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Capítulo 68: Madre

Este capítulo describe tendencias suicidas. No se pretende fomentar de ninguna manera dichas conductas. Se ruega prudencia y discreción.



Taehyung iba sentado en el regazo de Ho-seok, quien lo sostenía por la cintura como si de un niño pequeño se tratase. Yoon-gi y Jung-kook ocupaban los extremos del asiento. Adelante, de copiloto estaba Nam-joon y Seok-jin conducía, seguía con discreción la ruta de las patrullas policiales a unos cuantos metros delante de ellos. El silencio era fiel reflejo del miedo y nerviosismo que cargaba cada uno, deseando solo una cosa: que Jimin y Jacqueline estuvieran bien.

De repente, se escucharon múltiples bocinas al unísono y varios autos se salieron un poco de los carriles. Un coche venía en dirección contraria y a toda prisa. Seok-jin fue hábil al volante, y en ese momento de confusión Taehyung logró verlo por el filo del ojo:

―¡¿Jimin-ssi?! ―exclamó, dando vuelta el rostro.

―¿Qué dices? ―habló Yoon-gi, imitando su acción.

―¡Lo vi! ¡Lo vi! ¡Sí era Jimin-ssi! ―exclamó Jung-kook, exaltado―. ¡Hyung! ¡Da la vuelta, da la vuelta!

Seok-jin no solo tuvo que maniobrar con destreza para orientarse en la dirección deseada, sino también para esquivar hábilmente varios vehículos fuera de lugar, desatando así un torrente de gritos, cláxones e histeria. Con un giro abrupto, logró dar la vuelta y detuvo el motor un momento, previniendo que alguien pudiera salir herido, aunque eso no evitó que todos dentro del auto sintieran la sacudida.

―¿Quién mierda te enseñó a conducir? ―riñó Yoon-gi, con su corazón latiendo a mil por segundo, mientras se enderezaba en el asiento al igual que los demás.

»Oye, rubio oxigenado y mal teñido, ¡te hablo a ti! ―insistió―. ¿Quién rayos te enseñó a conducir?

―¡Tú puto padre! ―exclamó Seok-jin con rabia, devolviéndole la mirada a través del espejo retrovisor.

―Noventa y tres ―expuso con seguridad.

―Noventa y dos ―rebatió―. ¿Te callas?

―Como digas, hyung.

Seok-jin observó el rostro anonadado de su copiloto, quien esperaba una respuesta en el momento en que alzó las cejas.

―Me hizo enojar. ―Se encogió de hombros un segundo.

Nam-joon sonrió, dejando escapar una risa nasal y meneó la cabeza.

―¡Sí! Lo vimos, era Jimin. ―Taehyung hablaba con el oficial Ki-bum por teléfono, en tanto el conductor ponía el auto en marcha nuevamente.

»Parece que él ocasionó los estragos en la ruta. Estamos volviendo para seguir su rumbo.

Si no busca una comisaría buscará un hospital. Nosotros no podemos abandonar nuestro destino ahora, así que no hagan nada imprudente. Una patrulla estará en la zona pronto, me aseguraré de ello.

Con eso último dicho, la llamada terminó. Justo después de colgar, recibió una llamada de Nayeon. La noticia del secuestro del joven modelo y empresario Park Jimin ya estaba desperdigada por todo Busan, y ella se ahogaba en desesperación por tener noticias respecto a lo ocurrido. Taehyung fue breve y le envió su ubicación para que pudiera rastrear su ruta.

En efecto, no demoraron en dar con el hospital al que Jimin había acudido. No fue difícil, ya que un vistoso automóvil oscuro acaparaba toda la entrada, causando un gran alboroto. Había mucha gente molesta y autos chocados debido a las cuestionables maniobras del joven al volante. Seok-jin estacionó a un lado para que todos pudieran bajar, pues no sería posible dejar su coche en medio del caos. Les sugirió que se adelantaran.

Al cruzar las puertas, se encontraron con más gritos: Jimin estaba acurrucado contra la pared y varios enfermeros luchaban por sedarlo. Se veía como una fiera en ese momento.

―¡Jimin-ssi! ―gritó Taehyung, corriendo hacia él.

Su mejor amigo reconoció su tono de inmediato y empezó a gritar su nombre.

―¡Es mi hermano! ―exclamó Taehyung, desesperado porque le permitieran avanzar―. ¡Por favor! ―insistió.

