo sabemos mejor que nadie, aquella noche no nos mató porqué aquella cosa apareció, pero de no ser por eso, hubiéramos muerto. -le regaño la chica.
-No me importa. Ojalá lo hubiera hecho. -susurró amargamente el chico.
-Vamos a mi casa y ya dije. -aseguró ella molesta.
El día soleado se tornó ventoso, el fuerte aire les golpeaba en el rostro y las nubes se acumulaban en el antes despejado cielo.
-¿Crees que con eso me vas a asustar? -se quejó el chico riendo.
Entonces una llovizna se hizo presente derrepente tomando por sorpresa al chico.
Mirándose de forma fulminante ambos se miraban bajo la lluvia que había llegado ahora con más fuerza.
En su mochila John tenía la mayoría de sus trabajos finales, todo iba a mojarse si no se iba rápido de ahí.
Odiaba tener que complacer a aquella chica loca y desquiciada que ahora lo miraba triunfante. Pero prefería eso a tener que hacer de nuevo todo su trabajo que tanto tiempo le había tomado.
-Te odio. -susurró el chico.
-Se que me amas, gatito. Vayamos a mi casa. -comenzó a sonreír la chica tomándolo del brazo.
Soltándose de su agarre John comenzó a caminar para seguirla.
La chica corrió a un auto color negro cerca de ahí y subió en él. John, resignado, entró al auto y guardó silencio.
La chica aceleró el carro con fuerza y salió del estacionamiento mientras encendía la radio.
Una música pop se escuchó llenando el pequeño lugar y causando que John comenzará a molestarse.
Cuando llevaban unos minutos con la misma canción empalagosa John decidió terminar con su sufrimiento y apagó el estéreo.
-¡Oye! -se quejó Madelinne.
-Cállate.
-Eres un grosero de lo peor, cuando te conocí no eras así. -aseguró la chica mirando a la carretera.
-¿Conocernos? -repitió John cauteloso. -Cuando te conocí fue hace unos días cuando acompañé a Min al torneo de ajedrez.
-Aquella noche John, tu estabas ahí junto conmigo. -se quejó la chica molesta. -Ambos fuimos atacados por esa bruja.
-¿Porqué estábamos juntos?
-¿No recuerdas nada? -preguntó ella ahora con un hilillo de voz.
-Sólo recuerdo que aquella mujer iba a matarme, dijo algo que no entendí... me arrojó con fuerza al suelo y ya no supe nada. Cuando desperté Cat era parte de mi, descubrí sus poderes y he tratado de lidiar con ello. -explicó el chico. - Pero a ti nunca te había visto.
Sin decir nada más Madelinne condujo hasta su casa, ambos en silencio miraban como la lluvia que ella había provocado perdía fuerza.
Al llegar a una pequeña casa cerca de las afueras de la ciudad, John miró a su alrededor con cuidado. Todo ahí lucía tan tranquilo.
Salieron ambos del coche y ella caminó en silencio hasta abrir la puerta y dejar pasar al chico empapado.
Al entrar, John se dio cuenta de que la casa lucía muy moderna, había de todo.
Era grande y espaciosa, quitándose la mochila revisó sus cosas. Todo parecía estar en orden.
-Iré por una toalla.-dijo Madelinne.
Dejándolo sólo en la sala subió por las escaleras con paso lento y mirada pensativa.
John contempló el lugar y miró los cuadros de aquella habitación. Unas fotografías llamaron su atención, estaban en una mesilla junto a unos floreros.
En las fotos se encontraba Madelinne con el cabello color rubio y con unos vestidos igual de llamativos como los que suele usar. A su lado habían dos personas, parecían ser sus padres.
Ella se parecía mucho a su madre. Tenían el mismo color de ojos azules.
Quiso sentarse en uno de los sofás pero recordó que estaba empapado y podría mojarlos.
Esperando a que la chica volviera miró el resto del lugar, la casa estaba impecable. Se preguntó donde estarían los padres de Madelinne, tal vez no les agradaría ver a un chico desconocido en su casa.
Un celular comenzó a soñar y él lo encontró sobre una mesa cerca de ahí. Parecía ser el de Madelinne, ya que era todo color rosa. Le había llegado un mensaje nuevo y no paraba de sonar.
Con curiosidad John le dio un vistazo.
Sus cejas se unieron casi al instante en que vio el nombre del usuario.
"Minimini"
Con enojo tomó el teléfono y abrió el mensaje, quería saber que tanto habían hablado ella y su ex mejor amigo.
"Hola Mad, sólo quería decirte que trabajé toda la noche y ya tengo lo que me pediste. Sólo necesito tu parte.
Oh y gracias por la cena, estuvo deliciosa. Fue agradable pasar la noche así contigo.
Min."
Molesto, caminó subiendo las escaleras con la intención de gritarle en la cara a la chica acerca de aquello.
¿Qué estaba tramando? ¿Porqué había metido a Min en todo eso? ¿Qué no veía que ese chico estaba en peligro?
Al subir buscó a la chica en todas las habitaciones.
-Madelinne. - la llamó John molesto.
-Ahora voy. -dijo la chica desde una habitación cerca.
