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31. RED

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RED

Mis manos aprietan la barandilla frente a mí.

Estoy en el pequeño segundo piso de un cobertizo abandonado, oculto en la oscuridad, ojeando lo que pasa en el suelo debajo de mí. Cuatro de mis chicos rodean a un joven atado a una silla de espaldas a mí. Una lámpara de luz naranja es todo lo que tenemos como iluminación.

—Nadie les tiene miedo —escupe el chico y se ríe—. ¿Creen que pueden jugar a ser los malos sin serlo de verdad? ¿Qué hacen? ¿Prestar dinero y reclamar deudas ajenas con violencia? No venden drogas, no derraman sangre, son unos falsos de mierda.

Gray le da un puñetazo que le gira la cara a un lado, el chico escupe sangre.

—Saben que tengo razón. —El chico sigue riéndose—. Treyvon los va a volver mierda.

—¿Crees que estás en posición de amenazarnos? —Gray bufa—. Este desgraciado necesita un golpe que lo devuelva a la realidad.

—Puedes golpearme todo lo que quieras, eso no me hará respetarlos.

Eso me hace sonreír y bajo del segundo piso, los chicos me ven y dan un paso atrás. El chico parece sentir mi presencia detrás de él.

—¿Qué? ¿Ya llegó el principito pelirrojo?

Pongo las manos sobre los hombros del chico y me inclino para decirle al oído:

—Me caen bien los chicos como tú. —Le doy una palmada en la espalda y lo rodeo para pararme frente a él—. Vociferan valentía falsa porque es todo lo que pueden hacer. En el fondo, tiemblan como corderitos perdidos.

—Ahórrate el discurso, princesito.

Gray me pasa una silla de plástico y la giro para sentarme sobre ella con el respaldo entre mis piernas.

—Andy... —sacudo la cabeza—. Así te llamas, ¿no? Incluso en los lugares más perdidos hay códigos, yo lo sé, Treyvon lo sabe, el que parece olvidarlo eres tú.

—Vete a la mierda.

—Esperaba tener una conversación cordial, pero el irrespeto es molesto. —Saco el arma de la parte de atrás del cinturón de mis vaqueros y Andy la ojea.

—¿Crees que me vas a asustar con un arma?

—No. —Le apunto y él se tensa un poco—. Con un disparo.

Jalo el gatillo y la bala le roza el hombro, Andy suelta un alarido, sangre brotando de inmediato de la herida.

—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Me disparaste!

—Sí. —Descanso los antebrazos en el respaldo de la silla.

Andy lucha por calmar su respiración, la agonía clara en su expresión. Sus gemidos de dolor inundan todo el lugar, solo me observa con furia y miedo en los ojos.

—Mucho mejor. —Comienzo—. ¿Qué te hizo pensar que estaría bien darle drogas a una chica de 17 años en mi territorio? Peor aún, dársela a cambio de favores sexuales.

—Ella se ofreció —murmura entre quejidos doloridos.

Me inclino un poco hacia él y lo golpeo con el arma, su nariz hace un crujido poco natural y sangre emerge de los orificios de manera desastrosa. Él tose ahogándose con su propia sangre.

No suelo ser tan violento, pero cuando alguien se lo merece, no tengo limites. Este desgraciado le dio drogas a Valeria a cambio de sexo oral en un callejón detrás de su preparatoria en repetidas ocasiones. Cuando Violet me contó, quise romperlo todo ya que Violet se dio cuenta porque a Valeria comenzaron a salirle unas lesiones en la boca y en la lengua, cuando la llevaron al medico, descubrieron que tenía una enfermedad de transmisión sexual. Valeria estaba tan asustada, que lo contó todo después de eso.

—Bien, Andy. —Me levanto y vuelvo a darle otro golpe, se está poniendo pálido, probablemente por la perdida de sangre—. Esto es solo una advertencia, si te volvemos a ver, aunque sea respirando por alguna de nuestras calles, la siguiente bala no será un roce, ¿entendido? —Él asiente con furor y yo ladeo la cabeza—. ¿Por qué tan callado de pronto?