Los enfermeros se apartaron de Jimin y le cedieron el paso, entonces el perturbado muchacho lo estrechó entre sus brazos y lloró desconsolado.

―Taehyungiee... Taehyungiee... ¡Taehyungiee! ―lloró, con la voz temblorosa, aferrándose a él con fuerza, anhelando apagar su miedo.

―Ya está, ya estoy aquí. Estoy contigo ―le dijo, frotando su espalda y su cabello con suavidad. Podía sentirlo empapado por el sudor frío y tiritaba sin parar.

―Jackie, Tae... ¡Jackie! ―dijo, al desprenderse un poco de él―. No podía dejar que esos tipos le pusieran las manos encima, no podía... Tuve que hacerlo, Tae...

―Jimin... tú...

―Fue lo correcto, ¿verdad? ―dijo, arrugando su ropa en los puños, mirándolo con sus ojos cristalizados y sus mejillas sucias y húmedas―. Hice lo correcto, ¿verdad?

Taehyung comprendió, y sus ojos se llenaron de lágrimas, incapaz de poder pasar saliva.

―Eres una gran persona, Jimin...

―No quiero sin ella... Ya no quiero... Esto es tan injusto... ―lloró desconsolado, negando con la cabeza―. Lo hice por ella... para protegerla... pero no fue suficiente...

Jimin viró la cabeza y vio a un enfermero con la jeringa en su mano, entonces gritó alarmado, aferrándose a Taehyung como si de su madre se tratase.

―No quiero. ―Negó frenético con la cabeza―. ¡No quiero! ―Se escandalizó―. ¡Tengo que estar despierto para ver a Jackie! ¡Tengo que...!

―¡Entonces cálmate! ―exclamó su amigo, poniendo las manos sobre sus hombros―. Si no te tranquilizas te van a sedar, ¿entiendes? Es por tu bien...

―N-no quiero... por favor, no quiero... ya no más, ya basta... basta...

Taehyung le hizo una seña al enfermero para que se apartara. No sabía qué era lo que iba a ocurrir, y si por desgracia lo peor llegaba a pasar... ¿Cómo se perdonaría no dejar que su amigo viera a su chica?

―Todo estará bien.

No decía aquello por decir, realmente deseaba desde lo más profundo de su alma que todo marchara lo mejor posible.

A los pocos segundos, Nayeon cruzó la puerta de entrada. Ni bien divisó a los muchachos, y a Taehyung acurrucado contra la pared y Jimin entre sus brazos, corrió en esa dirección.

―¡Tae! ¡Jimin! ―Detuvo el paso, agitada, y luego se giró hacia los demás, agachando un poco la cabeza a modo de saludo―. Gracias al cielo...

―Gracias por venir...

―¿Cómo no hacerlo? ―Se inclinó a su lado y puso su mano sobre su mejilla.

En ese momento el doctor encargado de Jacqueline se asomó por el pasillo, Jimin fue el primero en ponerse de pie.

―Doctor, ¿cómo está la chica? ―preguntó Ho-seok, y todos observaron atentos.

―Seguimos en la tarea de que se mantenga estable, pero ha perdido mucha sangre, necesitará una transfus...

―Yo le daré mi sangre ―interrumpió Jimin, dando un paso al frente―. ¿Qué tengo que hacer? ¿Dónde voy? ¿Con quién? ―habló acelerado―. ¡Dígame que quiere y se lo daré! ―Se desquició.

―La señorita Brown Lee es AB negativo, no cualquiera será compatible...

―¿Qué me está diciendo con eso? ―Agarró al doctor por el cuello de su bata blanca.

―Jimin, cálmate ―dijo Ho-seok, tomando con delicadeza su mano para que aflojara su tacto.

―Yo. ―exclamó Nayeon, con su mano alzada a la altura de su hombro―. Yo soy AB negativo. Puedo donarle.

Jimin abrió los ojos de par en par; no podía creerlo. Poco a poco, sus cuencas desbordaron en agua salada nuevamente. Se arrimó a la chica, afligido, y se postró delante de ella de rodillas.

―Por favor... sálvala... por favor... ―lloró, y juntó sus manos en rezo contra su rostro.

―Po-por favor, Jimin... levántate... No tienes que... ―dijo ella, con una sonrisa nerviosa y el rostro enrojecido, pero el muchacho la interrumpió abrazando sus piernas y apoyó su cabeza también.

―Sé que he sido malo contigo, ¡perdóname!, por favor... Se trata de mi Jackie... Je-bal... je-bal... (te lo suplico).

