Capítulo 59: Reencuentro
Paralelamente a los sucesos, lejos de la amenaza, el ruido e infortunio. En un cuarto de hotel, dos amantes de tan solo un par de horas, compartirían habitación y desquitarían su libido.
―¿De verdad puedes pagar todo tú sola, nena? ―dijo el hombre, entre besos.
―Por supuesto, cariño. Ahora hazme gritar y no dejes que me arrepienta de mi inversión, ¿de acuerdo?
―Tú mandas, preciosa.
En ese momento tocaron a la puerta y una mesa portando dos botellas de Champagne con un cubo de hielo arribó a la habitación.
―¿Y esto? ―preguntó ella.
―Fui yo. Déjame pagar por algo al menos.
La muchacha intentó aproximarse a servirse, pero su acompañante la cohibió de ello.
―Relájate y quítate la ropa. Yo serviré para ambos.
―Qué caballero... de acuerdo ―dijo, depositando un húmedo y sugestivo beso en su cuello y se giró en dirección hacia la cama.
Ingenua había sido, pues ese hombre no tenía buenas intenciones, y al haberle hecho caso no supo que estrujó unas pastillas entre sus dedos y las añadió a su copa.
* * *
Taemin había ido a hablar con el doctor que había intervenido a Kai de urgencia; Taehyung estaba sentado en el corredor, encorvado y aguardando, hasta que decidió alzar la cabeza y lo vio aproximarse, entonces se puso de pie.
―¿Qué pasó? ¿Cómo está?
El joven estaba hecho un mar de lágrimas, que no paraba de limpiarse con el dorso de su mano o el puño del saco oscuro que iba con su traje.
―Parece que la bala rozó su espina. Podría presentar una parálisis. De hecho... Antes de quedar inconsciente me susurró... que no sentía las piernas.
―Lo lamento mucho, Taemin-hyung.
―Te lo agradezco. No tenías por qué quedarte, y sé que Kai no se ha portado muy bien contigo, así que...
―No importa. Que haya sido un idiota no significa que no me preocupe. Además... al final obró en buena fe... por Jimin.
―Todavía no puedo creer lo que Dong-min le hizo a Jimin. Siempre lo vi como un chico tan... inofensivo.
―Ese bastardo nos engañó a todos.
―¿Cómo sigue Jimin? ¿Lo has visto?
―Él... ha mejorado. ―Se limitó a decir.
―Me gustaría ir a verlo. Pero... no sé si sería prudente.
―Ve a verlo cuando quieras. Autorizaré tu visita.
―Gracias. Tal vez espere. Pero me gustaría que me mantengas al tanto, no solo por el trabajo, ¿sabes?
―Cuenta con ello.
El muchacho le dio una palmada en el hombro y se retiró. Kim suspiró y al girarse distinguió la figura de Jacqueline en la distancia, asomada tímidamente por el marco de la habitación donde la habían atendido a ella y a su compañero, entonces decidió acercarse.
―¿Te encuentras bien?
―Sí, y... no. ―Bajó un poco la cabeza.
―Lo entiendo.
―El señor Taemin ha sido muy atento.
―¿Cómo está Park Chanyeol?
―La herida que recibió fue superficial. Creo que fue más el susto que otra cosa.
―Sí, todos estamos igual, creo. ¿Tú no tienes nada?
―Más que un ataque de nervios... ―expuso con un tono y sonrisa irónicas, las cuales pronto se esfumaron al añadir―: No puedo creerlo... ¿Lee? ―Lo miró angustiada―. No cabe duda que hay demonios en esta tierra disfrazados de ángeles, engañándonos a todos. Siento... una presión muy grande en el pecho. Sé que no es correcto desearle mal a otros, pero... no puedo evitar sentir, esperar... que reciba el castigo que merece. Me hace sentir una basura, pero no puedo evitar sentirme así.
―No lo pienses demasiado, Jackie ―suspiró―. Te tengo una buena noticia.
―¿Hay buenas noticias?
―Jimin...
―¿Quieres decir que...? ―Sus ojos se abrieron de par en par.
―Sí. Jimin tuvo una estabilización.
