1. Blue
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Rojo.
Estoy en espera frente al semáforo, con un pie sobre el asfalto y el otro sobre mi motocicleta, ambas manos sobre sus puños aceleradores. El sol del verano cae sin piedad sobre mí, el vapor saliendo del asfalto evidente. Algunos negocios a la vista a los lados de la autopista solitaria ya que es la que lleva a la parte desértica del estado. Aburrida de esperar, giro mi cabeza para echar un vistazo a mi lado.
No debí mirarlo.
Mis ojos son testigos de una vista inusual, hay un motociclista a mi lado, ojeo su motocicleta, es negra con detalles rojos: Buena combinación de colores. No es un modelo del año pero si es uno que ha sido reconocido como un clásico. El conductor tiene puesto su casco al igual que yo así que solo nuestros ojos son visibles, nuestras miradas se encuentran y me sorprende la oscuridad y profundidad en sus ojos. No sé que me motiva a apretar los puños aceleradores de mi moto, el motor rugiendo debajo de mi. Él ladea su cabeza, y hace lo mismo.
No debí retarlo.
El ruido proveniente de ambas motos me pone la piel de gallina y me acelera la respiración, el reto abierto enviando corrientes de emoción por todo mi cuerpo, ¿quieres una carrera, boy? No tienes ni idea de con quién te enfrentas.
Verde.
Apenas el semáforo cambia a verde, ambos arrancamos a toda velocidad, él en su carril y yo en el mío. Hago cambios tras cambios, sacándole el jugo a la potencia de mi moto. La fuerza del viento pegando mi franela a mi cuerpo como una segunda piel. Él me pasa por unos segundos así que me inclino hacia adelante y acelero aún más, alcanzándolo.
Es bueno, tengo que admitirlo.
Estamos cerca de pasar el limite de velocidad y cuando él lo pasa, no dudo en imitarlo, de ninguna forma dejaré que me gane ahora.
Esto es peligroso.
Pero siente tan bien.
Autos aparecen en nuestros caminos y los esquivamos pasándonos momentáneamente a otros carriles hasta pasarlos y luego volver a estar lado a lado. Nos deslizamos a través de la carretera con mucha facilidad, se nota que él es tan experto manejando su moto como yo lo soy con la mía. Puedo sentir el latido de mi corazón por todo mi cuerpo, como si cada parte de mí vibrara con cada latido, ¿Adrenalina, eh? Si tuviera que admitir alguna adicción sería a la adrenalina.
Adrenaline junkie.
El rugido de los motores de nuestras motos resuena por toda la avenida, acelerando mi respiración.
No vas a ganarme, boy.
Lo paso, y estoy a punto de celebrar mi victoria cuando veo las luces rojas y azules por el espejo retrovisor a un lado de moto.
Mierda.
La policia.
No me sorprende, vamos a una velocidad absurda en una autopista con limite bastante bajo. Estoy a punto de frenar cuando mi retador me hace un gesto con la mano para que lo siga. No lo dudo ni un segundo, si tengo alguna esperanza de salir de esta sin una multa que no puedo pagar, lo seguiré. Tenemos una gran ventaja sobre el auto de policía, puede alcanzarnos pero no puede pasar entre autos como nosotros. Así que lo sigo a toda velocidad entre camiones, carros e inclusos otras motocicletas.
Él chillido de la sirena de la patrulla se vuelve más intensa al perseguirnos, mi adrenalina esta por los cielos al navegar entre todo a tanta velocidad, un simple error o toque con un auto podría mandarme volando por los aires con mi moto y eso me llena de miedo pero una extraña emoción.
Me he vuelto loca.
Cuando hemos dejado la patrulla bien atrás, mi retador cruza en una calle solitaria y lo sigo, rogando que la patrulla no haya alcanzado a ver donde cruzamos. Rápidamente nos metemos en una gasolinera que luce vieja y de pocos clientes ya que esta en medio del desierto, escondemos nuestras motos en la parte de atrás. Las estacionamos y no me doy cuenta de lo mucho que estoy temblando hasta que me bajo de mi moto y me quito el casco.
Sin mirar a mi retador, me meto al baño de la gasolinera, es un baño para todo género y está más limpio de lo que espero. Frente a un espejo que tiene varias grietas, abro la llave del lavamanos y me inclino sobre el, recojo agua con ambas manos para echarme en la cara varias veces, el agua gotea de mi mentón cayendo sobre mi franela blanca, mojándola un poco.
