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✨omegaverse✨

Este capítulo es un pedido de lialobita... una lectora de la historia de "Capa roja"
Fue el año pasado... Tarde mucho :0

No tengo muchas ideas sobre una historia Omegaverse, pero lo voy a intentar como One~short. Si la idea de la historia les gusta (y a mí me dan más ideas) tal vez la haga una historia propia, o al menos traiga más contenido del tema.

Otra cosa, este capítulo está picante (escenas sexuales). Si no les agrada demasiado esta idea, no lo lean...
Ahora sí, puedo continuar.

~♪~

Londres, plena época victoriana... Aquí es donde cada Alpha de alta cuna es valorado y aclamado... Destinados a éxitos inimaginables.

Eso es lo que la familia Phantomhive esperaba en el momento en que nació Ciel Phantomhive.
Era hermoso, nadie lo negaría... Con el cabellos finos en un color azul oscuro, una tez clara con tonos rojizos en las zonas correctas (como sus rodillas o debajo de sus ojos), y unos hermosos ojos cielo, profundos y cuidados bajo unas largas y hermosas pestañas. Pero era un Omega.

"Que pena" "Es una lástima que el primogénito no sea Alpha" "El siguiente será"... Esos eran algunos de los comentarios que otros nobles de mentes cerradas decían entre ellos.
No obstante, el género de su hijo no era un problema para Vincent Phantomhive... Este no era tan estupido como el resto del mundo, era un hombre con ideas brillantes, un Alpha digno de admirar, y un líder a seguir... Él era capaz de ver qué su hijo era tan brillante como cualquier otro Alpha, incluso más listo que algunos que él conocía. Por lo que, sin importar que fuera un Omega, Ciel Phantomhive quedaría como el legítimo heredero de la dinastía Phantomhive... Algo no muy bien recibido por parte de los otros nobles, ya que ningún otro Omega había sido nombrado como heredero de nada.

Otro de los inconvenientes que había pasado la familia fue el celo de su hijo... El cual se desarrollo de manera prematura. A la corta edad de 8 años, el Omega del niño ya buscaba llamar la atención de algún Alpha, aunque este no sabía si quiera lo que era el deseo sexual. Durante aquellos periodos, el joven se la pasaba triste sin entender el motivo por el cual le pasaba esto.

Los comentarios negativos surgieron a flote una vez más... "Lo único para lo que sirve un Omega es para abrir sus piernas y dar hijos" "Dejara de ser brillante una vez sea domado por un Alpha"
Y cosas peores.
Por lo que Vicent tomó una decisión para el bien de su hijo... Buscaría un Alpha para él.

¿A qué otro Omega le regalan un Alpha? Exacto, a ninguno. Pero el señor Phantomhive lo haría igual. No le importaba que fuera noble, Ciel era un heredero después de todo, dinero y estatus no le haría falta... Pero quería a alguien fuerte, era consiente que su hijo era enfermizo y frágil, necesitaba a alguien que ponga su vida con tal de proteger la de Ciel, también quería que sea inteligente, ya que al niño le gustaba demasiado leer y hablar de temas que algunas personas no podían entender, y lo más importante, algo indespensable para este Alpha... Tenia que ser leal a Ciel, sin importar que.
El lord Phantomhive buscó junto con sus hombres durante bastante tiempo, y finalmente encontraron justo lo que quería.

Sebastián Michaelis era un Alpha poderoso, fuerte he independiente... Pero era un "salvaje" ante los ojos de las personas. Un hombre que vivía como los Lobos, en manadas... Era el líder de este grupo de personas que vivían con él, practicaban la medicina de las plantas, los cuidados al medio ambiente, la carpintería... Y era un asesino, cualquier persona que sea una molestia para ellos, moría al instante.
Incluso con esa carta de presentación, el señor Phantomhive sabía que eso era lo mejor para su Ciel. Cómo si hubiera sabido que aquellos eran destinados.

~♪~

Sebastián: Hoy te ves realmente distraído...

Mencionó el mayor, mientras caminaba por el jardín junto con su joven prometido... Quien rápidamente volvió de la burbuja en la que estaba.

Ciel: Lo siento... No es nada.

El niño tenía actualmente 12 años, muy pronto 13, y estaban comprometidos desde hace 2 años.