—Lo siento, lo siento, lo siento, de verdad.

—¿A dónde se fue tu valentía de hace unos minutos?

—Lo siento, por favor, déjame ir, no volverán a verme jamás, lo juro.

No digo nada más y salgo de ahí, ya los chicos se encargaran de darle una paliza de la que le costará recuperarse por semanas.

#

Cuando giro para entrar al garaje de mi casa, las luces de la camioneta iluminan el porche y me sorprende ver a alguien sentado en los escalones. Ese cabello azul siempre la delata. Me estaciono y me toma unos segundos bajarme porque no la esperaba, y aunque hemos hablado por mensajes, han pasado semanas desde la última vez que la vi. De hecho, no la veo desde la noche de mi cumpleaños, de inmediato, la recuerdo de rodillas frente a mí, sus ojos conectando con los míos mientras usaba su boca... Ah, sacudo la cabeza y me bajo de la camioneta, dándole la vuelta para hacerle frente a Bea quien se ha puesto de pie en los escalones.

Por unos momentos, solo la miro, como si quisiera asimilar su presencia porque mierda, la he extrañando, Bea y yo solíamos pasar el rato juntos casi todos los días. Dejar de verla por tanto tiempo me ha afectado, no puedo negarlo. Como siempre, ella lleva esos vaqueros holgados que tanto lo gustan, y una camiseta de Nightwish, su cabello luce un azul mucho más brillante y vivo que la ultima vez que nos vimos, debió pintarlo de nuevo. Sin embargo, lo que más me sorprende es su expresión, su piel, todo de ella se ve diferente. Bea se ve... mejor.

—Bea. —Saludo, asintiendo.

Ella me sonríe y corre hacia mí para lanzarse en mis brazos de una forma que me altera los sentidos. La recibo, y ella envuelve sus piernas a mi alrededor, no pierdo oportunidad para sostenerla y apretarla contra mí porque la he extrañado mucho.

—Te extrañé —susurra en mi hombro.

—Yo también —respondo porque me sorprende que lo haya dicho en voz alta, a ella siempre se le hace difícil expresar lo que siente.

Ella se separa un poco, aún agarrándose de mi cuello y ambos nos volvemos muy conscientes del poco espacio entre nosotros y los puntos de nuestros cuerpos que están presionados. No es la primera vez que nos abrazamos así, pero sí es la primera vez desde que los dos sabemos que lo que pasa entre nosotros es mucho más que una simple amistad, mucho más. Eso está claro en la forma en la que nos estamos mirando ahora. Ojeo su boca y me atrevo a imaginar besándola, dejándome de llevar. Suelo ir por lo que quiero sin contemplaciones si la otra parte también lo quiere, sin embargo, con Bea, soy cauteloso porque me importa mucho y jamás haría algo impulsivo que pueda incomodarla. Me mojo los labios y ella sigue el movimiento, pero termina apartando la mirada y aclarándose la garganta así que la bajo.

—Pensé que no ibas a llegar nunca. —Bea se jala la camiseta que se la ha subido un poco por el abrazo.

—Aquí estoy, ¿vamos a mi habitación?

En el momento que la pregunta deja mi boca, me arrepiento, porque antes era normal ir a mi cuarto, pero ahora cuando lo he dicho, nos hemos mirado y ha sonado como una invitación. Bea sonríe, acabando con la incomodidad, asiente y me sigue.

Las luces rojas y las lámparas de lava de mi habitación nos reciben y Bea suspira con alivio para lanzarse sobre mi cama.

—Sigue siendo un desorden por aquí —bromea y eso es todo lo que se necesita para volver a ser ella y yo, en estas cuatros paredes, cómodos y sin preocupaciones.

Jalo la silla frente a la computadora y me siento, observándola, aún asimilo que esté aquí.

—Te ves muy bien —digo con honestidad.