Cuando me enderezo, mis ojos caen sobre mi reflejo, mi retador acaba de entrar y está unos pasos detrás de mí, sus hombros subiendo y bajando con su acelerada respiración pero eso no es lo que me deja sin aliento.
Él ya no tiene puesto su casco.
Y está muy bueno.
Cabello negro desordenado, ojos negros, y unas facciones que parecen demasiado rudas y perfectas para alguien tan joven. Su piel morena hace un hermoso contraste con su ropa.
Mi corazón aún late desbocado en mi pecho, cada nervio de mi cuerpo electrificado por lo que acabamos de hacer. Escapamos de una jodida patrulla de policía, a velocidades que solo he soñado ir en mi moto. Me giro hacia él, mis manos sobre el lavamanos detrás de mí, trago tratando de calmar estas sensaciones erráticas en mi cuerpo. Sus labios se abren ligeramente y yo me muerdo los míos. Ninguno de los dos hablamos, no hay nada que decir, somos un par desconocidos que acaban de disfrutar de un golpe de adrenalina juntos.
Antes de que pueda pensar, despego mis manos del lavamanos y camino hacia él, lo agarro de su camisa y estampo mis labios contra los suyos. Su respuesta es inmediata, me besa tan bruscamente que en un momento nuestro dientes chocan pero rápidamente agarramos el ritmo, profundizando el beso más apasionado y salvaje que me han dado en mi vida.
Sus labios son gruesos y suaves, húmedos contra los míos. Suelto su camisa y le paso las manos por el cuello para agarrarme de su desordenado cabello negro. Él pone sus brazos alrededor de mi cintura apretándome contra él. Nuestras respiraciones se vuelven aún más erráticas a medida que el beso continua, transformándose en un beso lleno de deseo. Su lengua roza mis labios, y envía hilos de deseo por todo mi cuerpo. Giro mi rostro a un lado para besarlo con más pasión, con más desenfreno, cada roce convirtiéndose en tentación, en deseo puro. Dios santo que bien besa este chico, es como si supiera exactamente como hacerlo para llevarme a la locura.
Un gemido se me escapa y alejo mi boca de la suya un segundo para morder su labio inferior, él gruñe y hasta eso es sensual. Él quita sus manos de mi alrededor y me gira con él para estamparme contra la pared, presionando sus puños contra ella a los lados de mi cara como si quisiera controlarse. Libero su cabello para agarrarme de sus hombros que se tensan al presionar su cuerpo contra el mío, nuestras respiraciones igual de agitadas.
Necesito sentir sus manos sobre mi cuerpo, cualquier parte de mi cuerpo, y me doy cuenta de que si no detengo este beso, terminaré follándome a un desconocido en medio de la nada. Contra toda mi voluntad, aparto mi cara para detener el beso. Mis ojos enfrentan los suyos y el deseo oscuro que encuentro en ellos me deja sin aliento, sus hombros suben y bajan con cada inhalada desesperada. Sus labios están enrojecidos, sudor baja por su frente y así de cerca noto la pequeña cicatriz sobre el puente de su nariz y lo jodidamente atractiva que es cada facción de su cara.
No sé que decir, ¿gracias por el mejor beso de mi vida? Si no estuviéramos en el asqueroso baño de una gasolinera, te follaría.
Estoy a punto de hablarle, obtener algún tipo de información de él para comunicarnos después de esto cuando pasa.
Mi mirada cae sobre el espejo del baño detrás de él en la distancia y me paralizo al ver en la parte de atrás de su cuello el inicio de un tatuaje que conozco muy bien, un tatuaje de una espina dorsal hecha de tinta que sé que llega hasta su baja espalda porque ya lo he visto antes en otros chicos, y en un chico pelirrojo en especial que me ha volteado el mundo últimamente. Se complicarán las cosas para mí y todo por mi maldita adrenalina e impulsividad.
Bien hecho, Blue, a ver como sales de esta.
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Nota de la autora: Bienvenidos a otra locura de las mías. Ustedes ya saben como soy, cheequetoos/aas. Espero que estén preparados/as.
¿Qué les ha parecido nuestra pequeña Blue?
Muakatela,
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