―¡No tengo idea de lo que es, pero suena muy positivo! ―dijo, pletórica, aunque poco a poco ese júbilo la abandonó.
―¿Qué ocurre?
―¿Y si... no quiere verme? ―Alzó la mirada―. ¿Y si... lo altero? ¿Si desmejora por mi culpa? ¿Y si...?
―Si te quedas en la especulación no saldrás de dudas, Jackie.
―Tal vez... estará mejor si no lo agobio con mi presencia... ¿no?
―Solo hay una manera de averiguarlo.
El teléfono de Taehyung comenzó a sonar. Se excusó con Jacqueline y se apartó en el pasillo para responder al llamado, aunque grande fue su sorpresa al percatarse de que no se trataba de su teléfono, sino el de Jimin. Después de que la policía extrajera la información necesaria del chip, lo regresó, y Taehyung se lo quedó desde entonces, llevándolo siempre con él, por si acaso.
―¿Hola?
―Mochi precioso... ―Canturreó una voz femenina bastante sugestiva al otro lado de la línea, haciendo que Kim se ruborizara de inmediato.
―Ehm... No soy Jimin ―dijo, con una sonrisa nerviosa.
―Ay cielos... ¿Acaso...? ¡¿De casualidad eres Taehyung?! Soy Jun Mi-suk, ¿no te acuerdas de mí?
―Bueno... técnicamente no nos hemos visto nunca. Así que...
―¿Dónde está Jimin? Algo ocurrió y necesito que venga a donde estoy ahora. Por favor, llámalo, ¿sí? ―pidió, otra vez con ese tono seductor que puso más nervioso al muchacho.
―Me temo que no podrá... ―dijo, luego de un carraspeo―, él... está... está en cama, no se siente nada bien.
―Oh... ¿Y crees que puedas venir tú? De verdad necesito ayuda.
―Bueno... ―Miró la hora en la pantalla de su teléfono―. Pásame tu ubicación. Si no puedo ir me aseguraré de que un amigo de confianza vaya en mi lugar para ayudarte, ¿te parece bien?
―Eres muy amable, Taehyung. Te lo agradezco.
Más tarde, Jung-kook se dirigió al hotel que Mi-suk le había indicado a Taehyung. Le pidió que le hiciera el favor de ver qué podría necesitar la amiga de Jimin, ya que él debía irse al bufete o su jefe lo reprendería.
En la recepción el chico obtuvo el número de habitación y el piso. Subió con el ascensor y al llegar a la puerta correcta, tocó.
―Entre, s'il vous plaît (Entra, por favor).
―Ehm... Merci beaucoup (Muchas gracias) ―respondió, con tono interrogante. No es que supiera francés fluido, pero solía molestar a los chicos con eso constantemente.
Abrió la puerta y paseó la mirada, hasta que sus ojos se detuvieron en la gran cama, donde la muchacha estaba recostada boca arriba, vistiendo absolutamente nada debajo de esas sábanas de seda. Jung-kook apretó los labios, estático y estupefacto. Mi-suk se enderezó, dignándose a seguir cubriéndose con la tela, aunque la luz de la ventana translucía bastante su silueta, y se quedó mirándolo con curiosidad.
―Oh, tú... Creo que no eres Kim Taehyung, ¿verdad?
El chico tardó en contestar, estaba en pleno viaje astral, jugando con su lengua dentro de su boca, en tanto sus ideas se acomodaban y permitían que el mensaje fuera procesado.
―¿Cómo estás tan segura de que no soy Taehyung?
―Bueno, porque la voz grave y masculina que me respondió el teléfono no encaja con tu carita de cachorro. Sin ofender. ―Sonrió―, eres muy tierno. ¿Cómo te llamas?
―Jung-kook.
―Amigo de Jimin y Taehyung, imagino.
―Taehyung es mi primo, de hecho.
―Vaya... mi dulce mochi tiene amigos muy lindos. Pero tú eres una ternurita. No eres menor de edad, ¿verdad?
―Ya cumplí veintitrés ―dijo, con un deje de indignación. Detestaba cuando las mujeres se referían a él como "pequeño" o "adorable".
―Oh, en ese caso, ¿te apetece coger?