Taehyung, llorando, posó su mano sobre el hombro de la chica y le pidió que por favor se fuera con el doctor. Ho-seok y Jung-kook se encargaron de parar a Jimin sobre sus pies, tomándolo cada uno de un brazo, pero en cuanto hicieron un poco de fuerza el chico se quejó.

―Duele... duele... ―gimoteó―. Y-yo l-lo hago... pu-puedo solo... ―dijo, levantándose despacio, con el dolor enmarcado en su cara.

Al erguirse tambaleó un poco; Jung-kook alcanzó a atraparlo para evitar que se desplomara. Todos fueron testigos en ese momento, el temblor constante en sus manos, los párpados caídos, la suciedad y sangre en su ropa. Era un desastre.

«Tuve que hacerlo». Taehyung se llevó una mano a la boca y se dio la vuelta para ocultar sus lamentos. Jung-kook apoyó su rostro contra el hombro de Ho-seok y lloró en silencio.

Jimin se llevó una mano al abdomen, su estómago se estremecía, comenzó a generarle arcadas, hasta que vomitó ahí mismo.

* * *

Al llegar a la plataforma abandonada, los policías se encontraron con Lee Dong-min tendido en el suelo, con sus manos juntas sobre su vientre, un torniquete improvisado en su tobillo, sus mejillas húmedas por las lágrimas que no dejaban de correr y silbando. En cuanto lo interceptaron los oficiales, informó que él había matado a los mafiosos, lacayos de Rain. Que sabía además donde estaría Jimin gracias a que Fan Bing-bing le proporcionó la información, poco antes de sesgarle la vida, y también... que él mismo se disparó, aunque eso último había ocurrido muy diferente:

―¿Te crees con las agallas de poder halar el gatillo? ―le había dicho a Jimin en aquel momento.

El pulso del chico temblaba a más no poder, las lágrimas corrían por su rostro, hasta que inspiró profundo por la nariz, y su mirada se oscureció.

―No voy a matarte. Pero tampoco te daré ventaja de que nos persigas, maldito ―dijo, y sin vacilar apuntó y disparó, dándole de lleno a su tobillo.

Lee emitió un gruñido de dolor y comenzó a ver la sangre correr. No obstante, antes de que pudiera hacer cualquier movimiento, Jimin disparó de nuevo, una, dos, cinco veces. Todos los disparos fueron a parar al muro, e incluso sin balas, continuó jalando el gatillo, escuchando solo el chasquido del arma vacía. Estaba poseído por su rabia y desesperación, hasta que el llamado de Jacqueline lo trajo de vuelta en sí.

Para eso estaban los amigos, ¿verdad?

―De nada ―susurró para sí mismo y sonrió, mientras era llevado a rastras hasta la patrulla, ya que, si bien no pondría resistencia, tampoco pensaba hacer esfuerzo alguno por avanzar.

Por supuesto que tuvo intenciones de darse a la fuga ni bien se vio solo en el lugar. Es por eso que había un surco de sangre que terminaba donde quedó tirado. No iba a arriesgarse a morir desangrado; eso hubiera sido tan decepcionante para él.

La noticia de lo ocurrido había llegado también a oídos de Felix, por lo que más tarde se presentó en el hospital, en compañía de Chris, Dahyun y Hyungwon.

―Aún sigue en quirófano ―informó Taehyung―. No sabemos nada más que todo lo que ya te conté.

―Mi padre es AB negativo. Me alegra que no hayamos tenido que acudir a él ―dijo Felix, con un rostro preocupado.

―Aun así se enterará ―dijo su novio con mucho pesar, poniendo su mano sobre su cabeza con gentileza.

―Lo sé. Quiero decir, son nuestros padres, debemos decirles, ¿no?

―¿Ya le escribiste a tu mamá?

―Sí, pero no me respondió. Es raro... ni siquiera me figura que haya visto el mensaje ―suspiró―. Lo más seguro es que venga mi maldito padre...

―Es inevitable, Lix.

―Tengo miedo.

―No lo tengas. ―Negó con la cabeza, y lo estrechó entre sus brazos.

Acarició su cabello, frotó su espalda con suavidad y dejó un pequeño beso sobre su cabeza. Felix se aferró a él con fuerza; no tenía a nadie más.

* * *

―Sí, seguimos en el hospital, Jacqueline está muy delicada todavía. ―Ho-seok hablaba con su prometida por teléfono, parado a unos metros de la entrada principal de la clínica.

