44 - Sex
Fui ahí cuando me armé de valor, me acerqué a su rostro, lo tomé con ambas manos e hice presión mis labios con los suyos. Le besé todo el rostro, sus comisuras, sus mejillas, la perfecta punta de su nariz, su frente y de nuevo los labios, muchas veces. Simplemente eran presiones y me sentía bien. Me alegró que Luke al fin reaccionara, pues me tomó de las caderas, haciendo contacto sus manos con la piel de esa zona, y apretó, llevándome más cerca si era posible.
— ¿Por qué haces esto? — preguntó en un susurro cuando pegué mi frente contra la suya. — No juegues conmigo, me duele.
—No juego contigo, Luke, esa nunca fue mi intención. — aclaré, acaricié su mejilla con mi mano, su barba de días raspándome la palma.
— ¿Por qué lo siento así? — me alejé un poco para verle, sonreí porque su mirada hizo clic con la mía al instante. Negué, me mordí el labio inferior y decidí darle un pequeño y rápido beso en los labios. — Pagaría lo que fuera para estar así contigo siempre. — murmuró como si decir aquello fuera un pecado que ni siquiera las paredes podían oír. — Lo siento, prometo recoger todo y reponer los daños. — se disculpó, levantó una comisura de sus labios y cerró los ojos. — Algo se apoderó de mí, jamás había sentido tanta rabia en mi vida, Misty, me dolió saber que andabas con ese estúpido de cara bonita, me dolió verte a la par de él, solamente quería acabar con su existencia y dejarte solamente para mí y para nadie más... ¿Suena egoísta? — se detuvo para hacer esa pregunta, abrió los ojos y enfocó su mirada en la mía entre la poca iluminación. — Es obvio que suena egoísta, pero no importa porque es verdad.
—No importa. — estuve de acuerdo. — También daría todo por estar contigo siempre, te entregaría toda mi juventud. — confesé algo sonrojada, él sonrió, era una sonrisa boba y me encantó verle.
— ¿Podrías besarme otra vez? — preguntó, no asentí ni negué, simplemente me incliné y choqué nuestros labios. Esta vez él correspondió, el sonido de nuestros labios chocando era mortificante, sin dudas pedía llevarlo a otro nivel y así fue; Luke pidió permiso para meter su lengua, accedí, haciendo que ahora fuéramos con ritmo y sincronía. Me gustaba.
— ¿A caso esto no está mal? — pregunté con la voz baja y la respiración entrecortada, Luke me tomó el rostro, negó y tragó duro, pude ver su "manzana de Adam" moverse rápidamente.
—Si sientes que esto está bien, pues para mí también... ¿No? — frunció el ceño, sus cejas se juntaron, sus ojos se achicaron y no pude evitar besarlo otra vez, y otra y otra y otra vez.
—Se siente bien. — confesé cerca de sus labios.
—Pues para mí también.
Entonces me cogió de la cintura, levantó la gran camisa que me cubría, de los bordes y sin piedad me la arrebató, tirándola lejos, sus ojos me inspeccionaron de arriba a abajo, volvió a tragar y llevó una mano a mi abdomen, acariciando lentamente. Sin previo aviso, Luke me tomó de atrás, haciendo que ambos giráramos en la cama, mi cabello quedó esparcido en toda la cama, él me miraba desde arriba ahora y me mostró una sonrisa.
—Te quiero. — susurró, volviéndome a besar.
Dejó pequeños besos en mi comisura, en mis mejillas, fue a mi cuello, mi parte débil, Luke besó lentamente esa zona haciendo que me pusiera erguida por la sensación, él chupó y succionó, se llevó mi lóbulo, lo mordió y solté un gemido cuando llevó una de sus manos a mis pechos, apretando sobre la tela del sostén.
Sus besos bajaron a mis clavículas, luego a mis pechos, se detuvieron unos segundos ahí, llevó una mano a mi espalda, sabía que quería desabrocharlo, antes de hacerlo, me miró a los ojos buscando mi permiso, me fascinó poder notar sus ojos totalmente dilatados, sin pensarlo dos veces me arqueé y le di la posibilidad que lograra su meta. No preguntaré cómo es que pudo zafarlo con solamente una mano, no importaba. Su mirada quemaba sobre mí, sentí mis mejillas arder cuando dimiculó mi pecho. Parecía encantado.
—Diablos, Misty... Eres Her–hermosa. — pronunció Luke a medias, sonreí y lo a traje a mí de nuevo. Él besó mis senos, de manera placentera, llevándoselos a la boca y haciendo succión, me alcé por la fuerte sensación que provocaba el rubio, entonces me di cuenta que él no se había quitado ninguna pieza de su ropa, le tomé los bordes de la camisa y jalé, sacándola por su cabeza. Se separó de mí por un momento, se desabrochó los pantalones, mandándolos al suelo también. Le observé el torso desnudo, luego bajé la mirada a su bóxer azul, en el cuál se marcaba su erección.