―¿Eh? ―Abrió los ojos de par en par.
Eso sí no se lo esperaba.
―Que si gustas acostarte conmigo, lindura.
―No, yo no he venido a... ―Carraspeó―. ¿Qué fue lo que te pasó?
―Pues... vine muy temprano aquí con un hombre que pensé que me haría pasar un buen rato, pero resulta que el infeliz me drogó y me robó todas mis cosas.
―¿También la ropa? ―preguntó de manera espontánea; ella sonrió al ver lo coqueto que resultó ser.
»Lo siento. Lo que te pasó fue muy feo, no debería bromear.
―Me pondré algo de ropa para que estés más "cómodo" ―dijo, con una sonrisa pícara en el rostro.
Dejó caer sin previo aviso la sábana que la cubría, aunque Jung-kook fue rápido y miró en otra dirección.
―Si quieres espiarme no me importa ―dijo, divertida.
―Y-yo... preferiría que no...
―¿Eres virgen Jung-kookie?
―¿A qué viene esa pregunta?
―Entonces sí eres...
―¿Y tú qué sabes?
―Si no fueras me hubieras respondido con un soplido "ah, no soy", pero evadiste la respuesta ―dijo, y se hizo el silencio.
»No me malinterpretes, no tiene nada de malo ―dijo, y puso su mano sobre su hombro, a lo que el chico se giró rápido hacia ella.
Vestía una remera holgada blanca, por la que se translucía un poco su ropa interior negra debajo.
―Es lindo que siga habiendo chicos reservados hoy en día ―le dijo, y se tomó el atrevimiento de apartar un pequeño mechón de cabello de su frente.
»Cuando expliqué lo que me ocurrió en la recepción me permitieron llamar desde ahí, y el número de Jimin es el único que me acuerdo de memoria. ¿Qué le está pasando a mi mochi? Taehyung me dijo que estaba enfermo. No es grave, ¿verdad?
―Bueno... ―Dudó por un momento―. ¿Hace cuánto no lo ves?
―Unos... meses ―expresó con pena―. La última vez que nos vimos no me porté muy bien. Él estaba abrumado, necesitaba apoyo, y yo... solo pensé en sexo. Me siento muy apenada. Dime si está bien, por favor.
―Jimin... no ha estado bien, pero... está mejorando.
―¿Qué tiene? ―Ahora estaba asustada.
Jung-kook suspiró y se dejó caer sobre la cama. Ella se incorporó a su lado y, entonces, él comenzó a hablar. Suponía que no habría problema en contarle, dado que se conocían hace tiempo.
A medida que avanzaba en su discreta explicación, los ojos de la muchacha comenzaron a cristalizarse y, cuando concluyó, estaba llorando desconsolada. Él no se esperó tal reacción y no sabía qué hacer, así que se limitó a darle unas suaves palmaditas en la espalda.
―¡Mi pobre Jimin! ¿Cómo alguien podría atreverse a hacerle algo tan horrible a una persona tan buena y dulce como él? ―dijo entre sollozos, limpiando su rostro con su camiseta.
El chico se quedó con la vista en el suelo, absorto. Se preguntaba exactamente lo mismo. Dong-min había sido su compañero en la escuela; lo ayudaba con sus tareas de matemáticas porque era un genio con los números. Salían a divertirse con los muchachos. Resultaba sencillamente increíble y lo llenaba de tristeza.
―Ahora entiendo por qué estaba tan destrozado aquella vez. ¡Pero qué idiota fui!
―No seas tan dura contigo misma tampoco. No sabías.
Se sostuvieron la mirada durante unos segundos; ella, después de secar sus lágrimas, apartó la vista.
―Y-y bueno... ¿Qué es lo que puedo hacer por ti? ―preguntó impaciente.
―El personal del hotel ha sido muy amable conmigo, con su ayuda pude dar de baja mis tarjetas de crédito y mi teléfono celular. Me dijeron que puedo quedarme aquí hasta mañana sin que me cobren la estadía y me darán servicio a la habitación.
―Entonces... ¿Necesitas dinero para un taxi o...?
―Podría pedirte que me lleves. Pero me han dicho en el hotel que ellos se encargarían de transportarme hasta mi hogar en cuanto me vaya.