—Gracias, tú tampoco estás nada mal, te ha crecido el cabello. —Nota y sonríe—. Me gusta.

A mí me gustas tú, pero eso ya lo sabes, ¿no, Bea?

—¿Cómo estás?

Ella suspira de nuevo.

—Si esa es tu forma sutil de preguntarme como va la terapia, pues bien. —Ella se sienta y toca un punto a su lado en la cama—. Ven.

Obedezco y me siento a su lado, el olor de su perfume ya invade la cama. De cerca, me tomo mi tiempo observándola, no hay ojeras, su piel resplandece y su mirada ya no está tan apagada. Es increíble lo que un par de semanas de terapia pueden lograr, en unos meses estará incluso mejor.

—Pensé que sería como las otras veces, que no funcionaría, que no haría ese clic, pero por fin... encontré a alguien que me está ayudando mucho, Red, y que me ha hecho entender muchas cosas, que quizás para muchos sea tan claras como el agua, y para mí no lo eran. Ella sabe como hacerme comprender lo que siento, lo que necesito y una de las cosas en las que estoy trabajando es en expresarme con las personas que me importan. Por eso estoy aquí.

—Estoy muy orgulloso de ti —digo de corazón porque desde que me contó lo que pasó, siempre que le decía que fuera a terapia se negaba, diciendo que no había funcionado cuando lo intentó, que finalmente haya encontrado a alguien es un gran paso. Y su valentía me anima a querer decirle todo lo que no le he dicho, todo lo que siento por ella, pero me callo porque es su momento de hablar, de desahogarse, no el mío.

—Ya lo sabes, pero quiero decirlo —duda y se muerde los labios—. Te quiero, Red. Y quiero estar contigo, quiero seguir explorando tu lado amo, lo quiero todo contigo.

Tomo su rostro entre mis manos, mis pulgares acariciando sus mejillas. Quiero besarla, abro la boca para decirle que me siento de la misma forma, pero Bea me agarra de las muñecas y libera su rostro antes de seguir:

—Pero no es lo que necesito ahora.

Auch. Mi pecho se hunde, no digo nada y no sé que expresión hay en mi cara en estos momentos, pero debe ser patética porque ella me da una sonrisa triste.

—Y no tiene nada que ver contigo, soy yo.

—¿No eres tú, soy yo? ¿En serio, Bea? —bromeo porque es la única forma de dibujarme una sonrisa falsa en la cara e ignorar el vacío en mi estómago.

—No ha sido fácil entenderlo, Red, porque querer a alguien como te quiero a ti, me nubla y no me deja pensar con claridad, incluso ahora quiero besarte y que follemos hasta olvidar el resto del mundo. Pero no es lo mejor... para mí en estos momentos. —Ella toma una respiración profunda—. Inconscientemente, he usado el sexo... mis sentimientos y todo ese desastre como un escudo, como una distracción, intentando reemplazar los recuerdos malos que ambas cosas representan para mí por lo que pasó. Y eso no es sano, un trauma no se maquilla, no se reemplaza, un trauma se supera, Red.

La madurez de sus palabras me silencia por unos segundos y me llena de una sensación agridulce porque me alegra haber respetado su promesa lo más que pude, porque finalmente ella es consciente de lo que de verdad necesita, pero por otro lado, sé lo que eso significa para nosotros. Y por más que desee tenerla, no soy egoísta, jamás intentaría sabotear su proceso, aunque me muera por besarla e intentar todo con ella ya. He sido paciente, puedo seguirlo siendo. Así que guardo mis sentimientos nuevamente.

—Sé que ya lo dije, Bea, pero estoy muy orgulloso de ti y tienes toda la razón. Ahora debes enfocarte en ti.

—Red... —Ella extendió la mano y la puso sobre la mía en la cama—. Mis sentimientos no son los únicos que importan. Si tu crees que es demasiado egoísta de mi parte pedirte que estés a mi lado como mi amigo mientras sano, estás en todo tu derecho de decir no y de apartarte. He aprendido que lo que me pasó no es un pase libre para descartar los sentimientos de los demás.