Sin esperar, John entró a la habitación molesto, abrió la puerta por completo de un sólo golpe y al verla se quedó congelado.
La chica estaba semi desnuda mirando a un enorme espejo de cuerpo completo enfrente de ella.
Sólo tenía puesta la ropa interior, la parte de arriba estaba descubierta por lo que John pudo apreciar su figura reflejada en el espejo con gran detalle.
Miró como una gran cicatriz recorría el abdomen de la chica y llegaba hasta debajo del pecho izquierdo. Ella no se cubrió ni hizo el intento por ocultar su cuerpo desnudo, simplemente se miraba al espejo con lágrimas en los ojos.
-Yo... Lo siento. -dijo John ahora seriamente. -Te espero abajo.
-No. -susurró ella débilmente.
El chico no dejaba de mirarla, simplemente su pequeña figura era hermosa, se veía delicada, como si su piel fuera de seda. No importaba aquella cicatriz, su cuerpo era como una obra de arte.
Pero era obvio que aquella cicatriz había arruinado gran parte de su piel, era enorme y parecía como si aún no sanara del todo.
Madelinne se dio la vuelta encarando al chico y avanzó hasta él sin dejar de mirar sus ojos.
-Madelinne cubrete. -pidió John.
-Es por esto que la odio. -aseguró la chica señalando su cuerpo. -Ella me hizo esto, me hirió con sus malditos poderes, ella acabó con todo en mi vida.
-¿De que hablas? -preguntó el chico frente a ella, ahora curioso.
-Asesinó a mis padres. -dijo ella en un susurro. -aquella noche no sólo quiso matarme a mi, si no que a ellos los asesinó.
-...
John no dijo nada, miró como las lágrimas le nublaban la vista a la chica y sólo se quedó ahí, de pie sin decir nada. ¿Qué podría decir? No había palabras suficientes en ese momento.
-Que suerte tienes, al menos tu no recuerdas nada, pero yo en cambio, recuerdo todo lo que pasó esa noche. -se quejó ella ahora molesta.
Las lágrimas caían por sus mejillas sin parar y ahora sus labios temblaban por la impotencia y rabia contenida.
-¿Qué pasó aquella noche Madelinne? -preguntó John cauteloso.
-Ella quería esto. -mostró una pequeña gema color roja.
Se la entregó a John para que la viera y retrocedió para meterse en el baño.
El chico la miró con detenimiento y no comprendió porque la bruja querría una gema así. ¿Que tenía de especial? Sólo era una roca.
-Mi familia la tuvo por generaciones, siempre escondiendo esa gema que es capaz de encerrar a esa bruja. -explicó la chica volviendo con una toalla.
-¿Porqué tu familia? -preguntó él confundido.
-Porque mi tatara abuela era una bruja también, antes de ella hubieron muchas más. Todas se pasaban de generación en generación cuidándola para evitar que esa mujer la encontrara. -explicó. -Toma.
Dándole una toalla al chico le quitó de nuevo la gema y la guardo en una pequeña caja oscura oculta entre su ropa.
John se quitó la chaqueta que traía y después la camisa, su pecho quedó al desnudo y secó este con la toalla.
Una vez que acabó continuó con el cabello, tratando de secarse por completo colocó la toalla sobre su cabeza y comenzó a sobar.
-Aún no entiendo que fue esa luz que apareció aquella noche para salvarnos, pero tengo mis teorías. -aseguró la chica desabrochando el pantalón de John.
Éste confundido se quitó la toalla que le impedía ver y miró a la chica frente a él.
-¿Que rayos haces? -preguntó él cauteloso.
-Lo voy a poner en la secadora. -aseguró ella inocentemente. -Quítatelo y dame toda tu ropa.
-No es necesario. -aseguró molesto.
Ella se detuvo mirando el abdomen del chico y entonces volvió a llorar.
Él no entendía que estaba pasando, trató de reconocer el motivo por el que ella lloraba pero no había nada. ¿Cómo cambiaba tan rápido de humor?
-Los extraño tanto. -susurró la chica abrazando el cuerpo de John con fuerza.
El chico se limitó a dejarla donde estaba, podía sentir el roce desnudo de su piel contra la suya. Aquello era un tanto incómodo para John.
No sabía que hacer o como actuar, no sabía si debía decir algo.
-Abrázame John. -pidió la chica con voz débil y cortada.
Envolviendo sus manos alrededor de su pequeña cintura y notando que su espalda desnuda era cálida, John la apretó suavemente.
No supieron cuándo tiempo estuvieron así, nisiquiera recordaron porque había comenzado todo eso. Pero no se movieron, permanecieron uno junto al otro y lo único que se escuchaba eran sus respiraciones acompasadas.
-Gracias. -susurró ella ahora sonriendo con ternura. -Eres un lindo gatito.
-Vamos a entrenar. -aseguró el chico ignorando ese último comentario.
Madelinne tomó su blusa deportiva del suelo y se la puso rápidamente. Tomó de sobre su cama unos guantes de box y con una maliciosa sonrisa se las arrojó a John.
-Vamos a jugar un poco.
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Hola! Espero que les esté gustando.
Gracias por seguir leyendo.
Buenas noches a todos y... hasta pronto😊
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