―Oh, así que...
―La verdad no hacía falta que nadie viniera... Solo quería una excusa para ver a Jimin. Y como Taehyung me dijo que podría venir él o un amigo, pensé que quizá podría tener chance de divertirme un rato.
―Ya veo.
―Lo lamento, Jung-kookie ―dijo, poniendo su mano sobre su hombro―. ¿Ocasioné algún problema?
―No, no... Yo estaba desocupado, por eso mi primo me envió a ver qué podía hacer por ti. Aunque cuando llegué aquí esperaba encontrarme una chica muy asustada, y no una mujer confiada y...
―¿Pseudo sexópata?
―¿Qué? ―dijo entre risas―. No digas eso, ¿por qué? ―Contuvo el carcajeo, aunque la contagió un poco a ella.
A los pocos minutos que las risillas se apagaron, los dos terminaron tumbados en la cama, mirando el techo, contemplando cómo la luz que se filtraba por la ventana cambiaba de posición y hablando trivialidades.
―Jung-kookie, ¿tienes a alguien que te guste?
―Sí, hay una chica que me gusta mucho.
―No soy yo, ¿verdad?
―Ay cielos... No, no eres tú. Apenas te conozco.
―Te estoy molestando, tontuelo ―dijo, riendo por lo bajo.
―Cielos, de verdad... ―Negó con la cabeza, sin quitar esa sonrisa atontada del rostro.
»Es una enfermera, la conocí en el sanatorio donde está Jimin. Es muy dulce y atenta.
―Qué ternura. Apuesto que es igual de adorable que tú.
―Oye, noona... Deja de decir que soy tierno y adorable. Soy un hombre grande y adulto.
―De acuerdo, niño grande. Lo siento ―dijo entre risas, y se giró hacia él―. ¿La has besado ya? ―preguntó curiosa, abriendo grande sus ojos.
―No.
―¿Te besó ella?
―N-no, no. Apenas hemos podido salir juntos un par de veces. Seguimos conociéndonos.
―Ya veo. Y si la besaras, ¿cómo lo harías?
―¿Eh?
―Que cómo la besarías.
―Pues... no lo sé, la besaría y ya.
Mi-suk se enderezó en la cama y sentó las posaderas sobre las pantorrillas; él se apoyó con los codos y también permaneció sentado.
―Practica conmigo. Muéstrame cómo besas.
―No sé si sea una buena idea.
―¿Nunca has besado a alguien?
―Me han besado unas dos veces, creo. ―Entrecerró los ojos, tratando de recordar bien.
La muchacha se llevó una mano al rostro, escondiendo una sonrisa de oreja a oreja, derritiéndose de la ternura por dentro. Pensaba que ya no quedaban hombres así sueltos por ahí, mucho menos lo creería después del patán con el que tuvo el disgusto de encontrarse. Inspiró profundo y habló con armonía:
―El destino ha querido que nos encontremos para este momento. Úsame, así podrás darle un buen beso a tu chica especial.
―Cielos... no lo sé...
―Vamos, tuve una mañana nefasta y quiero conservar un dulce recuerdo al menos. Solo es un beso, sin compromisos. Además, esa chica no es tu novia, no le serás infiel.
―Tú de verdad eres atrevida. Pero también eres linda y simpática. Lo haré ―dijo, acomodándose mejor frente a ella.
Mi-suk cerró sus ojos y sonrió, luego abultó un poco sus labios, y en la brevedad recibió los impropios un instante. Mantuvo la posición de sus belfos y al ver que nada más ocurría abrió los ojos.
―¿Qué fue eso?
―Un beso.
―No. Eso fue un piquito de pajarito, de esos que das cuando te levantas o te despides para ir al trabajo. Son tiernos, pero no son memorables. Acércate, te enseñaré. ―Lo llamó con su dedo―. Tú sígueme, ¿sí?
