Luke's Pov

El silencio que había en el comedor era tan sobrecogedor, agradecía que nadie hablara, pues quería que mis pensamientos estuvieran en línea, no deseaba más drama, no después de ayer con Calum y su estupidez.

Misty aún no se había levantado, Calum traía unas gafas Ray Ban negras para esconder sus ojos de la luz mientras se metía cucharadas de huevo con tocino a la boca. Él me debía una disculpa.

En la madrugada había llegado Nia, Miranda y un amigo de ellas cuyo nombre desconocía, ellos estaban durmiendo por la zona horaria.

A mí lado estaba Michael, que al igual que los demás comía tranquilamente, Arzaylea se enfocaba en su celular mientras le daba sorbos a su batido. Yo no podría solamente desayudar aquello.

—Hola, Cristy. — saludó la rubia de ojos cafés, fruncí el ceño pues no conocía a ninguna Cristy, pero entonces alcé la mirada.

—Es Misty, Alisson, Misty. — corrigió esta de mala manera y toda desganada.

—Cierto, lo siento. — Alisson asintió y volvió a sumirse en su comida "saludable".

Misty miró todo el lugar hasta que sus ojos se enfocaron con mí, lo extraño fue que me sonrió. No esperaba eso por lo de ayer, me suponía que ella tal vez hubiera querido evitarme.

—Mujer, pensé que ibas a invernar. — comentó Ashton, divertido. Nadie sabía lo de ayer y era mejor así.

—Debería intentarlo. — habló Misty, tomó lugar en un asiento que justamente quedaba frente mi vista.

En todo el tiempo en el que nos dedicábamos a comer hubo silencio, el porqué me confundía, pues se suponía que todo estaba aclarado entre Misty y yo.

Esto me estaba volviendo loco.

—Arzaylea, querida, ¿Me pasas la mantequilla? — llegó a preguntar el moreno totalmente desganado, mi novia apartó la mirada de su celular para darle un vistazo a mi amigo.

Ella tomó el plato de la mantequilla, estiró el brazo y se lo dio.

—Muy amable. — Calum bufó y de nuevo volvió a su comida. Desde un principio él me había dicho que Arzaylea no le caía bien y estaba bien, no le iba a forzar a nada.

Aunque pensándolo bien, a casi nadie le agradaba ella.

***

Estaba siendo torturado de la manera más cruel del mundo. ¿Qué fue lo que te hice, Dios?

Todos estábamos en la gran piscina de la gran casa y todos tenían una gran sonrisa plasmada en sus rostros. Oh, pero yo no, yo estaba con cara de estúpido, lo podía asegurar.

Estaba sentado en una de esas sillas de bronceado apreciando lo que hacían los demás... o mejor dicho: lo que hacía ella.

¡Me iba a morir!

Misty era tan hermosa.

Misty era mi diosa.

Misty se miraba tan candente con su traje de baño de dos piezas color celeste. El color celeste le hace ver bien, resalta sus hermosos ojos. Diablos.

—Te miras tan estúpido. — dijo alguien sentándose en el otro asiento de al lado.

—Cállate Calum.

—Deja de mirarla.

—No puedes saber que la estoy mirando. — dije, puse los ojos en blanco y me saqué las gafas para mirar al moreno.

—No seas tonto y ve con ella. — me aconsejó, sin más que hacer se levantó y se dirigió hacia donde estaba Nia tomando el sol.

Algo me decía que estos dos andaban en algo.

—Santa mierda. — susurré y me armé de valor para ir donde ella. Caminé a paso normal y cuando me encontré frente a la piscina, le miré, con una sonrisa.

—Hola Luke. — me saludó algo agitada por haber estado nadando. ¡Alguien ya que me mate! Se miraba hermosa con el cabello mojado hacia atrás y su rostro a lo natural.

—Hola Misty.

Ella salió del agua, agarró una toalla y se la enrolló en su cuerpo. Rayos.

— ¿Quieres ir a molestar a Michael? — me preguntó divertida, pero negué.

—No quiero ser golpeado.

—Bueno.

Entonces supe que el ambiente se había vuelto incómodo.

—Luke, escucha. — Ella se llevó un mechón de su cabello detrás de la oreja y me miró directo a los ojos. Todos estos segundos en silencio me estaban matando. Ella parecía pensar lo que iba a decir a continuación. — Con respecto a lo de ayer...

—Misty...

—Calum estaba ebrio, él es muy idiota cuando está así, sabes que bromea mucho, de seguro todo lo de ayer fue parte de su estado de ebriedad. — me dijo muy segura de sí misma, por alguna razón me dolieron sus palabras, mi corazón se quebró y supe que debía dejarlo en paz. Ella esperaba por mis palabras, pero no podía hablar, una parte de mi quería decirle que lo que dijo Calum no era una broma, que en verdad la amaba.

Me tomó varios segundos decidir lo que iba a decir y me odié por ello.

—Sí, fue una estúpida broma, nada más.