Fue mutuo, y hasta instantáneo... Pero cayeron enamorados del otro al momento de verse. Incluso aunque el pequeño seguia siendo un niño, y su prometido era bastante mayor a él, siempre se trataron de manera respetuosa, cariñosa he incluso en ocasiones infantil... Ya que les gustaba jugarse pequeñas bromas pesadas para molestar al otro.
Durante aquel tiempo juntos, ambos aprendieron mil cosas del otro... Sebastián aprendió a comportarse en las fiesta de alta sociedad, también sobre costumbres y buenos hábitos... Ciel sobre el cuidado de la naturaleza, varios de los remedio caseros de su prometido ayudaron a qué su condición mejorará de forma notoria, también se había vuelto más saludable, y aprendió de las tradiciones de Sebastián.

El mayor sabía perfectamente que estaban en la época del celo del más joven... Algo que, normalmente, lo alteraba bastante.
Incluso con su compromiso, no habían intimado todavía, y el adulto no había marcado el cuello del más joven.
Debía comportarse en el momento que el niño llegaba a aquella fecha, aún si su fuerte instinto le pedías gritos pisarlo en ese instante, luchaba contra este para poder mantenerse a su lado.

Sebastián: Si lo desea... Puedo retirarme por hoy.

Ofreció el adulto... Sabiendo que al menor también lo alteraba su presencia.

Ciel: No... Estoy bien.

Una brisa acarició sus cuerpos, provocando que el menor temblará. El azabache alzó al jovencito, acercándolo a su cuerpo para poder transmitirle calor... Aquello pintó las mejillas de ambos de un ligero rojo, ya que sus olores estaban demasiado cerca.

Sebastián: Se está poniendo frío... Lo mejor sería entrar.

Terminado de decir aquello, el adulto se dirigió al interior de la mansión aun con el joven en brazos. Desde que el compromiso se había realizado, era demasiado común que el hombre pasará varios días en la mansión... El conde prefería eso a que mandar a Ciel a las tierras de Sebastián, aún si no desconfiaba en él. Motivo por el cual los sirvientes y criados de la casa ya estaban acostumbrados a la presencia del azabache.

Al llegar al cuarto del infante, su pareja lo dejo en la cama, sentándose a su lado. Sus ojos se encontraron por un breve segundo, más en ese instante apartaron la mirada, ya que ambos estaban demasiado calientes... Y el mayor no deseaba hacer sentir incómodo al niño.

Sebastián: ¿Deseas leer algo? ¿O prefieres que prepare algo para que comas?

Preguntaba mientras se ponía de pie, tratando de evitar cualquier pensamientos impuro en ese momento. No obstante, se vio en la obligación de detener su escapé en el momento que su mano fue capturada por las pequeñas manos del joven azulino.

Ciel: Espera... Quédate, por favor.

No tuvo más remedio que cumplir a los pedidos de su joven Omega... Por lo que se acostó junto a este, quien al instante se acurrucó en el cuerpo del más grande, ocultado su rostro debajo de su cuello.

Ciel: Quiero que lo hagamos...

Aquella confesión dejo casi con los pelos de punta al azabache, el cual tardó unos segundo en procesar algo para responderle.

Sebastián: Nosotros aún no estamos casados... No creo que sería apropiado. Además, su padre podría tomarlo muy mal.

Una parte de él moría de ganas de hacerlo también. Cada celo del niño o celo propio tenía que reprimir sus ganas de dominar ese cuerpo tan joven y hermoso con el que estaba destinado a casarse... Pero no quería ser alguien irresponsable, sentiría que se está aprovechando de lo vulnerable y desesperado que está su prometido.

Ciel: Mí padre prácticamente buscó alguien con quién comprometerme porque no soportaba como me dejaba mí celo... Así que ya tenía la intención que esto pasará hace mucho tiempo. Hablé con él hace poco, dijo que podía intentarlo cuando me sienta listo.

Aquel era un argumento más que válido para tirar su moral por la ventana y hacer lo que quisieran... Sin embargo, aún no se sentía totalmente cómodo, creía que debía hablar con el señor Phantomhive personalmente para pedirle el permiso de tomar de aquel modo a su hijo.

Las manos del más joven se posaron en las mejillas del adulto, haciendo que este lo mirada a los ojos.