Jung-kook le hizo caso, impulsado por su instinto curioso. Cerró los ojos y esperó. El contacto llegó rápidamente, empujando sus labios. Sintió la boca ajena abrirse paso y abarcar más territorio. Entonces, como un acto reflejo, sus labios se separaron. Los de ella atraparon suavemente su piel y succionaron. Giró despacio la cabeza para profundizar el contacto de sus pieles cada vez más húmedas. Él comenzó a seguirle el ritmo, respondiendo al estímulo sin siquiera darse cuenta, y lo hacía bastante bien. En cuanto la respiración a través de sus fosas nasales se volvió más evidente, poco antes de que el aire se les agotara, Mi-suk dio unos pequeños toques hasta que finalmente se separaron. Ambos abrieron lentamente los ojos, relamieron sus labios y recobraron algo de aliento perdido.
―De verdad eres lindo ―musitó, muy cerca de su rostro―. Eso fue un beso. ¿Te gustó?
El chico estaba encantado, incapaz de articular palabra. Solo pudo asentir en respuesta.
―Me alegra. ―Sonrió―. Ahora sabrás cómo besar a tu chica. ―Le dio una suave palmada en el pecho―. Y si quieres practicar de nuevo o tienes alguna duda, te daré mi número ―dijo, y le guiñó un ojo.
―O-okey.
Los dos se sonrieron con picardía. Ella le anotó su número en un pequeño trozo de papel que encontró por ahí, en el cuarto y se lo entregó; podría hacer lo que quisiera con él, aunque esperaba que no lo desechara, ya que deseaba tener novedades de Jimin, y tampoco era un engaño su deseo de ayudarlo con esa chica en la que estaba tan interesado, después de todo, le había caído muy bien.
―Jung-kookie... ―Lo detuvo cuando estaba a punto de cruzar la puerta para marcharse―. Gracias, y espero no haberte quitado mucho tiempo valioso.
―En absoluto. Cuídate, por favor.
―Tú igual.
* * *
Dos semanas después de los últimos acontecimientos, Lee Taemin y Jackson Wang afrontaban los numerosos problemas que habían acaecido, después de lo ocurrido en la editorial. Reuniones con los empleados, la seguridad del edificio Park, la policía. Debían mostrar presencia, cordura, y mucha, pero mucha paciencia, sobre todo ante muchas de aquellas aves carroñeras que se hacían llamar reporteros.
Por otro lado, Jimin había mostrado una mejoría magnífica día tras día. Ya asistía a las pláticas en grupo, aunque no hablaba mucho. Leía, paseaba por el jardín, se alimentaba muy bien y hasta hacía ejercicio.
Los moretones en su rostro y cuerpo eran casi imperceptibles. Asimismo, su piel había tomado más color, aunque seguía viéndose algo cansado y ojeroso.
Sus uñas perdidas aún no crecían del todo, pero aceptó bien los vendajes en sus dedos.
Preguntaba de tanto en tanto cómo lucía, ya que se negaba a verse a un espejo; estaba en conflicto con su propio rostro. Lo mismo ocurría con las heridas en sus muñecas; ni siquiera detenía sus ojos en las vendas. Cada vez que debían desinfectar y cambiarlas, cerraba los ojos y respiraba profundo, temblando un poco.
Hoy, después de haberse realizado los estudios necesarios y recibir la aprobación del doctor Yoo, Taehyung se reunió con su primo y sus amigos para visitarlo. En esta ocasión, Jimin solicitó que le volvieran a teñir el cabello, ya que las raíces negras estaban demasiado pronunciadas, según le habían dicho. El largo del pelo ya rozaba su nariz y acariciaba su cuello. Aunque entendía que no le permitían atárselo, no dejaba de fastidiarlo, por eso pidió que se lo cortaran y también que lo afeitaran bien.
En el amplio espacio de la sala, destinado a las visitas, aguardó sentado en una de las mesas, mirando por la ventana y apretando sus manos escondidas entre sus rodillas.
Una sonrisa iluminó su rostro al instante al ver a su mejor amigo. Sin embargo, cuando notó que sus viejos amigos lo acompañaban, la emoción lo embargó tanto que no pudo contener las lágrimas. Por su puesto, los muchachos lo contuvieron. Jung-kook, contagiado levemente por su llanto, fue el primero en aproximarse. Después de un reconocimiento más cercano, empezaron a reír. En ese momento, Jimin le permitió cargarlo en su espalda y dieron unas cuantas vueltas por la sala. Siempre habían tenido una conexión especial, por lo que no le costó trabajo adaptarse a él, como cuando eran niños.