Min Yoon-gi lo observaba discretamente, mientras se fumaba un cigarrillo.

―Claro, cielo, te mantendré al tanto. También te amo, nos vemos más tarde ―dijo y terminó la llamada, con una pequeña sonrisa en su cara, la cual se esfumó al ver a su amigo fumando.

Min podía sentir sus ojos sobre su persona, simulaba que no, pero lo ponía terriblemente tenso y aceleraba sus latidos al instante. Lo captó de inmediato y tiró lo que quedaba de la colilla al suelo, pisándola después.

―Creí que ibas a dejarlo ―le dijo, deteniendo el paso frente a él.

―Vamos, Hoba. Jimin nos necesita ―contestó, sin siquiera verlo a la cara; no podía.

A su vez, en una de las habitaciones, Jimin estaba sentado sobre una camilla. Taehyung limpiaba los restos de saliva y vómito de su boca, mientras una enfermera medía su presión arterial. Veía un punto fijo, con la mente en blanco, y el brillo en sus ojos perdido, como aquella vez que fue ingresado al sanatorio.

―La presión arterial está algo baja, aunque no demasiado. Solo debe descansar apropiadamente ―informó la profesional, e intercambió una pequeña reverencia con Taehyung antes de retirarse.

El muchacho se giró hacia su amigo y le habló:

―Iré a buscar a Jung-kookie. Estaba muy preocupado por ti, quería verte.

Jimin lo miró y asintió. A continuación, unos enfermeros ingresaron rápido con una persona lesionada y bastante escandalosa.

―Quédate aquí y no te esfuerces, yo iré a buscarlo, ¿sí? ―dijo, poniendo su mano sobre su cabeza.

»Oye... ―Llamó la atención de la enfermera―. Volveré enseguida, te lo encargo mucho, ¿sí?

―Claro ―le respondió.

Taehyung se marchó rápido, para así encontrar a su primo rápido y volver del mismo modo. Jimin ojeó al paciente que había llegado; gritaba y los enfermeros discutían con él debido a una luxación que requería recolocar el hueso. La persona estaba demasiado alterada, dificultando su trabajo.

―¡Dame una mano aquí, ¿quieres?! ―exclamó la enfermera en jefe a la otra que estaba de pie junto a Jimin. La muchacha acató de inmediato.

Con cuidado, Jimin dio un pequeño salto y bajó de la camilla, caminando descalzo. Atravesó el cuarto y salió al pasillo, donde la iluminación era más intensa y la gente iba y venía, pero no halló rostros conocidos. Mientras avanzaba, un enfermero lo regañó por estar en medio del camino, ya que llevaba un carro de suministros para reposición. Jimin se hizo a un lado torpemente para cederle el paso y observó cómo el enfermero detenía el carro junto a una puerta, exclamando de mala gana y demandando la atención de sus colegas.

Al pasar por una de las habitaciones, reconoció la voz de Nayeon, llamando su nombre, a lo que respondió acercándose.

―Gracias por lo que hiciste por Jackie.

―Ni lo menciones. En serio. ―Sonrió con calidez.

Jimin levantó su mano y la acercó a la chica, quien se removió cuando sintió el peso de su palma contra su cabello. Le dio una pequeña caricia y por primera vez en tanto tiempo le sonrió, como solía hacerlo cuando se sentía enamorado del espectro de su gemela.

―Estarás bien ―dijo, ampliando su mohín y haciendo pequeños sus ojos. Luego dio media vuelta y se dirigió a la puerta.

―¿Dó-dónde vas?

―Al baño ―dijo, sin detener el paso o voltear a verla.

Taehyung y Jung-kook caminaban a la par por el pasillo. Al girar en uno de ellos se encontraron con la muchacha, que se desplazaba con dificultad.

―¿Qué pasó?

―Jimin... No está bien.

No bastó más para que Jung-kook saliera corriendo de allí. Taehyung cargó a la chica en brazos y la regresó a la cama; no podía andar sola, aún estaba muy débil.

―Lo encontraremos, no te preocupes ―le dijo, y se marchó rápido.

Seok-jin y Nam-joon transitaban a paso sosegado por uno de los tantos corredores, con un vaso de café cada uno, hasta que los ojos del Kim más alto encontraron la figura de Jimin, cuán aparición fantasmal. Por un ínfimo instante sus miradas se cruzaron y Nam-joon ya no pudo dar un paso más, estático ante un repentino recuerdo:

―¿Qué estás haciendo? ―preguntó paralizado y con sus ojos tiesos, luego de haber entrado al sanitario de la secundaria, donde se encontró con un Jimin adolescente en el momento justo donde estaba infringiéndose daño con un objeto punzante.