Ciel: Llevo con esta tortura desde hace ya cuatro años... Por favor.

Si algo era más fuerte que su moral, era su niño... Y si algo hacia sufrir a Ciel, Sebastián estaba en su obligación de detener aquel sufrimiento, sea como sea... Por lo que, accedió al pedido del infante.

En pocos minutos ambos estaban en la cama, con sus ojos clavados en el otro... Las manos del mayor se pasaban por las suaves mejillas del niño, quien ahora tenía mucho menos ropa que antes... Solo tenia su camisa, su pantalón y sus medias... Demasiado desabrido para el frío que había.

Sebastián: Mejor nos apuramos, no quiero que te enfermes.

Dicho esto, cambio de posición, estando sobre el infante... Quien cerró sus ojos con fuerza ante la vergüenza de tenerlo de aquella manera tan provocadora.

Sebastián: Si algo de lo que te haga te molesta o duele mucho... Necesito que me avises, me detendré al instante ¿De acuerdo?

Ciel: De acuerdo...

Comenzaron las sesiones de besos, los labios fue lo primero que se tocaron... Apasionado y fogoso, un simple beso podía calentar sus cuerpos en ese instante... No era la primera vez que se besaban, más era el primera beso de ese tipo que tenían. Con un audaz movimiento, el azabache desprendió la camisa del niño, bajando hasta su cuello para seguir saboreando aquella zona, el aroma a rosas y chocolate que emitía el cuerpo del infante lo embriagaba de placer, no obstante, luchaba con su instinto para no usar los dientes.

El pequeño mantenía sus ojos cerrados, mientras gemía inocente y dulcemente.
Cuando menos se dio cuenta, la mano del hombre ya estaba en su pantalón, desprendiendo este para comenzar con sus caricias. Se deshizo de este rápidamente, junto con la ropa interior, lo cual hizo temblar al joven, no sabía cuanto lo deseaba hasta ese momento. El azulino paso sus dedos por el oscuro cabello de su prometido, buscando desesperadamente su total atención.
El mayor llevo dos dedos a la boca del niño.

Sebastián: ¿Podrías lamerlos?

Le pidió el adulto, a su vez, el contrario correspondió al pedido de manera obediente. Mientras tanto, él seguía besando el pecho el infante.

Estaban listos para seguir, el hombre poso sus dedos ya mojados en la pequeña entrada de Ciel... No podía creer que podía existir algo que lo volviera tan loco como el cuerpo de aquella hermosa creatura que tenía en frente... Finalmente podría hacer lo que llevaba deseando tanto tiempo.
Se introdujo lentamente en él, lo que provocó un gemido alto por parte del pequeño. Le dolió un poco, más era soportable. Los movimientos comenzaron, eran tranquilos y lentos... Pero llenos de deseó. El mayor volvió a besar los labios del jovencito, quien correspondió rápidamente ante aquel acto tan bonito. Sus bocas se devoraban en el momento que el interior del infante fue liberado de aquel par de dedos largos. Tomaron poco de distancia, ambos tenian un notorio sonrojó, aunque el pequeño no era capaz de verlo.

Sebastián: Abre los ojos, quiero que nos veamos.

Lentamente, el pequeño obedeció, dejando descubierta aquella mirada tan bella que tenia.
El pantalón del azabache ya estaba desprendido, su enorme erección acaricio la entrada del pequeño, lo que le provocó un temblor.

Sebastián: ¿Aún deseas continuar?

El niño solo afirmó con su cabeza.
Lentamente, comenzó a penetrarlo... Su interior era tan cálido y apretado. Los ojos del joven volvieron a cerrarse en el momento que lo sintió entrar, mientras un jadeó se escapó de la garganta y se le acumulan las lagrimas... Se aferró con fuerza al mayor que se encontraba sobre él, quien lanzó un gruñido de placer al sentir lo suave que era el niño.

Durante un instante, no se movió... Quería disfrutar de aquella agradable sensación que era tenerlo. El jovencito gimoteaba mientras sus ojos de abrirán nuevamente, sus narices se rozaban con cariño... El contacto era agradable.