―Tú... ¿Cuándo fue que te hiciste tan grande? ―le preguntó, poniendo sus pies en el piso nuevamente.
―Le he puesto hormonas para el crecimiento en su comida y bebida ―bromeó Seok-jin.
―En realidad se las estaba poniendo a su propio plato, pero los intercambié mientras no miraba ―rebatió Jung-kook, siguiéndole la broma.
―Oye, ¿qué se supone que significa eso, mocoso?
Sus risas plagaron el espacio. Jimin desvió la mirada hacia el extremo de la mesa que compartían, notando un rostro extraño, pero a la vez familiar.
―Disculpa, ¿te... había visto antes?
―Oh, me estás hablando a mí... ―dijo Yoon-gi, señalándose a sí mismo y dando su nombre, aunque Jimin no parecía registrarlo del todo.
»Me confundiste con tu hermano.
Los ojos de Jimin se abrieron de par en par, mostrando cierta incredulidad.
―Cielos... Lo lamento ―dijo, apenado.
―Descuida.
―Mis amigos me dijeron que los ayudaste mucho. Te lo agradezco ―le dijo, haciendo un pequeño asentimiento en señal de respeto.
Yoon-gi lo escaneó a detalle. Le costaba creer que ese muchacho con aspecto de niño inocente apenas salido del capullo, fuera el mismo del que tanto le había platicado Ho-seok: dueño de una empresa y una gran fortuna, con un agudo olfato para los negocios y con la tenacidad de enfrentarse a cualquiera que se atreviera a complicarle las cosas, y sin embargo ahí estaba, mostrándole respeto a él, que no era más que un desconocido, no era nadie. De pronto, como le ocurrió con Taehyung, sintió la inclinación de darle una palmada en el hombro y brindarle ánimos. Chistó en sus adentros. No podía creerlo. Luego le restó importancia al asunto; después de todo, había venido únicamente para asegurarse de que Ho-seok estuviera bien, ya que aún no podía movilizarse mucho por su reciente herida.
―¿Te duele? ―preguntó Jimin―. La cicatriz.
Min tanteó la zona con la yema de sus dedos.
―Un poco. A veces...
―Lamento mucho que te haya pasado eso. Puedo llevarte con un buen cirujano para que te la quiten.
―No tienes que hacerlo.
―Salvaste a mis amigos, es lo menos que puedo hacer.
«¿Por qué eres tan amable?». Yoon-gi no estaba para nada acostumbrado a esas actitudes. Comenzaba a sentir un intenso escalofrío recorrer su espina.
―¡Jimin-ssi! A mí me quedará una cicatriz en el brazo ―intervino Jung-kook.
―Jung-kookie... ―Lo regañó Taehyung.
―Hablaré con alguien para que te la quiten también.
―Jimin, no lo mimes.
―¿Qué tiene de malo que lo haga? Es mi hyung.
Jimin contrajo apenas los músculos del rostro y apretó los dedos contra sus palmas al escuchar el honorífico, aunque nadie alcanzó a percibirlo. O al menos eso creía, pero Yoon-gi estaba muy atento a sus reacciones.
―Soy el menor de todos aquí, es correcto que me mimen ―argumentó Jung-kook, ganándose risas y alguna que otra servilleta hecha bolita en la cabeza.
―Pudieron haberte hecho mucho más daño. Es un alivio que estén bien todos. ―recalcó Jimin.
―Tomaré clases de boxeo. Así podré defenderme mejor, y a ti también.
―No está bien, deberías hacerlo porque te gusta.
―¡Oh, pero me gusta! Me atrae mucho.
―Bien, ya no eres un niño. Haz lo que quieras.
Taehyung se puso de pie y se acercó a la entrada de la gran sala, pues había otra persona que deseaba ver a Jimin y llevaba muchos días conteniéndose; asomaba apenas parte de su rostro por una de las puertas. Él levantó las cejas y tildó la cabeza, incitándola a moverse, pero se paralizó en el momento en que vio a la persona deseada de lejos.