―E-esto... ―intentó alegar el chico, pero su grado de nerviosismo y miedo era tan elevado que no fue capaz de formar ninguna oración coherente.

―No quiero volver a verte haciéndote esa mierda de nuevo, ¿me oíste?

―T-tú no entiendes, hyung...

―Háblame entonces, así entenderé. Te ayudaré...

―Mientras menos sepas, mejor... ―dijo, apartándolo de un pequeño empujón para abrirse paso y salir del baño.

―¿Nam? ―Seok-jin trató de llamar su atención, pero seguía abstraído en sus memorias.

¿Por qué recordaba aquello justo ahora? ¿Por qué tan vívido? ¿Por qué... no lo había recordado antes?

«¡¿Qué demonios?!», exclamó en su cabeza; estaba muy frustrado―. ¡Jimin-ah! ―gritó de repente y comenzó a correr; Seok-jin lo siguió.

Al dar la vuelta en el pasillo, vio caras, cuerpos en movimiento, pero ninguno de ellos era Jimin, y su nerviosismo acrecentó.

A todo esto, el susodicho ya había ingresado a uno de los cuartos de baño. Asegurándose de ser el único dentro, bajó el pestillo de la cerradura. Se desplazó hasta los lavamanos, cabizbajo, con hombros caídos y a paso lánguido. Apoyó sus manos y enderezó la cabeza despacio, permitiendo que su mirada se encontrara a sí mismo en el espejo. Observó primero la pequeña incisión en su ceja, con rastros de sangre, y luego se sumergió profundamente en sus ojos enrojecidos e inflamados, la piel aún marcada por las lágrimas recientes. Aunque no por mucho, ya que sus cuencas comenzaban a llenarse de nuevo, muy lentamente.

Dubitativo, empezó a acercar sus manos a su cara, hasta que sus dedos apretaron las comisuras de su boca y las alzó en un intento de crear una sonrisa. Pero no importó cuanto empujara o levantara la piel, la mueca se resistía y en su lugar solo brotaba el agua salada. Suspiró con frustración y estampó sus manos contra el cristal, su quijada abierta sin que una sola nota de angustia pudiera ser liberada, respirando con dolor de manera entrecortada.

―Ji-hyun... ―hipó de nuevo―. Ya no puedo... no puedo... ―suspiró con la cabeza a gachas y meneándola en negación―. Lo intento, pero ya no puedo... duele mucho... estoy cansado... de respirar así... ―sollozó, golpeando el espejo una y otra vez con impotencia.

»Mamá... ¡Te juro que lo intenté! ¡Lo siento! Lo siento... Taehyungiee... Jackie... Jung-kookie... Todos... ―lloró con más ímpetu.

»Llévame... ―pronunció un poco más calmo―, por favor llévame... para poder descansar... para volver a ser puro e inocente... para recuperar mi sonrisa perdida... Llévame, mamá... Llévame hasta donde tú estés...

Removió las pupilas del drenaje del lavamanos, en tanto respiraba profundo y separaba sus manos del espejo. Del interior de la manga larga de su camiseta blanca descubrió un bisturí, mismo que había substraído del carro de utensilios médicos, cuando todos se hallaban distraídos en su propio mundo.

Frunció las mangas de su prenda y observó las cicatrices verticales de su lesión anterior. Miró el escalpelo en su mano y luego se miró al espejo. Lágrimas cayeron sobre la hoja. Estaba deshecho, extraño, perdido.

Acercó el filo a su muñeca y su pulso comenzó a temblar frenético, sus labios también, así como sus lágrimas. Pensaba en Taehyung, en Jacqueline, Ho-seok, todos y cada uno, y como les estaba fallando. Pero ese sentimiento insoportable atascado en su garganta, en su corazón, su alma, no cesaba, y lo estrujaba haciéndolo añicos con cada pantallazo de recuerdos pasados y recientes.

Jodido, usado, manipulado, sucio, malo, indigno. Una aberración que el mundo no necesitaba. Así se sentía.

En los últimos segundos ignoró totalmente los constantes gritos y golpes al otro lado de la puerta. Llamaban su nombre y también había lamentos. Eran voces familiares, de personas que quería demasiado. Pidió perdón una vez más por fallarles y no ser tan fuerte como ellos hubieran querido que fuera.