Ya estaban listos para seguir, obviamente, el hombre procuro ser cuidadoso... Lo que menos quería era herir a su hermoso cielo... Su bienestar era lo más importante.
El pequeño abrazó con sus piernas la cintura del azabache, el cual llevo sus manos hasta los suaves y pequeños muslos del azulino, para tener mejor movilidad.

Las embestidas dieron inicio, al principio lentas y profundas, era complicado abrise paso debido a lo estrecho que era el interior de Ciel... Cada movimiento que se realizaba dentro del joven le provocaba a este un gemido un poco amargo, debido a lo doloroso que le estaba resultando... Por su parte, el adulto gruñía y gemia de placer, para él sentía como una cálida bienvenida.

El calor que sus cuerpos les ofrecía era de lo más reconfortante, la habitación inundada de los sonidos que la pareja realizaba, el vaivén de sus caderas, las sábanas claras de la cama siendo destendidas.

Una estocada más profunda que los otras hizo que el menor se retorciera, su cuerpo entero comenzó a temblar y sus gemidos se hicieron más fuertes.

Sebastián: ¿Duele?

Pregunto un poco asustado de haber podido herrir a su niño... Más aquella preocupación desapareció en el momento que notó como el rostro del infante se ponía cada vez más rojo, y como negaba con la cabeza.
Entendió entonces que había encontrado el punto dulce del menor.
El dolor que antes había estado sintiendo pareció desaparecer por completo, en su lugar sentia algo nuevo, inimaginable para él... Placer.

El adulto dibujo una sonrisa en sus labios antes de aumentar la velocidad de las embestida, introduciendo ahora todo su falo.
Ciel arqueo su espalda, su respiración y gemidos se hacían cada vez más fuertes, sintiéndose ahogado en aquella sensación tan indescriptible... Finalmente su cuerpo recibió lo que tanto deseaba.
La habitación se inundó rápidamente de los aromas de ambos... El dulce sonido de sus cuerpos al separarse y unirse de forma brusca los volvía totalmente locos.

La lengua del adulto paso por el cuello de su pareja, saboreando con locura aquella zona que tanto deseaba morder... Así poder reclamarlo suyo por siempre. Más respiraba profundo y trataba de calamar aquel instinto feroz que lo caracterizaba.

Sus manos se unieron en un suave encuentro, entrelazando sus dedos como lo hacen los amantes. Repetían constantemente el nombre del otro, entre sus jadeos y algunas palabras bonitas.
El menor se aferró con fuerza a su Alpha, temblando al sentir su orgasmos apunto de llegar, y no era el único... Sebastián gruñó al sentir como el clímax se aproximaba, por lo que tuvo que salir antes que eso ocurra, temia el dejar embarazado a su niño.

Terminaron al mismo tiempo, ensuciando el abdomen del más chico, quien le estaba costando procesar todas las sensaciones placenteras y dolorosas que su cuerpo acababa de experimentar. Ambos se habían deleitado de aquel primer encuentro, donde sus cuerpos se entregaron de manera sublime como un pacto sagrado, saciando así las ganas que tenían de dominarse desde el momento que se habían conocido.

Los labios del joven cazaron de forma audaz los de su prometido... Entregándole un beso tierno y enamorado, pero a su vez cargado de lujuria y deseo. Al separarse, el adulto contempló aquel brillo en los ojos de su niño, quien se veía notoriamente cansado.

Ciel: Gracias...

Sebastián: No tiene porque agradecerme.

El adulto se acostó junto a su Omega, quien se abrazo a él en busca de su calor.
Seguramente necesitaría un baño después de todo lo ocurrido, mas lo mejor sería dejarlo descansar por un rato.

Los amantes se dignaron a dormir uno junto al otro... Entusiasmados de saber que aquella no sería la última vez con la que sus cuerpos se entreguen de aquella forma tan feroz y hermosa a la vez.

~♪~

Es es todo...
Espero que les haya gustado.

Cómo dije antes, no sé mucho del tema Omegaverse, pero lo intente. Igual, si algo les desagrado, comenten así aprendo algo para la próxima.

Lamento mucho haber tardado tanto en traer este One-shot... Entre que mí teléfono se rompió y no sabía exactamente como escribir un Omegaverse se me jodió todo XD

Igual, quiero intentar escribir las One-shot de este tipo románticas, o de las graciosas que hacia antes.

Nada más que agregar.

Los amo mucho, bye bye 🖤✨

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