—Me ofende que pienses que no puedes contar conmigo. —Juego con su mano.

Sus ojos encuentran los míos.

—Y estoy asumiendo muchas cosas... ni siquiera sé bien si es que sientes algo por mí, yo—me acerco a ella de golpe, causándole un jadeo que la interrumpe.

No digo nada, solo la dejo indagar en mis ojos, en mi expresión mientras pienso en todos los momentos que hemos pasado juntos, en las bromas locas, en quedarnos dormidos por accidente, en reírnos hasta que nos duele la barriga, en esas miradas que nos dábamos como aquel día en el salón de clases que desperté con ella ahí a mi lado, en las conversaciones profundas después de medianoche, el estar juntos en silencio sin ninguna incomodidad, solo disfrutando la presencia del otro.

Los ojos de Bea se enrojecen, y continúo callado mientras una lágrima rueda por su mejilla.

—Red... —Su voz es un quejido quebrantado.

—Bea...

—Gracias por respetar la promesa, y lo siento por no recordar, por ponerte en esa posición.

—Está bien.

—No me siento merecedora de personas tan maravillosas como tú, como Amber, Violet y Black. Pero estoy trabajando en eso, estoy entendiendo que lo que me pasó no tiene nada que ver con quien soy, yo no hice nada malo, no... fue mi culpa.

—No fue tu culpa —repito, y la abrazo, disfrutando de su calidez.

—Red, necesito que lo digas... lo sé, pero quiero escucharlo. —Intento separarme para mirarla, pero ella me abraza más fuerte—. No, hazlo así porque si te veo a los ojos mientras lo dices, querré...

Ella no termina la frase y sé lo que quiere escuchar, quizás lo necesita después de la rechacé tantas veces.

—Yo también te quiero, Bea, y voy a esperarte.

Ella hunde la cara en mi cuello, lo disfruto hasta que mi celular vibra en el bolsillo frontal de mis vaqueros. Lo ignoraría, pero tal vez son los chicos para reportar que hicieron con Andy. Me separo de Bea y ella se limpia las lágrimas mientras ojeo la pantalla: Black.

—¿Aló?

—Algo pasó, vamos para tu casa, estaremos ahí en cinco minutos. —Me levanto y camino hacia la ventana.

—¿Vamos? Black, no es un buen momento. —Le echo un vistazo a Bea que me observa atenta.

—Si estás follando, pues guárdate la polla porque es una emergencia.

—No estoy follando. —Bea alza una ceja y me aclaro la garganta—. Bea está aquí.

—Ah, mierda. —Hay un silencio y escucho la voz lejana de Amber y luego, ella suena al otro lado.

—Mándala a casa, Red.

—Pero ¿qué coño pasa?

Silencio al otro lado y luego el susurro de un nombre que me hace entenderlo todo:

—Es Soren.


#


Nota de la autora: Ay, este capítulo, diosito. Fue difícil de escribir porque Red estaba tan listo para lanzarse, pero... estoy muy feliz por Bea, por su avance, y por su proceso. Supongo que nos toco ser pacientes #ALoRed. 

Escribir el proceso de Bea ha sido muy emotivo, como ya ella puede ir notando las cosas que hacia sin darse cuenta, como intentaba llenar espacios con sexo, con fijación en lo mucho que le gustaba Red. Todas esas cosas en las que ella decidía enfocarse para no lidiar con lo demás, creo se lo ha explicado muy bien a Red. 

¿Qué nos prepara el futuro? No lo sé, pero por ahora sufrimos como Bolix(mi perrito) cuando no le dejo subir en la cama. 

Disfrutemos de este fanart que le he comisionado a @sadclown_  , parfavart, porque el cumpleaños de Red fue ETERNO JAJAJA

Muakatela, 

Ariana G. 

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Tags: #romance