Y entonces... gotas rojas mancharon la blancura de los azulejos en el piso. Apretó los dientes y tensó la mandíbula. Tocó su pecho y estrujó su camiseta. Más manchones escarlatas se regaron por el suelo.

Sentado en una esquina, estaba su copia distorsionada de cabellos azulados, inmóvil, rendido y llorando en silencio y soledad.

La bañera, esa donde se sumergía siempre, el agua perdía su calor, y él se hundía en su frío, flotando como algo diminuto perdido en un océano. La tina rebosaba de agua... ésta se volvía más roja. ¿Rojo como el infierno?

Un splash, un golpe seco, un cuerpo trémulo, un estruendo.

«¿Ya han llegado por mí?»

―¡Está en paro! ―Esa voz no se percibía bien; era tan lejana.

Jimin dejó de escuchar el agua correr, los gritos y los golpes. Poco a poco sus ojos se abrieron, hallándose a sí mismo de pie en un prado con el césped más verde y el cielo más celeste que sus ojos hayan visto. Ya no había pena, no había dolor, pero algo faltaba. Miró a su alrededor, y por allá, a lo lejos, vio un gran zelkova de hojas muy verdosas, idéntico a ese donde descansaba cuando era pequeño y lo llevaban al parque a él y su hermano. Se preguntaba si tal vez...

Con entusiasmo, y también la incertidumbre instalada en su psiquis, empezó su carrera. Se sentía extraño, pues juraría que estaba corriendo con todas sus fuerzas, sin embargo, su avance era lento.

A medida que corría y la distancia con el árbol se acortaba, su cuerpo se hacía más pequeño y el color de su cabello cambiaba, como si varias luces lo bañaran una tras otra. Sus músculos perdieron forma, sus pies, sus manos, empequeñecieron. Sus mofletes se volvían cada vez más rechonchos y el marrón que tenía en su cabello se esfumaba, dando paso a su natural color negro.

Cuando detuvo el paso a unos pocos metros del árbol, ya no era el hombre adulto en el que se había transformado con el paso de los años, era aquel pequeño puro, inocente y risueño, aquel que todavía sonreía, que aún no conocía la maldad del mundo ni de las personas en las que supuestamente debía confiar.

Estaba agitado por esa carrera, pero contento, ya que su mamá se hallaba durmiendo bajo la sombra del gran árbol, con su pequeño hermano acurrucado a su lado. Se veían apacibles. Quería un poco de esa sensación, lo anhelaba como nada. Un respiro, un descanso.

Con esa sonrisa cálida en sus labios se acercó despacio y tomó asiento al lado de su madre. Agarró con mucho cuidado y dulzura su brazo para acomodarse sobre su pecho y dejar que lo abrace. Apoyó su pequeña manito con dedos robustos sobre el vientre, encontrando la de su hermano menor, quien también dormía acurrucado al otro lado.

Jimin miró a su madre un momento y después acomodó su cabeza, escuchando ese hipnótico latido con el que tantas veces había conciliado el sueño.

―Estoy en casa... ―dijo, y sus párpados se cerraron lentamente.

Y allí se quedaron los tres, sin maldad o pena alguna, en una calidez desbordante, en la paz más absoluta, juntos para siempre.


~ B i t t e r s w e e t ~


https://youtu.be/ePFIkzGqyT8

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La escena final de este capítulo, desde que el protagonista entra al baño en solitario a descargar su miseria hasta la armonía en la que se deja envolver, fue una de las primeras que plasmé en mi cabeza para esta historia, con esa canción de fondo incluida. Creo que el ritmo, la melodía, la voz cantante me transmite con mucha claridad en la escena que se dibuja vívida en mi cabeza y lo que deseo transmitir en ella. Todo comenzó en parte con esto, estas emociones, estar ahogada en mis propios problemas y penas, sin hallar escape, hasta que me permití a mí misma respirar un poco. Todo sigue latente en mí todavía. Me sentí muy bien al poder exteriorizar las cosas de algún modo en mi escritura, pero las lágrimas siempre vuelven. Lloré mucho al redactar esa parte del baño. 

Ojalá les guste, y disculpen si les deja un trago amargo. Pronto vendré con más capítulos, la historia casi llega a su fin. Les agradezco mucho a quienes me han acompañado desde el primer momento. n-n ♥

Lamento mucho si los dejo con tanta intriga, pero no alcancé a revisar más capítulos para tenerlos listos ya para publicar T-T.

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