Le tomé de los hombros, haciendo presión para alzarme y girar con él, me senté a horcajadas, Luke alzó sus caderas, solté un gemido, puse mis manos en su pecho para apoyarme y comencé a moverme de forma lenta, él presionó con fuerza sus ojos y gruñó. Me acerqué para besarle en los labios, el accedió y volvimos con nuestra sincronía, pero no detuve mis movimientos.
—Misty... — gimió. — No creo que pueda soportar. — tragó saliva, giró de nuevo conmigo, se posicionó entre mis piernas abiertas, su respiración era pausada al igual que la mía, llevó una mano hacia abajo, con sus dedos acarició el borde de mis bragas y en un dos por tres las había arrebatado. Me arqueé al sentir el contacto de Luke en mi zona, moviendo su pulgar en mi clítoris.
—Luke. — le llamé a como pude, estaba sufriendo de la manera más excitante del mundo. — Hazlo ya.
—Diablos. — espetó, le miré a los ojos y me confundí al verle incrédulo. — No ando un condón.
Entonces sonreí y señalé la mesa de noche que estaba volcada en el suelo.
—En la primer gaveta. — instruí, él me miró extrañado, sabía que no comprendía el porqué de yo tuviera condones, oh por Dios, estaba celoso, su ceño lo delataba.
—Espera, ¿Por qué tienes condones? — preguntó, le miré desde abajo y mi sonrisa se hizo más ancha.
—En mi cumpleaños, ese fue el regalo de Michael. — expliqué rápidamente, estaba empezando a impacientarme. Él desapareció su ceño fruncido y asintió.
—Qué idiota. — espetó, puse los ojos en blanco, pero él se levantó a sacar un condón de mi mesa, al hallar uno sonrió y volvió a posicionarse sobre mí.
—Pero muy bien que lo usarás. — le reñí de manera divertida, Luke sonrió, llevó una mano a mi boca para callarme y depositó un pequeño beso en mi frente.
Reanudamos lo que estábamos haciendo, nos besamos y tocamos por todas partes, hasta que Luke decidió que era el momento, se quitó el bóxer, quedando igual de desnudo que yo. Él se elevó un poco para colocarse el condón, le observé todo el tiempo y para cuando estuvo listo me miró a los ojos.
— ¿Lista? — preguntó, me evaluó el rostro y no pude evitar reír. — ¿Por qué te ríes? — frunció el ceño, bajó la mirada donde estaba su miembro listo para entrar y luego a mí.
—Pareciera que esta fuera tu primera vez, hazlo. — le apresuré, me aferré a su espalda, sus brazos estaban apoyados a cada lado de mi cuerpo. Él asintió y ambos gemimos cuando por fin estuvo adentro.
—Se trata de ti, Misty... — dijo a respuesta de mi comentario mientras se empezaba a mover lentamente dentro de mí, soltó un gemido, lo atraje para besarlo y a cómo eran sus movimientos, eran los besos. Eran estocadas suaves, pero profundas. — Con–tigo siempre tiene que ser bi–bien. — dijo entrecortadamente, su frente se estaba empezando a adornar de pequeñas gotas de sudor, su respiración era irregular al igual que la mía y nuestros pechos chocaban entre sí.
—Cállate. — dije, ansiosa. — Ahhh. — gemí cuando la velocidad aumentó, el sonido de nuestros cuerpos chocando llenaba toda la habitación, nuestros cuerpos estaban sudorosos, estábamos a punto de llegar.
—Diablos. — chistó y hundió su rostro en entre el hueco de mi cuello. En ese momento sentí la gran descarga en mi cuerpo, apreté mi agarre más fuerte y abrí mi boca por la sensación, una gran ola de calor me abarcó, mis mejillas ardieron y sentí una gran satisfacción cuando solté un gemido. Había llegado al orgasmo.
Luke continuó de manera rápida y fue disminuyendo cuando también llegó, me abrazó más a su cuerpo y permaneció con su cabeza en mi cuello, respirando el olor de mi cabello. Eso había sido tan...
—Creo que... — Luke salió de mí, me acomodé a su lado, él se sacó el condón, lo amarró y lo arrojó al suelo.
Ambos estábamos viendo al techo, las sábanas nos cubría, nuestros brazos chocaban. De la nada la mano del rubio encontró la mía y la entrelazó. A penas y seguíamos tratando de tranquilizar el pulso.
—Te quiero. — me dijo, giró su cuerpo para verme, llevó una mano alrededor de mi cuerpo y me atrajo a él. — En serio lo hago.
—Yo también.
Entonces me fundí en su abrazo y sin pensarlo ambos nos quedamos dormidos entre todo el desastre que era mi habitación.
*
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