―¡Jimin-ah! ―alzó la voz―. Alguien más vino a verte. ―Sonrió.
El aludido detuvo su charla con su amigo y se giró hacia la entrada, encontrándose allí con esos ojos grandes y brillantes, esas mejillas enrojecidas y el largo cabello color caramelo. Hizo una pequeña reverencia para saludar; se había quedado ensimismado, sin poder dar un solo pestañeo.
―¿No vendrá a saludarme?
―Anda, ve, Jackie ―le dijo Taehyung, invitándola a entrar.
La referida caminó a paso lento, atrás del muchacho, hasta detenerse a unos pocos metros de quien más anhelaba ver. Taehyung continuó caminando y se incorporó con sus amigos.
Jimin extendió su mano en su dirección, y en respuesta, ella se acercó más y con mucha delicadeza reposó sus dedos sobre su palma e hizo un poco de presión con las yemas, para sentir la textura de su piel. La sorpresa llenó su mirada y su corazón se aceleró al ver cómo el pulgar ajeno comenzaba a acariciar sus nudillos. Llevó rápido sus ojos hacia su rostro; él, unos segundos después, imitó su gesto. La observó con dulce intensidad, suplicante por algo que no conseguía descifrar por completo, pero la derretía lentamente.
―Hola, Jackie...
El agarre contra su mano se intensificó. Sintió el calor en su rostro y un nudo en la garganta, la sensación de exhalación húmeda por la nariz y la irritación en sus ojos, que rápidamente se tradujo en lágrimas.
―Hola... ―suspiró.
El chico curvó ligeramente las comisuras de su boca, se le arrimó para limpiar las lágrimas de su rostro y con calma le dio lugar en su pecho, rodeándola con sus brazos. Fue entonces que ella se quebró, aferrándose a él y llorando sin consuelo.
―De repente me dieron ganas de ir a ver el jardín ―dijo Seok-jin por lo bajo.
―Buena idea ―secundó Nam-joon.
―Vayan ustedes si quieren, yo quiero quedarme a ver qué pasa ―dijo Jung-kook, con sus curiosos ojos de ciervo.
Sus hyungs se miraron entre sí y luego cada quien lo tomó de un brazo y avanzaron hacia la salida al otro extremo. El chico comenzó a reírse y repetir que ya había entendido, pero ellos no se detuvieron. En última instancia, Seok-jin tuvo que volver para llevarse a Taehyung, quien se había quedado ahí de pie como una estatua.
―Lamento haberte preocupado tanto ―murmuró Jimin, frotando su espalda con un tacto muy tenue.
―Vas... a tener que compensarme... ―dijo entre suspiros y se apartó un poco―. ¿Te acuerdas ese lugar donde fuimos a comer pasteles?
Jimin asintió.
―Comprarás uno para ti y otro para mí, e iremos a comerlos en el parque donde nos recostamos a ver el cielo, ¿te acuerdas?
De nuevo asintió, ampliando un poco más su sonrisa discreta y contagiándosela a ella.
―Bienvenido de vuelta ―dijo, y sin siquiera pensarlo demasiado volvió a apoyar su rostro contra su pecho y lo rodeó con sus brazos.
Él no creyó sentirse tan a gusto, pero así lo hizo, era una sensación que lo llenaba de calma. También la surcó con sus brazos, su espalda con una mano, y acarició su cabello con la otra, mientras respiraba su perfume floral, sentía su rostro incandescente y húmedo y escuchaba ese adorable sonido de cómo ella sorbía por la nariz de tanto en tanto.
Así permanecieron, envueltos en una paz reconfortante, sin dejar que el sentimiento de haberse extrañado se desvaneciera, para así no separarse.
¿Cuándo... fue que me enamoré así de ti?
~ B i t t e r s w e e t ~
https://youtu.be/ezoAXKk-Dw8
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Espero que estén disfrutando de la historia y como siempre muchas gracias por seguir ahí, se agradece muchísimo. ♥
El próximo capítulo la semana próxima se viene largo y bastante fuertecito. Espero no defraudar. ¡Cuídense mucho! ♥
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