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Bittersweet tragedy

🍷

Kim Namjoon gran aristócrata de dientes afilados y llenos de sangre real recién exprimida gozaba de un manjar a sus ojos, repartiendo en todo el esplendor de aquel cuerpo mundano sus anhelados deseos infernales. Se deleitaba de su vino añejado en aquel delicado pero hermoso salón del Schöbrunn Palace, sus ojos rodeaban esa contextura que se movía con exquisita gracia, sus labios a pesar de ser remojados en ese líquido rojizo estaban resecos de la emoción.

Namjoon nunca en sus 22.000 años de sufrimiento en la tierra había visto tal majestuosidad de hombre caminar en la faz de la misma. No podía evitar sucumbir ante su discreto coqueteo ya que desde que llegó a aquel lugar ambos se conectaron, se atraían cuál imanes. Ambos deseosos por cruzar algo más que guerras silenciosas de miradas.

Namjoon estaba a un costado del salón sin prestar atención a la charla que le brindaba aquella pareja, puesto que sólo se dedicaba a sonreír seductor ante ese ser que lo estaba envolviendo en una danza insonora de leves golpeteos en sus zonas antes muertas. Puesto que luego de tantos años de vida casi nadie lo hizo envolverse en un torbellino de atracción adictiva cómo lo hacia ese humano en frente suyo.

Todos tenían conocimiento de que Namjoon era no sólo del linaje de la dinastía Kim, sino heredero de la maldición y riquezas de la misma. Sus afilados dientes se ensalzaban orgullosos de ser suyos. Pues él era un vampiro de alto rango, gran protector de la línea blanca y real.

El mismo que se estaba dejando engatusar por ese pecaminoso ser que lo estaba tentando y no pararía hasta castigarlo por hacer eso.

Se disculpó con los que lo rodeaban y decidió aproximarse, ya bastaba de permanecer lejos. Sus elegantes pasos lleno de seguridad el alto ego le daban aquel enigmático toque que sólo él poseía. Se aproximó hasta quedar detrás de aquel chico, sucumbió ante el aroma que destilaba su liso cuello, tan apetitoso tan lleno de sangre que el amaría succionar puesto que deducía que ese ser seria increíblemente delicioso.

— ¿Cómo te llamas? — susurró el pelinegro alejándose un poco, causando el asombro en el contrario, el cuál lo miró detenidamente — ¿te comieron la lengua, bonito?.

El joven hombre le sonrió con sorna, entre sus dedos sujetaba aquella copa con tal delicadeza, uno de sus brazos se cruzó sobre su abdomen y su blanca camisa que faltaba abotonar dejó a su vista ese pedazo de dermis que lo incitaba a clavar sus dientes, desmembrar las pequeñas uniones de su piel para hacer que brote del mismo ese majar carmín que lo volvía loco.

— Lo que quiero que me coman no es la lengua, bonito — rió el dueño de esos cabellos rosas que delicadamente caían sobre sus negras pestañas que enmarcaban una mirada obscura pero misteriosa color índigo — Kim SeokJin, un placer

— Un lenguaje bastante obsceno para el príncipe de Inglaterra ¿no lo cree? — dijo Namjoon haciendo de sus distancias nada. Pues claro aquel punto de su interés no era nada más ni nada menos que el heredero del trono de Inglaterra. Por algo había captado su atención, siempre oyó que la pareja lo mantenía escondido porque era demasiado tentador para andar entre los mortales e inmortales y ahora lo comprendía, pero él sabía que había más escondido, él era su pareja, el era la reencarnación de su esposa la cuál había muerto a manos de unos ignorantes pueblerinos por el año 1754 época dónde él era cazado por ser un vampiro.

— Lo único obsceno de mí queda bajo las sábanas señor Kim — replicó el joven claramente tratando de hacerlo perder el control, pues era él sin dudas, esa chispa en sus orbes lo delataba sin contar con sus leves facciones finas y delicadas, todo un esplendor en piel humana.

Namjoon lo estampó contra la pared, aspiro de nuevo esa esencia, pasando tortuosamente su nariz sobre el joven y con un poderoso autocontrol paro sobre el lóbulo del contrario de quién sus latidos se lanzaban contra la atmósfera creando una burbuja que sólo los absorbía a los dos.

— Esta jugando con fuego príncipe SeokJin — susurró Namjoon lamiendo levemente el lóbulo del contrario creando leves temblores en la anatomía del mismo, era suyo, lo sabía y ahora no lo dejaría escapar.

— Sabe usted señor Namjoon , quién no juega con fuego, al final se hiela.

Las manos de SeokJin se posaron juguetonas ante el traje tan prolijo del contrario y ante leves pero punzantes miradas se dijeron que de esa noche algo más que una fiereza de guerras entre sábanas saldría.

"Quizá de juego en juego con los instintos más primitivos el amor se asoma ante el infierno de sus hilos irrompibles."

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